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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
30 de agosto de 2009

‘La Ola’

En 1967, un profesor de historia llamado Ron Jones realizó un experimento en un instituto de Palo Alto (California) donde impartía clases. Consistía en demostrar a sus alumnos lo sencillo que resulta implantar un sistema autoritario fascista en una sociedad moderna, culta y heterogénea como la actual o, como en el caso que nos ocupa, la de la contestataria y contracultural California de finales de los sesenta. Mediante el establecimiento de normas sencillas pero extremadamente rígidas, Jones consiguió en tan sólo una semana, arrastrar no sólo a su clase, sino que otros alumnos del instituto se incorporaran con fervor al grupo. Se llamó La Tercera Ola. Fue un experimento que se le escapó de las manos y por poco no le cuesta un disgusto. Pero demostró con creces la ductilidad del ser humano cuando pone en el grupo sus esperanzas y sus proyectos. Tiempo después se escribió una novela inspirada en estos hechos, llamada ‘La Ola’.

Es en este libro en el que está basada la película homónima. ‘La Ola’ (‘Die Welle’) es una producción alemana dirigida en 2008 por Dennis Gansel y traslada a la Alemania de nuestros días el susodicho experimento sociológico. Rainer Wenger es un profesor encargado de hacer entender a sus alumnos el significado de la autocracia. Para ello decide que sean los propios jóvenes quienes vivan en sus carnes el poder del grupo. Todo comienza de forma simple, con pequeños detalles, para terminar convirtiéndose en un auténtico fenómeno dentro y fuera del instituto.

Gansel aprovecha bastante bien un material de primera calidad para dar forma a una película vibrante, tensa y con un sentido de la narración notable. Los actores están muy bien y sus personajes son, en líneas generales, creíbles. Pero es una pena que también caiga en tópicos que son casi de vergüenza ajena, presentando a los jóvenes bien como unos skaters macarras y pseudomafiosos o como frívolos superpijos. Me pregunto qué hubiera pasado si los alumnos de ‘La Clase’ (mucho más realistas) hubieran caído en las manos del profesor Wenger. También el personaje del propio Rainer Wenger es dibujado como el clásico profe enrrollado con camiseta de los Ramones o The Clash. Como digo, una pena. Otra de las críticas que comparto sólo a medias es el de la poca verosimilitud. En realidad no sé si aquel experimento del profesor Ron Jones fue tal y como se cuenta, eso es lo de menos. Lo de la convertir a un conjunto en un grupo disciplinado y obediente en una semana quizás sea excesivo, pero tomémoslo como una licencia del guión. Lo que importa de verdad es el mensaje.

La conclusión de la película desde luego no es nada alentadora. Nos presenta a una juventud insatisfecha, desinformada, sin capacidad para pensar por sí mismos, sin futuro, sin esperanzas y preocupados por naderías. Es decir, el perfecto caldo de cultivo para los regímenes autoritarios fascistas. En definitiva, es cine que removerá conciencias y que da bastante que pensar. Imprescindible.

27 de agosto de 2009

Music Go Music

Afortunadamente, de vez en cuando un nuevo grupo se cruza por sorpresa en nuestras vidas para alegrárnosla un poco, nos enamoramos irremediablemente de ellos y no podemos dejar de escuchar sus canciones. Music Go Music ha sido una de esas agradables sorpresas, ahora que termina el verano y que los ánimos no están todo lo álgidos que quisiéramos. El 14 de enero de este año, el diario británico The Guardian dedicaba un artículo de su sección New Band of the Day a estos californianos. En este texto las referencias y las etiquetas fluían sin reparos, pero una de ellas brillaba sobre las demás: ABBA. De hecho dicen que suenan más a ABBA que los propios suecos. Yo no estoy del todo de acuerdo, pero de eso hablaremos más adelante. El caso es que desde hace un tiempo, los chicos de Je Ne Sais Pop están haciendo un seguimiento de la banda, tan fascinados como yo.

A Music Go Music les gusta jugar hacerse los misteriosos. Hasta la fecha han publicado tres discos de vinilo (sí, sólo en vinilo) de 12 pulgadas con 6 temas en total, todos con portadas casi idénticas, para el sello Secretly Canadian. También se dice que detrás de las falsas identidades de los integrantes del grupo se esconden miembros de otras bandas indies norteamericanas. Muy conocidas no deben ser porque ellos dan la cara y hasta la fecha nadie los ha identificado. Se apuesta por que Gala Bell, la vocalista, es Meredith Metcalf de Bodies of Water (si no los conocéis os los recomiendo), pero a mi no se me parece tanto. Cualquiera sabe…

En octubre publicarán su primer largo (esta vez sí) en CD y LP bajo el título de ‘Expressions’, aunque yo ya he podido escuchar íntegramente los nueve cortes que contiene y es un auténtico bombazo. Comentaba antes lo que decía The Guardian sobre a qué sonaban Music Go Music. ABBA es la principal referencia. Estoy de acuerdo, pero hay mucho más: Blondie y las bandas de la new wave, la psicodelia sesentera de grupos como los primeros Pink Floyd, las guitarras y los teclados de la Electric Light Orchestra y guiños a muchos otros. El resultado es una música emocionante, adictiva, enérgica, melódica y brillante.

