17 de junio de 2008
Hoy es el gran día del lanzamiento de Firefox 3, la última versión del navegador web que le hizo sombra al todopoderoso Internet Explorer. La historia de Firefox es la de la superación, el crecimiento silencioso, hasta el punto de que con la versión 2.0 se ha hecho con más de una cuarta parte del mercado. Contra viento y marea, el proyecto Phoenix, surgido en 2002 de las cenizas de un moribundo Netscape, que valientemente decidió liberar su código fuente, ha ido evolucionando y mutando de nombre (después de Phoenix fue Firebird) hasta lo que es hoy día. Quién iba a decir que Firefox sería noticia no sólo a nivel de internet, sino que diarios de papel de todo el mundo dedican hoy artículos a esta maravilla del software libre.
Pero con la aparición de una alternativa a Internet Explorer también surgió un nuevo problema para los que por entonces éramos desarrolladores web: la compatibilidad. Hasta la fecha, Internet Explorer era el navegador de referencia y el que usaban el 95% (o más) de los internautas. Con la irrupción de una alternativa, las reglas cambiaron. Comenzó el «infierno de la incompatibilidad». Explorer interpretaba las instrucciones CSS y tenía un modelo DOM «muy suyo», que variaba sensiblemente con lo que eran los estándares dictados por la W3C. Por el contrario, Firefox sí que los cumplía.
A lo largo de los últimos meses he seguido el lanzamiento de las versiones Beta y Release Candidate de Firefox 3. En entorno Mac la mejora con respecto a la versión 2 es más que notable y es evidente que la comunidad Mozilla se lo ha currado mucho y bien para que este navegador sea casi tan rápido en la carga que Safari (que es decir mucho) y bastante más ágil en la descarga de páginas web. Algo inaudito. Imaginad que en Windows, Firefox fuera más rápido que Internet Explorer. Pues algo así es lo que sucede. Además, una de las mayores pegas que le veía al navegador del zorro era la falta de sentido estético y la poca integración con los elementos visuales de Leopard. Esta nueva versión subsana en buena medida esa carencia.
El proyecto Firefox es sin lugar a dudas la más exitosa de todas las iniciativas de código abierto que se han llevado a cabo, pero no la única. Ahí tenemos aplicaciones como eMule o sistemas operativos como Ubuntu, que demuestran que el software colaborativo funciona, y no sólo funciona, sino que puede plantarle cara a cualquier aplicación cerrada de pago.
Actualización de las 20:18: Parece que todas las webs que distribuyen Firefox 3 están caídas, con lo que el exitazo de descargas está asegurado. ¿Cómo es que no habían tenido en cuenta que esto podía pasar? Se me olvidó decir que hoy se pretendía batir el récord Guiness de descargas de software en un sólo día. Como las webs no funcionen durante mucho tiempo me parece que no lo van a conseguir…
29 de mayo de 2008
Pronto en el trabajo va a entrar en funcionamiento una nueva aplicación informática que cambiará radicalmente la forma de trabajo. Para resumir, esta utilidad, basada en tecnología J2EE sobre web, suplirá a varias de las actuales como por ejemplo algunas bases de datos, el programa de correo corporativo y también automatizará tareas que hasta el momento se hacían «a mano» o bien con pequeñas hojas de cálculo Excel o bases de datos Access. Este cambio vendrá acompañado también de nuevo hardware.
Cuento todo esto porque, aunque es verdad que la Administración proporciona numerosos cursos de reciclaje y aprendizaje de las nuevas tecnologías, en la mayoría de las ocasiones la formación es claramente insuficiente. Sobre todo me refiero a la gente más mayor, los que ya están cercanos a la jubilación. Aquí en Extremadura, como también pasa en zonas de Andalucía o de Castilla y León, hay una auténtica brecha digital entre los mayores y los menores de cincuenta años. Ahí más o menos sitúo la barrera entre los que el ordenador forma parte de su vida cotidiana y comprenden la filosofía que hay detrás de la tecnología y los que no.
Poco a poco estoy descubriendo que si estas nuevas tecnologías y estos avances que se van implantando en la Administración (firma digital, teletrabajo, combinación adecuada entre aplicaciones) se aprovechan bien pueden ahorrar horas de tedioso trabajo o incluso realizar tareas que antes serían imposibles. El problema es que esto no ocurre, y los mayores eluden la tecnología sin saber que ya no pueden trabajar sin ellas. Aún veo encima de los armarios viejas máquinas de escribir para «por si acaso». Lo peor es que las he visto usar más de una vez. Quizás en parte la culpa sea también de los políticos. Muchos de ellos tratan la modernización administrativa como si esta casa fuera una empresa «normal». Pero queda mucho para eso o tal vez nunca llegue a serlo….
