Contundente en su título, ‘Españistán. Este País se va a la Mierda’ es un cómic recién publicado que está dando bastante que hablar. Su autor, Aleix Saló, afronta con humor y muchísima mala leche lo que ha sido el estilo de vida «español» de los últimos años. No es casualidad que su protagonista sea un joven, un pobre diablo ignorante y medio analfabeto que se le cae el mundo encima con la llegada de la crisis. Es el prototipo de joven sólo con estudios primarios que abandonaron los estudios a finales de los noventa y comienzos de los «dosmiles» para trabajar en el ladrillo y aprovechar la ola. Y por supuesto, meterse en una hipoteca que ya no puede pagar.
Que quede claro que no he leído el cómic pero sí bastantes opiniones, por eso tomad la mía con cautela. De hecho dudo mucho de que toda la gente que habla sobre él lo haya leído. Quizás si alguna vez lo leo cambie de parecer y no tendré problema en reconocerlo. A lo largo de las 144 páginas del cómic, Saló no deja títere con cabeza. Son blanco de sus críticas la SGAE, la telebasura, la corrupción, los políticos, los funcionarios (sí, el mismo tópico de siempre) y en general el «spanish way of life» que se ha ido formando en los últimos diez o doce años. O sea picaresca, pelotazo, chapucillas y no mirar al futuro, sino vivir el presente sin más.
Aunque si esto es así me parece interesante, también tengo ciertos reparos. Empezando por el nombre. Eso de Españistán más bien parece un insulto a los países pobres de Asia, normalmente de mayoría musulmana, que bastante tienen ya con luchar contra terrorismos, pobrezas e invasiones varias como para levantar cabeza. Poco afortunado el símil. También quizás se abuse, pasado por el tamiz del humor, de los lugares comunes. Por otro lado, Saló me parece el típico personaje que está de vuelta de todo (espero que esto no se interprete de forma peyorativa) y que a veces se puede pasar de listo (esto tampoco) tal vez inconscientemente. A pesar de todo, también hay que reconocerle que cuenta muchas verdades con una claridad meridiana.
Y para claridad meridiana y verdades, el clip que ha publicado –que no tiene nada que ver con el argumento del cómic–, en el que en pocos minutos se explica el origen de la crisis (muy a su manera, claro):
9bach son una banda galesa de folk que, ya antes de que comenzara el Womad, tenía ganas de ver. Su estilo, a medio camino entre la tradición y el sonido contemporáneo de gente como Portishead, va un paso más allá del clásico grupo de música popular. Una de sus características principales es que cantan en galés, lo que le da a cada composición un aire ciertamente críptico. En el clip que os presento, 9bach tocan dos temas: ‘Cweiriwch fy ngwely’ y ‘Yr eneth gadd ie gwrthod’. El repertorio que grabé incluía otro tema más, pero el sonido al final no era lo suficientemente bueno como para incluirlo, además se hubiera alargado demasiado el clip. Espero que os guste:
Más allá de la cámara, uno de los elementos por los que más me estoy interesando últimamente son los objetivos, las lentes. Si bien hasta hace no mucho tiempo me parecía un asunto secundario y con mi antiguo Tamron 18-270mm tenía de sobra, el tiempo y la experiencia me ha ido llevando hacia otra filosofía. Con mi nueva cámara, la 60D, he aprendido a combinar diferentes objetivos, ya sean los archiconocidos EF-S 18-55mm y 55-250mm de Canon, como el Tokina 11-16mm, un gran angular del que paso a comentaros mis impresiones. Cierto que se pierde versatilidad respecto a tener un solo objetivo, pero se gana en definición y en calidad de imagen.
Respecto al Tokina, desde que supe de la existencia de un gran angular a un precio razonable (menos de 500 euros en mi caso), no pude quitármelo de la cabeza: Era la pieza que me faltaba para completar un rango de distancias focales que ya era bastante amplia. Mi primera impresión nada más recibirlo fue el de su robustez. Su construcción parece a prueba de bombas y todas sus piezas móviles tienen un acabado y un tacto excelente. Pero esa robustez también supone un peso que me pareció excesivo. Montado sobre mi cámara suman casi kilo y medio. En largas jornadas fotografiando, el cuello se termina resintiendo (os lo digo por experiencia).
