5 de agosto de 2014
A lo largo de los últimos meses estoy leyendo varios artículos en blogs que ya parece que crean tendencia. La idea implícita en todos ellos viene a decir que durante las vacaciones es mejor hacer pocas fotos que muchas, aludiendo a los viejos tiempos donde teníamos uno o dos carretes de 36 exposiciones para todo nuestro viaje. Por entonces es cierto que pensábamos mucho antes de disparar, en si el encuadre y la luz eran buenos y si verdaderamente queríamos inmortalizar ese momento. Pero el resultado no necesariamente era mejor que en los tiempos digitales. Mi reflexión es la siguiente: Tirar más fotos no nos hace mejores fotógrafos, pero tampoco lo hace el hecho de limitarnos artificialmente. La calidad no tiene nada que ver con la cantidad, pero la cantidad ayuda, al menos en mi caso.
Uno de los grandes aciertos de la fotografía digital es que pulsar el disparador de nuestra cámara nos sale casi gratis, podemos repetir el encuadre de la foto, ver el resultado en el momento o corregirla por software posteriormente. Lamentablemente en la práctica, los viajes que hacemos, sobre todo al extranjero, no nos permite pararnos a sentarnos y buscar la mejor composición. Casi intuitivamente voy probando posibles encuadres interesantes, diferentes, a veces fruto de la casualidad, de la experiencia o de las dos. Todo ello a gran velocidad y sin preocuparme de si estoy tirando muchas o pocas fotos. Para eso llevo seis o siete tarjetas de memoria.
El proceso de selección viene después, ya en casa. Y muchas veces es complejo y largo. Si de un viaje de una semana puedo volver con unas cinco mil fotografías, finalmente en mi disco duro guardaré seiscientas o setecientas como mucho. Para mí, una de las claves es poder elegir entre varias. Es raro que entre veinte o treinta tomas similares no encuentre una que me guste.
Pero por supuesto, cada uno tenemos nuestra técnica y nos va bien siguiendo unos determinados procedimientos que quizás a otros espante. Al final, lo importante es que el resultado nos satisfaga.
10 de julio de 2014
A lo largo de los últimos meses he viajado en tren más de lo que lo solía hacer, por razones que no vienen al caso. La cuestión es que he notado como en los últimos viajes, concretamente los dos últimos, han sido bastante accidentados. El primero fue en mayo y me llevaba de Cáceres a Madrid en un Intercity no muy antiguo. A medio camino la máquina se quedó sin tracción. Tras varias decisiones erróneas nos quedamos tirados en medio del campo en la provincia de Toledo. El retraso final fue de unas tres horas. Por supuesto se nos reintegró el importe del billete. El segundo, ya en junio, cubría el trayecto Madrid-Zamora en un Alvia 730. Aquí el problema no vino por el tren en sí, sino por el retraso acumulado del Alvia procedente de A Coruña que le precedía. Salió con 33 minutos de retraso y llegamos a Zamora con 44. Se nos reintegró la mitad del importe.
Estos hechos, que hacen reflexionar a cualquiera, quizás sean síntomas de que algo no funciona bien en Renfe. Puede sonar obvio, pero cuando el revisor de aquel primer viaje, parados en medio de un olivar sin energía eléctrica ni potencia en los motores, se lamentaba de la falta de mantenimiento en unas máquinas que apenas tenían diez años. A nuestra memoria vino inmediatamente el accidente del Alvia del verano pasado, el mismo trayecto y un tren idéntico al que se retrasó 44 minutos el otro día… ¿Dónde ha quedado la época gloriosa del Talgo, hito de la ingeniería española y una de las tecnologías más exportadas de nuestra historia?
Para concluir, también en aquel primer viaje en el Intercity se escuchaban en las conversaciones del pasaje palabras como privatización. Recordé de inmediato la catastrófica «externalización» del modélico sistema de ferrocarriles británicos durante la era Tatcher: Retrasos, falta de mantenimiento, accidentes y subida de precios. En definitiva, dejaron de ser competitivos frente a otros transportes. El tren es mi medio de transporte favorito, el más seguro para distancias medias y cortas, y también el más cómodo con diferencia. Lamentablemente en España la red está obsoleta y sólo se está poniendo el foco en la alta velocidad, muy cara de construir, de mantener y que quizás en el futuro no pueda sostenerse. Por contra, las líneas de trenes convencionales languidecen poco a poco –aquellos que no languidecieron hace años ya–. Pero esa es otra historia.
4 de julio de 2014