11 de mayo de 2008
Desde que empecé a hojear publicaciones técnicas foráneas, bien a través de internet o bien en libros, empecé a apreciar (y a envidiar) la forma tan exquisita en la que estaban maquetados, sin dejar al azar ningún detalle. No hay duda de que en el mundo anglosajón hay mucha más tradición y se pone más cuidado a la hora de hacer documentos con «buen aspecto». Desde los documentos administrativos hasta los científicos, ingleses y norteamericanos siempre me han maravillado en ese tema.
Por estas tierras tenemos algunos vicios y defectos que hemos de desterrar si queremos que tomen en serio nuestros trabajos. En mi día a día he visto documentos oficiales de la Administración escritos con Comic Sans, con cuerpos de letra enormes (16 o 18 píxeles, no exagero), títulos hechos con el nefasto WordArt, márgenes descuadrados y demás horrores. Supongo que ante eso poco se puede hacer. No importa que uno domine el Word o el procesador de textos de turno mientras la cultura de confección de documentos sea nula. Y menos mal que todas las administraciones dictan normas estrictas, con plantillas incluidas, sobre la apariencia que han de tener los escritos. Pero ni con esas…
Así que me he decidido a hacer un «octálogo» de obviedades (porque es lo que son) fruto del sentido común. Nada más. La idea que subyace en cada uno de estos «mandamientos» es el de aprovechar las enormes posibilidades que nuestro procesador de texto nos permite hacer. En nuestro día a día apenas utilizamos un 2 o un 4% de las opciones. Muchas de ellas nos pueden facilitar mucho las cosas y ahorrar tiempo.
Antes de nada conviene tener claro de antemano qué aspecto le vamos a dar a los diferentes elementos de nuestro documento. Improvisar no suele dar buen resultado. Lo mejor es elaborar un «documento piloto» con todos los elementos y sus formatos respectivos para saber si el resultado es el esperado. Incluso si nos queremos tomar la molestia podemos crear un estilo propio. Es aconsejable sobre todo cuando tengamos muchos documentos que formatear.
- Usa las fuentes adecuadas y no intentes combinaciones imposibles. Los tipos de letras que vienen con Word u otro procesador son más que suficientes para cualquier tipo de documento. No instales nuevas fuentes sólo porque te parezcan bonitas, los resultados no suelen ser buenos. Hay tipos que entre ellos no se llevan nada bien. No hay ninguna regla sobre ello, así que hay que confiar en el gusto y el sentido común de cada uno.
- Juega con los tamaños y los formatos de las fuentes. Una buena combinación de cursiva, negrita, fuentes en versalita y otros formatos puede dar un resultado muy profesional. No olvides ajustar el interletrado si utilizas cuerpos de letra muy grandes. Suele proporcionar un efecto más agradable a la vista. También es importante el interlineado, sobre todo para textos densos, porque ayuda a la lectura. ¡Cuidado con los colores! Evita su uso a menos que sea imprescindible, y siempre de forma discreta.
- Cuida los márgenes. Procura que sean generosos si hay mucho texto. Los renglones cortos son más fáciles de leer. Mantén una coherencia a la hora de tabular tu texto porque ayuda a jerarquizar mentalmente los párrafos.
- Cuida que los símbolos (porcentaje, euro, guiones, comillas) estén bien puestos y sean coherentes. Ya no digamos si hay fórmulas matemáticas. En ese caso usa el editor de ecuaciones. Te facilitará mucho el trabajo.
- No menosprecies el poder de tu procesador de textos. A lo largo de los años, las aplicaciones de edición de documentos han mejorado mucho y han incorporado funciones que ni siquiera sabemos que existen. Con el procesador de textos Word (y con cualquier otro también) se pueden hacer muchas más cosas de las que imaginas (índices, citas al pie, hiperenlaces dentro del documento, columnas).
- Pon cabeceras, encabezados y pies de página (y que sean discretos) y numera las hojas del documento.
- Cuida la ortografía. No necesita comentarios. Me he encontrado muchos documentos presuntamente serios pero con faltas.
- Sé original y elegante. Un documento ha de ser legible, eso es lo primero. Pero no significa que no pueda tener algo de creatividad, siempre que sea en aras de una mayor claridad. Así de repente se me ocurre usar sombreados, grandes márgenes o tipos de tamaños exagerados para marcar por ejemplo el comienzo de una nueva sección.
