La semana pasada el ex-Piratas Iván Ferreiro colgó en su web lo que será su nuevo trabajo ‘Mentiroso, Mentiroso’. En un principio se dijo que estaría por un tiempo muy limitado, pero hoy mismo he probado y todavía se puede bajar. Que nadie espere sorpresas. Si su primer trabajo en solitario ‘Canciones para el Tiempo y la Distancia’ (2005) supuso un cambio de registro respecto a su antigua banda, ‘Mentiroso, Mentiroso’ me parece un disco inspirado y con buenas letras. Pero no es precisamente del disco de lo que quería hablar.
En su momento ya expresé mi opinión (polémica) sobre lo que hicieron Radiohead con ‘In Rainbows’. En este caso me ha dado la impresión de que ha pasado más desapercibido por razones obvias. Pero el asunto de la descarga gratuita de ‘Mentiroso, Mentiroso’ no ha estado exento de miga. Iván llama en su blog «inútiles» a parte del equipo de Warner (su discográfica) por tardar en colgar su disco. Al final el álbum fue colgado por el propio Iván. Lo cierto es que, trifulcas aparte, hay que felicitar a la discográfica por haber abierto los ojos ante la realidad. Ni más ni menos.
Vemos que el tema de las descargas gratuitas está comenzando a cuajar incluso dentro de las multinacionales. De aquí en adelante veremos como cada vez más bandas e intérpretes imitan a Iván Ferreiro y ponen a nuestra disposición sin coste sus trabajos de forma legal. ¿Quién será el siguiente?
Actualización de 18 de marzo: Según dice en el blog ya se ha cerrado el grifo de la descarga de ‘Mentiroso, Mentiroso’. Por otra parte, en ElPais.com le hacen una entrevista con vídeo incluido.
Aunque todavía no se ha publicado (queda algo más de un mes), leí la noticia de que se había filtrado lo que será ‘Third’, el nuevo trabajo de Portishead. Así que me puse a rastrear por ahí y, tras descargarme varios fakes, di con él. Aún no sé si es una versión definitiva o si está pendiente de retoques o cambios de importancia, pero la verdad es que a pesar de haberse producido una notable evolución del sonido de la banda, que prácticamente mata el trip-hop (nada de scratches), sigue sonando a Portishead y la voz de Beth Gibbons aporta el más necesario que nunca lado humano.
A la primera escucha simplemente me pareció una salida inteligente para no defraudar a los fans, que tantas esperanzas y expectación habíamos puesto tras estos once años de sequía. A la segunda escucha detecté que la mayoría de los nuevos temas son mucho más complejos de lo que a simple oído podría parecer. Los desarrollos son algo más largos de lo que nos tienen acostumbrados, con muchos giros inesperados. Y desde luego, salvo algún guiño, los Portishead de ‘Third’ se han olvidado del pasado y son valientes en su apuesta por lo nuevo, por la vanguardia de 2008 y no por la de 1997. Eso demuestra que todo este tiempo no han estado precisamente dormidos.
Cortes como ‘Machine gun’ o ‘Small’ son como lobos con pieles de cordero y dejan ver una estructura electrónica descarnada y casi industrial tras un manto cálido y engañoso. Prácticamente todas las piezas de ‘Third’ sorprenden gratamente, impresionan, provocan tensión y a veces casi miedo. Las bases rítmicas, seña de identidad de la banda, se llevan aquí hasta el extremo, jugando con ellas y siendo en ocasiones las grandes protagonistas.
Sólo Portishead nos podían ofrecer once años después un disco por lo menos tan bueno como sus predecesores, más oscuro, diferente, pero en la línea deslumbrante de toda su carrera. Al final ‘Third’ (si queda tal cual se ha filtrado) ha colmado con creces mis expectativas y ahora no hago más que ponerlo una y otra vez a la espera de poder tener la versión definitiva. Todavía no se sabe cual será el primer sencillo. Mi apuesta es por ‘Plastic’, porque reúne el sonido más reconocible de la banda junto con algunas de las novedades que ‘Third’ trae debajo del brazo.
