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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
28 de septiembre de 2009

La foto de la frustración

Uno de los vicios españoles más ancestrales y feos son los argumentos ad hominem hacia aquella persona cuyas ideas o comportamiento nos parece reprobables. Si el prójimo no piensa como nosotros, lo destripamos metiéndonos con su físico, con su forma de vestir, con su nivel educativo, con su coche o con su familia. Cada cierto tiempo surge un nuevo y desagradable ejemplo. Prácticamente todos los miembros de Gobierno actual han recibido el suyo en un momento u otro a través de esos infectos PowerPoint. Pero antes también, aunque en menor medida, Aznar fue blanco de esas críticas contra su persona en vez de criticar sus políticas o sus ideas.

El último es, no podía ser de otra manera, la foto de Zapatero y su familia con los Obama con motivo de la reciente cumbre del G-20 en Pittsburgh. Desde que fuera tomada el pasado 24 de septiembre, la dichosa imagen ha pasado ya por los buzones de correo electrónico de media España, con pixelado, sin pixelado y con varios trucajes destinados a ser graciosos y entretener a ociosos trabajadores. No voy a entrar en lo que es la verdadera polémica de este asunto: la protección del anonimato de los menores. No entro porque ese es, al fin y al cabo, un debate cabal y razonable.

España es así, los españoles (y no es la primera ni será la última vez que lo digo) somos así, chismosos, cotillas, críticos con la vida ajena pero no con la propia. Sacamos punta con supuesto sentido del humor de aquello que realmente es una frustración soterrada, un complejo insoportable de inferioridad. Ese mismo sentimiento de inferioridad que nos induce a pensar que el extranjero es mucho mejor que lo que tenemos aquí, que España es un desastre y los que lo están haciendo bien son los demás. Muchos han visto en la vestimenta de las hijas de Zapatero el reflejo de sus propios odios y demonios, de sus complejos. Y desgraciadamente así seguirá siendo, porque nos guste o no, España es así, y es el país que nos ha tocado vivir.

19 de septiembre de 2009

Impuestos: es hora de compararse con Europa

El mero hecho de mencionar la palabra «impuestos» ya espanta a más de uno. No hay duda de que se trata de uno de los conceptos más impopulares del mundo occidental, pero también imprescindible si queremos que un país funcione correctamente y cumpla con las premisas del (por desgracia) cada vez más menguado estado del bienestar, en el cual es el Estado quien tiene el deber de velar y proteger los derechos sociales de los ciudadanos. Estas prestaciones van mucho más allá. Forman parte de ellas la sanidad universal y gratuita, la educación y las infraestructuras de todo tipo que tienen por objetivo facilitar y mejorar la vida de todos. Hasta aquí sólo hay obviedades. La idea del Gobierno de afrontar esta fase de la crisis con una subida de los impuestos indirectos, es decir, aquellos que gravan básicamente el consumo, no parece muy acertada en un momento en el que el consumo comienza a despegar (y que además es la base de la economía). Pero este post no trata de analizar si las medidas del Ejecutivo son buenas, malas, acertadas o desacertadas, sino de ir un poquito más allá y levantar la mirada hacia nuestros vecinos para reflexionar y sacar conclusiones.

Si hablamos de impuestos indirectos estamos hablando sobre todo del IVA. Actualmente en España el tipo máximo está en el 16%, mientras que el normal es del 7% y el reducido se sitúa en el 4%. He buscado información sobre cómo está el IVA en otros países de nuestro entorno europeo y me he llevado una sorpresa: la mayoría son más altos que aquí. Ejemplos: Portugal: 20%, 15% y 5% para los tipos máximos, normal y reducido, Francia: 19,6%, 5,5% y 2,1%, Italia: 20%, 10% y 6%, Alemania: 19% y 6%, Grecia: 19%, 9% y 4,5%, Irlanda: 21,5%, 13,5% y 4,8%… así podríamos seguir con todos los países. La lista completa está en la Wikipedia. Conclusión: tenemos uno de los IVA más bajos de Europa.

Otro importante impuesto indirecto es el que grava los hidrocarburos y que suele repercutir, con razón o sin ella, en muchos otros productos debido al encarecimiento del transporte. La Unión Europea marcó un mínimo para el gasóleo (el único sobre el que tengo datos [PDF]) en 245 euros por cada 1000 litros. En España se encuentra (o se encontraba porque desconozco la fecha del documento) en 294 euros, mientras que en Italia asciende a 403 euros, Francia a 376 o Irlanda a 302. Esto por no hablar de Alemania, 440, o Reino Unido, 742 euros. Por contra, Portugal y Grecia cuentan con los impuestos más bajos (272 y 245 euros respectivamente).