A ver si conseguimos entre todos que nuestros documentos sean un poco más elegantes…
20 de abril de 2008
Al cambiarme de PC a Mac era consciente de que en muchos aspectos las cosas no volverían a ser como antes. Una de ellas era el tema de los videojuegos. Es verdad que yo nunca he sido un gran «jugón», pero me gustaba de vez en cuando echar una partidilla, sobre todo a aventuras gráficas, simuladores de coches y de estrategia. Por contra, también sabía que con una ATI Radeon X2600 HD se podrían convertir los videojuegos actuales a la plataforma de la manzana. En realidad no hay ningún impedimento técnico. Básicamente se trata de un asunto económico. Los usuarios de Mac que juegan son todavía muy pocos, es un mercado poco apetecible.
Pero en el último año esto está dejando de ser así. Al menos las grandes compañías del sector se están volcando con nuestro sistema. Electronic Arts fue la primera, y ahora otras se están abriendo paso. Yo lo estoy notando. Nada más comprarme el Mac, la oferta de videojuegos era muy escasa. ‘Quake 4’, ‘Sims 2’ o ‘Need for Speed Carbon’ fueron de los primeros títulos. Después llegarían ‘Colin McRae Rally 2.0’ (simulador de rallies) y últimamente ‘Call of Duty 2’ (arcade en primera persona sobre la segunda guerra mundial). Ahora estoy con ‘Tomb Raider Anniversary’.
El último de la saga de Lara Croft no deja de sorprenderme con su calidad gráfica, lo que demuestra que un Mac de gama media puede con un buen videojuego. Para probar hasta dónde daba de sí la tarjeta gráfica, lo puse al máximo de sus posibilidades: 1650 x 1050 píxeles de resolución, máxima calidad en las texturas con filtrado y demás opciones. La sorpresa ha sido que el ordenador lo mueve con total fluidez y sin saltos. Aún no me explico cómo, después de pasarme un par de horas jugando (y con el trabajo intensivo de procesador y tarjeta gráfica), el sonido de los ventiladores del ordenador apenas es perceptible.
10 de abril de 2008
¡Échense a temblar! ¿Alguien se acuerda de aquel famoso efecto 2000? Ya casi nadie. Ni siquiera yo, que en los últimos meses de 1999 me dedicaba a esto de la informática, he vuelto a recordar aquel timo que sirvió para que algunas empresas se forraran. En aquella ocasión no llegué a conocer ni un solo caso de fallo por culpa de esa anomalía. Y tampoco se cayeron los aviones, ni se colapsaron las redes informáticas, ni se fue la luz ni explotaron las centrales nucleares. Nada de nada. El tránsito entre el 31 de diciembre y el 1 de enero se produjo sin ningún incidente.
Pero los agoreros de la tecnología ya tienen pensado otro «efecto». Esta vez la fecha será el 2038 (queda mucho todavía), y no el último día del año, sino el 19 de enero a las 3 horas 14 minutos y 7 segundos. ¿Y por qué esa fecha y hora concretas? Antes que nada hay que explicar algunos asuntos técnicos. Los lenguajes de programación con los que están construidas las aplicaciones y sistemas operativos que utilizamos tienen tipos de datos. Estos tipos sirven para almacenar información de uso interno para el programa (por ejemplo un contador que cuente el tiempo transcurrido, textos introducidos por el usuario o datos de control para el flujo interno de la aplicación entre otros). Pues bien, existe un tipo de datos donde se almacenan los segundos transcurridos desde el 1 de enero de 1970 a las 00:00. Es una forma de calcular la fecha actual en POSIX. Este sistema se da exclusivamente en UNIX y sus derivados.
La cuestión es que ese tipo de datos donde se almacenan los segundos tiene 32 bits (231 combinaciones, porque el bit 32 es el de signo -/+). Es decir, admite un rango de valores entre -2.147.483.648 y 2.147.483.647. El 19 de enero de 2038, el contador de los segundos llegará precisamente a 2.147.483.647. El siguiente segundo nadie puede prever lo que ocurrirá, pero es seguro que el tipo de datos se desbordará y dará un error. En el mejor de los casos, y si la aplicación está bien programada, la cuenta de segundos volverá a -2.147.483.648, lo que en cristiano sería el 1 de enero de 1970. Eso al menos son los resultados que se han obtenido en las pruebas que se han realizado. Y en el peor pues… mejor que no pensemos, pero puede producirse una hecatombe a niveles planetarios.
