Los últimos años cincuenta y primeros sesenta fueron los tiempos de la pérdida de la inocencia. En los Estados Unidos, la generación beat agitaba conciencias y reclamaba una nueva forma de entender el mundo y el arte. En Francia, los primeros movimientos sociales y políticos comenzaban a cuestionarse el poder establecido. Surge la nouvelle vague. Y en el Reino Unido los estragos de la segunda guerra mundial desaparecían, aunque las diferencias sociales se acentuaban. El arte se volvía comprometido y buscaba nuevas formas de expresión. Un grupo de directores de cine surgidos del mundo del teatro comenzó a realizar sus películas dentro de lo que posteriormente se llamaría «la nueva ola británica» o free cinema. Al igual que sus colegas galos, su cine bebía de las fuentes de la realidad social. Formalmente rompía los esquemas establecidos, despojando a las películas del cartón piedra de los escenarios artificiales y dando cierta verosimilitud documental a sus obras.
Quizás su principal exponente sea Tony Richardson, que debutó como realizador en 1958 con ‘Look Back in Anger’, una adaptación de la obra teatral del mismo nombre. Desde el principio, Richardson contribuyó a derribar los estereotipos victorianos que aún quedaban en pie dentro de la sociedad británica, mostrando el otro lado de la teóricamente nueva y próspera Inglaterra. Sus personajes siempre rozan la marginalidad y viven al límite en un entorno normalmente hostil y post-industrial. Un planteamiento sorprendentemente moderno si tenemos en cuenta que fueron rodadas hace casi cincuenta años.
Posiblemente el quiebro definitivo del viejo orden vino con el estreno de ‘A Taste of Honey’ en 1961. Para muchos este es el comienzo de la década de los sesenta artísticamente hablando en las islas británicas. He tenido ocasión de verla y supongo que en su momento escandalizó a más de un puritano. No por que haya desnudos ni situaciones sexuales explícitas ni implícitas, sino porque retrataba directamente lo que el Imperio había ocultado siempre debajo de su alfombra. Asuntos espinosos como el racismo, el embarazo no deseado, el alcoholismo, la marginalidad o la homosexualidad son tratados sin ambages, pero con increíble sensibilidad e incluso inocencia. Richardson consigue transitar en el difícil campo de la tragicomedia, entre momentos simpáticos y otros brutales. Cuarenta y seis años después de su estreno sigue siendo impactante.
Leyendo la prensa esta tarde me entero de que la actriz y cantante francesa Charlotte Gainsbourg (Londres, 1971) está pasando por delicados momentos de salud al haber sufrido una hemorragia cerebral. Confiemos en su pronta recuperación. Charlotte es hija de dos grandes de la escena artística del país vecino: Jane Birkin, sex symbol musical y cinematográfico durante los setenta, y Serge Gainsbourg, compositor entre otras del célebre y polémico ‘Je t’aime, moi non plus’ y de quien he hablado ya aquí.
Su carrera ha estado ligada desde su infancia al cine y ya ha sido reconocida como una de las promesas confirmadas del cine francés. Puede considerarse una actriz independiente, ya que no ha participado en ninguna gran producción de renombre internacional. La primera vez que la ví fue en una película llamada ‘Enamorada’ (1991) que pusieron en La 2 allá por el 95 o el 96. La fama le ha llegado relativamente tarde y no con el cine, sino con la música. Ha sido con su segundo disco ‘5:55’ (2006) con el que ha triunfado al menos dentro de los circuitos independientes. Es un buen disco con al menos un tema excelente. Me refiero a ‘The songs that we sing’, que incluí en mi recopilatorio Muestra Musical 66.
Gainsbourg tiene la gran virtud de la discrección y de haberse ganado su hueco poco a poco, sin estruendo, en el mundo del cine y ahora de la música. También tiene esa elegancia tan especial y tan difícil de conseguir hoy día.
