Durante décadas, el turismo en España era sinónimo de sol y playa. Hordas de nacionales y extranjeros se abalanzaban sobre las costas de nuestro país a la caza de los rayos solares y de los baños de agua salada. Pero los tiempos cambian, y las preferencias también. Nuestros compatriotas (y cada vez más foráneos) sienten curiosidad por otro tipo de viajes, igual de lúdicos, pero más culturales. Después de las cosas, ahora es tiempo de descubrir el interior. Todo esto viene a cuento de que el otro día, viendo un programa de Cuarto Milenio sobre un castillo con fantasma, el de Cardona (Barcelona), convertido en Parador de Turismo, pensé que más que un reportaje sobre una investigación paranormal parecía un espacio comercial de Paradores. Bonitas vistas del castillo, incluso de las habitaciones y otras estancias, breve historia del lugar…
Que conste que a mí todo esto me parece bien. Me parece que ya era hora de que nos incorporáramos, aunque tarde, a ese turismo de lo extraño, de los lugares encantados o hechizados, que tanto han explotado ya en otros países como el Reino Unido. España tiene decenas o cientos de castillos, palacios y enclaves con leyendas que nos hablan de fenómenos fantasmales. Un trasfondo que también forma parte del atractivo de los lugares y que ofrecen un valor añadido para la visita. Todo ello independientemente de que cada uno crea o no crea en hechos extraordinarios. No hay duda de que lo enigmático engancha, atrae.
En tiempos de crisis hay que aguzar el ingenio y desempolvar las viejas historias locales olvidadas para ofrecérselas al turista ávido de cosas nuevas y emocionantes. Y si todo esto se ofrece con un envoltorio atractivo y bien cuidado de recreaciones teatrales, actividades culturales e información abundante, mejor que mejor. Ahí está el futuro del turismo de interior y, en mi opinión, del turismo en España.
En el resumen de la contraportada de ‘Ático’ (Destino, 2004) se dice que se trata de una novela moderna. En cierto modo es verdad y no sólo un reclamo grandilocuente para atrapar a posibles compradores. Esta obra del barcelonés Gabi Martínez supone un enganche entre varios conceptos que en principio pueden parecer contradictorios: la realidad y la virtualidad, la cultura del norte y la del sur o la soledad personal y la hipercomunicación que permite internet.
Eduard es un programador de videojuegos que se encierra en un ático para crear su obra maestra: el juego al que todo el mundo querrá jugar, una especie de simulador social. Durante su reclusión sólo se comunicará con sus amigos mediante el correo electrónico y teléfono. Pero descubre que frente a su terraza viven unos inmigrantes marroquíes, el viejo, sabio y filósofo Ahmed y la joven Faridza, con quien Eduard mantendrá una relación platónica a través de la literatura. Y de fondo, como un paisaje, la guerra de Afganistán del otoño de 2001. A la vez también se narran las andanzas de un jugador, Kazuo Tanaka, mientras supera las pantallas del propio videojuego.
‘Ático’ desconcierta. Las escenas donde se narran las pantallas del videojuego me han parecido poco conseguidas y la relación entre Eduard y sus vecinos es poco creíble. Gabi Martínez parece que está más preocupado por dotar a su obra de esa «modernidad» de la que hablaba al principio antes que construir una verdadera historia. En general me gusta el modo en la que está escrita. El fallo quizás sea de planteamiento, que a mí no me termina de convencer. Por salvar algo, siempre gusta ver referencias al mundillo de la informática (algunos no muy correctos), a los videojuegos (sobre todo a ‘Los Sims‘) y al cine (‘Amélie’ y ‘En Construcción’). En definitiva, una curiosidad tan de la época en que fue escrita que ya parece superada.
‘Wendy and Lucy’ (2008) es una humilde película independiente norteamericana (esto sí es verdadera independencia y no ‘Juno’) que posiblemente no tenga una gran distribución comercial en España. Independencia es libertad para contar lo que sea de la forma que sea, lejos de los estándares de la industria. Es difícil que veamos las miserias de la América profunda de un país como los Estados Unidos, del que normalmente siempre vemos su fachada bonita y lustrosa.
La película cuenta la historia de Wendy, una chica que viaja en su coche junto a su perra Lucy hacia Alaska en busca de una vida mejor. Los problemas comienzan cuando su coche se estropea. Wendy no tiene dinero para arreglarlo. Durante un incidente en un supermercado pierde a su mascota, así que antes de continuar su camino por otros medios comienza a buscarla. Nada más sabemos de su vida, ni por qué abandonó su ciudad. A pesar de todo, la cinta transmite una cierta esperanza.