Actualización de 16 de marzo: El primer sencillo será ‘Machine gun’ y será publicado el 14 de abril según se cuenta en la web del New Musical Express.
Ayer por la noche estuve viendo la infame gala que seleccionó al candidato que nos representará en Eurovision este año. Como supongo que ya sabréis, Rodolfo Chikilicuatre fue el elegido. Más adelante le dedicaré unas palabras. Debe ser que no estoy demasiado acostumbrado a este tipo de espacios «musicales», pero lo de anoche me pareció cutre, poco original, poco preparado y que rozó la telebasura en algunos momentos. Eso del espectáculo por el espectáculo cuando no se sabe hacer queda forzado. No ayudaron las continuas confusiones lingüísticas de Raffaella Carrá, la terrorífica espontaneidad de Rosa de España o las dotes de showman que demostró el veterano José Luis Uribarri.
Con estos mimbres poco podía esperar. Y estuve tan fuera de lugar que me planteé si estaba perdiendo el tiempo viendo semejante engendro. Lo mismo habrán pensado otros fans de La Casa Azul y de Muchachada Nuí. Joaquín Reyes y los suyos debían tener cuentas pendientes con Televisión Española. De otro modo no me explico cómo se prestaron a aparecer en el programa y en un entorno que no era el suyo. Soltaron alguna pulla sobre D’Nash (los participantes españoles del año pasado en el festival), pero en general sus apariciones fueon olvidables.
El populacho irredento compuesto por seguidores de los distintos participantes en la final dio también mucho juego y llegaron a ser los protagonistas de la noche cuando, después de leer el veredicto de las votaciones, se oyeron gritos bastante insistentes de «¡Tongo!» o «Esto es una farsa» que la Carrá intentó aplacar. No en vano, durante la actuación del Chikilicuatre se profirieron abundantes abucheos.
Entre todo este mar de confusión casi me dio cierta pena ver a Guille intentando defender lo suyo con honestidad, creyendo sinceramente en lo que hacía y en que Eurovision puede cambiar. Pero era evidente que aquel no era ni el momento ni el lugar. Era predicar en el desierto. Y a la hora de las votaciones telefónicas era difícil que quedara algún indie kid ante el televisor, máxime cuando era sábado por la noche. Al final quedó en un decepcionante tercer lugar.
Visto lo visto y ante la perspectiva de que La Casa Azul no iría a Belgrado, casi me alegré de que ganara Rodolfo Chikilicuatre, aunque me produjera vergüenza ajena, tanto como la gala de anoche. Aquí os dejo la actuación de Guille que lo dejó casi sin voz al final. Será una de las pocas oportunidades que tengamos de escuchar esta versión especial de ‘La Revolución Sexual’, más corta y sin el sample del ‘Machine Gun’ de The Commodores:
Ya comenté el otro día que recibí un paquete con discos y películas. De entre esos discos había un poco de todo. Algunos eran de pequeños sellos independientes y otros de discográficas más grandes. Para mi desgracia he podido constatar como cada vez se cuida menos la edición de los discos, ya sea el típico librillo (a veces ni siquiera puede llamarse así porque es una triste hoja) con las letras y con los datos del trabajo o la propia caja que contiene el CD.
Al principio no me gustaba el formato digipak. Esas cajas de cartón que se doblan, se rompen o se manchan a la mínima me ponían enfermo. Pero me he dado cuenta de que casi siempre está más cuidado que el formato de caja de plástico de toda la vida. Últimamente las cajas de los discos que vienen en este formato son de un plástico de una calidad pésima, tremendamente quebradizo, en concreto esa especie de «florecita» que sujeta el CD en la caja a veces se rompe con sólo mirarlo. Sin embargo la mayoría de mis primeros CDs (que tendrán unos quince años) conservan sus cajas originales, y eso que han sufrido muchos vaivenes.