Louis de Funès es sin duda uno de lo más grandes y más populares actores franceses de comedia. De origen español, traspasó fronteras con su peculiar humor y aquí fue muy célebre en los años sesenta y setenta. A lo largo de estas últimas semanas he estado viendo algunas de sus películas más clásicas. El papel que le llevó a la fama fue el del gendarme malhumorado Cruchot, que interpretó en inumerables ocasiones desde 1964 con ‘El Gendarme de Saint Tropez‘ hasta 1982, un año antes de su muerte, en ‘El Loco, Loco Mundo del Gendarme’. Pero su papel estelar se apoyaba también el otros personajes, como Michel Galabru, actor que interpretaba a su superior en toda la serie. Aparte también realizó otras comedias de éxito como ‘Fantomas’, que tuvo dos secuelas muy populares.
No se puede decir que las películas de De Funès fueran de trazo fino ni siempre acertadas, pero es imposible que no arrancaran una carcajada en algún momento. Puede entreverse una cierta parodia soterrada sobre el modo de vida de la Francia profunda, extrapolable a otros países como el nuestro. Quizás esa sea también la clave de su éxito aquí. Su humor estaba basado en los gestos, las repeticiones de situaciones y los contextos disparatados llegando al surrealismo en muchas ocasiones. A veces nos recuerda incluso al cine mudo cómico de Buster Keaton o de Charlot. Precisamente Louis de Funès recibió el calificativo, quizás excesivo, del «Charlie Chaplin francés».
La verdad es que me ha sorprendido que en internet no exista apenas información sobre él, tan sólo una página «oficial» con su biografía, filmografía y algunas fotos. Sin duda, De Funès es un valor a recuperar para las nuevas generaciones.
Apenas he visto unas pocas obras Françoise Truffaut. El realizador francés que comenzó con la nouvelle vague realizó en su amplia carrera 26 películas, convirtiéndose en uno de los abanderados de este movimiento. Quizás sea el más clásico de todos los que lo formaron. Sus películas en general sólo ofrecen algunos guiños que rompen las normas que se habían establecido hasta el momento. Se le ha acusado también, creo que con razón, de hacer un cine demasiado literario.
De todos estos «defectos» adolece ‘Jules et Jim’ (1962). Dirigida por Truffaut tres años después de su gran obra maestra indiscutible ‘Los Cuatrocientos Golpes’, ‘Jules et Jim’ cuenta la historia de dos amigos y un amor que han de compartir desde la juventud. Diversas vicisitudes se interpondrán en su relación de triángulo perfecto. La personalidad de la chica (interpretada por Jeanne Moreau, de lo mejor de la película) marcará el devenir de la trama. La película está basada en la obra homónima de Henri-Pierre Roché.
Formalmente, como he dicho, no rompe precisamente con el pasado, sino que supone una mirada atrás, hacia el cine francés de la primera mitad del siglo, sobre todo Renoir. Personalmente creo que es una obra innecesariamente larga y que, aunque no he leído el libro, da la impresión de que sigue la novela con demasiada minuciosidad. Aún así, tiene algunos momentos brillantes que la hacen por lo menos recomendable.
Me he quedado de piedra al ver el trailer de ‘Vantage Point’. Sería una «americanada» más de no ser por que el escenario de la acción se desarrolla en España, y más concretamente en Salamanca. Además de ser de lo más espectacular, en el avance la película se reconocen escenarios de la ciudad charra muy familiares como la Clerecía y sobre todo la Plaza Mayor, donde transcurren muchas de las escenas. No se trata precisamente de una película de serie B. En ella participan Sigourney Weaver, Forrest Whitaker, William Hurt, Dennis Quaid o Eduardo Noriega y los efectos digitales son impresionantes.
También es llamativo que ni una sola de las secuencias (salvo las vistas aéreas) fue rodada con los actores en Salamanca. Todo es fruto de la maestría de los encargados de los efectos y de los decoradores. Las escenas de persecución por las calles fueron rodadas en la ciudad mexicana de Cuernavaca y casi que dan el pego.
