Más de una vez me he quejado de la escasez de aventuras gráficas que salen al mercado. Las ventas de videojuegos están copadas por los simuladores de coches, de fútbol y otros deportes o por los de tipo Quake, en los que hay que masacrar lo que se nos ponga por delante. Pero para los que queremos jugar investigando, pensar tranquilamente y dejarnos atrapar por un buen argumento, lo normal es encontrarnos con muy pocas novedades.
Pero por suerte hay honrosas excepciones. Escasas pero suficientes. En el caso de ‘Secret Files: Tunguska’, creado por el estudio Deep Silver, estamos ante una aventura gráfica de las de toda la vida con un buen argumento. Un científico que ha realizado inquietantes hallazgos sobre el incidente de Tunguska ha desaparecido. Debemos ayudar a su hija a averiguar cual fue su descubrimiento y sobre todo encontrar al científico.
La ambientación del juego está muy cuidada. Los gráficos son también muy bonitos y están bien diseñados. Los personajes modelados en 3D son también bastante realistas, aunque en este tipo de juegos quizás eso es lo de menos. La forma establecer relaciones con el entorno es muy sencilla y sólo necesitamos utilizar los botones del ratón. Las acciones a realizar nos aparecen en forma de icono (un ojo, una mano) cuando nos acercamos al objeto con el que queremos interactuar. También, como suele ocurrir, podemos combinar objetos para aplicarlo a un tercero. Todo está pensado para que nos centremos desde el primer momento en resolver el misterio y no en saber cómo desenvolvernos por el juego.
Prácticamente acabo de empezar a jugar a ‘Secret Files: Tunguska’, pero promete hacerme pasar muchos buenos momentos rompiéndome la cabeza resolviendo misterios. De lo más recomendable.
Muchos «maqueros», «switchers», simpatizantes del mundo de la manzana, curiosos, amantes de la tecnología o del puro espectáculo tenían la fecha del 11 de junio marcada en rojo en sus calendarios. Sí, ayer fue la esperadísima conferencia o keynote (ya hablé de ello) que inauguró la WWDC, la Conferencia de Mundial Desarrolladores de Apple que se celebrará en San Francisco hasta el viernes.
Las expectativas estaban puestas en que Steve Jobs presentará nuevos productos (el nuevo iMac o los nuevos iPods con una supuesta pantalla táctil), pero la cosa se quedó «sólo» en cuestiones de software. Lógico si tenemos en cuenta que se trata de una reunión no pensada para el gran público. Aún así se apuntó al final de la conferencia que el ya famoso (y odioso) iPhone estará disponible en Estados Unidos el 29 de junio.
El asunto se centró sobre todo en la nueva evolución de MacOS X, ‘Leopard’, que renueva casi por completo el interfaz gráfico, dando una nueva vuelta de tuerca a su ya legendaria elegancia. No he visto más que unos pocos vídeos, pero la cosa promete. Para variar le da diez mil vueltas a Windows Vista. Hasta octubre no sale al mercado.
Algo que nadie esperaba, y que se ha convertido en la gran noticia sorpresa en todos los blogs especializados, es la presentación de la versión para Windows de Safari, el navegador web de Apple. De momento es una beta que funciona fatal. No debería ser ni una beta siquiera. Creo que más bien ha sido una conversión rápida para tenerla a punto para la WWDC e intentar «enganchar» a más sufridos usuarios de Windows hacia las redes de Apple.
Me ha sorprendido el rediseño de la web americana de Apple, que abandona el estilo «aqua» de los primeros tiempos del MacOS X para adaptarse a la estética de ‘Leopard’.
Desde que tengo el iPod Shuffle he tenido problemas a la hora de actualizar su contenido. Primero porque no he sido capaz de que al conectarlo a la base no me sincronice la biblioteca. No es la primera vez que, teniendo la biblioteca de iTunes vacía, se me han borrado todas las canciones del iPod. Pero esto no es realmente un problema grave. Lo peor de todo es que, por una razón que se me escapa, el aparatito no quiere grabar nuevas canciones. Al añadir música me dice que no puede sincronizarse y que no puede grabar las canciones en el iPod. He desinstalado y vuelto a instalar el controlador, el iTunes, pero nada. Pensé que podría tratarse de un error de fábrica, porque el iPod grande me funciona perfectamente. A punto estuve de contactar con el servicio técnico de Apple, pero antes decidí hacer un último intento.
