Ayer, el Ministerio de Fomento presentó un plan que pretende recuperar del olvido el transporte de mercancías por ferrocarril. Se ha dicho que se destinarán para ello unos 7500 millones de euros en los próximos diez años. En España, sólo el 4% (una cifra poco menos que testimonial) de las mercancías viajan por ferrocarril, cuando en países de nuestro entorno como Alemania con casi la cuarta parte o Francia con el 16% nos llevan mucha ventaja (como en tantas otras cosas).
A lo largo de los años ochenta y noventa se priorizó la construcción de autovías y la mejora en general de la red viaria, pero a la vez se cometió el error de arrinconar el tren como medio eficaz de transporte. Esto fue el resultado de un mal modelo de desarrollo económico, en el que se favoreció el transporte privado frente al público. Y dentro del privado, por supuesto el automóvil. No en vano, buena parte de nuestra industria se basó (y aún se basa) en el sector de la automoción. Mientras tanto el ferrocarril, gloria de la industria nacional en otros tiempos con el Talgo, prosigue su lenta decadencia.
¿Estamos en un punto de inflexión? Quizás es pronto para afirmarlo, pero lo cierto es que con la construcción de las diferentes líneas de alta velocidad a lo largo y ancho de la península (España y Portugal), se está apostando fuerte por este medio. A la par, la popularización del AVE es cada vez mayor y lleva un par de años siendo un serio rival del avión en medias y cortas distancias. Eso por no hablar de que se trata de un transporte mucho más ecológico que cualquier otro. A nivel de mercancías permite el movimiento de un mayor volumen y con tiempos más cortos y fiables. ¿Conseguirá calar de nuevo en nuestro modelo o seguirá predominando el transporte por carretera? Sólo el tiempo lo dirá.
En lo que más nos afecta –en mi caso por partida doble, en Cáceres y Zamora– nos queda preguntarnos si la reapertura del ferrocarril de la Vía de la Plata, tan ansiada por todos, es viable o no en la actualidad. De momento, en el plan del MInisterio de Fomento presentado ayer figura como «tramo en estudio», junto con otros en Andalucía, Cantabria y Asturias. Personamente opino que no sería rentable, y que la inversión realizada no compensaría. Pero no soy ningún experto y sólo me fundamento en mi intuición. Dejemos que Fomento decida…
A pesar de haberlo visitado en pleno verano, uno de los lugares de Madrid que más sorprende al turista es el Jardín Botánico, un recinto que es un oasis en pleno centro de la ciudad. Digo a pesar porque las recomendaciones dicen que es mejor hacerlo en primavera o en otoño. Aún así ha sido una buena experiencia, sobre todo (como es mi caso) para los que quieren hacer buenas fotografías o grabar algunos vídeos. Elegimos la tarde para captar los últimos rayos del sol y, con esa luz crepuscular, acentuar de algún modo el ambiente de romanticismo decadente que evoca el jardín.
Para mí, hablar de Jardín Botánico es hablar de la archiconocida canción de Radio Futura, el clásico del pop español ‘La Estatua del Jardín Botánico’ (1982) y de lejos mi favorito de la banda madrileña. La tuve en mente desde que entre hasta que salí y, sin duda, ha influido mucho a la hora de filmar todas y cada una de las secuencias del vídeo que os presento. Como no podía ser de otro modo, no he podido resistir la tentación que fuera la banda sonora del clip. Por tanto, la música cobra en este vídeo mucho más protagonismo del que acostumbro a dar. Espero que os guste.
El otro día en la Plaza del Rey de Barcelona pudimos ver la actuación de un músico muy poco habitual (la foto que acompaña a este post es un fotograma del vídeo que grabe allí). Llevaba un extraño instrumento musical que se asemejaba a un OVNI, o a dos platos enfrentados y de color similar al bronce. La forma de tocarlo parecía sencilla: con los dedos o las manos como si fuera un timbal. Pero su sonido nos pareció increíble y no tenía nada que ver con los sonidos de otros instrumentos. De hecho, fue sorprendente comprobar como, dependiendo de la zona de la superficie que tocara, los tonos eran más graves o más agudos, e incluso el tipo de sonido cambiaba de uno corriente de percusión a otro más propio de un instrumento de cuerda como una guitarra o un arpa. También cuenta con unas hendiduras circulares que corresponden a las notas musicales.
