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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
29 de agosto de 2015

Los Zamorani

Hace no mucho tiempo descubrí por casualidad que en Italia existe un apellido llamado Zamorani. Durante algunos días estuve, como se suele decir, con la mosca detrás de la oreja. Estaba claro que su origen podría estar en nuestra ciudad de Zamora. Tras algunas investigaciones por internet –complicadas por otra parte– di con unos pocos datos que espero poder ampliar.

Descubrí que en la región italiana de Emilia-Romaña, y concretamente en la ciudad de Ferrara, existen unas pocas decenas de familias con el apellido Zamorani. Todas ellas son de origen judío. Buscando un poco más, y a través del foro francés de Geneanet.org, encontré la pista que buscaba:

Zamorani è un rarissimo cognome Ferrarese, risale ad indietrissimo. Gli Zamorani erano una famiglia ebrea di straccivendoli, scacciati in quanto non cattolici dalla città di Zamora e dalla Spagna, durante la Reconquista.

O lo que es lo mismo traducido significa lo siguiente:

Zamorani es un raro apellido ferrarés, se remonta a muy antiguo. Los Zamorani eran una familia judía de traperos, expulsados por no ser católicos de la ciudad de Zamora y de España durante la Reconquista.

En la publicación que se editó en 1986 con motivo de la III Convención Hebrea de Italia, «Italia Judaica», se hace una breve referencia al apellido Zamorani, simplemente con el texto:

da Zamora nella regione di Leon.

Con una leyenda haciendo referencia a un tal Salomón Zamorani di Ferrara, un personaje que vivió en el siglo XVIII. Como mucho, me he podido remontar a un par de generaciones atrás. Moisés Zamorani es el primero del clan que he conseguido encontrar. Vivió a mediados del siglo XVII. Poco más he conseguido encontrar. Parece que esta es una historia más de las que se pierden en la niebla de los tiempos…

25 de agosto de 2015

‘1992’

‘1992’, además del título de la serie que voy a reseñar, es un año clave en la historia reciente de Italia. Fue el año en que el proceso Manos Limpias, llevado a cabo por el fiscal de Milán Antonio Di Pietro, desmontó una amplia red de conexiones turbias entre la política, la empresa y el crimen organizado. Fue el año del asesinato de Giovanni Falcone y de Paolo Borsellino, por enfrentarse a las familias mafiosas. Y también fue el comienzo de cambio de la política italiana. De los viejos y acartonados partidos surgidos de la dinámica posterior a la segunda guerra mundial –la Democracia Cristiana, el Partido Socialista o el Partido Comunista prácticamente desaparecieron o redujeron en gran medida su representación en las elecciones de 1993– se pasó al triunfo de los nuevos partidos, principalmente Forza Italia (con Berlusconi a la cabeza) y la Liga Norte. Comenzaba la era de la política televisiva…

Y este es precisamente el trasfondo real del complejo argumento de la serie ‘1992’. En ella se desgranan y se solapan las historias personales de sus protagonistas, cada uno con sus secretos y sus ambiciones. Luca Pastore, policía de la fiscalía de Milán, está embarcado contra una farmaceútica que comercializó ilegalmente plasma infectado de VIH con la connivencia del Estado. Leonardo Notte es un publicista de élite en nómina de Publitalia. Cínico y narcisista, luchará para que sus ideas de considerar la política como un producto vendible más le traerá más de un problema. Su pasado también le persigue. Pietro Bosco es un soldado y exjugador de rugby que acaba de volver de la primera guerra de Iraq. Por un hecho fortuito es propuesto por la Liga Norte para engrosar sus filas y llegar al parlamento italiano. Sin estudios y de carácter rudo y simple, chocará con sus colegas de profesión. Junto al elenco protagonista masculino, está el femenino: Bibi Mainaghi, heredera inexperta del imperio farmaceútico que investiga Luca. Veronica Castello, una antigua prostituta de lujo que hará lo que sea para triunfar en el mundo de la televisión, pero con enormes contradicciones. Todos ellos, más los muchos secundarios –algunos casi protagonistas– que aparecen en el reparto, entrecruzarán sus destinos en esos momentos convulsos.

Aunque no he podido verla en versión original, y estoy seguro de que el doblaje no le hace justicia, todo en ‘1992’ es creíble. La recreación de la época, el trabajo estupendo de los actores, las situaciones –salvo algunos detalles que no terminan de encajar–, la creación de Stefano Accorsi, Alessandro Fabbri, Ludovica Rampoldi y Stefano Sardo funciona muy bien en la difícil tarea de aunar hechos históricos con las historias personales sin que parezca forzado. En conclusión, esta serie de Sky Atlantic ha sido un buen descubrimiento. 7,5/10.

20 de agosto de 2015

‘Y Dydd Olaf’ de Gwenno

Hace tiempo que no escribo crítica de un disco. Y no es por falta de material que comentar, sino más bien por pereza. Pero me he armado de valor y voy a hablaros de un trabajo que me ha entusiasmado últimamente. Se trata de ‘Y Dydd Olaf’ (sí, es galés, y significa más o menos ‘El Último Día’) de Gwenno. Esta chica es conocida básicamente por haber formado parte del grupo The Pipettes. Previamente a su paso por esta formación experimentó con la música electrónica cantando también en galés y publicando dos EPs y un álbum en un pequeñísimo sello llamado Peski Records. En realidad, ‘Y Dydd Olaf’ es una reedición de su segundo largo ahora publicado por Heavenly Records para todo el mundo.

