El próximo 29 de septiembre se cumplirán diez años del lanzamiento de uno de mis discos favoritos. Un disco que me trae muy buenos recuerdos y que siempre asociaré a las navidades de 1998. Me estoy refiriendo a ‘Deserter’s Songs’, el álbum cumbre de la banda de Nueva York Mercury Rev. Siempre lo he considerado como un milagro dentro de la carrera de una banda tan irregular y discutible. Tanto sus tres obras anteriores ‘Yerself is Steam’ (1991), ‘Boces’ (1993) o ‘See You on the Other Side’ (1995) como por supuesto las posteriores ‘All is Dream’ (2001), ‘The Secret Migration’ (2005) y ‘Snowflake Midnight’ (2008) no le han llegado siquiera a hacer sombra.
Y es que ‘Deserter’s Songs’ tiene piezas que saben aunar como casi nadie el clasicismo, la melancolía, lo onírico y un toque de psicodelia muy calculada que lo convierten en atemporal. Si ya en su día fue muy aclamado por público y crítica, en mi opinión no ha perdido ni un ápice de vigencia. Temas como ‘Holes’, ‘Tonite it shows’, ‘Endlessly’, ‘Opus 40’ o ‘Godess on a hiway’ reflejan claramente la lucidez compositiva por la que atravesaba la banda en aquella época.
La influencia de este álbum nos llega de la mano de grupos como Grandaddy, sus coetáneos The Flaming Lips (que a su vez influyeron en los neoyorkinos) o en menor medida otros «neoclasicistas» norteamericanos como Band of Horses. Es también un buen momento para echar la vista atrás y recordar aquellos vídeos que lanzaron, y que corresponden con los excelentes sencillos ‘Goddess on a hiway’, ‘Opus 40’. Son sólo una pequeña muestra de lo que es ‘Deserter’s Songs’.
Uno de los blogs más interesantes a los que he tenido acceso a lo largo de este año es Future Perfect. Su autor, Jan, es un ingeniero diseñador de Nokia que vive en Tokio. La idea del blog nace entre la deformación profesional y la afición a la fotografía y a los viajes de Jan. Según su propia definición, Future Perfect trata sobre la colisión entre la gente, la sociedad y la tecnología.
En la práctica el blog se compone de un cúmulo de fotografías de veintiocho países de los cinco continentes. Muchos de estos países son del tercer mundo o en vías de desarrollo y es fascinante comprobar cómo la tecnología impacta en ellos. Un ejemplo son los establecimientos de abrillantadores o de carga de baterías de móviles, las tiendas de venta de cassettes como si fueran la última tecnología o la venta de video-CDs con escenas de guerra no aptas para estómagos débiles. Un universo que nos es totalmente ajeno y que demuestra que ser pobre no es sinónimo de renunciar a la tecnología, sino más bien de agudización del ingenio.
Enlazando con este tema, en Boing Boing he visto una imagen que bien podría pertenecer a este blog. Fue tomada en las calles de Bombay (India) y demuestra el poder que las marcas tecnológicas tiene en cualquier lugar del planeta. El pequeño puesto se dedica a la venta de bebidas y el autor de la foto, Patrick Burgoyne, tiene un interesante blog dentro de su web Creative Review.
El cine ruso que se ve fuera de Rusia corre el peligro de caer en el cliché. Salvo el occidentalizado Nikita Mijailov, realizadores como el clásico Andrei Tarkovski o los jóvenes Aleksandr Sokúrov y Andréi Zvyagintsev parecen cortados por un mismo patrón. No significa que esto sea malo, pero también sería interesante ver otro tipo de cine de aquel país. En esta ocasión he visto ‘El Destierro’ (‘Izgnanie’), realizada por Zvyagintsev en 2007. Hace unos años comenté aquí ‘El Regreso’, su anterior obra. Aunque ‘El Destierro’ tiene mucho de aquella, sobre todo a nivel formal, me ha resultado algo más críptica, etérea y mística (si se me permiten estos adjetivos).
