‘Baron Noir’
‘Baron Noir’ es una serie francesa que está muy lejos del perfil necesario para ser una producción popular. Aún así, ha saltado a la fama por ser una de las series que tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias han estado viendo durante el encierro domiciliario de marzo y abril. Y es verdad que muchos de los aspectos que se narran tienen un cierto paralelismo con la política contemporánea española del flanco centroizquierdista. Pero más allá de estos temas casi anecdóticos vemos una producción bastante austera en las formas, con escenarios sin florituras, actuaciones realistas, mucha cámara en mano para darle la verosimilitud de, a veces, un falso documental. En ese sentido ‘Baron Noir’ es puramente francés, con mucho de político y algo de social, al estilo de Tavernier.
Philippe Rickwaert, perro viejo de la política, comienza la serie siendo el alcalde de Dunquerque, pero con buena mano dentro de la izquierda parisina y francesa. En todos sus movimientos siempre le impulsarán el afán de venganza y el de poder. Pero lejos de ser un psicópata, la historia siempre le dará la oportunidad de mostrar un lado humano. O lo que es lo mismo, la pura contradicción. Si un día te tengo como amigo, al día siguiente eres mi enemigo. Vamos, que en política no hay amigos realmente, sino aliados. En el otro extremo del escenario está Amélie Dorendeu, compañera de partido en un principio. Los tiras y aflojas entre ellos se mantendrán a lo largo de las tres temporadas. Ambos se moverán entre el desprecio y la envidia mutua.
Se ha dicho que ‘Baron Noir’ es la ‘House of Cards’ francesa. Es verdad en parte, pero ‘House of Cards’ tanto la versión británica como la norteamericana dan la impresión de estar mucho más asentadas, ser más sólidas y creíbles. El guión de ‘Baron Noir’ no me parece especialmente bien resuelto. Los acontecimientos se atropellan unos a otros hasta límites inverosímiles. Es muy complicado creer las situaciones que nos plantea el guionista y director Eric Benzekri. No creo que sea una mala serie, sino que más bien al español medio puede resultar indigesta o aburrida por la pura sucesión de acontecimientos supuestamente trascendentes. Sólo para muy aficionados a la política europea. 6,5/10.