¿Así es como se recompensa a quienes compramos los discos en vez de bajárnoslos con la mula? Vale que lo que se compra es la música, pero se agradece que el envoltorio sea el valor añadido que muchos buscamos al tener un CD original. Y no pagamos 12, 15 o 18 euros por tener una caja cochambrosa. Lo que creo que está bastante claro es que no es cuestión de costes de producción, porque son precisamente las pequeñas discográficas las que cuidan más sus producciones y curiosamente son también quienes comercializan sus discos más baratos. El ejemplo más claro de este tipo de ediciones es el disco de debut de Prin’ La Lá, que viene en una especie de libro de pasta dura y con 40 páginas. Su precio era de 12 euros…
Esta próxima madrugada finaliza el plazo para votar en MySpace tu canción favorita para representar a España en Eurovision. He estado siguiendo con atención la evolución de los primeros de la lista. Después de estos días he llegado a una conclusión: en los concursos de la canción no puede haber democracia. Me explico. La facilidad que se ha dado para colgar cualquier cosa no me ha parecido buena idea. Y si digo «cualquier cosa» es «cualquier cosa». Sólo es necesario tener una plataforma multitudinaria para conseguir los apoyos suficientes.
Cuento todo esto porque la lista de los 5 que pasarán a la gala final en TVE es para echarse a temblar: En el primer puesto y con gran diferencia sobre el segundo está Antonio González «El Gato», un jubilado sevillano que más valía que se hubiera quedado callado (sin acritud) y que nos ofrece una tonadilla pseudofolclórico-bakaladera que nadie creo que se atreverá a seleccionar para representarnos. En segundo lugar está Rodolfo Chikilicuatre, que perpetra una «canción» llamada ‘Baila el ChikiChiki’ y que no le encuentro la gracia por ninguna parte. Si el jurado es serio descartará este tema si el jurado aún tiene algo en la cabeza. Chikilicuatre tiene el apoyo mediático del programa de Buenafuente.
En la tercera posición está nuestro candidato, y el de todos los indies que queremos que la música honesta llegue a Eurovision aunque luego los países balcánicos nos ganen. La Casa Azul no tiene soporte en los medios ni son graciosos, aunque no les falta una fina ironía fácilmente detectable. Casi nadie habla de ellos, pero a pesar de todo siguen aguantando en el podio, a mucha distancia de sus predecesores, pero sin peligro de que pueda quedarse fuera de los cinco magníficos. De Ozono3 no sé prácticamente nada. Sólo que tienen una pinta en plan heavy trasnochado. Imagino que serán sinceros, así que ningún problema por mi parte. Por último y cerrando el top esta Arkaitz, un muchacho que canta tópicos sin parar en su tema ‘Un Olé’, puro plagio de miles de temas anteriores. Representa al Eurovision cutre que queremos desterrar de una vez por todas.
Después de este repaso no me queda más remedio que preguntarme si lo que se quiere es salvar el concurso y ofrecer buenas canciones o tomárselo a broma y mandar a cualquier engendro pensando en que los carcas de Eurovision ya no tienen remedio. El día de la gala sabremos de verdad de qué va esto.
Actualización del 26 de febrero de 2008: El País publica un reportaje llamado ‘De Eurovisión a Frikivisión’ donde explica muy bien justo lo que yo quería decir. Además se comenta la exclusión de algunos candidatos que hicieron trampa con las votaciones.
Ayer he terminado de ver las tres temporadas de ‘Perdidos’ y prontó empezaré con la cuarta. Pero no es ahora mi intención comentar lo que me ha parecido hasta el momento la serie. Eso lo reservo para más adelante. Voy a hablar de la música que aparece en la serie y que me ha sorprendido para bien. En principio uno podría pensar que unos naúfragos en una isla perdida y misteriosa no sería un buen argumento para meter temas musicales, los que hayáis visto todos los capítulos hasta la fecha sabéis que ‘Perdidos’ es mucho más que eso. AVISO: Si tenéis previsto ver la serie no sigáis leyendo porque puede que os «destripe» parte del argumento.
