Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Este podría ser el lema de ‘Superestar’, la serie de Netflix escrita y dirigida por Nacho Vigalondo sobre el fenómeno de Tamara y todo el ecosistema de personajes que la rodeaba. Podría haber sido una producción al uso, ficcionando religiosamente todos los acontecimientos que ocurrieron a sus protagonistas en aquellos turbulentos años, en torno al cambio del siglo XX al XXI. Pero Vigalondo, aficionado a retorcer hasta dar otra vuelta de tuerca a algo que podría haber sido convencional, toma puntos de apoyo de la realidad para construir a su alrededor un universo paralelo donde la imaginación es lo que prima.
María del Mar Cuena Seisdedos y su madre Margarita son inseparables. La primera, bajo el nombre de Tamara, tiene claro que quiere triunfar en el mundo de la canción. Su madre, guardiana de su integridad física y moral, la protegerá en un submundo donde las amistades son puro interés y cualquier canal de televisión busca aprovecharse económicamente rapiñando cualquier aspecto de su vida privada. Los años de gloria serán también los que caven una fosa donde enterrarla. Leonardo Dantés, Paco Porras, Tony Genil, Loly Álvarez o el Arlequín son los coprotagonistas de esta producción coral, reflejo de la reciente historia audiovisual de España.
Al margen de que, en mi opinión, la carrera de Nacho Vigalondo es muy irregular, con ‘Superestar’ acierta de pleno creando una mitología ficticia en torno a los personajes, a los que caricaturiza y a la vez disecciona sin ridiculizarlos. Es fácil empatizar con ellos y entender sus motivaciones. Incluso en los casos más delirantes (el episodio de Paco Porras es antológico, con un Carlos Areces en un papel que le encaja como un guante) tienen un trasfondo humano y cercano. Si a todo esto unimos un trabajo de actores de primer nivel (Natalia de Molina, Pepón Nieto, Ingrid García-Jonsson…), el resultado es una producción entretenida, sorprendente y original. 8,5/10.
Hoy día el origen de una producción no garantiza su calidad. El hecho de que ‘The Listeners’ lleve el sello BBC, aunque realmente esté producida por Element Pictures, ya no significa que lo que veamos tenga una cierta calidad. Esta miniserie británica es el ejemplo perfecto, aunque en el pasado ya me he encontrado con muchas otras. Bajo una estética retrominimalista muy atractiva y moderna encontramos un producto bastante mediocre con una premisa inicial que puede ser interesante y que engancha, pero que se va disolviendo a medida que pasan los minutos hasta llegar al disparate total en el último episodio.
Claire es una profesora de instituto en una pequeña ciudad inglesa. Un día comienza a escuchar un zumbido que nadie más oye y que proviene del exterior, de alguna parte de la ciudad o de los campos circundantes. Tras hacer una pequeña investigación se da por vencida, hasta que descubre que hay más personas que lo escuchan, entre ellos uno de sus alumnos. Poco a poco se irá obsesionando con el zumbido hasta destrozarle la vida.
Como digo, ‘The Listeners’ no deja de ser una serie mediocre, con un guión errático que descarrilla finalmente. Si bien el trabajo de los actores es correcto (llega a notable en el caso de Claire, interpretada por Rebecca Hall), el resultado final es el contrario a lo que se esperaría. Uno suele empatizar con los protagonistas de este tipo de historias, pero a medida que avanzan los capítulos llegan a ser irritantes. Para olvidar. 4/10.
El otro día he terminado de ver ‘Blossoms Shangai’, la que es hasta la fecha la única incursión del cineasta Wong Kar-Wai en las producciones para televisión. Ofrecido por Filmin en España, se compone de tres temporadas de diez capítulos cada una. Este estreno ha sido bastante polémico ya que ha provocado disparidad de opiniones entre la crítica y el público, tachando a Kar-Wai de sobrevalorado en su cine y otras disquisiciones con la que no estoy de acuerdo. La producción es de Hong Kong, así que no podemos decir que sea una serie china como tal. Ni una de las secuencias ha sido rodada en Shangái, donde se desarrolla la acción, sino en una reconstrucción de sus calles realizada en estudio.
