‘Die Fetten Jahre Sind Vorbei’
El cine alemán nos ha proporcionado muchas satisfacciones en los últimos años. Y no sólo me estoy refiriendo a Michael Haneke, sino a toda una nueva generacion de realizadores que han renovado por completo el panorama germano. Uno de esos directores es Hans Weingartner. Aunque es austríaco, ha desarrollado su carrera en Alemania. Con apenas cuarenta años ha dirigido tres largometrajes: ‘Das Weisse Rauschen’ (‘El Ruido Blanco’) (2001), ‘Free Rainer’ (2007) y la que nos ocupa hoy, ‘Die Fetten Jahre Sind Vorbei’ (aquí traducida como ‘Los Edukadores’). Se trata de una producción de 2004 que cuenta con el popular actor hispano-alemán Daniel Brühl, que saltó a la fama con ‘Goodbye, Lenin!’ (2003) y que interpretó aquí en España a Salvador Puig Antich en el film ‘Salvador’ (2006). Brühl casi siempre ha escogido papeles relacionados con la política, y en este caso no iba a ser una excepción.
Jan y Peter son dos jóvenes que han formado un ingenuo comando subversivo que se dedica a entrar en las mansiones de los ricos para realizar acciones y concienciarlos de que sus días de abundancia se están terminando porque el mundo debe cambiar en pos de una mayor justicia social. Accidentalmente se les unirá Jule, la chica. Los tres se verán involucrados en unos desagradables hechos que los llevarán a replantearse sus convicciones.
‘Die Fetten Jahre Sind Vorbei’ es una película tremendamente entretenida, pero también es mucho más. En contra de las muchas críticas que he leído y en las que mezclan lo puramente cinematográfico con lo ideológico, se trata de una obra sólida, bien construida, y que sabe mantener constantemente la tensión a causa de sus inteligentes e imprevisibles giros narrativos. Todo es cuestión de rascar un poco bajo la superficie de los supuestos tópicos simplistas donde algunos detractores parecen haberse quedado. Porque lo verdaderamente interesante de esta película viene en la segunda parte de la cinta, que poco tiene que ver con la primera, donde el mundo idealista de los jóvenes se resquebraja para acceder a una verdad que ha sido la misma desde el principio de los tiempos: las buenas ideas que nacen de las revoluciones siempre permanecen. Una buena obra sobre la que sólo debemos opinar después de que han salido los títulos de crédito. Bastante recomendable.