Los encargos en el mundo del arte y en concreto en el audiovisual no auguran buenos resultados. Cuando una institución realiza un encargo de ficción para conmemorar un evento (aquí ya vimos la película «oficial» sobre el descubrimiento, que era más bien olvidable siendo benévolos) se espera que cumpla unos ciertos objetivos más allá de lo puramente artístico que terminan por encorsetar y condicionar demasiado el resultado. ‘Rebellion’ fue encargada en 2016 para conmemorar el centenario del Alzamiento de Pascua por parte de los irlandeses contra los ingleses. Este sería la piedra fundacional de lo que posteriormente sería el estado libre de Irlanda en 1922 y su independencia total del Reino Unido en 1949.
A lo largo de dos minitemporadas nos encontraremos con muchos de los personajes que forjaron, a veces con sus propias vidas, la actual República de Irlanda. La mayoría nos son desconocidos más allá de haber sido protagonistas en otras producciones de ficción más populares como ‘Michael Collins’. Pero es precisamente esa presión por contar la vida de los personajes y la excesiva minuciosidad a la hora de intentar narrar los hechos desde el lado irlandés que consigue matar casi por completo la narrativa cinematográfica, convirtiendo el resultado final en algo insulso, que se puede ver tranquilamente y olvidarlo al día siguiente.
Realmente es una pena. Los actores ingleses e irlandeses son algunos de los mejores, y que ya hemos visto en otras series de las islas. El problema es que aquí temen reventar las costuras y se muestran comedidos y posiblemente coartados. En cualquier caso, si lo que se busca es más que la historia que nos cuentan, la Historia que cuenta, se deja ver sin mayor esfuerzo. 6/10.
Afortunadamente, gracias a las plataformas audiovisuales podemos recuperar series que tal vez pasaron desapercibidas en España o ni siquiera llegaron a emitirse (cada vez es más este último caso). Para ‘The Crimson Petal and The White’ (aquí traducido como ‘Pétalo Carmesí, Flor Blanca’), han tenido que pasar casi doce años (es de 2011) para que forme parte del catálogo de Filmin y así podamos disfrutarla. El formato es el típico de las producciones británicas de la BBC para televisión de las últimas décadas: una miniserie de pocos episodios (cuatro) y con final cerrado. Está basada en la exitosa novela –sobre todo en el entorno anglosajón– del escritor holandés Michel Faber.
Nos cuenta la historia de Sugar, una prostituta que intenta sobrevivir en el Londres hostil y deshumanizado de 1870. Con una cultura y una educación muy superior a la de sus compañeras, su ánimo es aspirar a salir de las cloacas. Tras conocer a un rico empresario de una compañía de cosméticos, piensa que esa es la oportunidad que estaba esperando para prosperar, aunque tendrá que superar el escollo de una mujer enfermiza y desequilibrada y de los convencionalismos victorianos.
Es un tópico cada vez que hablamos de una serie británica, pero los actores, tanto los principales como los secundarios, realizan un trabajo extraordinario. Vemos a viejos conocidos de la televisión como Chris O’Dowd, el desastrado y torpe informático de ‘The IT Crowd’ aquí con un papel bastante más complejo y exigente. También Gillian Anderson o Mark Gatiss bordan sus actuaciones. Y qué decir del papel protagonista, la desconocida para mí Romola Garai, que consigue un perfecto dibujo de una personalidad contradictoria. En conclusión, una agradable sorpresa que, sinceramente, sabe a poco. 7,5/10.
He terminado de ver las dos temporadas disponibles (a la fecha de escribir esto) de ‘The White Lotus’, una serie norteamericana de la plataforma HBO dirigida por Mike White. Esta producción que aparentemente es otra historia más sobre ricos y sus problemas, es uno de los mejores ejemplos de lo que yo llamaría «retorcer naturalmente el guión», es decir, que lo improbable o inesperado sea algo lógico después de contemplar el desarrollo de los acontecimientos. Es evidente que la ironía y la mala leche sobrevuelan todos y cada uno de los diálogos. Es cierto también que los primeros episodios de la primera temporada me resultaron tontos y convencionales, aunque vistos con la perspectiva de la serie completa son también necesarios.
