Uno de mis últimos descubrimientos musicales ha sido una sorpresa bastante grande. Lorena Álvarez y Su Banda Municipal, que así se llaman, son uno de los motivos por los que eso tan inclasificable que llamamos indie sigue mereciendo la pena. Tras este curioso nombre se esconde la titular y otros dos componentes que, sin ánimo de romper, ha roto todos los esquemas de los indie kids nacionales con sencillas canciones ¿folk? ¿pop? de aires ¿joteros?. Sé que suena extraño, pero así es. Lo mejor es que esa rara simbiosis funciona, y funciona muy bien. Los asturianos tienen, además el beneplácito de la Rockdelux, que les ha dedicado una reseña en su web.
Parece que la música de «raíces» españolas ha calado mucho en el panorama independiente y probablemente estos chicos abran (ojalá) una nueva vía de renovación mirando hacia otros horizontes. Lorena Álvarez y su Banda Municipal sólo han publicado un trabajo hasta la fecha, en el sello barcelonés Sones. Se trata de un EP llamado ‘La Cinta’ que primeramente fue lanzado en casete en edición limitada de 150 ejemplares (acompañado de un merchandising imposible) y ahora ya disponible en CD. El disco puede escucharse gratuitamente gracias a Soundcloud:
La colección de videoclips que tienen colgados en internet tampoco tiene desperdicio. Es imposible resistirse a esa inmediatez y ese amateurismo. Sólo un ejemplo:
La penúltima entrega de los vídeos dedicados a Londres está dedicado al paso de cebra más famoso de la historia: Abbey Road. Un paseo con música de ‘Come together’ de los Beatles. Después nos vamos hasta el mercado de Covent Garden, un lugar donde puestos de comida se mezclan con tiendas de té, de perfumes, ropa y casi cualquier cosa. La decoración navideña, con ese Rudolf de hierba y esas enormes bolas colgando del techo no tiene desperdicio. Por último, un paseo por dos museos, primero por el Natural History Museum y su impresionante edificio y, por supuesto, la joya de la corona de los museos londinenses, el British Museum, prestando especial atención a las salas egipcias y al de tesoros del mundo precolombino.
La banda sonora de este capítulo es muy variada. Aparte del tema de los Beatles antes mencionado, incorporo a bandas como Pan Sonic, Tortoise, Sufjan Stevens o The Cinematic Orchestra. Respecto a la introducción que, como estáis viendo, en cada episodio es diferente, he utilizado una técnica especial para conseguir esa cámara superlenta tan espectacular. Se trata del plugin Twixtor para Adobe CS5, que hace maravillas cuando lo usamos en los clips adecuados…
‘The Artist’ es la película del momento y si no la has visto estás fuera del mundo. Por eso yo la vi el sábado pasado, aprovechando la previsible lluvia de estatuillas doradas de anoche. Muchos se podría comentar sobre esta película, pero desgraciadamente poco sobre la película en sí. El hecho de ser una película prácticamente muda se ha convertido en una especie de marchamo de autenticidad, en un experimento arriesgado en un mundo, como es el cine de Hollywood, donde todo es sota, caballo y rey. El espectador de cine convencional busca desesperadamente nuevos lenguajes, nuevas formas de contar las mismas historias de siempre, pero sin salirse del mainstream de la gran industria. Y han tenido que venir los franceses para ofrecerlo.
A Michel Hazanavicius, su director, hay que reconocerle muchos méritos. El primero tener la vista de apostar por una película hecha a la vieja usanza (bueno, quizás no tanto, ya que los planos y el montaje en general son de estilo bastante moderno). El segundo, la originalidad y, me atrevería a decir, la maestría en el aspecto visual, con especial atención a la prodigiosa iluminación, que en la película da muchísimo juego. Y el tercero, contarle a Hollywood una historia que quiere escuchar, la de su mítica etapa fundacional, la transición entre el cine mudo y el sonoro.
No es difícil imaginar a ‘The Artist’ como una película de dibujos animados. Es más, a veces lo parece. El personaje principal (claro homenaje a Douglas Fairbanks) parece más un cliché, una imagen construida, un arquetipo del cine mudo, que uno real. Evidentemente se ha hecho a propósito. Todas y cada una de las secuencias de su sencillo argumento están envueltas de una irrealidad agradable, una magia en la que la banda sonora y el poder del blanco y negro son aliados inestimables. El trabajo de los actores es bueno, y se adapta bien a la historia, pero tampoco pasará a la historia.
‘The Artist’ es una película recomendable para pasar un buen rato con un cine diferente y sin salirse de los cánones.
Casi coincidiendo con el cierre de la edición impresa de Público, el diario El País finaliza su renovación en la web. Culminó el pasado día 22 con la nueva portada. El equipo de Gumersindo Lafuente, todo un experto en esto del periodismo digital y la arquitectura de la información, ha conseguido transformar en unos meses lo que ya comenzaba a ser un dinosaurio en forma de diario, engorroso y difícil de manejar. Lafuente ha puesto patas arriba todo el flujo de trabajo de la redacción para evitar duplicidades en las redacciones de papel y digital y que todas esas tareas que se vuelcan cada poco tiempo en la web queden reflejadas después en el diario. Se ha sustituido también el CMS y Eskup, el sistema para que cualquiera pueda compartir noticias y colaborar cobra nuevo protagonismo.
El resultado es una web más fácil de leer, más corta y, aunque no todo (es imposible) está a la vista, es posible acceder a todos los rincones del diario prácticamente con un solo clic gracias a unos menús muy prácticos situados en una pequeña columna a la derecha. Estéticamente también la mejora es visible, cambiando esos omnipresentes colores azul, gris y negro por un código de colores que se identifican con cada sección. El conjunto ahora es más fresco, moderno y práctico.
