21 de mayo de 2008
Publicidad engañosa, exceso de pausas publicitarias en televisión, reflejo de una imagen falsa de la sociedad, exaltación de valores superficiales, intromisión excesiva… La publicidad desgraciadamente forma parte de nuestras vidas, y también comete abusos. Entra en nuestras casas a través de la prensa, la radio y la televisión. También en internet en forma de esas molestas ventanas (la famosa publicidad intersticial) que aparecen cuando visitamos nuestra web favorita, en forma de banners más o menos llamativos, en forma de anuncios de texto. Hasta Google personaliza los anuncios según sea el contenido de un correo electrónico que consultamos. ¿Existe algún límite?
Aparte de esta intromisión cada vez mayor, está la búsqueda de la oportunidad, la búsqueda del momento óptimo en el que el anunciante pueda vendernos su producto. Todo esto viene a cuento de un artículo que ayer publicaba Soitu.es sobre un anuncio concreto que el diario El País llevaba en sus páginas de información internacional. Fue el pasado 8 de mayo cuando, en medio de dos noticias sobre las catástrofes de Birmania y China. En ambas se ofrecían las abultadas cifras de víctimas que todos conocemos junto a detalles bastante dramáticos. Y en página impar, ocupando tres cuartos aparecía la publicidad de un banco privado, Lombard Odier Darier Hentsch & Cie
No estoy del todo de acuerdo con el enfoque que se le da en la noticia de Soitu, calificándola como una «mala elección de publicidad». Lamentablemente tenemos ejemplos de «mala elección de publicidad» todos los días en todos los medios de comunicación. En televisión, algunas cadenas convierten las noticias más truculentas de sus informativos y programas análogos en ganchos para concitar la atención antes de una pausa publicitaria o directamente convierten sus informativos en puro espectáculo (la mayor parte de las veces macabro).
No puedo dejar de aprovechar la ocasión para repetir una vez más que este blog siempre estará libre de publicidad. Nunca la ha tenido y nunca la tendrá. Aunque ya no lo tenga puesto ¿cuando lo quité?, el compromiso del búho sigue presente.
17 de mayo de 2008

Ayer leí la noticia en el blog de noticias de Google en castellano, que los coches de Google Maps Street View (los mapas de Google a vista de calle) han llegado a España, según la información que el diario Público lanzó también ayer. En esta noticia se dice que el día 16 de mayo los coches que van a fotografíar a nivel de calle algunas ciudades españolas se dieron una pasadita por Madrid. Desconozco si alguien los ha visto, porque no he podido encontrar ni una sola foto en internet sobre estos coches. Después de Madrid le tocará el turno a Barcelona y según algunos rumores, también a Valencia. Casi con toda seguridad sus siguientes objetivos serán otras capitales de provincia, así que en teoría los podríamos encontrar por casi cualquier ciudad. Desde que conocí la noticia me he preguntado una cosa: ¿cómo van a hacer para pasearse por las calles peatonales, que a menudo son las más pintorescas e interesantes de nuestras ciudades? Sería el caso de Zamora, por ejemplo.
Aunque son muy escurridizos, por si acaso estad atentos a cualquier Opel Astra negro con unas pequeñas pegatinas en los laterales con el logo de Google Maps y el muñequito naranja ese (el «caminante») que aparece en los mapas para indicarnos la posición. Por lo que se ve en una de las pocas fotos de los coches tomada en Holanda, las matrículas serán españolas con las letras GCV, pero será suficiente con fijarse en las enormes cámaras fotográficas de 360º que montan en el techo.
Tal y como se cuenta en la información, los coches ya han sido vistos por calles italianas, francesas, holandesas y buscando por Flickr, también en Gales, por lo que intuyo que el Reino Unido fue el primer destino de Google después de terminar con las ciudades de los Estados Unidos.
14 de mayo de 2008
Hace más o menos una hora me he sentado delante del ordenador intentando escribir algo interesante, algo curioso, algo con cierta reflexión de cosecha propia, pero no he sido capaz. Las musas hoy deben estar de vacaciones… Como digo no será por no haberlo intentado. Y eso que los temas que tenía pensados para hoy eran de lo más variopinto:
El asunto del día, desgraciadamente, ha sido el nuevo atentado de ETA con una víctima mortal, varios heridos y muchos destrozos. Tenía intención de escribir sobre ello, sobre si sólo existe la solución policial y si esa solución podría dar alguna vez frutos definitivos. O si quizás en el futuro, se debería plantear otro marco, otro tablero de juego para que el que, por supuesto, no hiciera falta saltarse la legislación vigente… Una negociación «de verdad». Pero me resultaba un tema demasiado polémico y quizás alguien malinterpretaría mis palabras.