Vayamos ahora con los impuestos directos, en concreto al IRPF. Si tomamos como referencia el tramo máximo (el único sobre el que he podido conseguir datos) nos encontramos también con que nuestro porcentaje es también menor (también es cierto que menos progresiva puesto que el tipo medio está por encima que la de la UE) que el de otros estados de nuestro entorno: Aquí tenemos un 43% de gravamen para las rentas más altas. Francia: 45,8%, Italia: 44,9%, Alemania: 47,5%, Finlandia y Austria el 50%, Bélgica, 53,7% y Países Bajos, 52%. Los datos cantan por sí mismos.

Así a grandes números y una vez que he echado un vistazo al capítulo de ingresos [PDF] del proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2009, se deduce que de los 143 mil millones de euros recaudados en 2008, unos 77 mil millones corresponden al IVA sumados a los del IRPF. O sea, aproximadamente la mitad. Indiscutiblemente tienen un peso brutal sobre nuestra economía y por tanto sobre los servicios públicos que el Estado, las Autonomías y los Ayuntamientos prestan y la calidad de éstos. Todas estas cifras y estos números me llevan a formular una pregunta: ¿Cómo vamos a tener los servicios y las infraestructuras que tiene Alemania o Francia (ya no digamos los países nórdicos) si pagamos menos impuestos?

12 de septiembre de 2009

Carril bici en Cáceres

Esta mañana me he dado una vuelta por algunas de las calles de Cáceres donde se está implantando el carril bici. Hace unos días leí en el diario regional Hoy una noticia sobre el comienzo de las obras para crear una red de carriles para bicletas. Se trata de una red bastante amplia que conecta el centro con las diferentes zonas periféricas a través de vías en algunas de las principales avenidas de la ciudad. Las infraestructuras sólo serán una parte del plan integral para fomentar el uso de la bicicleta como medio de transporte, ya que se instalarán varios puntos de alquiler (igual que ya tiene Zamora, por ejemplo). Está previsto que el próximo mes de octubre se inaugure el sistema, que va a ser gratuito.

Como decía, me he pasado por la Ronda de Vadillo donde ya está el carril bici y lo cierto es que me ha decepcionado un poco. Han utilizado los arcenes ya existentes para el carril. En algunos tramos desaparece de repente para volver después de unos metros. Además no esta señalizado todo lo bien que se quisiera. No se han pintado de verde y parece un arcén normal y corriente. Sólo unas marcas viales de vez en cuando nos recuerdan su uso. Desconozco si en otras zonas será igual o si se lo habrán trabajado un poco más. En el blog de la plataforma «Cáceres en Bici» podemos seguir todas las noticias que se generan en torno a esta forma de transporte que cada vez gana más adeptos.

10 de septiembre de 2009

La industria musical chapotea para no ahogarse

Hay dos hechos que he estado observando últimamente y que nos dicen algo sobre lo que la (si nadie lo remedia) próxima a extingir industria musical. La venta de discos físicos sigue cayendo en picado. Como ya comenté aquí una vez hace tiempo, cada vez se venden menos discos. Las últimas filtraciones sobre ventas de discos en España nos hablan de que la pasada semana el más vendido consiguió colocar algo más de siete mil copias (el nuevo de Pereza) y los cuatro siguientes apenas suman los cinco mil. Todo esto, como según cuentan en Je Ne Sais Pop, contabilizando en algunos casos como copias vendidas aquellas que fueron distribuidas en su día a los puntos de venta pero que el usuario aún no ha comprado.

Yo, que he vivido hace años el despegue, el pleno auge del CD y también la angustia de no poder comprarme todos los discos que quería por tener el precio prohibitivo de 2.995 pesetas por ejemplar, ahora estoy saboreando la venganza porque tengo todo lo que quiero y gratis total. Porque (seré un antiguo) todavía se me hace raro pagar por contenido digital intangible en un formato que no sé si dentro de veinte años voy a poder reproducir o si me tocará volver a comprarlo. Y no creo que nunca lo haga. Ya que pago, prefiero tener el disco con su cajita, que por lo menos adorne en el salón, aunque luego la copia que escuche en el iPod o en el ordenador sea en formato MP3.

En este sentido, ayer Apple presentó un nuevo formato. Lo han llamado iTunes LP y viene a ser como un álbum de música, con su carátula, sus fotos, sus letras, pero con contenido adicional, como vídeos. Hasta aquí la idea no parece mala. Pero como suele ser habitual, se trata de un formato completamente cerrado. El paquete se compra como una unidad y no podemos extraer parte del contenido ni, por supuesto, gestionarlo con otro software que no sea iTunes. Tampoco copiarlo en reproductores que no admitan este contenedor. Dicho esto, el iTunes LP me huele a fracaso por su poca vocación de «universalidad». A mi por lo menos no me ha convencido.

