rmbit - La bitácora personal de Ricardo Martín
La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
5 de septiembre de 2009

El leopardo de las nieves ya está en casa

En los mentideros maqueros no se habla de otra cosa: Snow Leopard. Dos palabras mágicas que definen el que quizás sea el cambio más radical y menos visible de la historia de los sistemas operativos para Mac. Porque, en realidad, lo único que no ha cambiado (salvo pequeños detalles) es el interfaz de usuario. Todo lo demás ha sido redefinido, reescrito y, entre otras cosas, rompe definitivamente la compatibilidad con los procesadores PowerPC que montaban los Mac antes de 2006. Además se trata de un sistema operativo íntegramente escrito en 64 bits, aunque con posibilidad de funcionar en 32. Este aspecto es un jaleo tremendo en el que no he entrado demasiado.

Nada más recibir el paquete corrí a instalarlo de cero en el MacBook. Porque, aunque sea una actualización, se puede instalar sin tener nada en el disco duro. Se ha comentado que es la única manera de experimentar la prometida mejora de velocidad, tanto de arranque y cierre como de funcionamiento. Tras esta primera instalación «de prueba» en el portátil pude comprobar por mí mismo que eso de la velocidad no era una estrategia de marketing: es verdad que va bastante más rápido y las animaciones son mucho más ligeras y no se entrecortan como antes. Las aplicaciones también abren más rápido (por ejemplo Adobe Photoshop CS4 abre en unos 3 o 4 segundos). Ahora tocaba instalarlo en el iMac, pero esta vez mediante un proceso de actualización. El proceso fue algo más lento (una hora más o menos) y le costó algo de trabajo completar los últimos detalles. Todavía quedan algunos aspectos que no funcionan al 100% y otros dan algunos pequeños errores. Por ejemplo, el nuevo QuickTime X se lleva mal con algunos plugins de QuickLook que funcionaban perfectamente con la versión anterior. Pero son cosas previsibles que iré puliendo a mano poco a poco. En cuanto a la diferencia de rapidez entre instalación nueva y actualización, la verdad es que es imperceptible.

Cuando instalamos de cero lo primero que vemos es el nuevo fondo de escritorio, llamado Aurora, similar al de Leopard. Si entramos en las opciones para cambiarlo, nos encontramos también con nuevos tapices. Entre ellos el de nuestro amigo el leopardo de las nieves que nos mira desde el otro lado de la pantalla. Uno de los detalles que han cambiado son los menús contextuales del dock. Ahora tienen fondo oscuro y letras blancas. En mi opinión rompe el aspecto general de todos los menús de Mac OS X sin un motivo claro. En relación con el dock, otro cambio es que ahora podemos navegar por el interior de las retículas, una cosa que echábamos de menos. Pero tal vez el cambio más importante no es en sí del sistema operativo, sino en el antes comentado QuickTime X, que ha sido reescrito completamente (algo que no se había hecho nunca). El interfaz cambia radicalmente y ya no hereda ninguno de los antiguos controles que nos han estado acompañando desde que QuickTime existe. Ahora es más rápido e incorpora nuevas funciones en las que no he podido meterme todavía por falta de tiempo. Otros retoques menores afectan a Exposé o al renderizado de fuentes, que ahora parecen más «rotundas».

En definitiva, los maqueros ya tenemos sistema operativo para rato. Inteligentemente, la gente de Apple no ha tocado lo que funcionaba y ha dotado a todo el conjunto de una mayor solidez y, sobre todo, rapidez.

Mac OS X Snow Leopard from Ricardo Martín on Vimeo.

3 de septiembre de 2009

Primeras impresiones con el NAS

Por fin llegó el NAS que pedí hace cosa de una semana. Tras algunas pequeñas vicisitudes me lo trajeron a casa. En mi caso me decidí por un Synology DS209j, un modelo que tiene dos bahías para sendos discos duros SATA2 de 3,5 pulgadas y de hasta 1 Tb cada uno. Decidí ponerle un Seagate de 1 Tb. En realidad, el NAS es un ordenador en miniatura dedicado íntegramente a hacer las veces de servidor de red en el amplio sentido de la palabra (servidor de almacenamiento, de correo electrónico, de FTP, de web, de descarga, de música, etc). Tras la instalación del disco lo conecté, y, a pesar de que tiene un ventilador similar al de un ordenador, la primera sensación fue que era mucho más silencioso de lo que me imaginaba, porque apenas se oye nada. El siguiente paso fue instalar el software de administración en el ordenador. El asistente que se encarga de formatear y preparar el disco duro para posteriormente instalar todo el sistema que nos permitirá controlar el NAS desde cualquier ordenador. Este proceso, en mi caso, duró unos cuarenta y cinco minutos más o menos.