Se nos cuenta la obra y milagros de Ah Bao, un hombre de negocios hecho a si mismo que se hace rico invirtiendo en fábricas, en importación y exportación, y especulando en la bolsa de Shangái, aprovechando la liberalización económica de la China de finales de 1980 y comienzos de 1990. Parece que todo ocurre en la calle Huanghe, una populosa y lujosa vía de la ciudad, muy cerca del edificio de la bolsa. Bao tiene a su mentor, el Tío Ye, un hombre mayor y sabio que le aconseja en sus primeros pasos. Paralelamente, el entorno en el que se cierran los negocios y los tratos multimillonarios son los restaurantes de la calle, cuyos gestores (las llamadas madams), siempre mujeres, intentan atraer para participar ellas mismas de la transacción. El conjunto forma una curiosa galería de personajes, a cada cual más pintoresco, que intentan medrar en un mundo donde cualquier puede hacerse millonario de la noche a la mañana y viceversa.
El barroquismo de la puesta en escena, de la fotografía y de los escenarios se le puede atragantar al público. Wong Kar-Wai hace uso (y abuso) de recursos trasnochados como la cámara lenta o los juegos con espejos y vidrios. Todo en ‘Blossoms Shangai’ parece pasado de moda, desde el abigarrado mundo de la calle Huanghe con sus agresivos luminosos y su perenne atasco de coches y peatones, hasta los interiores de los locales, que parecen extraídos de los anuncios de perfume francés de los años 80 que veíamos en navidades. En cualquier caso, no me parece una serie tan mala como se cuenta por ahí, aunque hay que darle tiempo y tener paciencia. Curiosa. 7/10.
Como he dicho ya en varias ocasiones aquí, el género noir hace años que se fue de turismo y nos ha ofrecido series en bosques boreales, tundras, islas ignotas, países nórdicos, etc… ‘Boglands’ (o ‘Crá’ en el original irlandés) llega desde la Irlanda profunda pero con el sello BBC Northern Ireland, BBC Gaelige (canal estatal británico dedicado a la divulgación del gaélico) y el canal irlandés íntegramente en gaélico TG4. Digo todo esto del idioma porque verdaderamente la serie parece una producción creada casi exclusivamente para su promoción. No en vano la trama, enrevesada y confusa, no es nada original ni aporta gran cosa al género. Y, siendo una coproducción de la BBC, el trabajo de los actores tampoco es nada destacable con alguna excepción (Róisín Murphy por ejemplo).
‘Boglands’ nos cuenta la historia de un crimen cometido hace años. La investigación se retoma al encontrarse el cuerpo en una turbera. Es entonces cuando saldrán a relucir los rencores y odios de una pequeña comunidad. Todos parecían tener motivos para asesinar a la víctima, pero evidentemente sólo hay un criminal.
El guión deja unos pocos cabos sueltos y lagunas que no se cubren o, lo que es peor, se cubren mal. A su favor podemos decir que los toques muy ligeros de humor negro –a veces acertados y otros no tanto– dan un aire un poco diferente, aunque tengo la impresión de que si fueran aún más acentúados la serie ganaría puntos. Curiosa pero nada especial. 5,5/10.
Todos conocemos el cine argentino, uno de los más potentes de América, tanto por cantidad como por calidad. Desde que se popularizaron las series en plataformas de streaming no habíamos visto ninguna producción del país austral. Desconozco si ‘El Eternauta’ es la primera creación para Netflix de Argentina, pero desde luego el resultado es bastante pintón y entretenido, a la altura de las creaciones ciertamente espectaculares. Se trata de una ficción basada muy libremente en unas populares historietas publicadas en prensa especializada durante los años 50 con la firma de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López.