Por otra parte, otra de las noticias de esta semana relacionadas con la industria musical y su intento de salir a flote es la publicación de toda la discografía (sí, otra vez) de los Beatles, remasterizada a partir de las bobinas originales y convertidos a estéreo aquellos temas que aún no lo eran. Más de lo mismo. Los discos ya se venden a casi 20 euros por unidad (el ‘White Album’ a casi 30 por ser doble) o los 12 en un estuchito (lo han llamado The Beatles Stereo Box Set) por unos 250 euros. En definitiva, aproximadamente los mismos precios de 1997, cuando yo me compré el ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band’. ¿No os parece esto un abuso para unos discos que han vendido millones de copias a lo largo de cuarenta años?

A este respecto, la industria musical también presiona al poder político europeo en cuanto a los derechos de autor. Con la legislación actual, las primeras canciones de los Beatles, publicadas en 1962, pasarían al dominio público en 2012, con lo que perderían una gran tajada. El Parlamento Europeo votó (y aprobó) una propuesta para aumentar de 50 a 70 años la vigencia de los derechos de autor. Esto ocurrió a finales de abril de este año, con lo que actualmente no sé como estará la cosa. En conclusión, al final no son más que maniobras desesperadas de la gran industria del disco que no ve luz al final del túnel, sino más bien su propia tumba…

7 de septiembre de 2009

Cultura empresarial

Dentro de este cajón desastre que es eso que hemos llamado «la crisis», hay algunos temas que no han sido suficientemente tratados. Está claro que el paro es uno de los factores más dramáticos y llamativos de la actual situación económica. Muchos echan la culpa de ese paro galopante al Gobierno central y en menor medida a los gobiernos autonómicos. Pero apenas he escuchado algo que me parece muy importante: ¿Qué pasa con los empresarios?. Hace no mucho tiempo, Iñaki Gabilondo en su opinión del informativo de Cuatro (siempre magnífica, por cierto), aludía a la parte de culpa que tienen los empresarios. Comentaba como ejemplo la altísima tasa de temporalidad del empleado medio español (1 de cada 3 trabajadores es temporal), muy superior a la de nuestros vecinos de la Unión Europea. Hay muchos autores, cada uno con sus teorías sobre el por qué de esta alta temporalidad, y que intentan explicar este hecho tan peculiar de nuestra economía.

En la mayoría de los casos se alude, evidentemente, a una legislación demasiado permisiva que favorece los contratos temporales. Sin embargo, a lo largo de los últimos años, el actual Gobierno ha intentado incentivar la contratación indefinida con resultados bastante decepcionantes. Por otro lado, los empresarios llevan algún tiempo proponiendo un despido «más barato». Tras leer artículos y noticias y observar con detenimiento el devenir de los acontecimientos llego a una conclusión: en España no hay cultura empresarial. Las empresas son, para bien o para mal, una parte indispensable de cualquier sociedad. Y en un Estado social y democrático de derecho como nos define la Constitución Española, tienen responsabilidades más allá de maximizar los beneficios. Más o menos es lo que se ha venido en llamar de forma rimbombantemente Responsabilidad Social Corporativa. Este concepto está cada vez más olvidado. Por ejemplo, ahora los empleados con más antigüedad no son un activo a aprovechar, sino un estorbo, porque cuesta más despedirlos y tal vez sean los menos productivos. Es preferible contratar temporalmente a un joven. Será más fácil prescindir de él en el futuro. Señores, lamentablemente esto es el capitalismo, o sea, la ley de la selva.

Si alguien construye la economía de un país dentro del libre mercado son las empresas, no el Gobierno. No importa las medidas que el Ejecutivo tome en favor del empleo si los empresarios no las aplican. Y los datos para el futuro son alarmantes. Existe un 14% de jóvenes españoles que ni estudia ni trabaja, algo que puede tener desastrosas consecuencias para nuestro futuro. Las poco alagüeñas perspectivas de trabajo en el futuro tienen buena parte de la culpa de este pasotismo. El desprecio a la meritocracia también, máxime cuando el desempleo de los universitarios es altísimo. Las empresas, sobre todo las grandes y las medianas, deben reflexionar sobre la sociedad que están construyendo. La economía están en sus manos y si no rectifican alguien debería obligarles a hacerlo.

5 de septiembre de 2009

El leopardo de las nieves ya está en casa

En los mentideros maqueros no se habla de otra cosa: Snow Leopard. Dos palabras mágicas que definen el que quizás sea el cambio más radical y menos visible de la historia de los sistemas operativos para Mac. Porque, en realidad, lo único que no ha cambiado (salvo pequeños detalles) es el interfaz de usuario. Todo lo demás ha sido redefinido, reescrito y, entre otras cosas, rompe definitivamente la compatibilidad con los procesadores PowerPC que montaban los Mac antes de 2006. Además se trata de un sistema operativo íntegramente escrito en 64 bits, aunque con posibilidad de funcionar en 32. Este aspecto es un jaleo tremendo en el que no he entrado demasiado.

Nada más recibir el paquete corrí a instalarlo de cero en el MacBook. Porque, aunque sea una actualización, se puede instalar sin tener nada en el disco duro. Se ha comentado que es la única manera de experimentar la prometida mejora de velocidad, tanto de arranque y cierre como de funcionamiento. Tras esta primera instalación «de prueba» en el portátil pude comprobar por mí mismo que eso de la velocidad no era una estrategia de marketing: es verdad que va bastante más rápido y las animaciones son mucho más ligeras y no se entrecortan como antes. Las aplicaciones también abren más rápido (por ejemplo Adobe Photoshop CS4 abre en unos 3 o 4 segundos). Ahora tocaba instalarlo en el iMac, pero esta vez mediante un proceso de actualización. El proceso fue algo más lento (una hora más o menos) y le costó algo de trabajo completar los últimos detalles. Todavía quedan algunos aspectos que no funcionan al 100% y otros dan algunos pequeños errores. Por ejemplo, el nuevo QuickTime X se lleva mal con algunos plugins de QuickLook que funcionaban perfectamente con la versión anterior. Pero son cosas previsibles que iré puliendo a mano poco a poco. En cuanto a la diferencia de rapidez entre instalación nueva y actualización, la verdad es que es imperceptible.

Cuando instalamos de cero lo primero que vemos es el nuevo fondo de escritorio, llamado Aurora, similar al de Leopard. Si entramos en las opciones para cambiarlo, nos encontramos también con nuevos tapices. Entre ellos el de nuestro amigo el leopardo de las nieves que nos mira desde el otro lado de la pantalla. Uno de los detalles que han cambiado son los menús contextuales del dock. Ahora tienen fondo oscuro y letras blancas. En mi opinión rompe el aspecto general de todos los menús de Mac OS X sin un motivo claro. En relación con el dock, otro cambio es que ahora podemos navegar por el interior de las retículas, una cosa que echábamos de menos. Pero tal vez el cambio más importante no es en sí del sistema operativo, sino en el antes comentado QuickTime X, que ha sido reescrito completamente (algo que no se había hecho nunca). El interfaz cambia radicalmente y ya no hereda ninguno de los antiguos controles que nos han estado acompañando desde que QuickTime existe. Ahora es más rápido e incorpora nuevas funciones en las que no he podido meterme todavía por falta de tiempo. Otros retoques menores afectan a Exposé o al renderizado de fuentes, que ahora parecen más «rotundas».

En definitiva, los maqueros ya tenemos sistema operativo para rato. Inteligentemente, la gente de Apple no ha tocado lo que funcionaba y ha dotado a todo el conjunto de una mayor solidez y, sobre todo, rapidez.

Mac OS X Snow Leopard from Ricardo Martín on Vimeo.

24 de agosto de 2009

Congelación salarial

Estas palabras, a las que podemos sumarles la de «funcionarios», consiguen captar la atención de todos los que somos empleados públicos. Si se lleva a cabo, será la primera que sufro en mi vida. Lo cierto es que, tras un par de años de subidas notables (por diferentes razones), mi nómina se estancará. Lamentablemente, hablar del sueldo de los funcionarios siempre es polémico. La demagogia suele apoderarse de aquellos que no son empleados públicos. Piensan que somos demasiados, que trabajamos poco y que cobramos más de lo que nos merecemos. También lo piensa determinado sector liberal a los que la palabra «Estado» les provoca sarpullidos y su meta es reducirlo a la mínima expresión en favor de la empresa privada. Pero curiosamente, en vez de aplaudir la propuesta del Gobierno para contener el gasto, la han criticado.

Evidentemente yo no estoy de acuerdo con ninguna congelación. No queremos oír hablar de nada que no sea aumentos. Lógico. Pero también hemos de tener en cuenta la situación económica que vivimos, con un IPC en mínimos históricos. En estas circunstancias, una congelación (o una subida inferior al 1%) apenas tendría repercusión en el poder adquisitivo de los empleados públicos. Si hay que congelar, quizás este sea el momento idóneo. Y si hay que congelar, que se comience por los de la parte alta del escalafón. Esto es una obviedad. Por una parte, su situación es mucho más desahogada y por otra, porcentualmente, supone una cantidad mayor. En cualquier caso, está por ver si finalmente se lleva a cabo y cómo se realizará.



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