Las dos temporadas son realmente dos series diferentes, con pocos personajes comunes entre ambas, aunque con una idea similar: observar como la clase alta se divierte o se tortura en un resort de lujo en un lugar exótico, y de cómo sus propios fantasmas interiores salen a relucir durante un tiempo que se supone que es de asueto, felicidad y relax. Por un lado Hawai (en la primera temporada) y por otro Sicilia (en la segunda). Patrones que se repiten. Tras el hallazgo de cadáveres se produce el flashback donde transcurre toda la historia hasta llegar al punto del asesinato, del quién y del por qué.
Viendo la serie me ha resultado familiar. He visto trazas (o algo más que trazas) de Larry David y también del último Woody Allen. Quizá el reparto coral, sin un protagonista claro, su interacción entre ellos me haya recordado a las películas del genio neoyorkino. ‘The White Lotus’ no es una serie excesivamente original en su planteamiento, pero la ejecución es absolutamente impecable. White es un gran maestro manejando los personajes y las intrahistorias de cada uno de ellos. El guión es un mecanismo minucioso que avanza muy despacio (y el espectador lo sabe) hasta el desenlace fatal. Una buena serie disfrazada de comedia ligera tras la que se esconde una sátira a menudo amarga y despiadada. 8/10.
Allá por 2008 vi la película de Marco Bellocchio ‘Buongiorno, Notte’ (‘Buenos Días, Noche’ aquí), una de las que más me gustaron en aquella década, que así reflejé en su día. Una obra maestra de uno de los maestros aún vivos del cine italiano. Ahora, casi veinte años después (la producción de la película es de 2003), el veterano regidor vuelve al mismo tema con una revisión de aquella, esta vez para la televisión y con un título similar, ‘Esterno Notte’ (‘Exterior Noche’). Son seis capítulos para la RAI donde se narran los hechos desde los ojos de cada uno de los protagonistas de la historia.
La acción nos sitúa en 1978. El descontento ciudadano, especialmente de los jóvenes, ante una gerontocracia inamovible, crea tensiones insoportables en la sociedad italiana. La búsqueda de formas alternativas de gobierno provoca el surgimiento de grupos radicales, algunos terroristas, como las Brigadas Rojas. Aldo Moro, el primer ministro del centro derecha Democracia Cristiana, partido que llevaba varias décadas en el poder, es secuestrado por las Brigadas Rojas. Varios meses de angustia no sólo para la familia, las instituciones y la sociedad, con un final que quizá nadie quería.
Episodio a episodio, el punto de vista de cada protagonista va aportando nuevas claves, perspectivas, que completan un relato impecablemente contado. Bellocchio es, evidentamente, un referente cinematográfico en el país transalpino y se nota en el empaque de la producción, bien realizada, bien ambientada y con unos actores de primerísima categoría. Es verdad que después de ver la película, la serie me parece que pierde bastante fuerza y tensión, algo por otra parte inevitable. A cambio ofrece un retrato psicológico bastante sombrío y hasta aterrador, de los políticos que gobernaban (y gobiernan) Italia en décadas pasadas. Marco Bellocchio se permite también ensoñaciones fantasiosas con realidades paralelas, metacine y otras genialidades que convierten en un juego de espejos uno de los relatos más terribles de la historia reciente de Europa. 8,5/10.
Siguiendo con mi afición por las cinematografías exóticas, hoy traigo una serie croata de título impronunciable. ‘Područje Bez Signala’ (algo así como ‘Zona sin Cobertura’ en castellano, aunque su título oficial aquí es ‘El Último Artefacto Socialista’) es una curiosa producción de la HRT (la tele pública croata) de seis episodios en la que todavía vemos la sombra alargada de la guerra, que planea a lo largo de todos los capítulos, tanto la guerra civil de los balcanes como la que vivieron los protagonistas en Afganistán alistándose en el ejército croata. También en los paisajes de la sombría y postindustrial Nuštin, una ciudad imaginaria lejos de Zagreb.
Oleg y Nikola son dos buscavidas metidos a empresarios a la búsqueda de oportunidades. Su misión es localizar un lugar donde poder fabricar una turbina con oscuras finalidades, posiblemente terroristas, encargada por un millonario de oriente medio. La ruinosa fábrica de Nuštin, otrora gloria de la industria socialista yugoslava, resucita de su letargo gracias a sus antiguos empleados sin conocer que tan sólo se trata de un encargo puntual y que la factoría volverá a cerrar. El final –que no voy a contar– resulta sorprendente, ingenioso y también algo naif.
