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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
6 de octubre de 2011

Patrimonio Nacional y la prohibición de fotografiar

Hace ya más de dos años escribí un artículo motivado por mis experiencias «antifotográficas» en el Monasterio de Guadalupe de Cáceres. En él defendí y defiendo que no es ilegal fotografiar en lugares públicos. Retomo aquel polémico tema a raíz de una nueva experiencia en el Monasterio de El Escorial. Pero esto no es exclusivo de este lugar, todos los gestionados por el organismo público Patrimonio Nacional impide hacer fotografías en su interior, ni siquiera sin flash. Me ocurrió, por ejemplo, en 2005 en el Palacio de la Granja de San Ildefonso.

Como no concibo las razones que han llevado a Patrimonio Nacional a establecer esta medida me dirigí vía correo electrónico al organismo, comentándoles lo siguiente:

Me pongo en contacto con ustedes para expresarles mi queja y mi reflexión sobre algunos asuntos acerca de la política de prohibición de realizar fotografías que sigue Patrimonio Nacional, al menos en el caso del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

En una reciente visita he podido comprobar como en ninguna de las estancias cerradas, incluyendo la Basílica, se permitía la realización de fotografías incluso sin flash. Como fotógrafo aficionado desde hace ya bastantes años, estoy interesado en conocer las razones que han conducido a tales restricciones, máxime habiendo pagado una entrada, a mi juicio y al de otros visitantes consultados, de tarifa excesiva.

Esta opinión que expreso es compartida por muchas otras personas que también han visitado el lugar con sus cámaras. Están generando lenta pero inexorablemente malestar y un cierto resquemor, sobre todo si tenemos en cuenta de que es un patrimonio de todos los españoles.

En la época que vivimos, las fotografías que «colgamos» en la red sobre un paraje son uno de los reclamos más poderosos que existen a la hora de atraer nuevos visitantes y de potenciar una imagen positiva del lugar. Es una campaña gratuita de publicidad.

Para terminar decirles que es mi segunda visita al Monasterio. La anterior tuvo lugar en 1991 y por entonces no observé ninguna restricción a la hora de ejercer mi afición.

Esperando su respuesta, me despido dándoles las gracias por adelantado.

Una semana después recibo una respuesta del Jefe de Servicios de Coordinación de Museos de Patrimonio Nacional invitándome a interponer una queja formal según indica la legislación vigente, pero de mi pregunta sobre las razones de la prohibición de fotografiar, nada de nada. Ninguna respuesta. He removido medio internet a la búsqueda de alguna circular, Decreto, Reglamento, Orden u otras instrucciones donde se refleje esa prohibición. Eso suponiendo que exista. Quiero pensar que sí. Lo que sí he encontrado es un formulario [PDF] para solicitar la realización de filmaciones o fotografías en un recinto pertenenciente a Patrimonio Nacional. Entiendo que se trata de trabajos profesionales que requieren la necesidad de un uso exclusivo y no de las fotos de un triste turista que sólo quiere llevarse un recuerdo o, como mucho, practicar una afición y colgar el resultado en internet.

10 de agosto de 2011

Zamora en la vieja prensa ilustrada (y III)

Cerramos esta serie de artículos con la tercera entrega. Quizás rebuscando un poco más podrían extraerse infinidad de artículos, fotografías y detalles curiosos, pero mi tiempo es limitado. Comenzamos con un recorte que no pertenece a ‘La Esfera’, sino a otra publicación llamada ‘El Lábaro’. También cambiamos de época. De los años 1910s y 1920s nos retrotraemos hasta 1906, concretamente al 1 de febrero. El autor del texto, Baldomero G. Galán, se dedica a la alabar sin descanso la ciudad y sus gentes. Un pequeño ejemplo:

Vosotros, los que sólo sabéis de ella lo que la vieja historia cuenta, los que no la conocéis por vista de ojos, ignoráis cómo es Zamora. […] Cierto que todavía ciñe, en parte, a la ciudad un gracioso ceñidor de cubos y de almenas, y que aquella famosa «torre mocha» del romance da su imagen a las ondas del Duero caudaloso […] Pero, entrad en la ciudad, recorred sus limpias calles placenteras, inundadas de luz que baja a chorros del más alegre de los cielos […] asomáos a las murallas que, más que para la defensa de la ciudad, parecen construidas para que los moradores de ésta gocen de la vista deliciosa de aquel campo […] ¡Qué bien se vive en Zamora! A los ocho días de llegar a ella ya el forastero es conocido y conoce a la población entera; ya son todos sus amigos. Ya juega en el casino una partida de palos con «coro general» […] y ha saboreado las anguilas del Duero en el cañal de Guerra, y comido exquisitos cangrejos y lechugas, guisados por «la Gregoria», en los Tres Árboles…