Tanto formal como narrativamente, ‘Wendy and Lucy’ no hace concesiones. No hay paisajes bonitos, no hay diálogos ingeniosos ni encuadres de cámara prodigiosos. Tampoco lo pretende. Se trata de una película mínima, dirigida con extraordinaria sensibilidad por Kelly Reichardt, y protagonizada con fortuna por la actriz de Hollywood Michelle Williams. En definitiva, es una de esas cintas incómodas pero que hay que ver. Wendy pasa a engrosar la lista de heroínas contemporáneas al estilo de ‘Rosetta’ y ‘Lilja 4-Ever’. Recomendable el artículo publicado en El País hace unos días sobre esta película y sobre el nuevo cine independiente norteamericano.
iTunes no es desde luego la mejor aplicación musical para Windows. Tuve mucho tiempo para comprobarlo. Era lento, engorroso, no se integraba todo lo bien que debiera con el sistema operativo y consumía mucha memoria. Desconozco cómo serán las nuevas versiones para el sistema operativo de Microsoft. En Mac, iTunes viene de serie con Mac OS X. Esa integración se nota mucho. Todo viene preparado para iTunes y la rapidez es una de sus principales virtudes. Es verdad que en algunos aspectos es excesivamente rígido y hasta un poco cabezota, pero obliga a mantener bien ordenada nuestra colección digital de música. La gestión de la biblioteca musical es algo opaco y hay que cambiar el chip para comprender del todo cómo funciona.
No es intención de este post hacer un análisis a fondo de iTunes. Para eso ya hay multitud de vídeos por la red. Sólo voy a mostrar los aspectos de la aplicación que utilizo y más me han gustado. A saber: todo lo referente a las portadas o a los podcast de vídeo y audio. Como tampoco quería que el vídeo fuera muy largo he omitido cosas como las listas Genius (que no utilizo nunca), las películas y sólo de refilón he tocado la iTunes Store.
Es uno de los temas que más he escuchado estos días. Tiene su gracia y además abre Muestra Musical 79. Son Chester French y la canción se llama ‘She loves everybody’:
Por pura casualidad el otro día entré en una web de vídeos educativos. Hasta la fecha conocía una web estupenda en castellano, lasmatematicas.com, que nos enseñaba a partir de vídeos todos los secretos de esa materia para algunos tan difícil como son las matemáticas: desde cómo hacer una raíz cuadrada hasta resolver una ecuación diferencial. Yendo un poquito más allá, como digo, encontré una web llamada Academic Earth donde mediante vídeos se nos muestran clases magistrales sobre cualquier materia: física, matemáticas, economía, ingeniería, historia, política, impartida por profesores de las universidades más prestigiosas de los Estados Unidos (Yale, Princeton, Stanford, Berkeley, Harvard o el MIT). Por supuesto todo es absolutamente gratuito. La única barrera es la del idioma, aunque con un inglés normalito (como el mío) pueden entenderse la mayoría de los clips.
Aprovechando la coyuntura, he estado buscando otros sitios similares. Hay muchos. Incluso YouTube tiene su propio canal educativo, YouTube EDU, en el que colaboran algunas universidades. A nivel más humilde encontré videoseducativos.es, una web dirigida a estudiantes sobre todo de primaria y quizás de secundaria. A este mismo público está dirigido EducaTube.com, aunque tampoco viene mal que los demás curiosos le echemos un vistazo. Para pasar un rato aprendiendo y aprovechando las nuevas posibilidades que internet nos ofrece más allá de la pura diversión y de la comunicación.
Muchas veces los discos te pillan por sorpresa. O más bien te buscan a tí, no tu a ellos. Eso es lo que me pasado con este ‘Romancero’ (Elefant, 2009), el esperadísimo debut en largo de Ana Fernández-Villaverde, alias La Bien Querida. Después de su EP ‘Monte de Piedad’ hace ya más de un año, presenta doce temazos donde se desgranan los temas habituales del pop, pero con un enfoque en las letras que me han parecido por lo menos original.
De la producción se ha ocupado David Rodríguez (sí, el de Beef y La Estrella de David) y es posiblemente el mejor traje para esas canciones. No sé si la idea de rodear a algunos temas de acordes tradicionales, palmas, guitarras, sintetizadores y toques arabescos es cosa de uno o de otro. Sea de quien sea es un gran acierto. Escuchad ‘De momento abril’ o ‘El zoo absoluto’. En esta última incluso encontramos un eco «planetario» procedente de ‘La Leyenda del Espacio’ y que podemos hacer extensible a casi todas las canciones. No parece casualidad teniendo en cuenta que tiene el apoyo personal de J y también de Antonio Luque (Sr. Chinarro). Y si seguimos jugando a las comparaciones, también le veo algo del ‘Popemas’ de Nosötrash.
Gracias a cortes como ‘Corpus Christi’, ‘De momento abril’, ‘El zoo absoluto’, ‘Siete medidas de seguridad’, ‘Romancero’ se convertirá sin duda en una de las sensaciones independientes de la temporada y uno de los mejores discos nacionales del año. Además dos revistas como son Plástica y Mondo Sonoro la llevan a sus portadas… Por algo será.
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