Al principio pensamos que se trataba de un milenario instrumento nepalí o tibetano (por lo menos). En realidad no nos basábamos en nada, pero coincidimos en pensar lo mismo. Incluso su nombre, hang, evocaba un idioma exótico y oriental. Pero nada más lejos de la realidad. Una vez documentados nos dimos cuenta de que el hang ni era tibetano –ni siquiera asiático– que tampoco era milenario –ni siquiera centenario–, y que las fantásticas melodías que salían de él eran el producto de un concienzudo estudio científico y tecnológico.
El hang, que significa mano en el dialecto suizo de Berna, es una creación suiza de Felix Rohner y Sabina Schärer (PANArt) que data del año 2000. Es el resultado de veinticinco años de investigaciones sobre las propiedades acústicas del acero, estudiando para ello muchos instrumentos clásicos de percusión como el gong. A pesar de que hasta la fecha sólo se han fabricado unos 6000 para todo el mundo, su precio es mucho menor de lo que había imaginado, ya que sale por unos 1200 euros. A lo largo de internet hay muchísima información (casi toda en inglés), basta con buscar un poco. Os dejo con un vídeo para que os maravilléis de la sencillez y a la vez de lo increíble de su sonido:
A lo largo de estos últimos meses he acumulado un montón de material sobre Madrid entre fotos y vídeos que no sé muy bien cómo montar para que el clip resultante tenga coherencia. Al final se me ha ocurrido crear una serie de pequeños vídeos que he llamado ‘Visiones de Madrid’ (ya sé que no es muy original), dentro de la que iré subiendo poco a poco clips temáticos que podrán tratar sobre cualquier tema, aunque generalmente serán sobre lugares concretos. El primero de ellos que os ofrezco es sobre el teleférico de la Casa de Campo, una de las atracciones más conocidas de la capital y un magnífico medio de transporte para cualquier visitante que quiera contemplar una de las mejores vistas que se pueden tener de Madrid. Es cierto que las estaciones se han quedado algo anticuadas y que las cabinas no son último modelo, pero merece la pena subir…
En los años 2001 y 2002 se produjo un fenómeno editorial con muy pocos precedentes (por no decir ninguno) en España. La publicación de ‘La Sombra del Viento’ del autor barcelonés Carlos Ruiz Zafón conmovió los estantes de las librerías y las cuentas corrientes de alguna que otra editorial. Aún faltaba al menos un año para que Dan Brown pegara su campanazo con ‘El Código Da Vinci’ y todo el fenómeno que le sucedería. Han tenido que pasar ocho o nueve años después de aquel boom para que yo me haya decidido a leerlo. Así que voy a comentar a grandes rasgos mis impresiones sobre el libro.
El motivo principal por el que quería leerlo, y precisamente ahora, es porque se ambienta en Barcelona, una ciudad que –si no ocurre nada imprevisto– visitaré en los próximos días. En su día ya leí buena parte de la obra de Eduardo Mendoza (especialmente ‘La Ciudad de los Prodigios’ y la trilogía formada por ‘El Misterio de la Cripta Embrujada’, ‘El Laberinto de las Aceitunas’ y ‘La Aventura del Tocador de Señoras’), ‘Cosas que Hacen BUM’ de Kiko Amat, ‘Corazón de Napalm’ de Clara Usón y posiblemente algún otro que ahora mismo no recuerdo. ‘La Sombra del Viento’ se viene a sumar a todos estos libros.