Pero a día de hoy todavía quedan aspectos sin terminar. Por ejemplo, el polémico asunto de la descargar de los PDFs del periódico aún no se ha resuelto. La única forma de acceder a este formato es a través de la infame plataforma Kiosko y Más, que además de ser lento, no permite la descarga de cada edición diaria. Lafuente ha comentado que están trabajando en ello. Confiamos en su buen hacer.
Para terminar os dejo con un vídeo en el que el director de El País, Javier Moreno, explica el cambio, no sin antes recomendaros el blog que el propio Sindo Lafuente ha ido escribiendo explicando todos los cambios sufridos.
Cada nueva entrega de mi vídeo sobre Londres supone superar nuevos retos técnicos. Esta vez a cuento del estabilizador, que generaba deformaciones extrañas en el vídeo. Corregirlo me ha llevado bastante tiempo. También ha supuesto un reto el montaje de la primera parte del clip, el correspondiente al cambio de guardia en Buckingham. El problema venía de que el material que tengo es demasiado monótono y de planos poco variados. Para colmo, está sacado a muchos metros de distancia. Convertir esos casi treinta minutos en algo visible, entretenido y vistoso ha costado, pero finalmente el resultado es bastante aceptable. Por otr lado, también deciros que la parte dedicada a Hyde Park es mi favorita, sobre todo porque la luz que había ese día era increíble.
Musicalmente, y como siempre, hay un poco de todo: Marchas militares (la banda de los Coldstream Guards), pop experimental (Broadcast) y clásico (Early Day Miners) y música minimalista de Philip Glass. Espero que os guste.
Si a veces rebusco entre filmografías de países extraños no es por esnobismo, sino por la pura curiosidad de encontrar otras formas de vida, otros modos de entender la realidad y, por supuesto, otras concepciones a la hora de hacer películas. Cuando uno se encuentra ante una obra realizada en Bután, es difícil resistirse a la tentación de verla, de comprobar qué visión de la vida tienen sus habitantes. Y, en el fondo, suelen ser básicamente los mismos que cualquier otro pueblo del mundo. ‘Travellers and Magicians’ (‘Viajeros y Magos’ en castellano) es una coproducción de Bután y Australia realizada en 2003 por Khyentse Norbu. Que yo sepa es la única película de aquel país del Himalaya que ha trascendido a sus fronteras.
En ella se cuenta la historia de Dondup, un joven funcionario de una aldea perdida de Bután que sueña con marcharse a Estados Unidos. Pero para hacer realidad su sueño ha de caminar unos kilómetros entre su pueblo y la parada del autobús. Todo se complicará cuando pierde el transporte. En su espera del siguiente medio de transporte que lo traslade se cruzará con diversos personajes que harán de esta una experiencia inolvidable. De entre todos ellos, un socarrón monje budista que le contará una hermosa leyenda con la que Dondup se sentirá identificado.
‘Travellers and Magicians’ es una película de factura tan humilde como honesta. Resulta difícil no simpatizar con sus protagonistas, todos ellos sin maldad y dispuestos a echar una mano cuando hace falta. El implacable guión es del propio director y funciona a la perfección. Consigue que ambas historias, la real y la que nos cuenta el monje, atrapen por igual. En conclusión, una pequeña película cuyo hallazgo me reafirma en la búsqueda de esas filmografías exóticas.
El universo del escritor japonés Haruki Murakami parece no tener fin. Su desbordante imaginación suele apabullar a la vez que atrapar a quien se adentra en sus novelas. Todas ellas tienen ese toque, esa sensibilidad especial (quizás sea por la idiosincrasia del país oriental) que es complicado ver en los literatos europeos. La publicación de la trilogía ‘1Q84’ (fuera de Japón editados en dos volúmenes en 2011) supone la obra más extensa y ambiciosa que ha publicado hasta la fecha.
Los que ya conocemos parte de los códigos que Murakami utiliza en sus libros, no sorprende encontrar a unos personajes que parecen moverse con comodidad, o al menos con decisión, en un universo enrarecido, con una especie de realismo mágico a la japonesa. ‘1Q84’ es una sinfonía, una maquinaria con la precisión de un reloj que va desarrollando su argumento sin prisas pero sin detenerse ni un solo momento y a la vez recreándose minuciosamente en detalles que en apariencia son insignificantes, pero que ayudan a reconstruir en la mente del lector ese «nuevo mundo» paralelo.
La novela está estructurada en capítulos donde se aportan los puntos de vista de sus dos protagonistas principales en los dos primeros libros y tres en el tercero. Por una parte Tengo, un treintañero profesor de matemáticas en una academia y aspirante a escritor con una vida anodina. Por otro Aomame, una instructora de gimnasia de alto nivel. Por último, el tercero en discordia, Ushikawa, un detective privado que servirá de nexo entre los dos anteriores, principales pilares de ‘1Q84’. Pero a estos hay que unir otros personajes de vital importancia para la trama. Sobre todo Eriko Fukada, la chica desencadenante de toda la historia. Todos ellos vivirán una extraña historia en un mundo que no es el suyo, sino una copia en la que una segunda luna, pequeña, deforme y verdosa, acompaña al astro nocturno. Un mundo en el que el poder de una secta (de miembros que no parecen del todo humanos) llamada Vanguardia ejercerá un influjo casi mágico en los personajes.
En definitiva, Murakami realiza una reflexión sobre la realidad y el poder de la religión y las creencias en general en nuestra percepción del mundo. Si os ponéis con él os recomiendo que os lo toméis con mucha calma, atendiendo a los detalles, y que aparquéis vuestra mentalidad occidental. Si no, probablemente os perderéis parte del encanto de esta novela.
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