En una lectura superficial, ‘El Destierro’ no pasa de ser una película oscura, poco agradecida para el espectador y enigmática. Lo son al menos sus personajes. No sabemos quienes son, ni tampoco se nos ofrecen pistas a lo largo de la narración. La cámara se desplaza lenta y sigilosa en largos planos secuencia muy cuidados, pero que aportan más bien poco a la historia y que visten un argumento escuálido con un poder visual extraordinariamente magnético que nos recuerda a las obras de Sokúrov.
Profundizando un poco percibimos los que son los pilares básicos de la película: las relaciones paterno-filiales (al igual que en ‘El Regreso’), un sentimiento de culpa casi religioso y la muerte, que lo sobrevuela todo. Remarcando todas estas claves está la banda sonora, con piezas solemnes y estremecedoras. Igual que durante su proyección en Cannes el año pasado, a mí me ha producido sentimientos contradictorios. No sé muy bien si he comprendido a Zvyagintsev o si es un estafador cinematográfico que nos quiere dar gato por liebre, recubriendo de pretenciosidad (la película dura dos horas y media) una historia convencional…
El otro día durante una conversación salió el tema de La Sexta. Mi interlocutor calificaba la cadena de «cutre». Estando absolutamente de acuerdo con él, añadiría algún calificativo más fuerte que me voy a ahorrar. Desde que apareció, la cadena de Mediapro ha utilizado medios poco apropiados para hacerse con un sitio dentro del extraordinariamente competitivo mundo de las cadenas privadas generalistas.
A pesar de que La Sexta cuenta con un atractivo envoltorio gráfico y algún buen programa (principalmente ‘Buenafuente’ y ‘El Intermedio’), en su parrilla predomina la vulgaridad más absoluta. Al contrario de otros canales «vulgares» como Telecinco o Antena 3, La Sexta maquilla sus espacios con un barniz «moderno» y «alternativo» que no sé si engañará a alguien. Desde el primer día han sustituido la imaginación por la chequera y a golpe de dinero han contratado a muchas estrellas televisivas. Espacios tan banales como ‘Todos ahhh 100’, el más que quemado ‘Caiga quien Caiga’ o la famosa guerra del fútbol entre muchos otros, están mostrando la verdadera cara de la cadena.
Veo a La Sexta como el típico individuo que, codazos por aquí y trampas por allá, consigue avanzar en la fila en vez de esperar su turno. Si alguien lo descubre, retrocede un par de posiciones y vuelve de nuevo a la carga. En este sentido puede considerarse como el polo opuesto de lo que es Cuatro. La cadena de Sogecable me parece infinitamente más honesta, tanto en sus planteamientos como en sus medios.
Otro medio de Mediapro, Público, es también un ejemplo de cómo lo que a priori parecía una buena idea (estuve expectante durante meses) se puede malograr por culpa de un error de concepto, dando a luz un diario amarillista, populista y extraordinariamente tendencioso. La esperanza de un Liberátion a la española se quedo en eso, en una esperanza. Si lo compro los viernes es por la excelente colección de cine en DVD por 1 euro. El periódico no suelo leerlo.
Detrás de los desmanes empresariales siempre debe estar el Estado. Esta es la conclusión a la que he llegado, una vez más, después de ver el espectáculo de rescates in extremis de entidades financieras, aseguradoras y demás tiburones de los procelosos mercados internacionales. Pero hay muchas más conclusiones. Como defensor férreo del keynesianismo, el Estado ha de atar en corto a todos aquellos negocios que juegan con el dinero de los demás y, por extensión, con la estabilidad económica de un país… y lo peor de todo, en beneficio propio.
La regulación, en contra de las «modas» del mercado, siempre ha de estar presente para defender a quien no puede defenderse por sí mismo. O sea, los pequeños inversores y ahorradores y también a todos aquellos que puede resultar dañados colateralmente. Por eso cuando un Estado decide intervenir en un mundillo que ha estado campeando a sus anchas durante décadas, por muy contradictorio que sea, es necesario, no por salvar la entidad, sino a la propia economía. Esperemos que este enorme «bache» en la economía sirva a los teóricos neoliberales para replantearse sus postulados.