El tema más evidente que aparece en la primera temporada es el infumable ‘You all Everybody’ de Driveshaft, la banda ficticia de Charlie, uno de sus supervivientes del vuelo 815 de Oceanic Airlines. Este grupo tiene su historia, ya que parece ser que hay aspectos que tienen sospechosa similitud con determinada banda de brit-pop de todos conocida. A saber: son de Manchester, sus cabezas visibles son dos hermanos que no se llevan demasiado bien y uno de ellos se llama Liam. Efectivamente, Driveshaft parecen ser un guiño poco disimulado a Oasis. De hecho Charlie aparece en dos de los últimos episodios de la tercera temporada como músico callejero tocando ‘Wonderwall’ en los famosos flashbacks que plagan toda la serie.
Pero la música no se queda ahí. Hay dos canciones que podrían considerarse «troncales» y que yo asocio a dos personajes claves de la serie. El primero es el tema de Desmond ‘Make your Own Kind of Music’ de Mamma Cass que aparece en el antológico primer episodio de la segunda temporada (mi favorito) y en otros dos más. El otro es el tema de Juliet ‘Downtown’ de Petula Clark que también suena en varios capítulos.
Hay muchos más guiños musicales, algunos geniales como que la clave para detener la señal de interferencia al final de la tercera temporada son las notas de ‘Good Vibrations’ de los Beach Boys en un teclado numérico o Geronimo Jackson, un nombre peregrino para una banda imaginaria de la que sólo vemos la portada de un disco y una camiseta.
Pocas bandas tan peculiares han tenido tanto éxito. Con un sonido en principio tan diferente a todo lo que se había escuchado hasta el momento, los escoceses Cocteau Twins se abrieron paso en los ochenta, una década muy competitiva y con mucho talento con ganas de hacer cosas nuevas. Había ganas de experimentar. La banda no pudo surgir en otro momento. En los primeros años ochenta triunfaba la estética de los nuevos románticos, los siniestros y los sonidos oscuros. Este fue también el caldo de cultivo en que aparecieron Cocteau Twins.
Aunque realmente ellos nunca pertenecieron estrictamente a estos movimientos, sí crearon una rama paralela que nació con ellos y también murió con su desaparición. No dejaron descendientes y su legado apenas es reivindicado. Hoy día ninguna banda los cita como influencia. Fueron unos bichos raros en su época y todavía ahora lo son. Desde la publicación de su primer disco ‘Garlands’ en 1982 dejaron claro que lo suyo era otra cosa. Buena culpa de ello lo tenía la peculiar voz y la no menos extraña forma de cantar de Elizabeth Frazer. Fue su seña de identidad. Pero la voz estaba apoyada en una maraña borrosa de sonidos de guitarras, teclados, secuenciadores e instrumentos variados que creaban una atmósfera etérea e irreal que unas veces lo acercaban a lo que después se llamaría shoegazing y otras a un pop épico.
A lo largo de su carrera, entre 1982 y 1996, publicaron ocho álbumes y mantuvieron un nivel de calidad y de coherencia que mucho otros envidiarían. Después de la disolución de la banda, Elizabeth colaboró en varios proyectos. El que seguro que conoceréis es el que realizó junto a Massive Attack en 1998, poniendo la voz al tema ‘Teardrop’.
Basta ya de palabras. Me he pasado por YouTube y he seleccionado algunos de sus mejores vídeos:
‘Pearly dewdrops drops’ (1984)
‘Aikea Guinea’ (1985)
‘Love’s easy tears’ (1986)
‘Crushed’ (1987)
‘Cico buff’ (1988)
‘Iceblink luck’ (1990)
‘Evangeline’ (1993)
‘Rilkean dreams’ (1995)
‘Tishbite’ (1996)
‘Teardrop’ de Massive Attack en directo junto a Elizabeth:
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