En el verano austral de Buenos Aires una extraña nieve tóxica comienza a caer. El simple contacto con la piel produce la muerte inmediata. El invierno invade la ciudad mientras Salvo y algunos familiares y amigos juegan a las cartas un viernes noche cualquiera. Esto cambiará el mundo para siempre y todo se transformará en una lucha por la superviviencia propia y la ajena. Nadie sabe de dónde procede este fenómeno, ni si es una proceso natural o provocado por algún tipo de agente terrestre o extraterrestre.
‘El Eternauta’ me ha parecido una serie bastante entretenida, bien interpretada (Ricardo Darín siempre está bien) y con un guión que, aunque algo defectuoso, funciona. Además, al huir de los escenarios habituales de Europa o Estados Unidos, supone un aliciente. Argentina y Buenos Aires son un factor diferenciador y está presente a lo largo de los seis episodios. Los temas argentinos de siempre también (el tango, la guerra de Las Malvinas, el fútbol, el rock nacional, etc). En definitiva es una amalgama entre ciencia-ficción, terror, misterio en un entorno diferente. Curiosa. 7,5/10.
Buscando siempre industrias audiovisuales singulares me encontré en Filmin con ‘Padomju Džinsi’ (para el resto del mundo conocida por su traducción al inglés ‘Soviet Jeans’). Se trata de una curiosa producción letona ambientada en los últimos años de la Unión Soviética. Letonia, al igual que otras exrepúblicas soviéticas ahora independientes, buscan en su pasado argumentos para historias de ficción, algunas basadas en hechos reales. Este no es el caso, aunque pudo perfectamente haberlo sido.
Renars es un joven de Riga que trabaja como sastre en un teatro. También usa el ingenio y la picaresca para conseguir objetos occidentales y poderlos vender dentro de la URSS. Tras un incidente con un antiguo amigo de la KGB al que a veces proporciona información, es recluido en un manicomio (falso manicomio que es en realidad una cárcel para retirar de la circulación a personas incómodas para el régimen). Pronto se dará cuenta de que los codiciados Levi’s pueden ser facilmente falsificados en la sastrería del «manicomio» si cuenta con la colaboración de sus inmediatos superiores. Las cosas se le irán de las manos muy rápidamente dando lugar a situaciones esperpénticas que se amplificarán cuando conoce a Tina, una joven directora de teatro finlandesa.
El resultado de ‘Padomju Džinsi’ es un entretenido bodevil bien interpretado y dirigido, pero con un guión un poco confuso y atropellado, con lagunas y una pobre puesta en escena. La ambientación es correcta pero muy limitada (los exteriores se limitan a tres o cuatro localizaciones en toda la serie). En definitiva una humilde serie que gustará a aquellos que buscan cosas diferentes pero sin renunciar a la tragicomedia. 7/10
He terminado de ver la que es ahora mismo, uno de abril de dos mil veinticinco, la serie de la que todo el mundo habla. ‘Adolescence’ es una producción de Netflix que ha trascendido el ámbito de lo puramente audiovisual. Una miniserie –el formato favorito de los creadores británicos– rodada en los ya famosos planos-secuencia únicos por episodio, algo que no es ninguna novedad ni creo que suponga aporte ninguno al lenguaje cinematográfico que pide la historia, sino más bien puede llegar a restarle fuerza en algunos momentos.
Jamie es un joven de 13 años que vive en el seno de una familia de clase media trabajadora en un suburbio de una ciudada británica. Las fuerzas especiales de la policía irrumpen de madrugada en la casa por la fuerza para detenerlo. Todo es aturdimiento. Se lo llevan detenido acusado de asesinato de una compañera de clase. Poco a poco las nubes de la incertidumbre se irán despejando para dar con las complejas causas del crimen.
Es una pena que una producción como ‘Adolescence’ con actores británicos de primer orden, posiblemente de los mejores que existen actualmente en todo el mundo, se quede en una grave reflexión de un problema, nada más. Tras un primer episodio angustioso y que te mantiene atento viene un buen segundo capítulo, un intenso pero artificioso, disperso e inconexo tercera entrega y una última parte prescindible y aburrida. El argumento de desinfla y –para mí– va perdiendo interés según avanza. Aún así recomendable. 6,5/10.
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