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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
9 de noviembre de 2009

Veinte años de la caída del muro de Berlín

He hablado ya más de una vez sobre Berlín y sobre el muro. De hecho, Berlín es, como sabéis, una de mis ciudades preferidas. Pero es hoy cuando se cumplen los veinte años de la caída de ese telón de acero que separaba una ciudad, un país, un continente y dos mundos bien distintos que no supieron convivir. Finalmente, los errores internos, la presión externa y, sobre todo, el control férreo que las autoridades de la RDA tenían sobre la población y su falta de libertades hicieron que todo se viniera abajo. Muchos han querido ver en este evento el fracaso de un sistema económico y de una ideología. Yo no pienso eso. Lo que realmente falló fue, en esencia, la falta de democracia. Lo que cayó el 9 de noviembre de 1989 fue una dictadura sin más, como tantas otras cayeron antes y después.

A pesar de estas dos décadas, las diferencias entre los dos berlines aún son muy notables. Incluso políticamente. Si antes los berlineses orientales luchaban por pasar la oasis capitalista del Berlín occidental, en las últimas elecciones los ex-comunistas de Die Linke arrasan allí donde gobernaron antaño. ¿Será por decepción con el capitalismo? ¿Por nostalgia (la conocida como «ostalgie«)? ¿O por el desempleo y el descontento social? Posiblemente un poco de todo. Lo cierto es que a partir de entonces el fenómeno neocon/neoliberal comenzó a campar a sus anchas.

Entre todos los especiales que los medios de comunicación han preparado en internet, destaco el de la web de RTVE. Han creado un minisitio con varios vídeos interesantes de los informativos de la época. Alguno de ellos son documentos únicos y clave para la historia como el reportaje grabado in situ y emitido en Informa Semanal. Otro de los especiales sobre este asunto es el que ofrece Lainformación.com. Y para los que quieran pasar esta celebración viendo cine, tres películas: ‘El Cielo sobre Berlín’ de Wim Wenders, ‘Goodbye Lenin!’ y, por supuesto, ‘La Vida de los Otros’.

7 de noviembre de 2009

El fin de los iconos musicales

La década que terminará en apenas dos meses nos deja musicalmente una industria que está patas arriba y en plena (y necesaria) transformación. Ha perdido poder e influencia. Otro de los fenómenos a los que hemos asistido en los últimos diez años es la fragmentación. Nunca en la historia hemos tenido a nuestro alcance tanta música ni hemos escuchado tanta. Las nuevas bandas se han multiplicado respecto a décadas anteriores. Eso siempre es bueno, porque podemos elegir, pero también produce un efecto de saturación. Salvo excepciones, apenas podemos profundizar en los trabajos que escuchamos.

Tanto el declive de las discográficas como la abundancia de bandas tiene una causa bastante clara: la tecnología e internet. En estos años hemos vivido el fin de la intermediación. Por un lado los artistas ofrecen su música directamente al aficionado y por otra los aficionados acceden ilimitada y gratuitamente a toda la música de hoy y del pasado creada en cualquier parte del planeta, lo cual ya es una revolución en sí mismo. Por otro lado, la tecnología permite tener en nuestras habitaciones un estudio de grabación, de postproducción y de distribución. Las herramientas informáticas para estos fines se han desarrollado hasta niveles increíbles.

Por tanto tenemos que olvidarnos ya del clásico ídolo de masas, del icono musical que triunfaba en otras décadas. El fenómeno de fans de adolescentes es cosa del pasado. Ya no hay Back Street Boys ni Take That. Ni Tokyo Hotel o los Jonas Brothers pueden compararse. Y en cuanto a música «seria», si los sesenta fueron de los Beatles, los Rolling Stones, la Velvet Underground y Bob Dylan, los setenta de Pink Floyd, los Sex Pistols o Deep Purple, los ochenta de Madonna, Michael Jackson, The Police o los Smiths y los noventa fueron de Nirvana, de U2 o de Oasis, ¿Cómo se recordará la actual década?