Después de unos cuantos días de vacaciones, regresa la actividad a mis páginas web. Concretamente a Cromavista, donde he añadido cuatro nuevas galerías de imágenes en las que os ofrezco algunas fotos que he hecho durante estos días pasados. Se trata de las localidades burgalesas de Lerma y Covarrubias, el Monasterio de Santo Domingo de Silos con su increíble claustro románico, y la villa vallisoletana de Peñafiel, cuna de la Ribera del Duero y que cuenta con uno de los grandes castillos españoles.
13 de junio de 2014
El tercer y último clip del Womad 2014 de Cáceres está dedicado a la banda luso-extremeña Olivenza. Una formación musicalmente inclasificable donde se cruza el jazz, el fado, el pop o la música francesa. Os dejo con él:
15 de mayo de 2014
Como es ya tradición en los últimos años, me he pasado por el Womad, recién finalizado, para grabar algunas de las actuaciones que considero más interesantes. Normalmente suelen ser por la tarde y siempre artistas poco conocidos. Hasta cierto punto. Este año, vamos a comenzar con un clip de dos temas interpretados por Chloé Bird y su banda. Esta chica cacereña se pasó el pasado mes de diciembre por el programa de Radio 3 presentado por Julio Ruiz ‘Disco Grande’. Lo hizo para presentar su primer EP ‘October Moon’, que ha grabado ella sola en casa con la ayuda de sus padres –también músicos–.
De este EP y de algún otro tema se compuso su repertorio en un concierto breve, de unos 35 minutos, pero en el mostró su buen hacer y el de los músicos que la acompañan. La acústica también fue bastante mejor que el año pasado, y eso ayuda. Lamentablemente el tiempo en Vimeo –el servidor de vídeos– es limitado (no más de diez minutos por clip para las cuentas gratuitas) y he tenido que recortar bastante para adaptarme a esa duración.
7 de mayo de 2014

El pasado 1 de mayo fuimos al Cerro del Tío Pío –popularmente conocido como de «Las Siete Tetas»–, en el barrio de Nueva Numancia (Vallecas) con la intención de fotografiar Madrid desde uno de los mejores puntos de observación posibles. El paraje, para quien no lo conozca, es bastante curioso. Siete colinas de formas redondeadas cubiertas de hierba se elevan a lo largo de una ladera. La cosa tiene su historia. Las colinas que forman el parque son artificiales y están construidas con los escombros acumulados durante décadas de actividad de una fábrica de ladrillos cercana y con los restos de las chabolas que poblaban toda la zona en torno a la carretera de Valencia y el pequeño valle por donde discurría el arroyo Abroñigal –hoy soterrado bajo la M-30–.
En los años 80 comenzó la transformación de esta zona. Se demolieron todos los poblados ilegales, se realojaron a sus habitantes en nuevas viviendas y se erigió este parque tan curioso. Desde la cima de alguna de sus colinas podemos contemplar el «Pirulí», las cuatro torres, Torres Blancas, el edificio de Telefónica, la Torre de Valencia, los rascacielos del complejo Azca y los tejados y cúpulas de los edificios del casco antiguo.
Para el vídeo que os muestro he utilizado mi iPhone junto con la aplicación FiLMiC Pro. Es la primera vez que la uso en su función time-lapse, ralentizando la acción hasta una sexagésima parte del tiempo transcurrido. Es decir, si el vídeo dura apenas 50 segundos, en realidad representa el paso de 50 minutos durante el atardecer. Al mismo tiempo realicé unas cuantas fotografías –he añadido cuatro que ya se pueden ver en Cromavista–.
27 de abril de 2014

Como complemento al artículo que escribí el otro día sobre nuestra visita al Museo Arqueológico Nacional, he aquí algunos testimonios gráficos en forma de galería de Cromavista. Son once fotografías que podéis ver ya en mi web personal dedicada a la imagen digital. Espero que os gusten.