Gwenno navega con soltura por un mar de ecos, electrónica retro, samplers y loops con mucha psicodelia. Algunos temas nos pueden recordar a Stereolab, a Broadcast o a bandas similares. También hay algun coqueteo lo-fi tan de moda en los noventa. Los diez cortes de que consta pasan rápido y nos queda una sensación de querer más.

Es complicado destacar algún tema, pero el sencillo que se la lanzado, ‘Chwyldro’, ‘Patriarchaeth’, ‘Calon peiriant’, ‘Gollau arall’ o la titular son fácilmente disfrutables. En definitiva, una de esas cosas agradables que uno descubre por casualidad. 8/10.

8 de agosto de 2015

‘El Diccionario de Lemprière’

El final del siglo XVIII en Europa fue un periodo convulso. No en vano, supone el fin de la era absolutista, de la superstición religiosa y el comienzo del humanismo, la revolución industrial y la democracia parlamentaria tal y como la conocemos hoy. En las principales ciudades del viejo continente se vivían revueltas, no sólo políticas sino también puramente laborales. Las máquinas estaban quitando el trabajo, por primera vez en la historia, al ser humano. Es también el momento de la reacción, la búsqueda del esoterismo, el surgimiento de la nueva masonería, la masonería moderna, y los conciliábulos conspiracionistas estaban a la orden del día. Este sería, a grandes rasgos, el contexto histórico en el que se desarrolla ‘El Diccionario de Lemprière, una novela escrita por Lawrence Norfolk en 1991 –y publicada en España en 1994–.

En 1788, un lexicógrafo y erudito inglés procedente de la isla de Jersey, publicó un diccionario sobre mitología clásica. Un compendio de conocimiento acerca de los mitos de las culturas del pasado. Hasta ahí los hechos reales. El John Lemprière de la novela es un personaje joven, inseguro, lo que hoy llamaríamos un «friki» de lo clásico, un ratón de biblioteca hasta sus últimas consecuencias que proviene de una antigua familia de comerciantes marítimos venida a menos. Tras la extraña muerte de su padre, el descubrimiento de determinados documentos le llevan a Londres. Comienza a desenvolverse en un entorno un tanto extraño. Mientras busca las razones de la muerte de su padre, intereses ocultos –y muy poderosos– intentarán que su misión fracase.

Puede que leyendo esta introducción a la novela uno se lleve una impresión equivocada de lo que es ‘El Diccionario de Lemprière‘. No es una obra fácil ni corta. Sus setecientas páginas repletas de referencias mitológicas detallistas hasta lo enfermizo, sus descripciones barrocas y a veces surrealistas –pero siempre originales e imaginativas– y su despliegue sin fin de conocimientos de vocablos navales pueden descolocar y desanimar a más de uno. Y no les culparía. Entiendo que Norfolk buscaba en cierto modo un armazón enrevesado y hasta alocado para su historia, y cubrirlo además de un barniz de erudición un poco gratuita –o un mucho, depende de las opiniones–. Pero a pesar de todo, si uno tiene paciencia, una base cultural mínima, puede disfrutar de muchos de los pasajes del libro, aunque siempre existen momentos áridos.

‘El Diccionario de Lemprière’ a pesar de la madurez de su escritura, de su forma y fondo, fue escrito cuando su autor tan sólo contaba con 28 años. Para muchos, Norfolk es algo así como el Umberto Eco de las islas, con sus virtudes y sus defectos. 6,5/10

5 de agosto de 2015

‘Jonathan Strange & Mr. Norrell’

Suena a tópico, pero cuando uno ve una producción de la BBC tiene una cosa asegurada: el excelente trabajo de los actores. ‘Jonathan Strange & Mr. Norrell’ no es una excepción. Emitida por la BBC hace un par de meses, consta de siete episodios donde la magia es la protagonista, en el contexto siempre vistoso y resultón de la Inglaterra georgiana. Siendo cruel, podría decirse que el argumento podría resumirse en respetables nobles británicos jugando a ser Harry Potter. Pero, por supuesto, hay mucho más. La historia está basada en la novela homónima de Susanna Clarke, publicada en 2004.

Mr. Norrell es un respetado teórico de la magia inglesa que intenta renovar para darle su antiguo esplendor. Un alumno aventajado, Jonathan Strange, tiene una visión algo diferente, defendiendo la vieja magia del legendario Rey Cuervo. Es contratado por el gobierno británico para ser el «mago oficial» del ejército en la guerra contra los franceses en España. Bien movido por el rencor o bien por la envidia, Norrell cometerá actos de los que pronto se arrepentirá.

‘Jonathan Strange & Mr. Norrell’ tiene una puesta en escena correcta y humilde, lejos de las grandes superproducciones a las que nos estamos malacostumbrando. Se puede decir que es una producción al viejo estilo pero puesta al día. El duo protagonista –personajes interpretados por Bertie Carvel y Eddie Marsan— es, con diferencia, lo mejor de una historia que no acaba de convencerme. Quizás demasiado dispersa y con un final previsible. En cualquier caso una curiosidad digna de ser vista, aunque sólo sea por ver a Jonathan Strange haciendo su magia junto a Wellington contra el ejército de Napoleón en medio de los secarrales españoles. 6/10



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