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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
18 de septiembre de 2016

‘Irrational Man’

El problema de hacer una película por año es que, aunque seas muy bueno, tarde o temprano se producirá un bajón. Woody Allen, un indiscutible genio de la historia del cine y que está por méritos propios en lo más alto, es el ejemplo. La cita anual con el de Manhattan siempre es de agradecer, pero lo que veremos en la pantalla ya es otra cosa. El año pasado, en 2015, se estrenó ‘Irrational Man’, una cinta donde desarrolla una vez más algunos de los temas clásicos en las últimas obras de Allen: el crimen perfecto, la culpa y la mentira.

Abe Lucas, un oscuro profesor universitario de filosofía comienza a dar clase en una nueva ciudad. Crea gran expectación a su alrededor, algo que él rehuye. Borracho, existencialista, taciturno y poco sociable, conocerá a una joven estudiante. Mientras están juntos escucharán accidentalmente una conversación sobre un polémico juez conocido por sus sentencias arbitrarias e injustas. Abe planificará la forma de asesinarle. En esta tarea centrará todos sus esfuerzos. Aunque las cosas nunca salen como se planifican…

Aparte de los ya comentados clásicos temas allenianos que hemos visto ya en ‘Delitos y Faltas’ o ‘Match Point’, ‘Irrational Man’ tiene poco de Woody Allen. El guión es endeble y muy poco creíble. El personaje de Abe Lucas, bien interpretado por River Phoenix, es casi de risa –a pesar de que la película tiene poco de comedia– y sólo se salva por un final poco previsible. En definitiva, una obra más bien rutinaria que no entusiasmará ni a sus fans más fieles. 5,5/10.

17 de septiembre de 2016

Bruselas en Cromavista

Comenzamos la serie fotográfica dedicada a Bélgica con su capital, Bruselas. He seleccionado 135 imágenes de la ciudad repartidas en 16 galerías, que podéis ver en mi web de fotos Cromavista. Estas galerías son las siguientes:

Espero que sean de vuestro gusto.

15 de septiembre de 2016

‘The Night Manager’

Hace unos días terminé de ver ‘The Night Manager’ (aquí traducida como ‘El Infiltrado’). Se trata de una producción británico-estadounidense realizada en 2015 y emitida en 2016 y basada en la novela del mismo nombre de John Le Carré. El formato en el que se desarrolla la historia es el de seis episodios de una hora cada uno. Sigue claramente esa tradición tan británica de servicios secretos y espías al estilo James Bond.

Jonathan Pine (Tom Hiddleston) es un exsoldado que se gana la vida como gerente nocturno en hoteles de lujo. Esta posición privilegiada le permite tener acceso a personalidades de interés para el servicio secreto británico, con quien colabora. Es contratado para una peligrosa misión en la que habrá de infiltrase en el cerrado entorno personal de Richard Roper (Hugh Laurie), un millonario traficante de armas que usa la filantropía como tapadera. Viajará por Suiza, Egipto, Turquía, España (hay muchas escenas rodadas aquí, principalmente Mallorca y Madrid) y Siria siguiendo sus andanzas.

Como es de esperar, en ‘The Night Manager’ todo es espectacular. La producción, los personajes, los guiones, las localizaciones, los efectos especiales…, todo está al servicio de una gran historia que funciona, mantiene la tensión en todo momento, es creíble y se resuelve bastante bien. Uno de mis personajes favoritos es el de Angela Burr (Olivia Colman), la irónica «jefa» de Pine, es una mujer de mediana edad y embarazada y que hace las cosas a su manera. Es de agradecer que se rompan un poco los roles en este tipo de ficción y además sirve como contrapunto a la trama principal. Como dije antes, el protagonista nos recuerda inevitablemente al agente 007 –quizás el actor Tom Hiddleston lo sea en el futuro–. En conclusión, una miniserie de calidad, bien hecha y que entretendrá y divertirá. 8/10.