Para terminar vamos con los dos videoclips que han publicado hasta la fecha. El asunto también tiene miga porque ambos están rodados a modo de una actuación televisiva de los setenta en el primer vídeo y los primeros ochenta en el segundo. De hecho, este programa imaginario tiene nombre, ‘Face Time’, y presentadores (un tipo que parece sacado de una peli de Aki Kaurismaki y una señorita oriental con unas gafas enormes). Empezamos con mi favorito, el vídeo del tema ‘Warm in the shadows’:

Ahora vamos con ‘Just me’:

11 de agosto de 2009

Cámaras espía

La miniaturización de la tecnología está llegando a límites insospechados. Buscando en la web de SegundaMano.es un magnetoscopio para reproducir cintas obsoletas me encuentro con un anuncio donde se venden bolígrafos espía (sí, en plan James Bond). Me picó la curiosidad, porque ya sabía de la existencia de estos artilugios, pero quería saber si la tecnología había mejorado. Y ya lo creo que ha mejorado. El boli en cuestión es más o menos del tamaño de uno normal, pero incorpora una microcámara, de las llamadas pinhole, con un objetivo de tan sólo 2 milímetros de diámetro, capaz de grabar vídeo a una resolución de 640×480 a 20 fotogramas por segundo. Para almacenar la información cuenta con una memoria interna de 4 Gb, fácilmente accesible a través de un disimulado conector USB. ¡Pero si hasta se puede escribir con él! Su precio: no llegaba a los 70 euros.

Seguí buscando y en diversas tiendas encontré todo tipo de inocentes objetos pero con cámaras camufladas: relojes despertadores de todas las formas y colores, relojes de mesa, de pulsera, digitales, analógicos, muñecos de peluche, botes de lápices, tornillos, lámparas y un largo etcétera… Muchos de ellos utilizan tecnología inalámbrica por radiofrecuencia, por lo que no necesitan conexión. Se suele incluir también un receptor con una pequeña antena que se puede conectar a un ordenador o a cualquier televisor para ver las imágenes. El alcance puede llegar a los 100 metros en condiciones favorables. El más caro de estas cámaras espía con todo incluido puede llegar a los 150 euros y el más barato, en torno a 50. También pueden adquirirse las cámaras sueltas, que son del tamaño de la punta de un lapicero, con su pequeña antena, su conexión para alimentación y su receptor de radio para que nosotros podamos camuflarla en cualquier parte. Su precio oscila entre los 30 euros de una en blanco y negro a los 90 o 100.

No puedo ocultar que todo esto me ha alarmado bastante. Cualquiera puede adquirir uno de estos productos que son alta tecnología y utilizarlo a su antojo, normalmente para violar la privacidad y la intimidad de los demás. En la mayoría de los casos son prácticamente indetectables (bueno, existe alguna manera) al ir incrustados en aparatos que ya de por sí llevan circuitería. Lo mejor es echar un vistazo al diseño de todos los modelos de objetos que llevan cámara y comprobar que en vuestras casas no tenéis ninguno de ellos. Nunca se sabe…

6 de agosto de 2009

El Planeta

Ayer (por fin) recibí mi último pedido de discos. Entre ellos estaba ‘Principios Básicos de Astronomía’, un inusual disco recopilatorio de Los Planetas dentro de un cómic que además incluye todos los vídeos de la banda granadina (ni más ni menos que 22). En el cómic del gran Juanjo Sáez se desgrana la interpretación libre de algunos de los temas. En concreto me ha llamado la atención la alusión a El Planeta. Se dice que fue el primer cantaor flamenco del que se tiene noticia. Bueno, lo dice el J dibujado. No deja de ser curioso que en su último trabajo hasta la fecha, ‘La Leyenda del Espacio’ (2007), Los Planetas hayan girado hacia los diversos palos de esta ancestral forma musical.