Mientras, en España, estos acontecimientos se reciben con preocupación y con bajada de los mercados, pero ni mucho menos al nivel de otros países. Esto, aunque a muchos les pueda molestar, indican la fortaleza de nuestros sistema financiero, con un colchón lo suficientemente amplio como para poder amortiguar cualquier golpe del exterior. Otra cosa que me ha llamado la atención de todo este jaleo es la volatilidad. Mientras estos días pasados, el índice IBEX-35 bajó hasta situarse en niveles de 2006, hoy se ha producido la mayor subida de su historia, concretamente un 8,71%, y ya supera los 11.500 puntos… Creo que corremos el peligro de que la economía se convierta en el niño mimado que berrea cuando no se le atiende lo suficiente y cuyos cambios de humor son cada vez más imprevisibles. Y eso es muy peligroso.
Ese es el calificativo que me merece este casual (y efímero) dúo «artístico». Me explico: ambos han hecho una serie de anuncios para televisión publicitando la compañía Microsoft. El resultado, al contrario de los comentarios que he leído por ahí, no me parece del todo malo. Lo que sí me parece chocante es asociar a Seinfeld con Microsoft, cuando en su famosa telecomedia siempre tenía un Mac en el apartamento.
El caso es que finalmente, la compañía de Redmond ha decidido retirar los anuncios que ya se habían rodado. Parece que no corren buenos tiempos para los de Bill Gates. Ya no le sale bien ni la publicidad. Quizás eso ocurra por intentar meterse en un terreno que no es el suyo. Por mucho que hayan contratado la misma agencia publicitaria que Apple, los resultados no tienen por qué ser igual de buenos. Hay que reconocer que los anuncios de la compañía de la manzana con los personajes de Mac y PC han sido un bombazo y es difícil que puedan igualarse.
Hay que reconocer el esfuerzo de Gates por parecer simpático. Seguro que lo hace con buenas intenciones. El resultado es tan extraño que me gusta. Y sobre todo, sabe reírse de sí mismo. Aquí están los anuncios, para que cada uno opine:
Para los que nos gusta todo este mundillo de lo audiovisual, de las videocámaras y otros aparatos a los que quizás nunca podremos aspirar (¿o sí?) recibimos las noticias sobre innovaciones en este sentido con mucho interés. Hace algún tiempo leí la noticia del lanzamiento de una videocámara semiprofesional de la compañía californiana Red One dirigido al pequeño realizador independiente cinematográfico. Ayer recuperé aquella información y me puse a buscar, por pura curiosidad, si se sabía algo más.
Esta cámara llamada Red One Scarlet tiene un aspecto que rompe absolutamente con cualquier otra videocámara. Sus prestaciones, como digo, indica que va dirigido a aquel gran aficionado que busca algo más que una videocámara de alta definición. La Scarlet graba (o casi habría que decir «filma») a una resolución de 3K (3072 píxeles), lo que supone una vez y media más que el Full HD (1920 píxeles) y a una velocidad máxima de 180 fotogramas por segundo. Estas características técnicas son muy habituales dentro del ámbito del cine digital, pero desde luego no a este nivel.
Lo digo más que nada porque la Scarlet no llegará a los 1.900 euros (3.000 dólares). ¿Cuánto costaba una videocámara VHS doméstica a mediados de los ochenta? Más o menos eso. Por eso pienso que Red One va a revolucionar el sector audiovisual de las productoras independientes, los profesionales autónomos o los aficionados exigentes. Como con todo, hay inconvenientes. El primero es que la Scarlet se comercializa «tal cual», sin ningún accesorio incorporado: no trae visor ni suplemento para poder cargarla al hombro. El segundo es que para mover y editar vídeo a una resolución tan grande y no morir en el intento necesitamos un equipo muy potente…
Desde luego es un primer paso hacia la superación de la alta definición tal y como la conocemos. En los próximos años veremos un abaratamiento y una miniaturización brutal de las videocámaras Full HD y el surgimiento de esa nueva categoría para los consumidores más exigentes. Tiempo al tiempo.
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