La Isla de las Rosas
Si ya de por sí el tema de las micronaciones es curioso y rocambolesco, lo de la Isla de las Rosas ya no tiene nombre. Es simplemente digno de una película. Ya he contado en el blog las historias de Seborga y, de pasada, la de Sealand. Precisamente la historia del microestado de la Isla de las Rosas es similar a esta última, solo que en vez de estar en el brumoso Mar del Norte está en el soleado mar sureño del Adriático, a 11 kilómetros de la costa italiana de Rímini. Pero vayamos por orden.
Giorgio Rosa, un ingeniero boloñés, solictó en 1958 un permiso especial para probar un nuevo método de construcción de plataformas petrolíferas marítimas mediante tubos de acero. Las pruebas de construcción duraron ocho años, hasta 1966. Fue entonces cuando Rosa solicitó continuar con la construcción de un segundo piso adicional a los 400 metros cuadrados de superficie que ya tenía la instalación. Pero las autoridades lo denegaron y se le invitó a que procediera a su desmantelamiento porque podría suponer un peligro para la navegación marítima y porque el terreno donde se encontraba pertenecía a una concesión de la petrolera Eni. El ingeniero hizo oídos sordos a este requerimiento y continuó su «obra».
El 20 de agosto de 1967 se abrió la plataforma al turismo, habilitando en su superficie diversos establecimientos hosteleros, tiendas de souvenirs, una oficina de correos, etc. Incluso contaba con su propio suministro de agua dulce procedente del subsuelo marino. Todos aquellos curiosos que disponían de un barco se acercaron aquel verano hasta allí para echar un vistazo y pronto la Isla de las Rosas se convirtió en la sensación del momento. Buscando fotografías por internet sobre el lugar, no es difícil observar como se halla rodeada de embarcaciones en muchas de ellas.
Las autoridades italianas llevaban tiempo ya con la mosca detrás de la oreja. Terminaron de alarmarse cuando Rosa dió una nueva vuelta de tuerca proclamando la independencia de la isla el 1 de mayo de 1968, estableciendo el esperanto como idioma oficial (el nombre oficial del país fue Insulo de la Rozoj) y el mill como moneda. Aunque no se tiene constancia de que se acuñara moneda, sí se publicaron algunos sellos. Giorgio, ya como presidente autoproclamado, se enfrentaba a varios delitos de evasión fiscal (todos los ingresos de los negocios establecidos en la isla no pagaban impuestos a Italia). El fin no tardaría en llegar. El 25 de junio de 1968 la policía italiana y los inspectores de hacienda desembarcaron en la isla y, tras un largo procedimiento administrativo, fue volada por el ejército en abril de 1969. Probablemente, Rímini y toda Italia se quedó sin uno de los atractivos turísticos más curiosos que se pueden tener.