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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
16 de marzo de 2009

‘Recursos Humanos’

Reconozco que me cuesta mucho leer a autores latinoamericanos porque, a pesar de que los libros que nos llegan suelen estar muy bien escritos, utilizan un lenguaje repleto de localismos que hacen que la lectura sea a veces complicada. Este es el caso de ‘Recursos Humanos’ (Anagrama, 2007) del autor mexicano Antonio Ortuño. Ortuño dibuja una historia casi apocalíptica sobre el mundo de la oficina. Una sátira muy ocurrente acerca de las relaciones entre jefes y empleados, que son a su vez relaciones sociales entre clases.

Gabriel Lynch es un empleado de una empresa de artes gráficas. Siente una aversión irreprimible por su jefe y por algunos de sus compañeros. Ese resentimiento se amplia después de sufrir un desengaño sentimental. Gabriel lucha contra el mundo que le rodea, despachándose sin ambages con la empresa, los otros empleados (y empleadas), y en general con el mundo, los ridiculiza, los critica sin piedad y se venga contra ellos.

Ortuño habla por boca de Gabriel y diseña una obra mordaz y deslenguada repleta de expresiones coloquiales, recursos imaginativos y metáforas ingeniosas, bajo la que se trasluce una denuncia social, aunque sería mucho simplificar describir a ‘Recursos Humanos’ como una mera novela social. Por cierto, a pesar de titularse igual, este libro no tiene nada que ver (o casi nada) con la magnífica película de Laurent Cantet. ‘Recursos Humanos’ fue finalista del Premio Herralde de Novela 2007.

9 de marzo de 2009

‘Últimas Noticias del Paraíso’

Hace ya unos cuantos años leí ‘Un Millón de Luces’ (Alfaguara, 2004), el que hasta entonces era el último libro de la escritora Clara Sánchez. Ahora me reencuentro con ella al leer su anterior libro ‘Últimas Noticias del Paraíso’ (Alfaguara, 2000), con el que consiguió el Premio Alfaguara de Novela aquel año. Al igual que en aquella, ‘Últimas Noticias del Paraíso’ utiliza un lenguaje coloquial, accesible, pero que termina por ser la manera más eficar para calar en el lector. La novela va creciendo según se avanza en su lectura, se van añadiendo nuevos elementos, nuevos personajes y situaciones inquietantes unas, familiares otras, cotidianas… Clara Sánchez sabe como muy pocos combinar sabiamente la rutina urbana más vulgar con hechos extraordinarios.

Fran es un chico que vive con su madre y su padre siempre ausente en un adosado de una urbanización de las afueras de Madrid. Toda su vida transcurre allí. Allí tiene a Eduardo, su mejor amigo y a Tania, la hermana de Eduardo y posible novia de Fran. Todos ellos habitan un vecindario un tanto peculiar. Mientras Eduardo prospera al terminar el instituto gracias a un dudoso golpe de suerte, Fran consigue trabajo en un videoclub y se aficiona al cine. Cierto día, Eduardo, desaparece sin dejar rastro y comenzarán a desencadenarse una serie de hechos fuera de lo común. A medida que avanzan las páginas, el tono de la narración se vuelve cada vez más amarga, más trascendente. Es cuando Fran llega a ese cruce de caminos en el que hay de elegir sobre qué hacer en el futuro porque sabe que no va a ser joven para siempre.

También me ha gustado el tratamiento casi mitológico que la autora da al microcosmos del suburbio en el que viven (la laguna «misteriosa»), el bus 77 que coge Fran para moverse, las calles empinadas, el centro comercial. Un mundo ordenado y a la vez aburrido. El libro cuenta con estupendos personajes secundarios (algunos no tan secundarios): la misteriosa chica oriental Yu, los perros Hugo y Ulises, el profesor aficionado a los fenómenos paranormales, el vecino con manía persecutoria o la señora de cierta edad que alquila películas pornográficas para verlas con su marido. En definitiva, una obra curiosa que invita a la reflexión.

