Hacía ya bastante tiempo que no actualizaba mi web de fotografía Cromavista. Problemas de espacio aparte –que serán solucionados en breve– los últimos meses han sido relativamente tranquilos en cuanto a actividad fotográfica. Pero eso ha terminado y ya están aquí unas cuantas galerías nuevas. 57 nuevas fotografías repartidas en 6 galerías. A saber: Los dólmenes de Valencia de Alcántara (Cáceres), el cerezo en flor del Valle del Jerte (Cáceres), la estación fantasma de Chamberí del Metro de Madrid, Hervás (Cáceres), Marvão (Portugal) y una selección de imágenes de la Semana Santa de Zamora. Y pronto más galerías… Aquí unos ejemplos:
La semana pasada se cumplieron veinte años de la inauguración de uno de los eventos más importantes que ocurrieron en España en nuestra historia reciente. La Exposición Universal de Sevilla de 1992 supuso, junto con los Juegos Olímpicos de Barcelona, el impulso definitivo para que nuestro país se lavara la cara de una vez, tanto de cara al interior como al exterior de nuestras fronteras.
A finales de septiembre de aquel año visité en familia la Expo. Aquella fue la segunda vez (la primera en un viaje) que llevaba la cámara de fotos Yashica TL Electro X de mi padre cargado con un carrete de 36 diapositivas Afgachrome. El resultado, como veis, no fue demasiado bueno, pero fue el comienzo de una afición que sigue veinte años después.
En definitiva es un pequeño testimonio de las 31 fotografías que tomé del recinto durante los tres días de visita.
El pasado sábado tuvo lugar la jornada de puertas abiertas que todos los años desde 2005 celebra la Biblioteca Nacional de España. El aforo era limitado a 1500 invitaciones a lo largo de las cinco horas entre las 8 y las 14, así que no había tiempo que perder. Por suerte llegamos a una hora razonable y todavía quedaban bastantes entradas. La cola para acceder tampoco era demasiado larga como hubiéramos pensado en un principio. La visita en total duró más de una hora y nos llevó por lugares que el resto de los mortales no puede ver durante el resto del año, guiados por sus propios trabajadores y en pequeños grupos de unas veinte personas. Además, ojo al detalle, se podían hacer fotografías.
Es un auténtico lujo que cada departamento sea explicado por sus propios profesionales. Así, en el departamento de restauración, nos comentaron cuales son los principales problemas que sufren los libros archivados en los estantes de la BNE y las técnicas para su restauración. Lástima que esta parte, muy interesante, no durara más que unos pocos minutos. El funcionamiento de los kilómetros de estanterías que almacenan los documentos en depósito legal también resultó curioso. El recorrido de la visita es, curiosamente, el inverso que realizan los fondos en su ciclo dentro de la biblioteca. Entramos en sus tripas por la sala general de lectura y acabamos en el almacén donde los camiones descargan todos los materiales que han de ser catalogados y archivados.
El ambiente durante toda la visita fue cercano y distendido, pudiendo preguntar sin problemas cualquier duda, detalle curioso o inquietud que tuviéramos. Al final, se nos entregó un pequeño obsequio, una lámina (un mapa de España de 1705 realizado por el francés Nicolás de Fer para el recién llegado primer monarca borbónico español Felipe V llamado ‘L’Espagne Triomphante sous le Regne de Philippe Vme.’) guardada en una carpeta con el logotipo conmemorativo del tricentenario de la Biblioteca Nacional, una colección de marcapáginas también con motivos del tricentenario y un CD–ROM con una versión interactiva del Quijote.
El colofón fue la visita a la exposición especial, abierta a todo el público, en la que se conmemora este tricentenario. Se trata de una muestra impresionante con algunos de los fondos más emblemáticos que guarda la biblioteca. Vimos originales (sí, nada de facsímiles) del Beato de Liébana, tratados técnicos de Leonardo Da Vinci con su enigmática escritura al revés y sus minuciosas ilustraciones, algunos de los primeros libros impresos en España en el siglo XV, las ‘Cantigas de Santa María’ de Alfonso X El Sabio o una primera edición del Quijote, entre muchas otras. También hay que destacar la cantidad de manuscritos, bien cartas o bien originales de obras de escritores y artistas como Miguel Hernández, Dalí, Lorca, Blasco Ibáñez, Lope de Vega o Calderón de la Barca. También las fotografías tienen sitio en la exhibición. Fotógrafos como Robert Capa, Agustí Centelles o los pioneros Clifford y Laurent. Como véis, todo material de primer orden y una oportunidad única para ver documentos importantísimos para la cultura española que normalmente no se exponen.
Para terminar os dejo con un documental sobre la Biblioteca Nacional que es el que se está proyectando en esta exposición:
La información que tenemos sobre los tiempos antiguos (los previos a nuestra era) en la península ibérica es más bien escasa, por no decir nula. Las referencias que existen son ambiguas y sujetas a la interpretación de los historiadores. La llamada ‘Ora Maritima’ es el documento más antiguo que hace referencia (supuestamente) a la antigua España. Concretamente, la obra del literato romano del siglo IV Rufo Festo Avieno hace referencia a otra mil años anterior cuyo autor es un desconocido marino de Masalia (la actual Marsella). En este texto los investigadores han querido ver una descripción poética de la costa sur española.
