Gracias a Netflix he podido ver dos documentales sobre cine. Muy diferentes entre ellos, pero ambos reflejan la importancia del llamado séptimo arte en la historia.
El primero de ellos es ‘The Story of Film’, una producción británica realizada en 2011 y dividida en 15 episodios de una hora cada uno. Su artífice es Mark Cousins, un crítico de cine norirlandés, quien basa en su libro el guión de este documental. Probablemente sea una de las producciones más ambiciosas realizadas sobre la historia del cine hasta la fecha. La clave es huir de los convencionalismos y evitar centrarse en el cine de Hollywood, o en el cine europeo. El gran acierto de ‘The Story of Film’ es abrir el foco hacia otras realidades, como la asiática, la latinoamericana o la africana, considerándolas como iguales a las «tradicionales». Veremos desfilar a rostros conocidos de la historia del celuloide y a otros no tanto, pero que marcaron un antes y un después. De los hermanos Lumière y Edison hasta los nuevos realizadores tailandeses, pasando por la Nouvelle Vague, el Dogma de Lars Von Trier, la ciencia ficción nigeriana o el delicado cine japonés de los cincuenta. Una obra magna e inspiradora para aquellos que además de ver cine, nos gustaría ponernos manos a la obra. 8,5/10.
El segundo es ‘Chuck Norris vs Communism’. Detrás de este estrambótico título encontramos un documental curioso sobre el tráfico ilegal de cintas de vídeo VHS en el antiguo régimen de la Rumanía de Ceaușescu. Conoceremos a los personajes –paradójicamente muchos de ellos anónimos– que marcaron a una generación y que consiguieron que el cine norteamericano (la mayoría de las veces de dudosa calidad) entrara en los hogares rumanos a finales de los años ochenta. Veremos como altos cargos del gobierno comunista estaban también implicados en la compleja red de contrabando de cassettes procedentes de Alemania vía Hungría y de sus heroicos dobladores, auténticos iconos de la cultura ochentera en Rumanía. Junto a los testimonios de los protagonistas vemos también magníficas recreaciones de sus testimonios. En su complacencia con la posible audiencia norteamericana (el documental se estrenó en Sundance y forma parte del catálogo estadounidense de Netflix) se echa de menos un contrapunto. Sería interesante al menos un apunte sobre el espejismo que suponía la mayoría de esas películas y la creación de falsas expectativas sobre lo que era el mundo capitalista que posteriormente se han confirmado. En cualquier caso, un documental curioso. 7/10.
Tal y como pasó con el cine en otros tiempos, el mundo de las series ha encontrado en los países nórdicos su propia interpretación de este fenómeno televisivo. Y a menudo, casi siempre, con excelentes resultados. Recordamos series como ‘Bron-Broen’ o ‘Borgen’ que hemos visto por aquí. Daba la impresión de que la incursión en la ciencia-ficción era lo último que pensábamos ver del norte de Europa.
‘Äkta Människor’ es, con sus dos temporadas emitidas en 2012 y 2014, un gran ejemplo de cómo aprovechar un argumento interesante y desarrollarlo bien. La idea de Lars Lundström se basa en un mundo actual –nada de futurismos baratos–, donde los hubots (human-robots) conviven con los humanos. Esta convivencia no siempre es sencilla. Se producen desajustes entre aquellos que los consideran prácticamente humanos y aquellos que los detestan y promueven su desaparición, a veces violentamente. Un grupo de hubots rebeldes que han cobrado conciencia de sí mismos luchan por su liberación.
Más allá de este conflicto, la serie invita a reflexionar sobre la realidad de la condición humana, lo que nos hace humanos y lo que no, así como una excusa para poner encima de la mesa temas como la tolerancia o el racismo hacia los diferentes. ‘Äkta Människor’ mantiene siempre la tensión y resuelve con soltura e inteligencia las situaciones comprometidas. Una buena serie sobre nosotros mismos y sobre cómo vemos a los demás. 8/10.
Televisión Española siempre ha sido productora de grandes series históricas. En tiempos recientes, esta «moda» se ha recuperado con ‘Isabel’ o con ‘Carlos, Rey Emperador’ que he terminado de ver hace poco. Podría decirse que ésta es una continuación de aquella, donde algunos personajes repiten interpretados o no por los mismos actores. A grandes rasgos, ‘Carlos’ tiene las mismas virtudes y defectos que su predecesora, pero al abarcar un espacio y un tiempo mayor con un presupuesto similar o inferior, el resultado se resiente un poco.