Una vez realizadas todas estas tareas, es momento de meterse de lleno con la configuración. Todo el sistema se controla desde un interfaz web, lo cual tiene sus ventajas y sus inconvenientes. La ventaja está clara: es multiplataforma. El incoveniente quizás no lo sea tanto: no resulta tan versátil como una aplicación instalada en el propio ordenador. Con esto no quiero decir que no esté bien, pero cuesta acostumbrarse a tener determinadas aplicaciones vía web, con las peculiaridades que esto conlleva. Otra cosa que no me gusto mucho fue lo poco transparente que es la creación de los volúmenes del disco. Apenas ofrecen información sobre lo que es realmente un volumen (es una especie de partición), pero es un paso imprescindible para seguir adelante. Después de cumplido este paso lo siguiente es activar los servicios y aplicaciones que vamos a utilizar. En mi caso la función principal iba a ser la de descargas mediante Bittorrent y eMule a través de Download Station, por lo que tuve que crear dos carpetas compartidas en el NAS para alojar aquellos ficheros que se fueran descargando. También activé el servidor de iTunes, para poder escuchar música de mi biblioteca musical desde cualquier ordenador con acceso a mi red local (aunque todavía no lo he hecho funcionar) y File Station, una aplicación para poder gestionar carpetas y archivos.

Hasta el momento, lo que más he podido explorar es el Download Station, un completo sistema para la descarga mediante redes p2p. Es inevitable compararlo con el eMule tradicional que podemos instalar en cualquier ordenador. En cuanto a rendimiento y funcionamiento general, el Download Station gana por goleada, tanto en servidores, en ficheros encontrados cuando hacemos una búsqueda e incluso en velocidad de descarga. Por contra, el interfaz deja mucho que desear. No vemos esas vistosas barras de colores con el porcentaje descargado ni tampoco podemos previsualizar los vídeos antes de finalizar la descarga. Es verdad que no son más que pequeños detalles, pero que estaría bien que se mejoraran en el futuro.

En definitiva, las posibilidades del NAS son muchísimas y pasa por ser uno de los artefactos más versátiles que haya visto nunca y por un módico precio que en mi caso no ha superado los 200 euros. Ahora sólo el tiempo y la curiosidad me permitirán ir desgranando poco a poco todo lo que este aparatito es capaz de hacer.

4 de agosto de 2009

Hojas de papel para guardar información

A raíz de un artículo que el otro día publicaba el blog Microsiervos sobre mecanismos para almacenar datos en papel, me puse a investigar un poco sobre el tema en cuestión. Guardar información en papel mediante representaciones gráficas es algo que, desde que existe la informática, han perseguido los programadores e ingenieros. De hecho, el primer método eficaz para guardar información y reutilizarla posteriormente fueron las tarjetas perforadas, unas cartulinas rectangulares donde se practicaban agujeros en los lugares adecuados. Pero hay otros muchos métodos de almacenar pequeñas cantidades de información en papel sin ser necesariamente texto legible. Ahí están, sin ir más lejos, los códigos de barras o los códigos QR.

Pero lo que tiene un punto friki y bizarro es el hacer copias de seguridad de nuestros datos en papel. Si no nos fiamos de los soportes magnéticos ni de los ópticos nos queda el papel. Eso al menos piensa la gente que ha desarrollado un software llamado PaperBack. Mediante este método, si tenemos una impresora láser con buena resolución, podemos guardar aproximadamente 500 Kb en cada cara de un folio A4. Para ello, PaperBack organiza los datos en recuadros y en cada uno de estos recuadros se colocan «puntitos» en posiciones estratégicas, muy parecido a un código QR. Para leer y recuperar lo guardado necesitamos un escáner que controlamos desde el propio programa.