Este artículo tan laudatorio se acompaña de algunas fotografías bastante interesantes, sobre todo la de la derecha, donde podemos ver una vista prácticamente inédita de la catedral desde el interior de la llamada Casa del Cid, que hoy es una propiedad privada:

Ya para finalizar una última curiosidad. Dos fotografías que nos ofrecen una panorámica de Zamora tomadas casi desde el mismo lugar (quizás San Frontis o Pinilla). Una de ellas es de Charles Clifford, el fotógrafo galés al que le dedicamos ya un artículo y que recorrió España para dar a conocer nuestro patrimonio a través de ese nuevo invento que era la fotografía. La imagen es de 1854, fecha en la que está datada esta imagen, con lo que podemos decir, que junto con aquella, es la foto más antiguas tomada de la ciudad. La segunda es de J. Laurent y está datada hacia 1870. La diferencia entre ambas fotografías (salvo el encuadre) es prácticamente nulo. Los mismos edificios, las mismas huertas e incluso los mismos carros. 16 años de diferencia a mediados del siglo XIX no debían suponer gran cosa en una sociedad donde la tradición mandaba y las generaciones pasaban sin apenas novedades. Quizás algunos de los habitantes de esas casuchas llegarían a ver el esplendor del siglo XX…


18 de julio de 2011

Objetivos luminosos

El mundo de la fotografía puede llegar a ser una afición muy absorbente. Uno nunca deja de aprender nuevos conceptos, técnicas, o incluso sobre su historia. Porque la principal misión de la fotografía es captar la realidad a través de los ojos de quien porta la cámara. Por tanto, el componente subjetivo es una parte fundamental de este arte, o lo que es lo mismo decir la parte creativa. Pero también existe otro aspecto muy importante y que va parejo al artístico. Quizás en ninguna otra disciplina la técnica y la tecnología vayan tan unidas a lo artístico. Conocer los parámetros y el funcionamiento de nuestro equipo es de vital importancia si queremos plasmar correctamente nuestras fotografías. Y si hablamos de lentes, esa importancia se hace imprescindible. De ello dependerá el aspecto final de la imagen.

A lo largo de la historia, los técnicos han buscado reproducir la realidad lo más fielmente posible. La utopía es llegar a la perfección del ojo humano, capaz de obtener una imagen casi perfecta con muy poca luz. Precisamente la luz es uno de esos elementos primordiales a la hora de hacer fotografías. Pero la imperfección de las lentes que componen los objetivos y su construcción hacen que parte de esa luz no se aproveche. En el siglo XX se han construido objetivos que han rozado esa utopía. Todo aficionado al cine o a la trastienda técnica del séptimo arte conoce la historia del Zeiss Planar 50mm f/0,7, la lente que Stanley Kubrick pidió «prestada» a la NASA para la fotografía de interiores de su película ‘Barry Lyndon’ (1975). Su obsesión era filmar sólo con la luz de las velas y de la luna. Y lo consiguió. Para ello tuvo que ingeniárselas junto a John Alcott, el director de fotografía, para adaptar el objetivo a la cámara de 35mm contando con la profundidad de campo deseada por Kubrick. He aquí algunos de esos resultados. Son secuencias tomadas sin luz artificial:


Pero rebuscando un poco más no ha sido complicado encontrarme un más difícil todavía, una nueva vuelta de tuerca en el mundo de la óptica. El prodigio vino de la Unión Soviética. El origen del GOI CV-Siercalno-Linosvyi 20mm f/0,5 (sí, f/0,5) hay que buscarlo en marzo de 1948 en el Instituto Nacional de Óptica de San Petersburgo. Pero en contra de lo que pudiera pensarse, no se trataba de un proyecto experimental. Parece ser que se fabricaron y comercializaron varias unidades. El GOI CV es un objetivo catadióptrico de grandes dimensiones (su peso era de casi 10 kilogramos) y compuesto por un conjunto de ocho lentes de cuarzo y fluorita.