2 de septiembre de 2016

Nuestro viaje a Bélgica

En el mes de agosto, la actividad propia de una ciudad como Bruselas se detiene. Los inquilinos de los hoteles cambian de ejecutivos a turistas ocasionales. Aunque no puedo comparar agosto con enero o febrero, imagino que será así. ¿Qué imagen tenía yo de Bruselas antes de visitarla? Es difícil de decir. Antes de comenzar a documentarme para el viaje, apenas si conocía dos o tres monumentos. Los clásicos. A saber: el Atomium, el Manneken Pis y, apurando mucho, la Grand Place y el edificio Berlaymont, sede de la Comisión Europea. Los atentados de marzo de 2016 han puesto la ciudad en el centro de la actualidad, más allá de que los medios de comunicación la usen como sinónimo de las autoridades de la Unión Europea: Bruselas sanciona, Bruselas anuncia, Bruselas admite…

Pero la capital belga es mucho más. Una curiosa y pintoresca ciudad medieval y barroca (lo que queda después de la piqueta, los bombardeos y otros avatares de su historia) y con un buen puñado de edificios notables que nos dan cuenta de su pasado esplendoroso. Una ciudad desde hace siglos en medio de dos mundos, el germánico protestante y el latino católico. Dos almas diferentes que se cruzan y se mezclan en Bruselas con otros credos y culturas de reciente incorporación, algunas provenientes de muy lejos. Es la capital de un país “frankenstein”, creado hace menos de doscientos años a partir de ducados y condados independientes muy codiciados por las potencias europeas de antaño (estos territorios fueron franceses, alemanes y españoles) y que todavía busca una identidad propia más allá de las comunidades valona y flamenca.

Restos del dominio español quedan muchos. Fueron casi doscientos años bastante turbulentos en los que primero el emperador Carlos I y después Felipe II, III, IV y Carlos II, manejaron estos territorios hasta su pérdida en el tratado de Utrecht. Aún quedan restos de esta ocupación en numerosas fachadas de la ciudad en forma de escudos, algunos borrados no sé si intencionadamente (por ejemplo el que se adivina de Carlos I en la torre de la antigua iglesia de Saint-Catherine) y también en la toponimia de calles y lugares (Hospital Pacheco, calle del Amigo, etc).

Cerveza, chocolate, patatas fritas, mejillones y gofres. Los cinco grandes de la gastronomía belga. Sobre la primera, Bélgica es el país con más compañías cerveceras del mundo, tanto per cápita como en términos absolutos. Algunas de las mejores del mundo están aquí. Los estantes de los supermercados son un buen ejemplo de la variedad de esta bebida nacional que puede consumirse legalmente en la calle. El problema es después ir al baño. Los públicos son escasos en todo Bélgica y en su inmensa mayoría de pago. El estándar es pagar 50 céntimos a la señora feudal que los vigila y limpia, y que además pone sus propias y arbitrarias normas.

También causa sorpresa la puntualidad, frecuencia y calidad de sus trenes (Bélgica fue el segundo país del mundo en tener ferrocarril, en 1835) o el tráfico infernal de las circunvalaciones. El derribo de edificios históricos fue deporte nacional hasta hace apenas cuarenta años. Sólo para las diferentes exposiciones universales, se cercenaron de la ciudad cientos de edificios, algunos medievales y otros con más de trescientos años en aras de la modernidad. Pero la modernidad, o el modernismo art nouveau, tampoco se salvó. Victor Horta no vivió lo suficiente para ver como demolían su obra maestra, la Casa del Pueblo, y en su lugar levantaban un bloque de oficinas para IBM en el cambio de década de los 60 a los 70 del siglo pasado.

A lo largo de varios artículos iré avisando de las fotografías que cuelgue en mi página web Cromavista o los vídeos de nuestro viaje a Bélgica.