Contar la biografía de Carlos I, rey y emperador de media Europa y a la vez las peripecias de Hernán Cortés en América era una misión demasiado ambiciosa. Desconozco cuál ha sido lo gastado por episodio, pero está claro que se ha quedado muy corto. A pesar de todo, se resuelven con imaginación algunos momentos de gran complejidad como la conquista de Tenochtitlán (despachado en dos planos secuencia desde la pirámide de Moctezuma). Es precisamente en los fragmentos del Nuevo Mundo donde más se nota la precariedad de la producción. Apenas tres decorados, muy escuetos, que más parecen de una telenovela o de un ‘Estudio 1’ que de una serie histórica para el horario de máxima audiencia.
Por contra, el hándicap de contar con un mini-presupuesto, centra más la acción en la política del rey. Es más, se puede decir que el 90% de la serie es pura política del siglo XVI. Casi siempre en decorados interiores, se desgranan algunos de los momentos más importantes del reinado del monarca. Pasarán por el palacio real de Valladolid, Tordesillas, Sevilla o Granada, episodios como la Guerra de las Comunidades, las continuas batallas contra Solimán el Magnífico y contra Lutero y los príncipes alemanes o contra el Rey de Francia, el excesivo Enrique VIII de Inglaterra y los tejemanejes a favor y en contra del Papa de turno. Todos ellos en representaciones algo artificiosas (seguro que no fueron así) pero válidas cuando lo importante es contar la historia… desde el punto de vista español, claro. La conclusión: Las series históricas necesitan un presupuesto digno. Si no, es mejor no intentarlo. 5/10.
El viernes pasado se publicó el último trabajo de los gallegos Triángulo de Amor Bizarro. Poco a poco, estos muchachos se han ido haciendo un sitio importante dentro del mundo del pop-rock independiente nacional. Su carrera hasta la fecha ha sido coherente, progresiva y modelando su personalidad, dándole forma. Desde su debut homónimo en 2007 hasta ‘Salve Discordia’ en 2016 hemos asistido a la conformación de un sonido y de unas letras cada vez con más empaque.
‘Salve Discordia’, aunque apenas lo he escuchado dos o tres veces completo, es un trabajo brutal, muy inspirado, sugerente en sus letras medio apocalípticas, medio poéticas, posiblemente algo autobiográficas, y con tantos matices que sería complicado analizarlas aquí en unas pocas líneas. La voz de Isa está más presente que nunca y se apropia de los temas más melódicos mientras que Rodrigo se queda con los más «arrastrados» (la versión de Triángulo de Amor Bizarro a la que más acostumbrados estábamos).
Posiblemente nos encontremos ante uno de los discos nacionales del año –o el disco del año, aunque es pronto– y, sin dudarlo, el mejor de la banda. Escribí en 2007 que el debut me pareció un «bluf» de tantos, una decepción. Mi opinión ha variado teniendo en cuenta su trayectoria posterior. En el artículo dedicado a lo mejor de 2013 dije que, después de darle el segundo puesto de los mejores discos, eran la «eterna promesa» del pop-rock independiente nacional y que estaban a punto de convertirse en la confirmación definitiva. ¿Lo será en 2016? Es posible. 8,5/10
Ryszard Kapuściński, escritor y periodista polaco, está considerado como uno de los más prominentes narradores de la realidad del siglo XX. Viajero impenitente, muchas de sus obras tratan sobre sus viajes, los países que visitó y, sobre todo, de la idiosincrasia de su población. Un retrato psicológico de un pueblo que también consigue en ‘El Sha o la Desmesura del Poder’ (Anagrama, 1987).
A partir de diverso material recopilado durante su estancia en los convulsos momentos de la Revolución Islámica de 1979, Kapuściński disecciona la historia reciente de Irán, desde finales del siglo XIX hasta la fecha, del por qué del régimen de terror de los diversos monarcas persas. Se centra especialmente en Mohammad Reza Pahleví, el último Sha, y en cómo, con la aquiescencia de las potencias occidentales, ejercía un «neodespotismo ilustrado» sobre una población mayoritariamente rural que era sistemáticamente despreciado. En la segunda parte se narra también los hechos de la propia Revolución, desde las arengas clandestinas del Ayatolá Jomeini en el exilio hasta el desencanto de las –escasas– clases medias formadas y laicas ante el avance del fundamentalismo chiíta.