Arranqué mi Ubuntu linux y, tras informarme sobre cual era la mejor aplicación para administrar el iPod, me descargué e instalé gtkpod, un programa muy ligero que hace las funciones básicas del iTunes. Todo fue muy rápido y funcionó a la primera. Por un lado evité que el dispositivo se me sincronizara al conectarlo y por otro por fin pude grabar nueva música en él. Todos los procesos fueron muy rápidos, más que en Windows, y muy transparentes, sabiendo en todo momento qué es lo que estaba haciendo.
Como ya me ha pasado en otras ocasiones, compruebo la pericia de los programadores desinteresados de software libre que diseñan aplicaciones tan pequeñas y tan útiles que a menudo funcionan mejor que las de los propios fabricantes. Esto me hace pensar que quizás el auge del software libre se deba a pequeñas cosas como esta. Pequeños granos de arena que, uno a uno, van comiendo terreno a las aplicaciones comerciales y cambian la forma de entender la informática de la gente.
Las redes inalámbricas domésticas para la transmisión de datos son sin duda uno de los avances más importantes de los últimos tiempos. Todos los operadores que ofrecen servicios de ADSL tienen una opción en la que incluyen un router modem inalámbrico. Muchos de ellos dejan abiertas las redes y otros, como Telefónica (que son la mayoría), vienen protegidas «de serie». He estado leyendo algunos artículos sobre las seguridad de este tipo de redes. A juzgar por lo que yo he comprobado personalmente, las contraseñas WEP que las protegen pueden averiguarse fácilmente. Cualquier usuario medio puede hacerlo. De hecho lo he conseguido probando con mi propia red.
La mecánica es muy simple. Las contraseñas utilizadas por Telefónica para sus routers inalámbricos están basadas en la dirección MAC de éste (la dirección MAC es la «matrícula» que identifica a cada dispositivo en una red). Esta dirección física está compuesta por seis pares de dígitos hexadecimales, de los que tres serán el núcleo de la contraseña WEP. A este núcleo se le anexa delante una letra que depende del fabricante del router (por ejemplo «Z» para Zyxel o «C» para Comtrend). Los últimos dos dígitos son el par hexadecimal «XX» de la red «WLAN_XX». El resto de los pares hasta completar 13 caracteres son calculados a través de software. Existen multitud de programas que capturan tramas para averiguar la MAC del router y que directamente nos ofrecen la contraseña en cuestión de minutos.
Es conveniente que cambiemos la clave WEP de nuestro router inalámbrico si no queremos miradas indiscretas en nuestras carpetas compartidas o que alguien se aproveche de nuestra conexión a internet.
Ha transcurrido casi un dos meses desde que instalé Windows Vista y desde entonces mi impresión sobre el nuevo sistema operativo de Microsoft no ha variado demasiado. Antes de nada, nadie puede acusarme de ser anti-Microsoft. Considero que Windows XP es el mejor sistema operativo que la compañía de Bill Gates ha lanzado hasta el momento. Es por esto que he decidido dar un paso atrás. En los próximos días desinstalaré Vista. ¿Los motivos?. Entre otros los que siguen:
Mi equipo se ralentiza. Vista es un gran consumidor de recursos y, como es obvio, no pienso ampliar o cambiar el ordenador por culpa del software.
He tenido problemas con algunos drivers, entre otros el de mi teléfono móvil Sony Ericsson o el de la tarjeta gráfica ATI Radeon.
Navegación por archivos lenta y confusa. Cada vez que se añaden nuevos archivos en una carpeta, el sistema se pone a ¿indexarlo? dejando medio colgado el ordenador (¿problema de recursos?). Además no me gusta como están organizadas las unidades. De hecho tengo accesos directos en el escritorio a todas las unidades y a las carpetas que más utilizo para no perder el tiempo entrando en el explorador y buscando el archivo que quiero.