Tal y como comenta Sonia Barja en sus estupendos y didácticos artículos «Interpretación Geográfica del Poema ‘Ora Maritima’ de Avieno Sobre el Entorno del Golfo Tartésico», los antiguos marineros no contaban con mapas para navegar, sino que se guiaban por descripciones escritas de los accidentes geográficos costeros. Además de ser un texto extraordinamente antiguo, es contemporánea al esquivo y legendario reino de Tartessos, al que hace alguna referencia. Por eso fue un documento de cabecera para arqueólogos como Adolf Schulten en su búsqueda del reino perdido en las inmediaciones del Parque de Doñana.
Para un profano como yo, leer la ‘Ora Maritima’ es leer un texto ininteligible, con alusiones múltiples a mitología y a nombres de lugares desconocidos. Y parece que los exégetas de esta obra tampoco se ponen de acuerdo. Existen multitud de explicaciones posibles y ubicaciones geográficas. Además parece claro que los romanos confundieron los nombres de lugares con lo que añade aún más misterio. Es probable que nunca sepamos con exactitud lo que nos quiso decir aquel marino del siglo VI a. C. a través de Avieno… o quizás nos ayude a encontrar los restos de Tartessos… Nunca se sabe.
Parece mentira, pero hace tan solo seis años publiqué un artículo en el que comentaba el lanzamiento de la primera cámara doméstica que grababa vídeo a 1080i. Fue en octubre de 2005. Tres años después ya eran una realidad al alcance de cualquier persona y hoy día es una tecnología casi superada. Desde hace dos o tres años se vienen lanzando modelos de cámaras dirigidas al sector de cine digital profesional con capacidad para grabar vídeo a 2K y 4K, esto es, 2 y 4 veces la alta definición actual. Las ya legendarias cámaras Red pusieron al alcance de casi cualquiera (entre 6000 y 18000 euros) unas cámaras impensables muy poco tiempo antes y que alcanzan la calidad de las cámaras cinematográficas analógicas a un coste varias veces menor.
Ahora, el foco del mercado del 4K se dirige –todavía tímidamente– hacia la electrónica de consumo. Aún es pronto, pero la compañía Sony ya ha lanzado una videocámara con capacidad 4K dirigida a un mercado semiprofesional. Se trata de la NEX-FS-700 y competirá directamente con la Red Scarlet y con la JVC GY-HMQ10, al menos en el rango de precios de los 4000-7000 euros.
El avance la la tecnología de la imagen es tal vez uno de los punteros actualmente. Las mejoras que se han producido en la imagen grabada en movimiento en los últimos diez años ha sido exponencial. ¿Qué nos depararán los próximos diez años? Posiblemente la implantación como nuevo estándar del 4K, con televisores mucho más grandes (o al menos con más densidad de píxeles) que soporten estas resoluciones y videocámaras en nuestros dispositivos móviles que graben en ese formato. ¿Habrá un siguiente paso? Estoy seguro de que sí.
Ayer leí en El País un interesante artículo sobre algo que creo que es un fenómeno que crece: los cansados/hartos/asqueados de las redes sociales. Su título es bastante elocuente: «Insumisos de las redes sociales». Está en boca de todo el mundo, parece que todo el mundo las utiliza y si no las utiliza no estás en internet. Muchos nos rebelamos contra esto y buscamos un uso inteligente de la red, un uso útil que de verdad nos ayude en la vida diaria y en nuestras comunicaciones y no de lo que quieran determinados poderes. Da la impresión de que no somos conscientes de que toda esa información que se genera cae en manos de empresas privadas para su propio uso y consumo, normalmente publicidad.
Muchas veces nos dejamos llevar por el oropel de la moda, los interfaces intuitivos y bonitos, la comunicación fácil, y normalmente banal y por esa debilidad humana que es el cotilleo puro y duro, a cambio de estar controlados todo el tiempo. Afortunadamente es una moda que terminará más pronto que tarde. La gente se cansará y la red inventará otra cosa. En el artículo en cuestión, los principales argumentos que se esgrimen para no usar las redes sociales son, por una parte, la pérdida de tiempo que supone frente a las pocas ventajas que ofrece, y por otro la vulgarización de la información y el gusto por el chismorreo barato que en el fondo no aporta nada a nuestras vidas. Por mi parte, en su día me registré en Facebook, Twitter, Tuenti o Flickr, pero ninguna de ellas tiene actividad ya y he procurado borrar toda la información que contienen. En un futuro próximo eliminaré mis cuentas.
Son ya muchos años en internet (prácticamente desde que se popularizó a finales de los noventa) y he aprendido unas cuantas cosas. Por ejemplo seleccionar concienzudamente los servicios web en los que me registro y, por supuesto, tener muy claro los datos que puedo proporcionar y cuales pueden deducirse a partir de otros. Incluso también cuales puedo proporcionarme por mí mismo, sin depender de nadie. Pensaréis que es pura paranoia, pero cuanto menos se sepa de nuestras vidas en internet, mejor. Yo al menos no estoy dispuesto a facilitar el trabajo a absurdos estudios de mercado o recibir absurdos correos electrónicos con absurdas promociones que van directamente a la bandeja de «no deseados».
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