Aunque esto hoy puede alarmarnos, es posible que para entonces todos los sistemas informáticos hayan sido ya renovados y el sistema operativo y las aplicaciones estén preparadas contra el «efecto 2038».
18 de marzo de 2008
En la todavía corta historia de los videjuegos existe un puñado de ellos que, aunque no fueron diseñados para triunfar, han perdurado por algún extraño misterio a lo largo de los años. Videojuegos que ya hace décadas que están fuera de los circuitos comerciales pero que siguen teniendo gran aceptación entre nostálgicos y nuevos jugadores. Uno de esos raros ejemplos es el ‘Transport Tycoon’ y su mejora el ‘Transport Tycoon Deluxe’.
Todo comenzó en 1994 cuando Chris Sawyer, un programador escocés, lanza a través de Microprose un juego de simulación de transportes. Para la época fue un hito inesperado y una fuente casi inagotable de entretenimiento debido a su versatilidad. Nos convertíamos en un empresario de transportes cuya misión era, en un mapa repleto de ciudades e industrias, conseguir sacar adelante el negocio a través de la construcción de carreteras, líneas de ferrocarril, líneas aéreas y marítimas para llevar de un lado a otro todo lo que se nos pusiera por delante: materias primas, productos elaborados y viajeros. Se debía contar con la economía, la inflacción, la competencia de otras empresas y los desastres naturales. En 1995 se lanzó la versión Deluxe, mejorada respecto al original.
Pronto se convirtió en un videojuego adorado por todos aquellos que le habíamos dedicado muchas horas. Yo lo descubrí hacia 1996 en uno de esos primeros CDs grabados con un montón de juegos que por entonces circulaban por las facultades de informática. Aunque tardé en cogerle el punto, una vez metido ya era difícil desengancharse. Como ya dije en un artículo hace unos años, llegué a estar meses con la misma partida hasta que el juego no daba más de sí.
Hace unos pocos años lo he vuelto a redescubrir y me he dado cuenta de que todavía hay muchos fanáticos por ahí que siguen introduciendo mejoras sobre el videojuego original, máxime cuando ya forma parte del dominio público al haberse cumplido ya los 10 años desde su publicación. Son varias las iniciativas que actualmente hacen de ‘Transport Tycoon Deluxe’ un juego vivo 14 años después. Una es la de las mejoras que comenté antes y que permiten añadir funcionalidades nuevas y otra es OpenTTD, un clon de código abierto del ‘Transport Tycoon Deluxe’ que funciona sobre cualquier plataforma. De hecho gracias a OpenTTD he vuelto a jugar al TTD en mi Mac, aunque no he podido todavía recuperar las viejas partidas de finales de los noventa que tengo grabadas por ahí.
12 de marzo de 2008
Esta entrada viene a cuento de la muerte de Joseph Weizenbaum, el creador de Eliza. ¿Y qué es Eliza? Pues posiblemente la abuela de todas las aventuras conversacionales y los primeros intentos de crear un interlocutor virtual medianamente creíble. Aunque aquella aplicación primigenia diseñada en 1966 carecía de todo mecanismo de inteligencia artificial, conseguía engañar en cierta medida al conversador humano. Evidentemente no pasaría el test de Turing, pero la idea era de lo más innovadora.
Eliza simulaba (o casi parodiaba) a un psicólogo al que el operador que manejaba el terminar respondía a las preguntas que formulaba el ordenador a la vez que éste contestaba a los comentarios del operador. Tal y como se cuenta en la Wikipedia, el modo en que funcionaba era muy simple, porque se limitaba a cambiar palabras dentro de un puñado de frases preestablecidas a partir de la entrada que el usuario introducía por teclado.
Como dije antes, todas las aventuras conversacionales heredan de Eliza muchas de sus características, perfeccionándolo notablemente a lo largo de los años. Las pioneras fueron ‘Dungeon’ y ‘Adventure’ en 1975. Alguna vez he dicho que este tipo de videojuegos son y han sido siempre mi debilidad y servidor también hizo en su momento sus pinitos con ‘Castle’ (1995), una aventura programada en Pascal y que quedó bastante bien. Hoy día cualquier programador dispone de herramientas como analizadores léxicos y sintácticos o las expresiones regulares que permiten una mayor flexibilidad a la hora de crear «computadoras parlanchinas». En la red se pueden encontrar muchos de estos ejemplos.