¿Por qué es tan costoso fabricar un objetivo de estas características? Por mucho que avance la tecnología y la electrónica, los objetivos han de cumplir las reglas de la óptica. El mero hecho de bajar un paso en la apertura de diafragma puede suponer un nuevo quebradero de cabeza para los técnicos que diseñan las lentes. En primer lugar, la elaboración de los cristales se complica y han de seguir un proceso mucho más minucioso y utilizar materiales como la fluorita que resultan mucho más caros y complicados de trabajar. Un objetivo es una combinación de diferentes lentes. Cuando la luz pasa por cada una de ellas, parte de esa luminosidad se pierde, aunque a veces sea una parte muy pequeña.

En la actualidad los objetivos más luminosos que se comercializan tienen unos precios respetables. En realidad, bajando de f/1,4, los ceros se disparan. Una de las mejores y más conocidas ópticas entre los especialistas y aficionados avanzados es el Leica Noctilux 50mm f/0,95. Un prodigio de la óptica con un precio también prodigioso (unos ocho mil euros). De momento, los aficionados mortales nos conformaremos con aperturas mucho más modestas, pero no por ello peores. Y es que, en la mayoría de los casos, la luminosidad no es lo más importante a la hora de hacer nuestras fotografías.

8 de julio de 2011

Charles Clifford y las primeras fotografías de Zamora

Esta fotografía que véis arriba podría ser una imagen antigua cualquiera de una Zamora ya lejana en el tiempo, prácticamente irreconocible, mucho antes de la reforma de principios del siglo XX que derribaría las torres del puente de piedra. El río crecido indica primavera u otoño, aunque por la ligera niebla quizás sea finales de otoño, otoño de 1854. Se trata posiblemente de la imagen de Zamora más antigua, tomada cuando el invento (milagro o secreto para mucha gente de entonces) de la fotografía estaba reservado a unas pocas y expertas manos hábiles, normalmente franceses o británicos, y requería un instrumental caro, frágil y difícil de transportar.

Era la época del romanticismo. Muchos foráneos desembarcaron en España con el ideal de la aventura, del viaje por el viaje, y de adentrarse en una cultura y unas gentes a menudo idealizadas. Tales fueron los casos de Jean Laurent o del que nos ocupa, el galés Charles Clifford. Clifford se estableció en Madrid hacia 1850 como fotógrafo de estudio. Pero desde esos primeros años y hasta su muerte en 1863 se dedicó a fotografiar diferentes lugares de España. Al contrario de su contemporáneo Laurent, Clifford se dedicó en estos periplos a retratar principalmente paisajes y detalles de monumentos en vez de personajes.

Poco o nada se sabe de su visita a Zamora, cargado con todo su instrumental, imagino que en un carruaje, aquel año de 1854. Es posible que en algún archivo olvidado aún quede constancia de esta presencia sorprendente que, por añadidura, era extranjero, lo que le daría sin duda un aura extra de exotismo. En ese viaje, según cuenta Francisco Alonso Martínez en su libro «Daguerrotipistas, Calotipistas y su Imagen de la España del Siglo XIX», recorrió, además de Zamora, lugares como Valladolid, Medina del Campo, Benavente y Oviedo. Aparte de la imagen que encabeza este artículo, el fotógrafo tomó imágenes también del pórtico de la iglesia de la Magdalena y de la Puerta del Obispo de la Catedral. Precisamente el positivo original de esta última fotografía fue subastada en 2003 por la casa Christie’s de Londres y adjudicada por 1793 libras (2015 euros).

En aquellos años, Clifford era un personaje relativamente popular, sobre todo por haber sido nombrado como fotógrafo oficial de la reina Isabel II. En las publicaciones de la época he encontrado alguna referencia suya y a sus viajes, como esta de la revista El Museo Universal (un curioso Muy Interesante de la época con reportajes sobre física o sobre Egipto) del 30 de julio de 1858:

[…] La incansable perseverancia del señor Clifford ha dado a conocer a toda Europa la riqueza monumental de nuestro país, que ha recorrido casi enteramente, habiendo copiado más de ochocientos monumentos notables. Poco antes de la partida de la corte puso el señor Clifford en manos de la reina una magnífica colección de las vistas que ha sacado en su último viaje a las provincias de Extremadura y Toledo. […]

17 de junio de 2011

El eclipse lunar desde Cáceres

El miércoles 15 de junio tuvo lugar un eclipse total de luna que pudo verse –entre otros lugares– en toda España. Así que, como os podéis imaginar, cogí mis bártulos fotográficos y me dirigí hacia un buen sitio donde fotografiar el evento astronómico. Llevaba conmigo los datos de la hora a la que salía la luna en Cáceres ese día, la hora a la que comenzaba el eclipse y su duración. En este tipo de asuntos las cosas nunca salen como uno se espera.

