¿Es el euro el principal obstáculo de la economía española?
Hoy mismo hemos asistido al anuncio por parte del Presidente del Gobierno de nuevas medidas para conseguir un recorte del déficit, entre ellos el empobrecimiento del sector público privatizando muchos servicios, como los aeropuertos. Su intención es que tenga un efecto real, de ahorro público, y otro «estético» hacia los mercados. Es el último capítulo de una serie de recortes drásticos, pero no sabemos si será el definitivo. El libre mercado marcará el camino a seguir…
Si siempre hemos tenido el agua al cuello –aunque nos hayamos asomado puntualmente hasta el pecho entre 2000 y 2007–, una nueva crecida de la marea puede llegar a ahogarnos. Los problemas económicos de España son casi endémicos desde poco después de la entrada del euro. El modelo de crecimiento implantado entonces fue muy deficiente y vulnerable como así se ha demostrado a las primeras de cambio. La expansión de la economía española no fue más que un espejismo que tarde o temprano, cuando llegaran los malos momentos, se iba a disipar.
Por eso al leer el artículo del premio Nobel de Economía Paul Krugman titulado «El Prisionero Español» publicado por The New York Times (aquí en España lo llevó el diario El País del pasado domingo 29 de noviembre) no puedo estar más de acuerdo con sus conclusiones. La idea de abandonar la zona euro era un puro disparate hace tan sólo tres o cuatro años y hoy al menos se ponen en duda los efectos beneficiosos de la moneda común para las economías más «débiles» de la Unión Europea. Krugman plantea un paralelismo entre la evolución económica de Estados Unidos y España a lo largo de esta recesión. Ambos sufrieron una crisis inmobiaria y de crédito y ambos experimentaron un alza notable del desempleo. Aunque cada uno a su nivel, la gran diferencia es evidente: mientras la primera conserva la soberanía de su política monetaria, España no. La devaluación de la moneda no es, por tanto, una vía para aliviar la situación. Propone una «devaluación interna», o lo que es lo mismo, «abaratar la economía», empezando por los sueldos, que durante los años de la economía inflada crecieron desproporcionadamente.
No hay duda de que es una solución terrible, pero no lo sería menos la salida del Sistema Monetario Europeo. Abandonar el euro ahora mismo supondría una brutal devaluación de la nueva peseta (los economistas calculan que un 30%) y por tanto viajar al exterior y las importaciones serían más costosas (entre ellas el petróleo y sus derivados), aunque comprar aquí sería mucho más barato para un extranjero. Krugman afirma que, sorprendentemente, a España le hubiera ido mucho mejor si nunca hubiera adoptado el euro y haber seguido siendo dueña de su política financiera y monetaria. Pero ya es demasiado tarde, y la eurofiebre de 1999 ha dado lugar a la eurocrisis de 2010. Así lo comenta:
¿Debe España tratar de salir de esta trampa dejando el euro y restableciendo su propia moneda? ¿Lo hará? La respuesta a ambas preguntas es: probablemente no. España estaría mejor ahora si nunca hubiera adoptado el euro, pero tratar de dejarlo crearía una enorme crisis bancaria, ya que los depositantes se apresurarían a trasladar su dinero a otra parte. A menos que haya una crisis bancaria catastrófica de todos modos (lo cual parece verosímil para Grecia y cada vez más posible en Irlanda, pero poco probable -aunque no imposible- para España) es difícil ver a cualquier Gobierno español tomar el riesgo de salirse del euro.
Así que España es en realidad una prisionera del euro, que le deja sin ninguna opción buena.
Tener una moneda única y 16 economías con sus fortalezas y debilidades es algo muy complicado. Ya lo estamos viendo en la actual situación. Unos caminan sobre las aguas como Jesucristo, otros siguen avanzando como pueden con el agua por la cintura, unos pocos más luchan por no ahogarse y dos (Irlanda y Grecia) ya han tenido que agarrarse al salvavidas que se le ha lanzado con la condición de no volver a adentrarse alegremente por aguas tan turbulentas. Y mientras, Reino Unido, Suecia y Dinamarca se alegran mirando desde la orilla y los de nueva incoporación toman nota y se lo piensan dos veces a la hora de adentrarse en el mar.