6 de noviembre de 2009

Adiós a José Luis López Vázquez

La muerte de José Luis López Vázquez el pasado domingo, como la de cualquier otro personaje entrañable, siempre pilla por sorpresa. Y es que López Vázquez siempre gozó de la simpatía del público y fue (o mejor dicho es) uno de los rostros más populares de la historia del cine español. Es verdad que interpretó papeles en películas de dudosa calidad (por suerte no demasiadas) durante la segunda mitad de los sesenta, pero que le sirvieron para terminar de forjarse una imagen casi estereotipada de ciudadano medio español, gris, funcionarial, pero con aspiraciones. Un hombre que quería ser grande a pesar de sus limitaciones. Estoy seguro de que el españolito de a pie y espectador de sus películas se sentía identificado con esos personajes agridulces.

López Vázquez ha participado también en algunos de los grandes clásicos del cine español. Recuerdo, así de memoria ‘El Pisito’ (1959) de Marco Ferreri, una mordaz comedia a la italiana. Y si de comedia hablamos no podemos olvidar la genial ‘Atraco a las Tres’ (1962) de José María Forqué o ‘Plácido’ (1961) de Luis Garcia Berlanga, una ácida crítica a la sociedad de la época. Casi podríamos decir que estas tres obras para mí forman una trilogía de la primera época de López Vázquez. Podríamos llamarla la «trilogía del blanco y negro». Nos dejamos atrás otras cintas como ‘La Gran Familia’ (1962) que, aunque son muy populares, no me da la impresión de que estén a la altura de las anteriores.

Como dije antes, la segunda mitad de los sesenta fue la de las películas «de consumo», pero que gozaron de la complicidad del espectador (‘Sor Citroën’ [1967] o ‘El Turismo es un Gran Invento’ [1968]). Sólo hubo una excepción, una magnífica excepción, con ‘Peppermint Frappé’ (1967) de Carlos Saura, una de sus mejores interpretaciones. Este cambio de registro tan radical tendría continuidad en los años setenta con ‘El Bosque del Lobo’ (1971), una obra que recogía los hechos reales del llamado «hombre lobo» Manuel Blanco Romasanta, ‘Mi Querida Señorita’ (1971), una amarga y excepcional obra donde López Vázquez es la piedra angular y el corto para televisión de Antonio Mercero ‘La Cabina’ (1972), una pieza multipremiada internacionalmente. Del resto de su carrera me gustaría quedarme con su interpretación del alelado heredero de la saga de los Legineche en la trilogía de Berlanga ‘La Escopeta Nacional’ (1977), ‘Patrimonio Nacional’ (1981) y ‘Nacional III’ (1982)…

Desde la web de Televisión Española puede verse ‘La Cabina’, una producción icónica de los años setenta y una crítica velada al régimen franquista.

1 de noviembre de 2009

Guía de Visionado de Doctor Who

Queda muy poco para que vuelva la «doctorwhomanía». Algo está cambiando en este país nuestro cuando los blogs especializados en televisión comienzan a recoger las noticias sobre la venerable y clásica serie británica de ciencia-ficción Doctor Who. Aunque comenzó a emitirse por la BBC allá por 1963, es ahora cuando comienza a tener eco en España. Una muestra de esto es que el blog TVlia está dedicando una de sus Guías de Visionado a esta teleserie. Comenzando por el principio, cuenta a grandes rasgos toda la mitología, los términos que usan los fans y cada una de las temporadas desde sus primeras emisiones. A pesar de que el universo «whoviano» es extraordinariamente extenso y complejo (tanto o más que otras series clásicas como Star Trek).

Esta guía viene muy bien ahora que pronto terminará la etapa de David Tennant (el décimo doctor). Posiblemente, Tennant haya sido la mejor reencarnación del doctor desde los tiempos de Tom Baker en los años setenta. A partir de la primavera de 2010 recogerá el testigo Matt Smith que interpretará al undécimo doctor. Pero antes de todo eso nos esperan varios especiales que servirán de despedida a David Tennant después de tres temporadas. El primero de ellos, ‘The Waters of Mars’, se emitirá por la BBC el 15 de noviembre y ‘The End of Time’, un episodio doble especial preparado para estas navidades.