Como soy curioso por naturaleza, me he puesto a buscar algo sobre este personaje, El Planeta, que suena casi como de leyenda. Y la verdad es que he encontrado bastante información, aunque repetitiva, como suele suceder a menudo. En horizonteflamenco.com leo alguna referencia. Según esta fuente, todo lo que se sabe del cantaor es lo que recoge Serafín Estébanez Calderón, un cronista y flamencólogo malagueño que vivió en la primera mitad del siglo XIX. En su obra ‘Escenas Andaluzas’ (1847) se aportan algunos datos sobre El Planeta, aunque tampoco demasiados.

He encontrado el citado libro en Google Books, donde hay digitalizada una copia que se conserva en la biblioteca de la Universidad de California. No he tenido tiempo de verlo detenidamente, pero es un fascinante compendio de episodios sueltos sobre la vida andaluza de la época, los «saraos» de la gente del pueblo y otros chascarrillos. Las referencias a El Planeta son varias, pero ninguna aclara nada. Dice Estébanez Calderón en el capítulo XV ‘Un Baile en Triana’:

En tanto hallándome en Sevilla, y habiéndoseme encarecido sobremanera la destreza de ciertos cantadores, la habilidad de unas bailadoras, y sobre todo, teniendo entendido que podría oír algunos de estos romances desconocidos, dispuse a asistir a una de estas fiestas. El Planeta, El Fillo, Juan de Dios, María de las Nieves, La Perla, y otras notabilidades asi de canto como de baile tomaban parte en la función. [págs. 207 y 208]

Entramos á punto en que el Planeta, veterano cantador, y de gran estilo, según los inteligentes, principiaba un romance ó corrida después de un peludio de la vihuela y dos bandolines, que formaban lo principal de la orquesta, y comenzó aquellos trinos penetrantes de la prima, sostenidos con aquellos melancólicos dejos del bordón, compaseado todo por una manera grave y solemne, y de vez en cuando, como para llevar mejor la medida, dando el inteligente tocador unos blandos golpes en el traste del instrumento, particularidad que aumenta la atención tristísima del auditorio. [pág. 209]

El Planeta vuelve a aparecer en el capítulo XIX ‘Asamblea General de los Caballeros y Damas de Triana y toma de hábito en la Orden de cierta rubia bailadora’. Es precisamente en esta parte donde se incluye el único retrato de El Planeta que se conoce (pág. 249), por lo menos en las webs que he visitado sobre el asunto aparece este grabado para ilustrar el texto.

5 de agosto de 2009

Michi Panero

Me parece raro que hasta ahora no haya dedicado un post a Michi Panero. Muchas referencias, tanto cinematográficas (los documentales ‘El Desencanto’ (1976) y ‘Después de Tantos Años’ (1994)) como musicales (el tema de Nacho Vegas ‘El hombre que casi conoció a Michi Panero’)) me han llevado hasta él. Incluso hace cosa de un par de años leí parte de que sería la última entrevista de su vida antes de fallecer de cáncer en 2004 en su casa de Astorga cuando contaba sólo 51 años. Porque no hay duda que el pequeño de los Panero (familia literaria y maldita donde las haya) da para escribir mucho.

Su personalidad extraordinariamente lúcida, brillante, irónica y socarrona, su humor negro y absurdo resultaba atractivo a cualquiera. Una personalidad que cultivó durante los años de la «movida». Se codeó con lo más granado de la intelectualidad postmoderna de la transición y de los locos años ochenta. No tuvo profesión oficial, aunque colaboró como columnista en algunos medios, entre ellos El País, y escribió relatos que nunca se publicaron. También fue copropietario del bar madrileño «El Universal». Siempre vivió a todo trapo y esos excesos sin límites le pasaron factura a él y a muchos de sus amigos, teniendo que ver morir a muchos de ellos. El propio Michi, aquejado de múltiples enfermedades se retiró a la casa familiar de los Panero en 2002 donde finalmente falleció.

Michi Panero no dejó nada para la posteridad. Ni obra escrita, ni hijos, ni nada. Sólo unos pocos podrá recordarle y decir que algún día le conocieron. Para las futuras generaciones (y para los libros de citas) quedará una de sus frases más famosas: «En la vida se puede ser de todo menos un coñazo».


4 de agosto de 2009

Hojas de papel para guardar información

A raíz de un artículo que el otro día publicaba el blog Microsiervos sobre mecanismos para almacenar datos en papel, me puse a investigar un poco sobre el tema en cuestión. Guardar información en papel mediante representaciones gráficas es algo que, desde que existe la informática, han perseguido los programadores e ingenieros. De hecho, el primer método eficaz para guardar información y reutilizarla posteriormente fueron las tarjetas perforadas, unas cartulinas rectangulares donde se practicaban agujeros en los lugares adecuados. Pero hay otros muchos métodos de almacenar pequeñas cantidades de información en papel sin ser necesariamente texto legible. Ahí están, sin ir más lejos, los códigos de barras o los códigos QR.