4 de agosto de 2016

‘Stranger Things’

‘Stranger Things’ (Netflix) es indiscutiblemente la serie de moda de este verano. Lo que no lo consiguió J. J. Abrams con la fallida ‘Super 8’ lo han logrado Matt y Ross Duffer. Si llevamos años ya revisitando las películas de los ochenta que vimos en nuestra infancia y que ya –es mi opinión– empieza ser un filón agotado, esta serie es su clímax absoluto. Los aficionados verán guiños, además de a los consabidos ‘Los Goonies‘, ‘E.T. El Extraterrestre’ o ‘Exploradores’, a otras menos manidas como ‘Alien, El Octavo Pasajero’, ‘Poltergeist’ y el cine de terror de John Carpenter (sobre todo a ‘La Cosa’).

Un pequeño pueblo de la costa este norteamericana. Corre el año 1982 y cuatro amigos viven apaciblemente sus vidas entre el colegio y sus juegos. Podría decirse que son los clásicos frikis preadolescentes de los ochenta. Pero un día uno de ellos desaparece misteriosamente. En poco tiempo, se van sucediendo otros acontecimientos y desapariciones inexplicables. Y la aparición de una chica con la cabeza rapada y poderes telequinéticos cambiará sus vidas para siempre.

Al comenzar a ver el primer episodio de los ocho que componen esta primera temporada, uno comienza a temer estar ante otro pastiche infumable más con la nostalgia como coartada para engancharnos. Y es verdad que a lo largo de ese primer capítulo lo bordea peligrosamente, a medida que vamos avanzando esa sensación desaparece. Tras el envoltorio «vintage» que barniza toda la estética se esconde una narrativa visual nada ochentera, unos guiones inteligentes y bien elaborados y un trasfondo bastante serio acerca de la importancia de la ciencia en la educación o la defensa de los juegos de rol como ayuda al planteamiento y resolución de problemas de la vida real. No es, desde luego, una serie infantil aunque sus protagonistas principales sean niños, pero eso no significa que no esté impregnada de su entusiasmo y su vitalidad. Recomendable. 7,5/10.

4 de agosto de 2016

Los vídeos de Muestra Musical 112

Con un poco de retraso –esta recopilación fue grabada a la penúltima semana de julio– llega Muestra Musical 112 y con ella sus videoclips. Espero que sean de vuestro gusto:

19 de julio de 2016

‘Au Service de la France’

Es sorprendente lo complicado que es a veces encontrar series que se salgan del carril de las clásicas habituales. Parece que las grandes producciones eclipsan, igual que ocurre con el cine, las pequeñas obras que casi siempre son más arriesgadas. El caso del descubrimiento de ‘Au Service de la France’ (aquí traducida extrañamente en inglés como ‘A Very Secret Service’… cosas de Netflix) es un ejemplo más. Esta producción francesa de 2015 dirigida por Alexandre Courtès y realizada por Arte y Mandarin Television es de lo mejor que he podido ver en lo que llevamos de temporada. Lo tiene todo: humor absurdo, surrealista, brutal y ácido, una ambientación cuidadísima, grandes actores y un guión (de Jean-François Halin, Claire Lemaréchal y Jean-André Yerles) en el que nada se deja al azar y donde conseguimos encontrar respuestas entre lo que es en apariencia disparatado.

André Merlaux es un joven seleccionado para ingresar en los servicios secretos franceses durante el turbulento año 1960. Además de lidiar con unos compañeros vagos, corruptos y chapuceros y unos jefes carentes de todo sentido común, habrá de cumplir las misiones que se le encomienden, tanto en Francia como en Argelia, donde el terrorismo de corte nacionalista lleva ya años atentando. También el África francófona comienza a reclamar sus derechos sobre la metrópoli de manera muy particular.

Una de las mejores cosas que tiene ‘Au Service de la France’ es el saber reírse de sí mismos hasta niveles insospechados. Pero también de los demás. No deja títere con cabeza y lanza su afilado humor contra argelinos, judíos, negros, los antiguos colaboracionistas del régimen de Vichy, curas y todo lo que se le pone por delante. Son doce episodios de 25 minutos cada uno sin desperdicio alguno. Si os interesa la historia francesa del siglo XX y no tenéis reparos en reíros de todo, la serie es muy recomendable. También es posible que haya gente que no le encuentre la gracia. Cuestión de gustos. 8,5/10.




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