‘Principiantes’ de Colin MacInnes
Hace nada he terminado de leer ‘Principiantes’ (‘Absolute Beginners’) de Colin MacInnes, una novela que hacía años que quería conseguir sin éxito. Pero ha sido por fin ahora cuando he podido hacerlo. Escrita por un entonces chico de la clase alta londinense aficionado a perderse por los bajos fondos de la capital del Támesis a finales de los cincuenta, la novela de 1958 supuso la revelación al mundo de toda una generación de adolescentes británicos que comenzaban a tener cierto poder adquisitivo después de las estrecheces de la posguerra y no se sentían identificados con los jóvenes «mainstream» de la época, los teddy boys. Jugaban a ser sofisticados, cosmopolitas, amantes de la ropa italiana y del jazz moderno. Cultos y defensores de la multiculturalidad.
La generación de los «principiantes absolutos» fue el embrión de lo que en la década posterior fue una de las piedras angulares (en mi opinión la más sólida y menos frívola) de los movimientos culturales juveniles: el movimiento mod. En ‘Principiantes’ encontraremos ya esa obsesión por la música y por la ropa y, no sabemos si accidentalmente, aparece ya la vespa, otro símbolo imperecedero…
La novela nos cuenta la historia de un chico de suburbio, desarraigado, pero que consigue salir adelante gracias a sus trabajos como fotógrafo. La relación con su familia, especialmente con su madre y su hermano, es mala. Se refugia en una troupe de amigos y amantes a cada cual más pintoresco de los bajos fondos. Se mezcla en los tugurios de jazz con negros (a los que siempre defenderá cuando las cosas se ponen feas), con prostitutas, travestis y demás fauna sin la más mínima maldad y con una candidez sorprendente.
La influencia que ‘Principiantes’ ha tenido en la cultura popular ha sido enorme. Hasta el punto de que posiblemente el imaginario de la juventud de los años sesenta no sería el mismo si este libro no hubiera sido escrito. En 1986, Julien Temple, dirigió una polémica adaptación cinematográfica más cercana al videoclip que a un reflejo fiel de la obra escrita. Contó, tanto en la banda sonora como delante de las cámaras con gente como David Bowie o Sade. También la banda Los Flechazos dedicó en 1991 una canción a la protagonista femenina, Suzette en un tema homónimo: