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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
15 de diciembre de 2020

Mis favoritos nacionales de 2020

Hemos vivido un año extraño, en el que todos pudimos ser infractores, en el que lo normal se volvió anormal y viceversa. Hemos vivido (y aún vivimos) en un capítulo de ‘Black Mirror’. Indudablemente y aunque no lo queramos, el panorama musical de la distopia 2020 refleja en muchos aspectos esta anomalía. Al menos en mi caso ha sido así. Pero no todo ha sido malo. Este ha sido un año Triángulo de Amor Bizarro, lo que significa que desde que se publico su disco homónimo el 21 de marzo (en pleno encierro domiciliario forzoso y sin saber lo que iba a ocurrir), sabíamos que iba a arrasar sobre todo lo demás. Pero también hemos tenido sorpresas muy agradables «como las de antes». Ahí están Ginebras con su frescura y su estupendo disco ‘Ya Dormiré Cuando Me Muera’. Siguiendo con el lado oscuro los discos de Futuro Terror o El Columpio Asesino también son perfectas bandas sonoras de lo que hemos vivido.

Las canciones tampoco están exentas del toque distópico. Desde el tecnofuturismo de Wind Atlas hasta el pop punk de Biznaga, pasando por Pantocrator, Niña Polaca o Belako, el espectro que cubre el 2020 en cuanto a temas musicales patrios es muy amplio, con buenas melodías, buenas letras y a veces el punto inquietante que no nos vamos a poder sacudir de encima en mucho tiempo. Vamos con el repaso:

Discos nacionales favoritos de 2020


  1. Arista Fiera – Cromatismo Doméstico. Desde Málaga nos llegó esta banda con su primer trabajo largo. Muchos medios tiempos, distorsión eléctrica, shoegaze, algo de dream pop y mucho del pop independiente que tanto nos gusta. Una amalgaba bien construida cuyo resultado es bien redondo.

  2. Futuro Terror – Sangre. Los alicantinos dejaron este 2020 su segundo trabajo hasta la fecha. Un disco repleto de punk y post punk nuevaolero en la línea de las bandas más oscuras del pop rock de los ochenta. Temáticas soviéticas en las geniales letras e instrumentaciones contundentes en una colección de canciones impecable y demoledor. ‘Frío’ o ‘Komsomol’ son maravillas para enmarcar.

  3. El Columpio Asesino – Ataque Celeste. Cuando poco esperábamos ya de los pamploneses presentan por sorpresa este ‘Ataque Celeste’ siguiendo la línea distópica de sus últimos trabajos. Menos rock y más synth pop para un disco corto (solo ocho temas) pero intenso. Sabemos que no es su mejor trabajo pero tampoco nos importa. ‘Sirenas de Mediodía’ es otra canción para la banda sonora de 2020.

  4. Ginebras – Ya Dormiré Cuando Me Muera. Aunque ya con su debut en sencillo ‘La típica canción’ nos conquistaron completamente, el estreno en largo es la confirmación de lo que estas chicas son capaces de hacer. Letras costumbristas, melodías muy pegadizas y una desenvoltura poco común para unas debutantes. Imposible escuchar las canciones solo una vez.

  5. Triángulo de Amor Bizarro – oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ. Ya dijimos que 2020 es un año Triángulo de Amor Bizarro. Eso significa que desde hace ya unos cuantos años copan las listas de mis favoritos nacionales, bien en discos, bien en canciones o en ambas (como es esta ocasión). Los coruñeses vuelven a sacudir la escena independiente estatal con una auténtica obra maestra que, esta vez sí, veo complicado que puedan superar. Hemos de rendirnos completamente ante un trabajo oscuro, distópico, esperanzador y que nos sabe a leyendas ancestrales, a hierro, a pantallas y a chips de silicio. Todo lo que se diga de ellos ha de ser necesariamente hiperbólico. No nos queda otro remedio. Disfrutemos mientras podamos.

Mis canciones nacionales favoritas de 2020

  1. Triángulo de Amor Bizarro – Folía de las apariciones
  2. Ginebras – Crystal Fighters
  3. Niña Polaca – Madrid sin ti
  4. Futuro Terror – Komsomol
  5. Pantocrator – No te puto pilles
  6. Wind Atlas – Dos ojos
  7. Emilia, Pardo y Bazán – Madriz Central
  8. Biznaga – 2K20
  9. Adiós Amores – Charlotte
  10. Belako – Tie me up

Para terminar, los videoclips y video lyrics que he encontrado, en orden inverso:

26 de noviembre de 2020

‘Baron Noir’

‘Baron Noir’ es una serie francesa que está muy lejos del perfil necesario para ser una producción popular. Aún así, ha saltado a la fama por ser una de las series que tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias han estado viendo durante el encierro domiciliario de marzo y abril. Y es verdad que muchos de los aspectos que se narran tienen un cierto paralelismo con la política contemporánea española del flanco centroizquierdista. Pero más allá de estos temas casi anecdóticos vemos una producción bastante austera en las formas, con escenarios sin florituras, actuaciones realistas, mucha cámara en mano para darle la verosimilitud de, a veces, un falso documental. En ese sentido ‘Baron Noir’ es puramente francés, con mucho de político y algo de social, al estilo de Tavernier.

Philippe Rickwaert, perro viejo de la política, comienza la serie siendo el alcalde de Dunquerque, pero con buena mano dentro de la izquierda parisina y francesa. En todos sus movimientos siempre le impulsarán el afán de venganza y el de poder. Pero lejos de ser un psicópata, la historia siempre le dará la oportunidad de mostrar un lado humano. O lo que es lo mismo, la pura contradicción. Si un día te tengo como amigo, al día siguiente eres mi enemigo. Vamos, que en política no hay amigos realmente, sino aliados. En el otro extremo del escenario está Amélie Dorendeu, compañera de partido en un principio. Los tiras y aflojas entre ellos se mantendrán a lo largo de las tres temporadas. Ambos se moverán entre el desprecio y la envidia mutua.

Se ha dicho que ‘Baron Noir’ es la ‘House of Cards’ francesa. Es verdad en parte, pero ‘House of Cards’ tanto la versión británica como la norteamericana dan la impresión de estar mucho más asentadas, ser más sólidas y creíbles. El guión de ‘Baron Noir’ no me parece especialmente bien resuelto. Los acontecimientos se atropellan unos a otros hasta límites inverosímiles. Es muy complicado creer las situaciones que nos plantea el guionista y director Eric Benzekri. No creo que sea una mala serie, sino que más bien al español medio puede resultar indigesta o aburrida por la pura sucesión de acontecimientos supuestamente trascendentes. Sólo para muy aficionados a la política europea. 6,5/10.

15 de noviembre de 2020

‘La Cena Secreta’ de Javier Sierra

Hace ya algún tiempo que decidí comenzar a leer obras de los premios Planeta. A lo largo de este blog he comentado algunos de ellos años atrás. Uno de los últimos, Javier Sierra, tiene además el componente de ser un escritor con vocación popular. De hecho, es uno de los escritores en lengua castellana más vendidos de los últimos años. Esa mezcla de intriga, suspense, investigación y misterio son muy atractivas para el lector medio. En 2004, el eco del ‘El Código Da Vinci’ de Dan Brown resonaba todavía con mucha fuerza. A su estela se publicaron cientos de novelas, ensayos y otros artefactos culturales. ‘La Cena Secreta’ fue tal vez una de ellas. La palabra oportunista quizá sea un adjetivo demasiado despectivo para aplicarle al bueno de Javier; no creo que lo sea. Pero lo cierto es que esta obra puede incluirse entre otras muchas que siguen el hilo argumental del misterio en el arte, del arte como un código oculto (que desarrollaría mucho más en ‘El Maestro del Prado’) a la vista de todos.

El protagonista de la historia es Fray Agustín de Leyre, un monje español perteneciente a la Inquisición que se desplaza hasta Milán para supervisar las últimas pinceladas de ‘La Última Cena’ de Leonardo Da Vinci tras las denuncias recibidas sobre la presunta herejía oculta que el pintor habría incluido en el fresco. Durante su estancia ocurrirán una serie de acontecimientos misteriosos que pondrán en alerta a Fray Agustín.

Dentro de ‘La Cena Secreta’ encontramos algo de ‘El Nombre de la Rosa’ de Umberto Eco, pero evidentemente sin las eruditas disquisiciones del italiano. La novela me ha resultado algo plana y menos emocionante y entretenida de lo que esperaba. Y quizá su mayor defecto: un final predecible desde muchas páginas atrás. No es, desde luego, la mejor de sus obras. 5/10.

18 de octubre de 2020

‘Heksejakt’

El boom de las series nórdicas nos trae paladas de producciones todos los años. El tirón del nordic noir ha sido una puerta de entrada a otras muchas series que poco tienen que ver con asesinatos, aunque sí con tribunales y delitos. ‘Heksejakt’, una producción noruega realizada este 2020, se adentra en el mundo de las finanzas, la corrupción y el lavado de dinero de dudosa procedencia. Un tema que ya vimos en otras series nórdicas de los últimos años. No sabemos a qué se debe esta proliferación de estas temáticas pero lo que es verdad es que nos ha proporcionado buenos momentos delante de la pantalla.

Ida Waage es una trabajadora de un bufete de abogados especializados en temas financieros. Detectará movimientos extraños de grandes cantidades de dinero que los compañeros de trabajo parecen ocultar o fingir no conocer. Lejos de pasarlo por alto, decide investigar el origen de ese dinero hasta llegar a conocer una verdad incómoda que le traerá muchos problemas. Su cuñado, un abogado bastante desastroso pero con experiencia, ayudará a sacar a la luz todo el turbio asunto.

El deber de hacer siempre lo correcto, aunque te cueste la salud y el trabajo, frente a hacer la vista gorda. Ese es básicamente el dilema que subyace a lo largo de toda la serie, especialmente en el personaje principal de Ida (excelente Ingrid Bolsø Berdal) y con el que no es difícil identificarse. ‘Heksejakt’ lleva al espectador al terreno que quiere con un guión bastante bueno y un elenco de buenos actores bien dirigidos. Una serie entretenida e interesante. 7,5/10.

12 de octubre de 2020

‘Press’

Como decimos habitualmente por aquí, las producciones británicas para televisión son garantía de calidad. Hemos visto bastantes y la mayoría son realmente buenas. Pero que la factura y los actores estén muy bien no significa que la serie sea buena. El caso de ‘Press’ es un buen exponente de ello. El mundo del periodismo es un tema habitual tanto del cine como la televisión, sus entresijos, sus dilemas, etc. Y ese es su principal inconveniente. Esta producción de la BBC de 2018 ni siquiera actualiza –tema hay de sobra– la encrucijada del periodismo de hoy día, la irrupción de los medios digitales, las redes sociales y otras muchas posibilidades aquí no explotadas.

En ‘Press’ vemos como dos diarios de tirada nacional, el Post, un tabloide donde todo vale, hasta los trucos más sucios, con tal de vender más periódicos, y The Herald, un diario progresista más tradicional en sus formas y que cuenta con cierta ética periodística. Sus directores y redactores se enredarán y pasarán de uno al otro lado, se verán involucrados en escándalos y resolverán los asuntos a veces no de manera tan diferente.

‘Press’ tiene sin duda una factura impecable, actores excelentes y un guión bien armado. Pero a pesar de todo resulta aburrida y poco original. No ha conseguido interesarme ninguna de las historias de cuenta ni tampoco los personajes. Son seis capítulos donde los protagonistas dan demasiados bandazos, poco creíbles. También se plantean los asuntos periodísticos que se han planteado ya mil veces en el pasado, sin aportar nada nuevo. En definitiva, una producción que se deja ver, es entretenida, pero sin ofrecer nada más. Pasable. 6,5/10.

27 de septiembre de 2020

‘P’tit Quinquin’

Cada vez es más complicado encontrar en el mundo audiovisual producciones originales, no ya solo en su argumento sino también en las formas. No es muy habitual que se cuele una serie tan iconoclasta como ‘P’tit Quinquin’ (‘El Pequeño Quinquin’). Esta miniserie francesa dirigida en 2014 por Bruno Dumont y protagonizada por un elenco inclasificable de personajes, a cada cual más extraño, encabezados por el niño Quinquin (Alane Delhaye) y el estrambótico jefe de policía, el comandante Van der Weyden (insuperable Bernard Pruvost). A su alrededor una troupe brutal que disecciona sociológicamente la Francia profunda con ironía a veces y mala leche otras.

En una tranquila población de la costa norte francesa comienzan a descubrirse una serie de crímenes donde las vacas son protagonistas. El comandante Van der Weyden y el teniente Charpentier se pondrán manos a la obra para resolver tan endiablado enigma. Todos los crímenes llevan a una familia de granjeros locales, los Lebleu. El pequeño de la familia, Quinquin será testigo y protagonista de esa investigación.

Mucho se puede comentar de esta obra rara. Si en un principio todo nos recuerda a los hermanos Cohen (especialmente a ‘Fargo’), según se va enredando el argumento se nos asemeja más a Berlanga e incluso al surrealismo costumbrista de Buñuel. Como en toda buena comedia, el humor no está en los personajes, sino en las situaciones. Aquí se lleva a su máxima expresión. En definitiva se trata de una producción original que quizás no sea entendida por todos los públicos. Los cuatro capítulos la verdad es que saben a muy poco. 8/10.

6 de septiembre de 2020

‘Tabula Rasa’

El motivo por que decidí ver ‘Tabula Rasa’ era –para ser sinceros– su origen. No hay muchas series belgas en el catálogo de las plataformas de vídeo bajo demanda. Es más, probablemente ésta sea la única. A pesar de su origen flamenco, la producción es de la ZDF alemana, que la estrenó en 2017. El hecho de mezclar la mente humana y sus enigmas con el género policíaco es peligroso. Puede estar bien resuelto o ser de lo más tramposo. Bajo el paraguas de las amnesias selectivas y el juego de los puntos de vista subjetivo y objetivo, los guiones se pueden amoldar a cualquier cosa por insospechada que sea.

Mie (Veerle Baetens) es una joven que acaba de sufrir un accidente que le provoca una amnesia recurrente desde ese momento de forma que olvida constantemente todo aquello que sucede. Junto a su marido y a su hija se trasladan a vivir a una vieja mansión familiar. Pero la desaparición de un hombre que presuntamente está relacionado con la familia y empeoramiento en la situación de Mie harán que todo se complique hasta llegar a un desenlace sorprendente.

Como digo, me temía que el guión fuera tramposo y efectivamente así es. Como en las malas películas de terror donde todo es posible, incluso un giro descabellado en la historia, ‘Tabula Rasa’ cae en la tentación de desarrollar una historia poco creíble, al principio con todas las piezas del puzle encajadas en un sitio diferente al suyo y que de repente saltan de su sitio tras un puñetazo en la mesa. De pronto, todas las piezas encajan de nuevo en su lugar correcto. Sin entrar en detalle, ese final echa por tierra todo lo conseguido durante todos los episodios anteriores (que tampoco era demasiado). Una serie correcta pero olvidable. 5/10.



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