Kapuściński es fiel a un estilo de escritura directo, basado en los hechos y siempre apegado a la historia y a la realidad. Pasa por ser un testigo lúcido de todo lo ocurrido desde un hotel desierto de Teherán. Esto consigue una obra entretenida, instructiva y muy reveladora sobre la forma de ser del pueblo iraní. Interesante. 7,5/10.
Ya empieza a ser una tradición. Ver las que para críticos y festivales son las mejores películas del año en estos últimos días y destriparlas, desacreditarlas –o alabarlas– a placer es una de mis aficiones favoritas en estos tiempos de paz y amistad. En esta ocasión he seleccionado cuatro largometrajes. Los aficionados y profesionales del mundillo han estado esta temporada muy divididos y rara vez coinciden, pero al final las elegidas han sido las siguientes:
‘Birdman’. La cinta más taquillera de las cuatro y ganadora de los principales Oscars de Hollywood es una película falsamente independiente, rodada como una falsa secuencia única, pretende ser una reflexión sobre la fama y el éxito, sobre la interpretación y el dilema entre realidad y ficción. Buen trabajo de los actores y un guión algo confuso. Gran presupuesto para una película que parece pequeña. 6,5/10.
‘Левиафан’ (‘Leviathan’). Esta producción rusa dirigida por Andréi Zviáguintsev ahonda en el universo del realizador que iniciara con ‘Возвращение’ (‘Vozvrashchenie’). Un mundo oscuro y desesperanzado donde el paisaje otoñal es siempre un protagonista y donde subyace una historia más profunda que a que aparentemente se cuenta. Pero en esta ocasión, la trama sobre el deshaucio de una familia de un pueblo por culpa de los negocios de un alcalde corrupto me parece simplona y de un metraje excesivo. La metáfora del Leviatán resulta forzada. 6/10.
‘刺客聶隱娘’ (‘The Assassin’). A lo largo de mi vida he visto mucho cine asiático, sobre todo japonés y coreano –también chino–. Algunas obras maestras y muchas buenas películas. Un cine pausado, reflexivo, metafórico y con una belleza formal innegable. Da la impresión de que, aprovechando este tirón, nos han intentado «colar» largometrajes infumables con la coartada del exotismo. Esta es sin duda una de ellas. El «timo del cine chino» todavía cuela para algunos, incluso entre críticos especializados. 4/10.
‘Whiplash’. El cine independiente norteamericano es a veces también un timo. No es el caso. La historia sobre un chico que quiere ser el mejor batería de jazz del mundo hasta el punto de dejarlo todo y convertirse en una obsesión enfermiza es muy atractiva. Y además está rodada con precisión. Las actuaciones son excelentes y, a pesar de que media película está ocupada por solos de batería, mantiene una tensión extrema a lo largo de todo el metraje. Lástima que también caiga en tópicos como el del «profe malo pero al final bueno» o el de «con esfuerzo se consigue todo» que tanto ha pregonado el cine comercial norteamericano. 7/10.
Hace más de veinte años leí la más exitosa novela de Umberto Eco, ‘El Nombre de la Rosa’. Aquel fue mi primer y hasta ahora único contacto con el autor italiano. Siempre ha tenido fama de difícil y de una erudición que plasmaba en sus libros gratuitamente. Quizás para quitarse ese sambenito o a saber por qué, publica ‘Número Cero’. Es una novela que poco o nada tiene que ver con ese tópico.
Corre 1992 y un magnate de las comunicaciones encarga a un equipo de periodistas de poca monta un proyecto de diario que será un arma de chantaje para determinados poderes económicos y sociales. Usando técnicas sutiles se propondrá destruir, desacreditar, poner bajo sospecha, a determinados personajes e instituciones. Uno de ellos –algo paranoico– comienza una investigación comprometida que descubre una conspiración orquestada por elementos del estado italiano con la intención desestabilizar el país y crear un nuevo orden político con la ayuda de los servicios secretos norteamericanos.
La historia que desarrolla Eco en esta obra, aunque transcurra en 1992, es de actualidad. Es el poder de los medios para deformar y transformar la realidad a su antojo, guiados por intereses a menudo poco confesables. ‘Número Cero’ es una fábula, una parábola sobre la verdad, la ética periodística y la sutil manipulación que sufrimos a diario para crear un estado de opinión. Una buena lectura. 7/10
rmbit está bajo una licencia de Creative Commons.
Plantilla de diseño propio en constante evolución.
Página servida en 0,077 segundos.
Gestionado con WordPress