Ojalá muy pronto Doctor Who sea popular en España y no quede relegada, como hasta ahora, a los canales temáticos o directamente al DVD. ¿Qué ocurriría si en vez de ser británica fuera norteamericana? Seguro que la tendríamos hasta en la sopa. Una pena…

31 de octubre de 2009

Probando Windows 7 bajo Parallels Desktop 4.0

He dedicado dos o tres días a trastear un poco con el nuevo sistema operativo de Microsoft. Me refiero, por supuesto, al recientemente lanzado Windows 7. De paso también he puesto a prueba la última versión de Parallels Desktop, la 4.0, bajo Mac OS X Snow Leopard. El ordenador sobre el que lo he instalado es mi MacBook (un Core 2 Duo a 2,2 GHz y 1,5 Gb de RAM). Lo que voy a contar no es un análisis minucioso sobre rendimientos, características y demás (para eso hay ya cientos de artículos), sino mis impresiones personales, muchas veces simples percepciones subjetivas, que no tienen por qué coincidir con las vuestras o con las que objetivamente salgan de un test más técnico.

Lo primero que sorprende, para bien, de Windows 7 es la rapidez con que se instala y lo cómodo de todo el proceso, incluso si es un sistema operativo huésped virtualizado. La configuración de la máquina virtual que utilicé fue: usar los dos núcleos del procesador, 800 Mb de RAM y un disco duro de 32 Gb. Con esto fue suficiente. Unas características bastante asequibles. Los datos que la instalación necesita los introducimos al final, y no son muchos (serial key, nombre de usuario, contraseña y poco más). El primer arranque de sistema es algo lento, cosa que no ocurrirá después. Microsoft se jacta, y con razón, de que Windows 7 tarda notablemente menos tiempo en cargar que su predecesor Windows Vista. En general, se nota que el 7 es mucho más ligero. Los ingenieros de la compañía de Redmond se lo han currado para «podar» al sistema operativo de todo aquello que lo hacía lento y pesado. La idea general, en el primer vistazo, es que es mucho más «práctico» a la hora de realizar las tareas cotidianas.

Pero también he encontrado unas cuantas pegas. El primero es que conserva la «filosofía Windows» de hacer las cosas. Es decir, los que ya llevamos un tiempo (aunque no sea mucho) con Mac nos damos cuenta de lo complicado que es cambiar, por ejemplo, configuraciones del sistema con Windows. En general, los pasos que hay que dar para realizar una tarea son bastantes más y más enrevesados que en Mac OS X. Windows 7 no es una excepción. Otro aspecto que no me ha gustado (sí, ya sé que las comparaciones son odiosas) es el plano estético. Windows Vista me parecía tirando a feo. Lo mismo digo de Windows 7, ya que hereda prácticamente todos sus elementos gráficos.

En definitiva, lo usuarios de PC tienen en Windows 7 un buen sistema operativo y un digno sucesor para Windows XP.

27 de octubre de 2009

GeoCities y Soitu.es: dos proyectos que cierran

No tienen nada que ver uno con el otro, pero han coincidido en el tiempo. GeoCities, la que en su día fue pionera en alojamiento gratuito de páginas web y Soitu.es, uno de los primeros diarios «dospuntoceristas» de información general y tendencias, echan el cerrojo. Los motivos de su cierre son bien distintos.

GeoCities ha sido a lo largo de finales de los noventa y primeros años del nuevo siglo toda una referencia en cuanto a gestión y evolución. Para la historia quedarán esos fondos grises, esos GIFs animados de colores chillones y esa Times New Roman. Hoy todos esos diseños se han quedado obsoletos y muy superados por las nuevas herramientas de desarrollo que existen a lo largo y ancho de internet. Quizás por eso Yahoo!, propietaria de esta comunidad de webs desde 2000, ha decidido clausurarla. Desde ayer día 26 forma parte de la todavía corta historia de la red. He de reconocer que, aunque jamás tuve una página en GeoCities, si he entrado en muchas de ellas. Por lo tanto han cumplido su función. Pero siempre lo vi como un servicio cutre que alojaba webs feas, llenas de banners de publicidad y otras triquiñuelas que no me gustaban nada de nada.