Reconozco que me costó un poco hacerme con él, sacarle al menos parte del partido que sin duda tiene. Con aperturas de diafragma muy grandes (por encima de f8) me resultaba muy difícil hacer un enfoque correcto. Hasta el punto que con la apertura mínima, f2.8, todas las fotos me salían borrosas. Probando con varios modos de enfoque di con el punto justo. Ahora, por precaución, no suelo usar menos de f8, salvo condiciones muy concretas (de luz o de distancia hacia el motivo a fotografiar). Aquí os dejo algunos ejemplos de fotos tomadas con este excepcional objetivo. Espero subir estas y otras imagénes en breve a Cromavista:
Una de las cosas más interesantes de internet es poder viajar en el tiempo y en el espacio sin ningún límite más allá de nuestra imaginación. Como curioso impenitente, la red brinda un abanico inabarcable de propuestas, por lo que la mayoría de las veces llego a ellas por mera casualidad. Tal es el caso de la famosa Quinta del Sordo, el caserón madrileño donde vivió un Francisco de Goya anciano y atormentado entre 1819 y 1824. En una visita a la sala de las Pinturas Negras del Museo del Prado me asaltó la curiosidad. Aquel primer pensamiento vino por el letrero que comentaba la procedencia de aquellos cuadros. Ya sabía que habían sido pintadas en la Quinta, pero desconocía que fueran realizadas sobre las paredes, casi a modo de fresco. Tras la muerte del genial pintor fueron extraídas y enviadas a Francia, que rechazó exponerlas. Por eso ahora están en España.
La cuestión es que un día, navegando sin mucho rumbo ni criterio por internet di con una web (cuyo nombre ahora no recuerdo) que narraba la historia de la Quinta del Sordo. Lo interesante del tema es que la casa había permanecido en pie hasta la década de los años veinte del siglo XX, justo una centuria después de que allí morara el artista aragonés. Sucumbió, como suele ocurrir, pasto de la incultura y del avance descontrolado del urbanismo de la ciudad. Según varias fuentes, el lugar exacto en el que ubicaba es la intersección de las calles Caramuel y Juan Tornero (más bien en la prolongación hacia el sur de la primera), muy cerca del puente de Segovia. El lugar lo ocupan en la actualidad unos bloques de viviendas y un colegio construidos en los años cincuenta. Existen una placa en forma de rombo en la fachada del inmueble número 32 de la calle Saavedra Fajardo. Un pequeño letrero que indica el lugar exacto donde se encontraba la Quinta del Sordo con la siguiente leyenda: «En este lugar estuvo la Quinta del Sordo, donde vivió Francisco de Goya de 1819 a 1824, y en ella realizó las Pinturas Negras». Puede verse la placa (aunque no leerse) desde Google Street View.
Si no hubiera sido por la estrechez de miras de la época, quizás hoy tuviéramos un lugar de peregrinaje para aficionados a la pintura y, tal vez, un museo dedicado a Goya en ese mismo lugar. Pero esa es la historia de muchos otros lugares emblemáticos de nuestra historia y de nuestro arte que hemos cercenado en siglos pasados, por culpa de una falsa idea de progreso en la cabeza. Para más información sobre el emplazamiento actual, os recomiendo echar un vistazo al blog Urban Idade, que dedica un post a la Quinta.
Los Planetas han sido una de las bandas indies nacionales contemporáneas que más literatura han generado: Concretamente dos libros (si no contamos el cómic que acompañaba a ‘Principios Básicos de Astronomía’ de Juanjo Sáez). El primero de ellos fue ‘Los Planetas: La Verdadera Historia’ de Jesús Llorente, publicado en 2008 y el que ahora nos ocupa, ‘Una Semana en el Motor de un Autobús’ (Lengua de Trapo, 2011), con el elocuente subtítulo de «El disco que casi acaba con Los Planetas».