Casi con tono documental, Dalibor Matanić cuenta su historia sin grandes alharacas, con unos actores cumpliendo perfectamente con su trabajo. Es cierto que hay giros de guión poco creíbles y que el conjunto de lo narrado tampoco resulta del todo real. Aún así, los personajes protagonistas están bien construidos e incluso es fácil identificarse de un modo u otro con ellos. En definitiva, una serie interesante, con un argumento que tengo la sensación de haber sido estirado artificialmente. 7/10.
Suelo ver todas o casi todas las series que vienen de Alemania. Y hay una razón clara: suelen arriesgar más de lo normal. No tienen miedo de convertir una producción como ‘Kleo’ en una comedia ácida y absurda sobre los espías al final de la guerra fría con el trasfondo de la caída del muro de Berlín. Y todo ello para una plataforma mainstream como Netflix. Ocho episodios tarantinianos en medio del caos final de la Alemania Oriental.
Corre el año 1987 y una espía de Berlín este comete un asesinato en el oeste. Un desastre de policía intenta seguir la pista de lo que intentan que parezca y que no es. Descubrirá a Kleo, una agente de élite de la Stasi criada con su abuelo militar. Los dos mantendrán una relación de amor y odio a lo largo de medio mundo buscando un misterioso maletín rojo, causa principal de aquella muerte.
Como en un cómic, veremos situaciones imposibles, personajes delirantes y estéticas entre lo hortera y lo vintage, bastante desfasadas incluso para finales de los años ochenta. No se puede decir que el trabajo de los actores sea como para premio, pero cumplen suficientemente su función de sostener a los personajes con dignidad, cayendo en algunos clichés (quizá voluntariamente) y darle un aura extrañamente verosímil. Es verdad que el guión no es todo lo claro y coherente que debería, y que contiene millones de trampas que el espectador tiene que aceptar. 7/10
No se puede decir que la ficción rusa, especialmente en lo que a series se refiere, sea muy conocida en el resto del mundo. Rebuscando uno se puede encontrar joyas como ‘Pereval Dyatlova’ (‘Перевал Дятлова’ en el original o ‘Dead Mountain’ en inglés). Ocho episodios de una producción rusa de 2020 basado en la novela del mismo nombre que a su vez relata los hechos reales ocurridos en enero y febrero de 1959 en los Urales. La particularidad que encontramos aquí es tanto de forma como de fondo, ya que cuenta dos historias que se desarrollan paralelas, la del investigador que intenta esclarecer lo sucedido meses después, que se muestra en color y formato panorámico, y para mi la más interesante, la que relata los hechos desde el punto de vista de sus protagonistas, grabada en blanco y negro y en formato 4:3. Aquí me parece que la fotografía evocadora de otros tiempos de David Khayznikov es sencillamente espectacular.
‘Pereval Dyatlova’ cuenta la historia de una expedición de estudiantes de la Universidad Politécnica de los Urales que se adentra en una región inhóspita y poco explorada de la Rusia central, en la cordillera de los Urales. La alegría y el entusiasmo inicial pronto comenzará a dar paso a la inquietud, tras una serie de acontecimientos desagradables y siempre observados por las tribus de indígenas, los mansi, cuyas leyendas harán mella en los expedicionarios. El desenlace final no tardaría en llegar. Por otra parte, el investigador de la KGB Oleg Zolotarev intentará descubrir qué es lo que mató a los chicos, pero su propia historia y los demonios de la pasada guerra volverán más vivos que nunca.
Sin duda se trata de una obra interesante, sorprendente y adictiva, con un trabajo de los actores más que notable y una puesta en escena innovadora a la vez que tradicional. Los acontecimientos se van desgranando poco a poco, con su ritmo contenido, hasta que todo va encajando en un extraño puzle en el que el espectador está ansioso por resolver. Un buen ejemplo de lo que ocurre cuando se aúna una buena historia, un buen guión y un buen equipo artístico y técnico. 8,5/10
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