Pasé a la segunda opción para hoy. Últimamente estoy viendo unos cuantos blogs con un diseño bastante interesante. Todo fue a partir de haber leído un artículo sobre los 15 mejores ejemplos de uso de la tipografía en sitios web. Todas esas webs se ven perfectas en el Mac, pero no sé si serán tan bonitas en un triste PC… Pero como podéis imaginar, esto tampoco daba para una entrada del blog.
La tercera bala de la recámara era sobre un tipo que colecciona etiquetas de limonada soviética, aunque no es exactamente limonada, sino una bebida llamada tarhun (Тархун). Parece ser que a lo largo y ancho de la extensa Unión Soviética existían muchos fabricantes de este refresco y sus botellas llevaban unas etiquetas como mínimo curiosas que este hombre se ha dedicado a coleccionar. Lo leí en el impagable Papel Continuo, pero me parecía un asunto demasiado friki y poco interesante…
Así que al final se me acabaron los temas y quizás también las ganas de ponerme a escribir sobre algo nuevo… Otro día será.
9 de mayo de 2008
La primera vez que oí hablar de las baladas Child fue leyendo el libro ‘The Drifters’ (1971) (aquí peregrinamente traducido como ‘Hijos de Torremolinos’) de James A. Michener, una de mis novelas de cabecera. En él, una de las chicas protagonistas llevaba siempre una guitarra con la que tocaba estas baladas. Hace ya unos doce años de aquello, y en su día me picó la curiosidad sobre esas baladas, pero no llegué a encontrar nada. Buscando estos días por internet he encontrado algo de información, tampoco mucha, y casi siempre en inglés.
Las baladas Child reciben su nombre del investigador Francis James Child que fue quien, entre 1882 y 1898, se dedicó a recopilar cánticos populares de Escocia e Inglaterra. Estas baladas emigraron junto a los primeros colonos hacia el nuevo mundo, por lo que existen versiones «americanizadas» de muchas de ellas. Todas ellas llegaron a nuestros días a través de viejos documentos que Child recopiló. En total son 305 baladas que abarcan cinco siglos (entre el XIII y el XVIII). Viendo la lista completa de títulos, puede adivinarse que la temática predominante era la fantástica, los cuentos de hadas, las gestas épicas del Rey Arturo, de guerreros, reyes, princesas, elfos y demás personajes del imaginario popular medieval. Unos cincuenta de estos cantos narran las hazañas y aventuras de Robin Hood.
Pero fue durante los años sesenta cuando el movimiento folk (y a veces no tan folk) reivindicó y versionó muchas de estas baladas. Joan Baez o Art Garfunkel están entre ellos. A pesar de su popularidad dentro del mundo anglosajón, apenas son conocidas fuera. De hecho, que yo conozca, ninguna de estas baladas han sido traducidas ni se ha publicado ningún libro sobre ellas en castellano. No hay más que echar un vistazo por la internet en español para darse cuenta de que apenas existe información en nuestro idioma. Así que ahí queda este apunte…
6 de mayo de 2008
Ya me había dado cuenta antes, pero a raíz de leer la noticia de que un «okupa» cibernético había registrado los nombres elegidos por los nuevos ministerios para sus direcciones web (llamados nombres de dominio de segundo nivel) me he dado cuenta del caos que hay montado en la internet ministerial. Para muestra, un botón: mientras el Ministerio de la Presidencia es www.mpr.es, Presidencia del Gobierno es www.la-moncloa.es, el Ministerio del Interior es www.mir.es o el de Vivienda es www.mviv.es. Es decir, no existe una estandarización, ni los nombres de los dominios son muy significativos. Lo único en común es la «m» de ministerio, y quizás fuera lo que sobra. Lo mejor (y más intuitivo) es utilizar la estructura de dominios de internet que ya está prefijada por la ICANN. De este modo se utilizaría un dominio de segundo nivel del tipo «gob» (como el otros países de habla hispana), relegando al tercer nivel el nombre del organismo gubernativo.