2 de marzo de 2009

‘Twelve’

La precocidad en el arte, y especialmente en la literatura, siempre me ha llamado mucho la atención. Uno de los últimos casos de «niños prodigio» es el del neoyorkino Nick McDonell, que en 2002 publicó con tan sólo diecisiete años su primera novela, titulada ‘Twelve’ (Anagrama, 2003). El libro es un retrato sincero, cercano y cotidiano de los jóvenes de clase alta de la ciudad de los rascacielos. Unos niñatos no siempre tontos que sólo se mezclan con las clases bajas para conseguir droga para sus fiestas salvajes. Salvando muchísimas distancias, ‘Twelve’ tiene algo de ‘Historias del Kronen’ a la americana, pero tampoco me hagáis mucho caso.

White Mike es un chico burgués de diecisiete años que ha decidido tomarse un año de vacaciones antes de ir a la universidad. Su principal trabajo durante este tiempo es el de ser el camello que proporciona las drogas a otros jóvenes como él. Al contrario de todos ellos, White Mike es un tipo culto, sensible, solitario, observador y taciturno. Vende una nueva droga llamada twelve y sus clientes se la piden con desesperación a pesar de ser la más cara. Harán cualquier cosa por conseguirla…

McDonell es despiadado tanto en sus descripciones de los niños pijos norteamericanos y de su modo de vida frívolo y descerebrado como en la de su entorno, sobre todo de los despreocupados padres. La novela está escrita de forma curiosa, a través de capítulos, algunos de una sola línea y otros de algunas páginas, que convierte la narración es algo fragmentario. Al final, todos estos fragmentos confluyen en una sola trama. Lo único que no me ha gustado son las últimas páginas, que no me han parecido que estén a la altura del resto del libro, pero en general me parece una obra más que digna. Recomendable.

24 de febrero de 2009

‘En el Café de la Juventud Perdida’

París. Años sesenta. Cafés del centro. Jóvenes estudiantes, escritores, vividores y demás fauna. Estos son los elementos de los que parte ‘En el Café de la Juventud Perdida’ (Anagrama, 2008) escrita por Patrick Modiano. Pero pronto se olvida de ellos para centrarse en la figura de Louki, una chica que se escapa todos los días de su casa cuando su madre se va a trabajar y se pierde sola por los cafés parisinos.

Modiano retrata con nostalgia el París bohemio de los intelectuales, el prototípico París que existía años antes de la revolución. Un París hoy aplastado por la realidad, que ya no existe. A la vez, esta nostalgia es también la de la juventud perdida, por lo que pudo ser y finalmente no fue. La novela de hecho está narrada como un recuerdo, siempre hablando en pasado. Refleja desde cuatro puntos de vista las andanzas de la chica, siendo sus narradores aquellos personajes que la rodean, la desean o la consideran un objetivo tan inalcanzable como misterioso.

‘En el Café de la Juventud Perdida’ está considerada como una de las mejores novelas francesas publicadas en el año 2008. A mí me ha gustado especialmente el lenguaje directo del autor, sin rodeos, descriptivo y casi periodístico, pero que a la vez consigue transmitir todo lo que pretende. No es difícil imaginársela como una película de los tiempos de la nouvelle vague.

20 de febrero de 2009

El libro de Kirai

Curioseando las guías de viajes por la Biblioteca Pública el otro día me llevé una grata sorpresa al encontrame con el libro ‘Un Geek en Japón’, el libro que ha publicado Héctor «Kirai» García. Kirai es el autor de uno de mis blogs favoritos. Lo recomiendo a todo el mundo si no habéis entrado nunca. Ojeando ‘Un Geek en Japón’, uno se da cuenta de que es más que una guía. Es una mezcla entre consejos para españoles que quieren visitar el país del sol naciente y algunas nociones sobre la vida y costumbres del pueblo japonés.

El libro no es muy voluminoso, pero contiene gran cantidad de información útil, un montón de curiosidades que desconocía y también rompe algunos mitos que todos hemos creído durante años y que al final no son más que tópicos. También he visto algunas cosas que no me han gustado tanto. La maquetación me parece algo confusa y el cuerpo de letra usado es demasiado pequeño, tanto que cuesta leerlo. Se echa de menos más texto y quizás sobren algunas fotos. Vamos, que sabe a poco. Aunque claro, todo es cuestión de gustos.