Es evidente que esto no es un sistema eficiente para guardar grandes cantidades de información, por mucho que se diga lo contrario. Es verdad que el papel es más duradero que cualquier otro soporte convencional utilizado en informática, pero también más engorroso. Pensemos que para almacenar el contenido de un DVD necesitaríamos más de 9.000 folios… El problema del espacio no es el único. Imaginemos que dentro de cien años nos encontramos con un montón de cajas con papeles conteniendo datos valiosísimos. ¿Cómo los recuperamos? ¿De donde sacamos el software capaz de leerlo? ¿Quizás ingeniería inversa? ¿Habrá escáneres en el futuro? Además, en el supuesto caso de que consiguiéramos recuperar la información, ¿Los formatos de archivo que conocemos hoy (PDF, JPG, AVI o DOC) serán legibles en los ordenadores del próximo siglo?

De momento, tal y como se comentaba en ‘La Oscura Era Digital’, la única forma de asegurar que en el futuro puedan leer nuestro legado es guardarlo en formatos literales (imágenes en formato diapositiva o similar, vídeos en película clásica de cine, texto en planchas de material duradero y audio en discos de microsurcos, etc). Sólo la vuelta a los medios analógicos asegurará esa pervivencia.

30 de julio de 2009

NAS, almacenamiento de datos y descargas sin ordenador

El otro día, al actualizar la copia de seguridad de mi iMac con Time Machine, me di cuenta de que el disco duro que utilizo para hacer las copias estaba empezando a sufrir achaques. Por alguna razón se cortaba mientras estaba haciendo la copia. Después de muchos intentos conseguí realizar tan crítica tarea, pero fui consciente de que era el momento de cambiar mi viejo disco externo de 200 Gb montado «a mano» sobre una carcasa por otro de más capacidad. Al mismo tiempo, hace no mucho tiempo leí en el blog Xataka un interesante análisis de un nuevo NAS de Synology. Un NAS, Network-Attached Storage o almacenamiento conectado a la red, es, como su nombre indica, un dispositivo que, una vez conectado a nuestro router ADSL, hace las veces de servidor de datos, pudiendo almacenar en él (por ejemplo) copias de nuestros datos importantes o simplemente como sistema de almacén de información que queremos que esté accesible desde todos los hosts de la red o desde los que nosotros queramos.

La moda de los NAS comenzó hace no mucho tiempo. Una notable bajada de los precios y modelos más versátiles y completos han hecho que estos aparatos comiencen a ser populares entre los usuarios avanzados de informática y las pequeñas empresas como una solución fácil para copias de seguridad. Pero a esto hay que añadir que en la última generación de NAS se ha incorporado una función que a más de uno nos pone los dientes largos: gestor de descargas. Muchos de los dispositivos de almacenamiento de red ya incorporan la posibilidad de realizar descargas de las redes p2p más conocidas (eMule, Bittorrent), descargas FTP y HTTP, directas a través de servicios tipo Rapidshare o Megaupload, o descargas a partir de archivos RSS. Y lo mejor de todo es que no es necesario un ordenador, ya el sistema NAS es totalmente autónomo, silencioso y de tamaño bastante reducido. Otras prestaciones que vienen a completar los múltiples usos de estos equipos son la posibilidad de montar un servidor web o un servidor de iTunes en él. Incluso hay unos cuantos preparados para poder ser utilizados directamente con Time Machine.

Quizás la principal pega sea el precio. Un modelo con todas las características que he comentado antes y cuatro bahías SATA para discos duros de 2,5 pulgadas viene a tener un precio a partir de los 350 euros, aunque los hay de una bahía por menos de 150. Todo es cuestión de buscar lo que más se adapte a nuestras necesidades. A esto hemos de sumarle el coste de un disco duro (que no suele venir con el aparato) o de los que queramos poner. Synology es una de las marcas punteras y en su web pueden verse multitud de modelos de todos los precios. Tal vez sea esta la solución que estaba buscando…

Os dejo con el vídeo del análisis del que os hablaba al principio:

