Tiempo atrás leí ‘El Reino’ (2015), la interesante novela del escritor francés Emmanuel Carrère en la que describía a un personaje mítico o histórico –o las dos cosas– para la religión católica como es Saulo de Tarso (San Pablo). Paralelamente, el autor introducía en la obra abundantes elementos autobiográficos. Acabo de terminar ‘Limónov’ (2012), la anterior novela/ensayo/biografía de Carrère. Y, como si una fuera continuación de la otra, me ha parecido que existen muchos paralelismos entre las dos.
Eduard Savenko «Limónov» es un personaje que podría considerarse maldito, un literato outsider de una URSS en decadencia y de una Rusia que nace convulsa después de sacudirse setenta años de comunismo. Pero no sólo esto. También un paneslavista que no duda en alistarse en la guerra de Yugoslavia en el bando serbio. Y también un incendiario que funda, con más tripas que cabeza, el Partido Nacional Bolchevique –o, más bien, estalinismo de ultraderecha–, producto de la Rusia postmoderna, desorientada política y económicamente y ávida de nuevas ideas.
Carrère se interesa por su vida cuando lo conoce en París en los años 80, a donde se traslada tras malvivir en Nueva York. Le perderá la pista hasta que se da cuenta de que el ruso tiene una gran historia detrás por contar. Y también una personalidad compleja y contradictoria que se dibuja con maestría en el libro. Él mismo, en una entrevista lo describe como un payaso, un personaje patético, al referirse al episodio en el que junto a Ratko Mladić y a Slobodan Milošević, dispara una ametralladora sobre Sarajevo durante el asedio serbio a la ciudad como si fuera un niño con un juguete (puede verse en el documental ‘Serbian Epics’ de la BBC). Precisamente ese pequeño fragmento de vídeo revela también a un Limónov haciéndose valiente, cuando sólo era (es) un pobre diablo con ganas de epatar. Carrère lo cita como un tipo duro y casi peligroso, sin saber si estas afirmaciones son auténticas o simple ironía. Lo que me resulta más certera es su aseveración de que tal vez sea uno de los mejores escritores rusos de finales del siglo XX y comienzos del XXI.
Paralelamente a la vida de Limónov, transcurren las peripecias vitales del autor y la de los acontecimientos de Rusia y de Europa durante los cuarenta últimos años del siglo XX y el comienzo del actual, formando una amalgama de hilos conductores en el que Carrère no naufraga, consiguiendo una obra compacta y coherente, a la vez que reveladora de una época. 7/10.
Desde que la compañía de televisión norteamericana HBO se extendió más allá del país transatlántico, ha comenzado a producir series en otros países. A su vez esas producciones son exportadas a través de su plataforma de vídeo bajo demanda para que todos podamos disfrutarlas. Es así como la división europea de HBO ha producido lo que sería una rareza en otros tiempos. ‘Aranyélet’ (‘Una Vida Dorada’ en castellano) es una producción húngara que cuenta con dos temporadas (2015 y 2016) de ocho episodios hasta la fecha. Y es que, a pesar de la evidente globalización cultural, siempre es refrescante encontrar otras miradas más allá de lo típico. Una versión húngara del clásico género de mafias, negro y policiaco, bastante conseguida.
La familia Miklósi, aparentemente una más de las que viven en los barrios más acomodados de Budapest, esconden detrás de su tren de vida una trama de estafas y negocios turbios, bajo la protección del capo y amigo de juventud Endre Hollós. Pero tras unos incidentes, Attila, el padre de familia, decide dejar el mal camino y ganarse la vida honradamente. Esto desencadenará aún más problemas entre ellos. La familia correrá peligro de desintegrarse y se tambaleará en los límites de la legalidad.
‘Aranyélet’ tiene puntos fuertes y débiles. Entre los primeros, el dibujo certero de los personajes. Hay que dejar de un lado los escrúpulos y el maniqueísmo si queremos disfrutarla. No hay muchas series ni películas en las que uno pueda simpatizar e identificarse con un asesino y estafador. Otro punto a favor es que se trata de una producción muy bien cuidada en todos sus aspectos, desde la fotografía hasta los créditos, la música, el sonido, etc. También en el lado positivo es que, a los españoles, muchas de las situaciones y personajes nos puede resultar extrañamente familiares. Y no sólo lo digo por la picaresca. Esto no me ha ocurrido cuando he visto una serie anglosajona, nórdica o incluso francesa. Al final no nos separan tantas cosas… Por contra, hay que poner en el otro plato de la balanza el trabajo de los actores, que en algunos casos no son todo lo convincente que debería (aunque también hay grandes actores). También las tramas son a veces un tanto confusas e inverosímiles.
Pero, por supuesto, gana el platillo de lo positivo, y esto convierte ‘Aranyélet’ en una producción rara para el espectador medio de series, pero también muy accesible para cualquier público con un mínimo de inquietud por conocer otras cinematografías. Muy recomendable. 7,5/10.
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