A pesar de que la luna estaba previsto que saliera hacia las diez menos diez no comenzamos a vislumbrarla tímidamente hasta las diez en forma de tenue círculo rojizo. En un primer momento resultaba imposible fotografiarla debido a su mínima luminosidad. Pero las cosas poco a poco fueron cambiando y la zona inferior izquierda comenzó a iluminarse. La sombra de la tierra comenzaba a retirarse, dejando ver, como un destello, a nuestro satélite.

Las primeras imágenes que tomé quedaron algo borrosas. El tiempo de exposición debía ser alto si no quería utilizar ISOs demasiado elevadas, pero la velocidad a la que ascendía la luna me impedía sacar tomas nítidas. Según iba avanzando el evento, la luminosidad también lo hizo y me permitió tomar fotos con menos tiempo de exposición. Tras varias selecciones y retoques, el resultado de esa sesión fotográfica tan especial lo podéis ver arriba (eché de menos un teleobjetivo de más alcance, quizás un catadióptrico de 500mm).

11 de junio de 2011

Nuevas fotografías para Cromavista

Hoy he subido 52 nuevas imágenes a mi web personal de fotografías Cromavista. Se trata de la segunda gran actualización desde que inauguré la nueva versión a primeros enero de este año. Hay tanto nuevas galerías como actualizaciones de las ya existentes. Tal es el caso de la dedicada a Madrid, a Cáceres o a jardines. Las nuevas galerías son tres captadas en Cáceres, la del Womad, la «superluna» y un pequeño reportaje sobre la espectacular niebla que cubrió la ciudad en enero. Curiosamente sobre los tres eventos he realizado también vídeos.

Son las primeras fotografías realizadas con mi nueva cámara y con todos los nuevos objetivos. Si a esto le unimos una mayor pericia a la hora de manejar el Adobe Camera Raw, dan como resultado fotos más espectaculares y (por qué no decirlo) también más profesionales. Es posible que con el tiempo vuelva a procesar las antiguas imágenes para dotarlas de la calidad que merecen. Pero mientras tanto podéis echar un vistazo a estas nuevas en cromavista.ricardomartin.info.

27 de mayo de 2011

Mis impresiones sobre el Tokina 11-16mm/2.8 DX Pro AT-X

Más allá de la cámara, uno de los elementos por los que más me estoy interesando últimamente son los objetivos, las lentes. Si bien hasta hace no mucho tiempo me parecía un asunto secundario y con mi antiguo Tamron 18-270mm tenía de sobra, el tiempo y la experiencia me ha ido llevando hacia otra filosofía. Con mi nueva cámara, la 60D, he aprendido a combinar diferentes objetivos, ya sean los archiconocidos EF-S 18-55mm y 55-250mm de Canon, como el Tokina 11-16mm, un gran angular del que paso a comentaros mis impresiones. Cierto que se pierde versatilidad respecto a tener un solo objetivo, pero se gana en definición y en calidad de imagen.

Respecto al Tokina, desde que supe de la existencia de un gran angular a un precio razonable (menos de 500 euros en mi caso), no pude quitármelo de la cabeza: Era la pieza que me faltaba para completar un rango de distancias focales que ya era bastante amplia. Mi primera impresión nada más recibirlo fue el de su robustez. Su construcción parece a prueba de bombas y todas sus piezas móviles tienen un acabado y un tacto excelente. Pero esa robustez también supone un peso que me pareció excesivo. Montado sobre mi cámara suman casi kilo y medio. En largas jornadas fotografiando, el cuello se termina resintiendo (os lo digo por experiencia).

Reconozco que me costó un poco hacerme con él, sacarle al menos parte del partido que sin duda tiene. Con aperturas de diafragma muy grandes (por encima de f8) me resultaba muy difícil hacer un enfoque correcto. Hasta el punto que con la apertura mínima, f2.8, todas las fotos me salían borrosas. Probando con varios modos de enfoque di con el punto justo. Ahora, por precaución, no suelo usar menos de f8, salvo condiciones muy concretas (de luz o de distancia hacia el motivo a fotografiar). Aquí os dejo algunos ejemplos de fotos tomadas con este excepcional objetivo. Espero subir estas y otras imagénes en breve a Cromavista:



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