25 de julio de 2009

Más allá de Second Life

No sé por qué azares del destino me decidí a volver a Second Life casi dos años después de certificar su declive. El descarado mercantilismo, la exagerada cobertura en los medios, que tal vez por puro desconocimiento quiso ver más allá de lo que en realidad era, conduciría posteriormente a una decepción en masa. En aquel artículo sobre la decadencia de Second Life aludía a lo dicho por David de Ugarte en su blog al respecto. El caso es que he vuelto a entrar con un personaje nuevo. Es verdad que sigue entrando gente nueva, pero la cosa definitivamente no ha cuajado. Demasiadas zonas privadas, demasiada gente a la caza del dinero fácil y poco (o nada) auténticamente interesante que ver o que hacer. Coincidiendo con este retorno mío a los cibermundos, vuelvo a encontrarme con un artículo con la siempre estimable firma de De Ugarte que trata sobre estos mundos virtuales.

Después del mero «juguete» que supuso Second Life, muchas empresas, y muy serias, siguen investigando y desarrollando dentro del mundo de los universos virtuales y de la realidad virtualizada. En el ámbito hispano destaca Hispagrid, una comunidad (o según sus palabras «un grupo de pirados») que entiende el futuro de internet como una interacción en un mundo tridimensional artificial, siempre bajo la filosofía del código abierto. Es, como vemos, un paso natural (quizás muy aventurado todavía) que nos conduce hacia una nueva forma de entender la comunicación con los demás y la prestación de servicios.

Existen varias herramientas de código abierto que nos permiten jugar un poco con esto de los mundos virtuales, pero la que por el momento se lleva la palma por su versatilidad y modularidad es OpenSim, un servidor de aplicaciones tridimensionales que nos proporciona todo lo necesario para desarrollar en un entorno 3D. Más allá de ser una mera curiosidad, OpenSim puede ser útil para crear entornos de realidad virtualizada, a través de los cuales se reproduzcan modelos virtuales parciales de la realidad para poder interactuar con ellos en lugar de con los reales o bien que sirvan como ayuda para comprender y gestionar mejor grandes cantidades de datos. Las aplicaciones dentro de la ciencia, la ingeniería o la medicina pueden ser casi infinitos.

23 de julio de 2009

Jugando a SimCity 4

Lo primero que he de decir es que la saga de juegos de SimCity nunca han conseguido engancharme hasta ahora. Pero por alguna extraña razón, la cuarta entrega la serie, SimCity 4 Deluxe con la expansión Rush Hour me está manteniendo pegado a la pantalla del ordenador más de lo habitual (que normalmente es mucho menos tiempo del que os imagináis). Todo comenzó hace un par de semanas cuando cayó en mis manos por misterios del destino la versión para Mac. Llevaba algún tiempo queriendo probarlo, por simple curiosidad o por ver si me enganchaba. Hace años (el juego es de 2004) probé la versión para PC y creo que no duré ni cinco minutos con él. Siempre comparé el SimCity con su «hermano pequeño», el Transport Tycoon, mucho más jugable, más simple, menos «estresante» y con el que sí que he pasado muchísimas horas jugando.

SimCity es un videojuego que nació de la privilegiada cabeza del programador norteamericano Will Wright, un apasionado de la simulación. La primera versión de SimCity fue publicada en 1989 por su propia empresa, Maxis, aunque el desarrollo original data de 1985 y se realizó sobre un ordenador Commodore. El éxito les llevó a publicar una nueva versión, SimCity 2000 (1993), más compleja y con un escenario tridimensional. La tercera secuela llegaría en 1999. SimCity 3000 mejoraba notablemente a sus anteriores tanto en jugabilidad, complejidad y por supuesto, en gráficos. El resto es historia…

Dudo mucho que a estas alturas de la jugada, alguien no sepa de qué va SimCity. En cualquier caso lo comentaré a grandes rasgos. Encarnamos a un alcalde que ha de gestionar una ciudad en todos sus aspectos, desde los suministros básicos de agua y electricidad, el control del presupuesto y los impuestos, las relaciones de vencidad con las ciudades limítrofes hasta la gestión del medio ambiente. No es, desde luego, un videojuego sencillo. Requiere un tiempo hacerse con todas las opciones y es casi obligatorio seguir algunos de los tutoriales con que cuenta el juego. Cuanto más grande sea nuestra ciudad, más problemas tendremos, más difícil será mantener la seguridad ciudadana o evitar las zonas degradadas con nuestro limitado presupuesto. Para hacer más fácil la tarea contamos con varios asesores que nos aconsejarán sobre lo que podemos hacer para mejorar o solucionar los problemas que se nos van presentando.