El periodista musical Nando Cruz se vuelve cronista de la génesis del trabajo más complejo e influyente del grupo granadino, no sólo centrándose en la música, sino también (y esto es lo más interesante) en las relaciones personales, a menudo tormentosas, entre sus miembros, y como estos tiras y aflojas tuvieron mucho que ver en que ‘Una Semana en el Motor de un Autobús’ sea como es. Dividido en más de una treintena de capítulos y 185 páginas, Cruz comienza su narración en 1996, tras el abandono de la bajista May, la sustitución de Raúl por Eric en la batería y los abusos de Florent con las drogas.
El libro cuenta muy bien la decadencia de una banda, que pudo ser definitiva, y su resurgimiento. En medio, toda una serie de pequeños acontecimientos, anécdotas y lecturas paralelas que hace que los aficionados a Los Planetas disfrutemos muchísimo leyéndolo. Además, proporciona nuevas claves para entender el que es, en mi opinión, el mejor trabajo de la banda.
El domingo por la noche, los grafismos de las televisiones mostraban unos elocuentes mapas de España. Según avanzaba el recuento electoral ese mapa iba poco a poco rellenándose de color azul (según la convención de marcar rojo las conquistas del PSOE, azul las del PP y otro color a elegir para el resto). A eso de las once y media, España ya era oficialmente «azul» excepto los reductos habituales en colores variopintos. Se trataba del más amplio triunfo del Partido Popular en unas elecciones y una de las derrotas más catastróficas del PSOE. Por mucho que se diga que era algo esperado, la fuerza de la ola ha sobrepasado todas las expectativas.
Mucho se podría debatir sobre las causas de esta debacle, aunque algunas parecen bastante claras. La situación económica ha castigado al Gobierno por un lado, y por otro la propia crisis ha hecho que el PSOE se desdibuje y traicione sus propias siglas y más de 150 años de historia. A partir de mayo de 2010, las medidas antisociales tomadas, la impunidad de los poderes financieros y la reforma laboral para perjuicio de los trabajadores han puesto en contra a muchos de los suyos. Fue cuando la izquierda perdió el norte y se convirtió en una especie de derecha postiza. Y eso ni se olvida ni se repara fácilmente.
A partir de ahora, si de verdad se quieren ganar las generales de marzo de 2012, hay mucho trabajo por delante. Lo primero reparar los estragos ideológicos causados. Recuperar la izquierda con medidas justas y rigurosas (que no populistas) para deshacer todos los demanes del pasado reciente. Evidentemente para ello hace falta otro candidato, y cuanto antes mejor. También cambiar el discurso y alejarse de la derecha. Sería bueno también hacer suyas algunas de las propuestas del Movimiento 15M (las más fáciles de aplicar) y, en definitiva, estar la cabo de lo que opina y siente la calle. En cuanto a redistribuir los recortes impuestos para conseguir recortar el déficit público exigido por Europa proponiendo medidas menos injustas que las actuales (recorte de sueldos de funcionarios, congelación de pensiones o subida del IVA) en favor de la imposición de nuevos impuestos sobre las transacciones financieras o a las grandes fortunas, retirar tropas de guerras inútiles o anular la financiación de la Iglesia Católica quizás sea mucho pedir… Pero lo cierto es que hay mucho margen de maniobra.
El Womad es ya un evento clásico dentro de la programación cultural de Cáceres. Desde que estoy aquí siempre me he dado una vuelta a echar un vistazo por los escenarios (siempre hay algo interesante). El ambiente es muy agradable y todo el mundo participa, sobre todo en los talleres, donde se puede aprender mucho sobre la música y las costumbres de otras latitudes. Por segundo año consecutivo me pasé por allí los tres días del festival con la cámara para tomar fotografías y grabar en vídeo algunas de las actuaciones.
Este año, quizás por su veinte aniversario en la ciudad, el ambiente fue mucho más intenso que en ediciones anteriores. Esa intensidad se nota (o al menos eso he intentado) en los vídeos de esta edición. El público y los «womeros» son una de las grandes atracciones del evento, por eso son también protagonistas de los vídeos, aportando color y variedad a las actuaciones. Por cuestión de espacio, el reportaje va a estar dividido en cuatro partes que iré subiendo semana a semana. Corresponden a parte de las actuaciones de los cacereños Barrunto Bellota Band, los galeses 9bach, los senegaleses Takeifa y finalmente el pasacalles de cierre del festival. Vamos ya con el primero:
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