El cierre de Soitu.es sí que me ha pillado más por sorpresa. No me lo esperaba para nada. Es verdad que últimamente no se actualizaba demasiado, pero lo achaqué quizás a un pequeño parón. Se puede decir que la crisis acabó con Soitu. En su último artículo titulado «Hasta la vista y gracias» desgranan algunas de las razones que los obligan a decir adiós. Es una auténtica pena. En los últimos meses me había aficionado a los blogs de algunos magníficos colaboradores, como ‘Tipos Infames’, del que hablaba no hace mucho por aquí, o ‘Hartos del Coche’, donde se seguían las diferentes iniciativas que se tomaban en todo el mundo sobre transporte colectivo y alternativo al automóvil. También es justo decir que otros artículos de otros blogs eran infumables, pero no se trata ahora de hacer leña del árbol caído. Sólo me queda esperar que en un futuro no muy lejano, Gumersindo Lafuente, el artífice de Soitu, emprenda nuevos proyectos bien con la misma o con otra cabecera. Él se merece tener éxito. Necesito una web como ésta para cubrir el hueco que dejará en la barra de favoritos de mi navegador…

22 de octubre de 2009

Ojo de Lynce

Aunque en esta legislatura no estamos asistiendo a demasiadas manifestaciones de colectivos que protestan contra el Gobierno (ya sea por una u otra razón), las que hay están teniendo cierta repercusión en los medios. La última fue la del pasado domingo en contra de ¿La reforma de la ley del aborto? ¿Del aborto en sí? No lo sé. Imagino que las dos cosas. No es cuestión de este post hablar sobre el aborto o si es conveniente que unos u otros se manifiesten. De esto ya hablé en su día y no voy a repetirme. Más allá de los motivos, me voy a centrar en el hecho de la manifestación en sí.

Estamos demasiado acostumbrados a las guerras de cifras sobre los asistentes a una u otra concentración ciudadana. No en vano se trata de una demostración de fuerza sobre un ideario. Escuchamos hablar de millones de manifestantes como si nada. Haciendo un cálculo muy sencillo, y suponiendo cuatro personas por metro cuadrado, alojar un millón de personas requeriría un área de 250 hectáreas (el espacio que ocupan unos 225 o 250 campos de fútbol). Vamos, un espacio inconcebible. A lo largo de los últimos años se han desarrollado algunos métodos de medición, unos más científicos que otros, pero en general al final había que aplicar el «ojo de buen cubero». El sistema más fiable hasta la fecha es el de tomar fotografías aéreas o simplemente elevadas desde varios puntos de la manifestación a la misma hora (la de máximo auge), dividir las zonas de asistencia según su densidad, medir esas áreas y aplicar la escala que va desde poco densa (una persona por metro cuadrado) hasta muy densa (cuatro personas por metro cuadrado) y multiplicar el área de cada zona por uno, dos, tres o cuatro según la densidad aproximada que vemos en las fotografías. Con herramientas como Google Maps cualquiera puede medir las áreas sin problemas de cualquier ciudad. Así calculan las cifras de asistencia en el blog de El Manifestómetro o en el diario El País, aunque con resultados dispares. Pero vamos a los datos concretos.

Según los cálculos de El País, la cifra de manifestantes que asistieron el pasado domingo fue de 265300, mientras que El Manifestómetro arrojaba una cifra que oscilaba entre 48530 y 72795 personas. Demasiada diferencia ¿No?. Mirando detenidamente los datos y la forma de medición, la conclusión a la que llego es que el cálculo de El País es muy teórica y en ningún caso se basa en fotografías concretas, sino en estimaciones. Pero quizás salgamos de dudas. En esta ocasión la agencia de noticias EFE ha contado con los servicios de Lynce. Lynce es la primera empresa en España que se dedica a la medición sistemática de asistencia a manifestaciones. Para ello utiliza un método en parte automatizado por software y en parte manual. En su página web han colgado precisamente hoy una explicación pormenorizadamente de cómo realizan el proceso de medición. Básicamente, se parte de fotografías aéreas y sobre el terreno, fotos que una aplicación analiza y aplica algoritmos de reconocimiento de formas (mediante puntos de comparación, contraste, color, etc) similar al que incorporan los programas que reconocen rostros, sonrisas o borran matrículas en Google Street View. Cada manifestante es identificado por un número. De esta forma se cuentan literalmente uno a uno los asistentes con un margen de error del 15%. El resultado: 55316 personas. Muy parecido a El Manifestómetro y su trabajo a pie de calle.

Para los escépticos por razones políticas, Telemadrid ofreció en sus informativos un pequeño reportaje sobre Lynce acerca de la medición de la manifestación del Orgullo Gay. Entonces sí eran fiables:



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