Por supuesto, y por encima de todo, os recomiendo que le echéis una ojeada si tenéis algo de curiosidad por Japón o sencillamente os gusta conocer otras culturas.

16 de febrero de 2009

‘Una Cuestión Personal’

Reconozco que me daba mucho respeto enfrentarme a una novela del premio Nobel japonés Kenzaburō Ōe. Había oído hablar mucho sobre este autor y también había leído algunos artículos bastante farragosos. Aquí en occidente se le conoció masivamente a partir de 1994, que fue cuando se le otorgó el galardón. Buena parte de su obra comenzó a traducirse a partir de entonces. Pero ese respeto inicial se transformó en curiosidad y después en interés cuando cogí por primera vez ‘Una Cuestión Personal’ (1964). Se trata de una de las primeras novelas de Ōe y tiene mucho de autobiográfico. De hecho fue escrita después del traumático nacimiento de su primer hijo, cuya enfermedad devino en una minusvalía psíquica.

Bird es un apocado profesor que da clase en una academia preuniversitaria. Una noche recibe la mala noticia: su hijo recién nacido tiene una deformidad en la cabeza y peligra gravemente su vida. A partir de ese momento, Bird intentará huir del bebé enfermo y no lo aceptará, deseando su pronta muerte. Mientras se refugiará en la casa de una antigua compañera, Himiko. Juntos se abandonarán al alcohol y al sexo con la esperanza de lograr olvidarlo. Pero dentro de Bird nacerá una repugnancia hacia sí mismo y hacia su comportamiento cobarde, iniciándose así una lucha moral interior…

Como siempre digo en estas ocasiones, la mitad del mérito del libro se la lleva el traductor (en este caso los traductores Yoonah Kim y Roberto Fernández Sastre). Porque traducir del japonés no es como hacerlo del inglés o del francés. A la dificultad del idioma hay que sumar la peculiar idiosincrasia del país asiático. Pero el resultado es tan bueno y la novela me ha gustado bastante, lo suficiente como para que se me quite ese miedo al «libro-ladrillo». Ahora espero leer pronto otra novela suya.

14 de febrero de 2009

200 años del nacimiento de Edgar Allan Poe

Hoy, día de San Valentín, en el que por todas partes no están dando la murga con el (falso) romanticismo, los estereotipos y demás sentimientos impostados, voy a aprovechar la coyuntura para hablar de Edgar Allan Poe, uno de los exponentes más populares del romanticismo literario. Este año se cumple el 200 aniversario del nacimiento y el 160 del fallecimiento del autor estadounidense. ¿Quién no recuerda la primera vez que se acercó a algún relato de Poe? En mi caso fue cuando tenía 15 años y, aunque no recuerdo cual fue aquel primer texto que leí, sí que me acuerdo que era un libro de una de esas colecciones de literatura juvenil con las escalofriantes y barrocas ilustraciones a tinta china de Harry Clarke. Unas ilustraciones que recogen a la perfección el espíritu de cada uno de los relatos.

Si alguien que esté leyendo esto aún no conoce la obra de Poe, le recomiendo que empiece por ‘El Gato Negro’, ‘El Corazón Delator’, ‘La Verdad sobre el Caso del Señor Valdemar’ o ‘Ligeia’. Y ya puestos a recomendar, que vea las películas de bajo presupuesto que Roger Corman realizó en los años sesenta adaptando algunas de estas piezas con un inolvidable Vincent Price como protagonista de todas ellas: ‘La Caída de la Casa Usher‘ (1960), ‘El Péndulo de la Muerte’ (1961), ‘El Cuervo’ (1963) y ‘La Máscara de la Muerte Roja’ (1964). A nivel patrio también es muy recomendable echar un vistazo a las versiones de Chicho Ibáñez Serrador que hizo para sus ‘Historias para no Dormir’: ‘El Tonel’ (basado el ‘El Barril de Amontillado’), ‘El Pacto’ (basado en ‘La Verdad sobre el Caso del Señor Valdemar’) o la biografía dramatizada del mismo Poe en ‘El Cuervo’.



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