Siguiendo esta pauta, la Presidencia del Gobierno sería www.gob.es, el Ministerio del Interior sería www.interior.gob.es o bien interior.gob.es, el de Vivienda sería vivienda.gob.es, el de Igualdad igualdad.gob.es, el Ministerio de Presidencia presidencia.gob.es y así con todos. Los que engloben varios departamentos, como el nuevo Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Medio Marino podría entrarse por cualquiera de estos: medioambiente.gob.es, mediorural.gob.es o mediomarino.gob.es, redireccionando posteriormente a una sección de la web ministerial.
Además de estar bien organizado, cumplir ciertos estándares no escritos y ser más fáciles de recordar, evitaríamos los episodios de «okupación» cibernética y también que el ministerio de turno tenga una abreviatura como nombre de dominio que ya exista. Sin ir más lejos, el Ministerio de Igualdad según esa lógica debería ser www.mig.es o www.mi.es. Este último no puede asignarse, ya que la ICANN no permite nombres de dominio de dos letras. Y www.mig.es es una web de diseño catalana.
Aunque existe un Reglamento que permite a la Administración «expropiar» los dominios .es que se sospecha que pudieron ser registrados con mala fe, en la práctica no es un procedimiento sencillo y puede llevar mucho tiempo. Veremos en qué queda todo esto.
5 de mayo de 2008

Ladytron es una de mis bandas favoritas de la última década. También, por lo que veo, se han hecho un hueco en los gustos de mucha otra gente. Han pasado ya tres años desde que publicaran el magnífico ‘Witching Hour’ (que comenté aquí), en el que viraron el rumbo de su sonido hacia aguas más turbulentas. El próximo 3 de junio publicarán ‘Velocifero’, un trabajo en el que los de Liverpool siguen avanzando por el mismo camino que su predecesor.
Hasta la fecha siempre han sido muy consecuentes con su evolución. ‘Velocifero’ ofrece más sintetizadores, bases programadas, más guitarras y más presencia de Mira, la chica búlgara con aspecto «severo», que canta cuatro temas ella solita (dos en su lengua materna: ‘Black Car’ y ‘Kletva’). Ladytron siguen conservando pegada y talento para esas melodías ochenteras tan pegadizas, que al fin y al cabo es lo que buscamos en ellos.
Se nota la producción de Alessandro Cortini, productor, por ejemplo, de algunos trabajos de Nine Inch Nails. Su sonido se ha vuelto un poquito (no mucho) más áspero que en ‘Witching Hour’ y en cierto modo más intimista y reflexivo. Su primer sencillo ‘Ghosts’ se publica el 12 de mayo, pero ya podéis escuchar buena parte del disco en el MySpace de la banda. Además allí podréis descargaros ‘Black Car’, el primer tema del álbum.
3 de mayo de 2008
Vivimos en una sociedad en la que nos gusta sacarle punta a todo. No importa de qué asunto se trate; siempre habrá alguien que le busque las vueltas al asunto y retuerza cualquier argumento con tal de favorecer sus ideas. Uno de esos temas «polémicos» es el del género y las dichosas discusiones a cuenta del masculino, el femenino, las profesiones, que si «españoles y españolas» o sólo «españoles» y una larga hilera de disquisiciones estériles por el estilo.
Según mi opinión, estamos justo en un punto de inflexión sobre este asunto. Hace unas décadas nadie discutía que palabras como «jueza» no debían existir. Sin embargo hoy está admitido por todas las Academias del español. Imagino que lo mismo ocurrirá con otras palabras, cuyo femenino ahora nos suena extraño pero que por el uso terminará por imponerse. Otras, por las extrañas razones y caprichos de los hispanohablantes (que son los que finalmente deciden), desaparecerán o quedarán sólo en ámbitos reducidos. Es ley de vida.
En cualquier caso me parece bien que se fomente un lenguaje no sexista (en lo que afecta a este tema) y que al final la «selección natural» haga su trabajo. En el caso de los masculinos genéricos (decir niños para niños y niñas) no veo con malos ojos el uso de los dos géneros, tal y como nos tiene acostumbrados el lehendakari Ibarretxe. Al fin y al cabo, las lenguas se inventaron para entendernos entre nosotros. El uso de uno o dos géneros no va a interferir en esta tarea. Dejemos que las cosas ocupen su lugar.