‘Los Hombres que no Amaban a las Mujeres’: la novela
Se conoce como trilogía de Millenium, y está siendo el fenómeno editorial del año. Tres libros de peculiares títulos, ‘Los Hombres que no Amaban a las Mujeres’, ‘La Chica que Soñaba con una Cerilla y un Bidón de Gasolina’ y ‘La Reina en el Palacio de las Corrientes de Aire’, han sacudido las librerías de toda España. El culpable es Stieg Larsson, un periodista sueco cuya afición era precisamente idear historias de suspense, pero falleció en 2004, un año antes de que se publicara en Suecia la primera novela de la trilogía. Movido por la curiosidad de leer el libro del que todo el mundo habla y del que, en tiempo récord y para aprovechar el tirón, se ha rodado una película, me lo he bajado en PDF y lo he ido leyendo a ratos libres. Es la primera novela que leo íntegramente en el ordenador.
Voy a obviar el argumento, porque a estas alturas de la jugada seguro que es de sobra conocido por todos. Así que pasemos directamente a mis impresiones. El punto de partida era dejar de un lado los prejuicios que tengo sobre los best-sellers de consumo rápido y adentrarme en el argumento con la mente «limpia». Y lo cierto es que las primeras cien o ciento cincuenta páginas me parecieron muy entretenidas y bastante bien narradas. Pero después la cosa comienza a torcerse y a hacer aguas por todas partes. No digo que el argumento troncal no sea sólido, que lo es, pero quizás sea esto precisamente lo que la hace tan previsible en la segunda mitad del libro, adoptando un lenguaje que más que literario es cinematográfico, a mi juicio uno de los principales vicios de la literatura moderna de consumo. Curiosamente, cuando comienza el desenlace es justo el momento en el pierdo el interés. Un final que no me convence.
En cuanto a los personajes, podría decir tres cuartos de lo mismo. Es muy difícil empatizar con ellos. Ni Mikael Blomkvist ni Lisbeth Salander son personajes demasiado memorables, sobre todo ésta última. La esquiva chica de aspecto «emo», el toque de anti-heroína postmoderna y tecnofílica que Larsson quiere dar a Salander se queda, para mi gusto, en un intento fallido. Otra cosa que me pone enfermo es el gusto de Larsson por las descripciones tan minuciosas como infantiloides de objetos que no aportan nada a la historia ni nos ayuda a dibujar a los personajes (por ejemplo la descripción de las características del ordenador PowerBook de Lisbeth Salander).
Conclusión: ‘Los Hombres que no Amaban a las Mujeres’ es una novela para leer rápido en el tren, en el avión o incluso en lugares ruidosos. No importa que perdamos el hilo o incluso nos saltemos unas cuantas páginas. Como he dicho antes, el final me ha dejado un poco frío. No hay nada peor que un libro con un buen comienzo y un mal final. Si lo hubiera comprado me sentiría estafado. Pero a pesar de todo, caeré en la tentación de leerme el segundo… y es que a uno siempre le puede la curiosidad.