El argumento, por lo que he podido deducir, transcurre durante una cumbre mundial sobre terrorismo celebrada en Salamanca. Unos terroristas tienen un plan para cometer un atentado. Los buenos tendrán que impedirlo. En la parte formal, aparte de la espectacularidad, sorprende que no aparezca ningún torero ni se muestre a España como un país atrasado. ¿Estaremos dentro de los países desarrollados para el imaginario del americano medio? En general la producción parece bastante buena. Todos los detalles están bastante cuidados. Incluso los coches de policía son parecidos (incluso más bonitos) a los auténticos de Policía Nacional y el resto de automóviles son los modelos que puede haber en cualquier ciudad de nuestro país.
Si digo la verdad, todo esto huele a promoción turística de la ciudad. ¿No estará el Ayuntamiento salmantino detrás de parte de la financiación de la película? Es posible que sí. Si Barcelona y Oviedo serán escenarios de la próxima obra de Woody Allen previo paso por caja, ¿por qué Salamanca iba a ser menos? ‘Vantage Point’ se estrenará en 2008.
El 30 de julio ha sido un día en el que dos etapas se cierran. Han desaparecido dos grandes figuras que cambiaron el cine y por extensión el arte del siglo XX. Ingmar Bergman (Uppsala, 1918) y Michelangelo Antonioni (Ferrara, 1912) son dos realizadores de una calidad indiscutible, aunque de trayectoria muy diferente.
El caso de Antonioni es algo diferente. Hasta hace muy poco era un completo desconocido para mí. Y aún lo es en cierto modo. Sus películas ‘Las Amigas’ (1955), la excelente ‘El Eclipse’ (1962) y ‘Blow Up’ (1966) son las únicas tres obras que he visto hasta la fecha. La carrera de Antonioni, igual que las de otros colegas suyos de la Nouvelle Vague, es bastante irregular. Su primera etapa quizás sea la mejor. A partir de la segunda mitad de los años sesenta su cine se vuelve más experimental y menos inspirado para mi gusto. El ejemplo es la antes mencionada ‘Blow Up’, que a mí personalmente no me acaba de convencer.
Bergman y Antonioni, dos referentes para la intelectualidad de los sesenta y setenta y que han dejado su huella en el complicado arte del cine.
Podría pensarse que ‘Después de Tantos Años’ (1994) pudiera ser una segunda parte que nunca debió realizarse. Esa fue la primera idea que tuve al ponerme frente a la continuación del documental ‘El Desencanto’ (1976) de Jaime Chávarri. Pronto esos prejuicios se disiparon, pero el temor era justificado. ‘El Desencanto’, que ya comenté hace años por aquí, relata la vida de la familia del poeta Leopoldo Panero, con sus tres hijos Juan Luis, Leopoldo María y Michi retratándose ante la cámara. Un documental asombroso que está sin duda en la cumbre de este género en España.
Pero la verdad es que la continuación filmada por Ricardo Franco casi veinte años después es una segunda parte necesaria e incluso imprescindible para completar el puzzle de los complejos herederos del poeta. Si en ‘El Desencanto’ se podía atisbar cierta candidez e inocencia, en ‘Después de Tantos Años’ se vuelve sordidez y oscurantismo. Ya no hay ingenuidad. Los protagonistas se enfrentan al ocaso de sus vidas con macabro regocijo. Juan Luis Panero, retirado en el Ampurdán, se muestra cínico al hablar de su mala relación con el resto de hermanos, Leopoldo María, internado en un centro psiquiátrico, tiene la expresión del loco clásico, pero quizás con una cabeza privilegiada. Sus paranoias son las paranoias de la sociedad amplificadas por cien mil. Y Michi, consumido por los excesos de todo tipo, vive sus últimos años de vida antes de su muerte en 2004.
El documental es claramente crepuscular no sólo por sus protagonistas, sino también por la fotografía, el tratamiento de la luz, los cielos nubosos, las casonas semiderruidas o cubiertas por la maleza, los recuerdos polvorientos y desordenados que son un contínuo recurso a lo largo de toda la película. En definitiva, se trata de una muy notable segunda parte que resulta interesante y desasosegante a partes iguales.
rmbit está bajo una licencia de Creative Commons.
Plantilla de diseño propio en constante evolución.
Página servida en 0,078 segundos.
Gestionado con WordPress