Me acerqué a esta obra sin ideas preconcebidas y con la intención de pasar un buen rato leyendo. Me esperaba un libro adictivo, de esos que no puedes dejar de leer. Y en parte ha sido así. La presentación de los personajes y el planteamiento de la historia resultó muy interesante y prometedora. Luego las cosas cambiaron, y no precisamente para bien. El protagonista y narrador Daniel Martín me pareció algo insulso y carente de personalidad. Por contraste, el de Fermín Romero de Torres tiene un aire folletinesco y en muchos aspectos casi «eduardomendociano» en sus histriónicos disparates. También he visto la sombra de Mendoza en algunos escenarios, como el caserón abandonado de los Aldaya de la avenida del Tibidabo. El libro comienza su lenta decadencia antes de completar su primer tercio. Quizás cuando entra en juego el personaje de Nuria Monfort. La historia se va disipando y el interés va decayendo hasta el punto de que cuando comienza la tercera parte del libro (las memorias de Nuria) poco me importa ya lo que ocurra. Mi único interés en terminarlo es saber si he acertado con el desenlace que me imaginaba al poco de comenzar a leerlo. Y resulta que sí.
Si hablamos de las formas, la novela tampoco es un prodigio. Tiene la virtud de leerse bien, con una prosa ágil y rápida y con algun que otro acierto literario, sobre todo cuando describe edificios, calles o personajes, casi siempre con un tenebroso velo gótico o romántico y un cierto gusto por lo escabroso. Pero a la hora de los diálogos la sensación que me deja es de que son algo forzados, fuera de lugar. Ese contraste entre descripciones y diálogos me ha parecido uno de los desaciertos formales más graves del libro y que a menudo rompe la atmósfera que el autor pretendía construir.
Con esto no quiero desanimar a los que tienen la intención de leerlo. Los que no lo hayan hecho que lo hagan. Esto es sólo una opinión personal que no tiene por qué coincidir con la vuestra. De hecho es muy posible que no coincida. Pero lo cierto es que después de haber leído algunos de los libros que comentaba al principio, ‘La Sombra del Viento’ sabe a muy poco. A pesar de todo intentaré no dejar de pasear por la calle de Santa Ana, ni acercarme hasta Els Quatre Gats o hasta el número 32 de la avenida del Tibidabo montado en el Tranvía Azul…
Como cada cierto tiempo, mi recopilación musical personal Muestra Musical llega a una nueva edición. En esta ocasión es la 86, la tercera de este año. En él recojo buena parte de mis descubrimientos musicales de los últimos meses. Son bandas como The New Lines, Karaocake, Of Montreal, Salonica, The Pinker Tones, Los Ginkas, The Parisians, Betacam o Kokoshca que nunca antes habían aparecido en mis recopilaciones. Es por tanto, un disco en el que más de la mitad son cosas nunca antes escuchadas, lo que demuestra lo mucho que se está moviendo el panorama musical nacional e internacional en estos tiempos. Junto a ellos, grupos consagrados o al menos más conocidos por estos lugares como Arcade Fire, Los Directivos, Octubre, The Coral, !!! o Tender Trap.
En suma, la clásica combinación entre cosas nuevas, grupos veteranos pero por descubrir, y consagrados con gran predicamento entre los aficionados. Y por supuesto, para terminar, vamos con los siete vídeos originales que he encontrado de Muestra Musical 86:
A principios de junio tuvo lugar en Cáceres una iniciativa cuanto menos curiosa. Unas 40.000 velas iluminaron la noche de la ciudad monumental. Los propios cacereños y los turistas fueron los principales actores de este evento, encendiendo y colocando personalmente todas y cada una de las velas. Por desgracia fue una noche con un poco de viento que deslució un poco el espectáculo. Esta iniciativa está dentro del programa NETUR de potenciación del turismo en la zona de cooperación transfronteriza bautizada como Triurbir (Castelo Branco, Cáceres, Portalegre, Plasencia y se negocia la entrada de Béjar) y financiada con fondos FEDER.
Allí estaba yo con mi cámara para fotografiarlo y filmarlo. El resultado (a falta de que podáis ver las fotos) es este vídeo corto, de menos de dos minutos, con algunas de las mejores secuencias de aquella noche del 4 de junio pasado. Lo que váis a ver es sólo una pequeña muestra de lo que se pudo contemplar aquel día:
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