Problemas con la reproducción del VLC Player. Que mi reproductor multimedia favorito no funcione correctamente es algo que me pone muy nervioso.
Detalles estéticos. Windows Vista no es demasiado bonito para mi gusto. En un intento de parecerse vagamente al MacOS X se han quedado a medio camino. Le sobran adornos y animaciones que no conducen a ninguna parte. Las combinaciones de colores son bastante feas.
No aporta nada nuevo ni pueden realizarse tareas que no puedan desempeñarse con Windows XP.
Así que por todo esto y por otras cosas que no recuerdo: ¡adiós a Windows Vista!
Llevo desde el año 1998 metido en esto del desarrollo web. Primero con simple HTML y CSS. Luego la cosa se fue complicando con los CGIs escritos en Perl y los applets y aplicaciones Java. Más tarde llegó Microsoft con sus páginas dinámicas ASP, la interacción con las bases de datos se hizo sencilla. La web de código abierto cobró forma con PHP y MySQL. Las aplicaciones empresariales basadas en web optaron por J2EE, JSP, Tomcat y otras tecnologías.
El mundo de internet es muy cambiante y ante la amplia oferta de lenguajes, técnicas y filosofías de desarrollo es necesario especializarse o que el ciclo de aprendizaje se acorte todo lo posible. Y aquí es donde llega Adobe Flex. Flex es una tecnología heredada de Macromedia que facilita una interfaz de programación «tradicional» para desarrollos de Flash. Mediante código podemos establecer comportamientos o programar los eventos de los controles hasta niveles bastante complejos. Otra de las piezas claves de Flex es el lenguaje ActionScript3, una nueva iteración de ActionScript que ofrece más posibilidades y más integración con todo el entorno de Flex. Adobe Flex Builder es un IDE que integra todos estos componentes para ofrecerlos de manera muy clara. Personalmente lo he probado por curiosidad y es fácil y rápido diseñar una aplicación sencillita a la vez que vistosa. Dispone de un cuadro de controles muy amplio (botones, cuadros combinados, cajas de texto, tablas de datos…) para poder realizar cualquier tarea que se nos ocurra. La gran pega es que está en inglés y mi nivel de ActionScript es bastante penoso.
Apollo quizás forme parte de la nueva generación de herramientas para el desarrollo de aplicaciones de escritorio. La primera gran característica es que es multiplataforma, algo indispensable hoy día con el auge de otros sistemas operativos más allá de Windows. Otro aspecto llamativo es que permite usar tanto las tecnologías propietarias de Adobe (Flash y Flex) como HTML, AJAX o JavaScript. Todavía no lo he probado, pero espero hacerlo muy pronto.
Recuerdo haber leído hacia 1993 un artículo en Muy Interesante sobre el agotador desarrollo de un aparato innovador y adelantado a su tiempo. Se llamaba Newton y fue desarrollado por Apple. Este dispositivo puede considerarse como un precursor de las actuales PDAs. Tenía una pantalla táctil monocroma y un puntero con el que se operaba. Incluso disponía de un sistema de reconocimiento de escritura manual. Este artículo relataba cómo había sido todo el proceso, desde las primeras ideas hasta la comercialización final. Según se cuenta, debió ser una temporada intensa de trabajo.
Lamentablemente este trabajo no se vio recompensando en el mercado. El Apple Newton fue comercialmente un fracaso y llego en un momento especialmente delicado para la compañía de la manzana, que terminó de hundirla aún más. Esto contrasta con la brillantez técnica. Se trataba de uno de los aparatos más prodigiosos del momento y equipado con un software innovador que incorporaba ideas que aún no se han implementado en las modernas PDAs. Tendría que pasar más de un lustro para que la nueva generación de asistentes digitales con los primeros Palm le tomaran el relevo.
Si tenemos que analizar el por qué de su poco éxito deberíamos mirar sobre todo a su alto precio y su tamaño algo grande para poder guardarse en un bolsillo. Pero también es cierto que inauguró el concepto de ordenador de bolsillo e iluminó el camino que más tarde otros seguirían.
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