Aunque es muy bueno, SimCity 4 tiene muchas cosas que no me gustan. La principal de ellas es que está orientado hacia ciudades norteamericanas, con lo que el aspecto y la filosofía general que se le imprime a la gestión a las ciudades nos son muy poco familiares. También se echa de menos alguna opción para poder negociar, por ejemplo, con el coste de los terrenos y ganar así un dinero extra o una mejor gestión de la relación con los vecinos… En fin. Son detalles que no impiden disfrutar horas y horas…

9 de julio de 2009

¿Será Chrome OS el primer gran fracaso de Google?

Hace dos días se anunció en el blog oficial de Google que estaban trabajando en un nuevo sistema operativo al que han llamado Chrome OS. La noticia no por esperada ha sido menos soprendente. La repercusión que ha tenido en los medios no tiene precedentes. En estos momentos en las noticias de Google había referenciados más de quinientos artículos en la prensa digital con las palabras «Chrome OS». Incluso la prensa tradicional lo ha recibido con un eco desproporcionado. Sin ir más lejos, en la edición de papel de El País venía como la noticia más importante de hoy con el titular «Google asalta el imperio Microsoft con su propio sistema operativo».

Chrome OS estará basado en un núcleo linux, lo que nos asegura dos cosas: estará libre de virus (al menos por el momento) y será gratuito. También se ha anunciado que su interfaz será muy elemental y que estará orientado principalmente para trabajar sobre la web, supongo que sin llegar al extremo de EyeOS (¿Tendrán algún acuerdo?). Al igual que éste, las aplicaciones de usuario no estarán instaladas en el sistema operativo, sino que serán aplicaciones web alojadas en los servidores de Google. Es decir, la compañía tendrá control total sobre los programas que se ejecutarán y los que no y, por lo tanto, dependeremos totalmente del ancho de banda de la red y de los sistemas de la omnipresente empresa del logo colorido.

Ya se han alzado las primeras voces críticas. Google va camino de convertirse en la nueva Microsoft, el nuevo monopolio de los sistemas de la información. Su imagen de empresa «enrrollada», juvenil, desenfadada y moderna no hace más que aumentar la inquietud. Google quiere ser nuestro amigo… y lo cierto es que seguramente pasemos con él mucho más tiempo que con nuestros allegados y puede que hasta nos conozcan mejor. Controla más de tres cuartas partes de todas nuestras búsquedas a través de su motor (el comienzo del imperio), unas búsquedas que quedan registradas bajo nuestra cuenta personal, almacena nuestros correos electrónicos en Gmail y ha fotografiado buena parte de las calles de nuestras ciudades (algo que me encanta como ya he dicho aquí muchas veces). No sé si exageradamente (porque la expresión se usa demasiado), Google se considera ya como el nuevo «Gran Hermano» de nuestros tiempos, sustituyendo a la compañía de Bill Gates.

Pero no adelantemos acontecimientos. Chrome OS no podrá verse por lo menos hasta la segunda mitad de 2010 e irá inicialmente destinado a los netbooks, los ultraportátiles destinados a trabajar bajo internet. La compañía tiene previsto extender el sistema al resto de equipos más adelante. No hace falta decir que el objetivo de Google es quitarle usuarios a Windows, un sistema operativo que atraviesa horas bajas tras sus últimos fracasos. En mi opinión, en el mejor de los casos, Chrome OS arrebará un pedazo de la tarta, aunque quizás no demasiado grande. Sólo aquellos usuarios poco exigentes con su equipo, no profesionales, que usen sobre todo la red para comunicarse caerán en sus garras, pero todos aquellos que utilizan aplicaciones de edición fotográfica, de vídeo, CAD y otros similares o bien los jugones empedernidos, les será muy difícil encontrar en Chrome OS un sistema operativo que cumpla con sus expectativas. Eso, como digo, en el mejor de los casos porque, sinceramente, no termino de ver claro esta nueva aventura en la que se ha embarcado Google y que podría ser su primer gran batacazo.



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