Pero lo que tiene un punto friki y bizarro es el hacer copias de seguridad de nuestros datos en papel. Si no nos fiamos de los soportes magnéticos ni de los ópticos nos queda el papel. Eso al menos piensa la gente que ha desarrollado un software llamado PaperBack. Mediante este método, si tenemos una impresora láser con buena resolución, podemos guardar aproximadamente 500 Kb en cada cara de un folio A4. Para ello, PaperBack organiza los datos en recuadros y en cada uno de estos recuadros se colocan «puntitos» en posiciones estratégicas, muy parecido a un código QR. Para leer y recuperar lo guardado necesitamos un escáner que controlamos desde el propio programa.

Es evidente que esto no es un sistema eficiente para guardar grandes cantidades de información, por mucho que se diga lo contrario. Es verdad que el papel es más duradero que cualquier otro soporte convencional utilizado en informática, pero también más engorroso. Pensemos que para almacenar el contenido de un DVD necesitaríamos más de 9.000 folios… El problema del espacio no es el único. Imaginemos que dentro de cien años nos encontramos con un montón de cajas con papeles conteniendo datos valiosísimos. ¿Cómo los recuperamos? ¿De donde sacamos el software capaz de leerlo? ¿Quizás ingeniería inversa? ¿Habrá escáneres en el futuro? Además, en el supuesto caso de que consiguiéramos recuperar la información, ¿Los formatos de archivo que conocemos hoy (PDF, JPG, AVI o DOC) serán legibles en los ordenadores del próximo siglo?

De momento, tal y como se comentaba en ‘La Oscura Era Digital’, la única forma de asegurar que en el futuro puedan leer nuestro legado es guardarlo en formatos literales (imágenes en formato diapositiva o similar, vídeos en película clásica de cine, texto en planchas de material duradero y audio en discos de microsurcos, etc). Sólo la vuelta a los medios analógicos asegurará esa pervivencia.

1 de agosto de 2009

El Walkman, treintañero y obsoleto

El 1 de julio de 1979, Sony puso a la venta en el mercado japonés el primer Walkman, el TPS-L2. Aquel modelo inauguraría una serie de exitosos aparatos y un nuevo concepto: llevar la música a todas partes. Un concepto que llega hasta nuestros días con sus herederos naturales los reproductores mp3. Este primer y legendario Walkman, una caja plateada, azul, fue sólo el primer paso… O quizás el segundo, porque hay cierta polémica sobre el origen de esta idea revolucionaria. En 1972, el inventor germano-brasileño Andreas Pavel desarrolló el Stereobelt (el «cinturón estéreo»), que patentó en 1977. Aunque Pavel ofreció su invento a algunos de los principales fabricantes de electrónica de consumo de la época (Philips, Grundig y Yamaha), estos lo rechazaron asegurando que nunca nadie se pondría auriculares en público para escuchar música. Un error antológico. Sony le copió, aunque no lo reconoció hasta 1986. Desde entonces el inventor recibe royalties por cada Walkman vendido, pero nunca consiguió que se le reconociera la autoría del sistema. La compañía japonesa llegó en 2003 a un acuerdo extrajudicial (supongo que multimillonario) para terminar con el litigio.

Sony consiguió lo que las compañías a las que visitó Pavel con su Stereobelt no veían claro. Hoy nos parece de lo más normal. Todo el mundo lleva cascos por la calle, pero en 1979 ponerse un auricular de diadema en público a la vista de todos era algo inaudito. Por supuesto sólo era algo cultural. Tras una enorme campaña de marketing, en unos pocos años comenzaron a verse a lo largo y ancho del planeta a practicantes de footing y a paseantes con esos auriculares y un cordoncito conectado a una caja.

Yo tuve mi primer Walkman Sony en 1990. Era un aparato de lo más sencillo. No tenía sintonizador de radio y su tamaño era bastante reducido, prácticamente del tamaño de las cassettes. Lo tuve conmigo muy poco tiempo, aunque le di un uso intensivo. Al año siguiente me compré otro Walkman Sony, esta vez con radio. Unos años después me pasé a Aiwa, un aparato muy bueno y robusto que me acompañó hasta que tuve mi primer reproductor mp3 en 2001. De hecho lo seguí utilizando para escuchar la radio hasta hace cuatro o cinco años.

Visto con ojos de 2009, el Walkman de cassette estaba lleno de incovenientes. A la ya escasa calidad de sonido de las cintas había que unirle su gran consumo eléctrico puesto que tenía que mover un motor con todas sus partes mecánicas. Y es precisamente la mecánica lo que lo hacía mucho más frágil y sensible a los golpes que los actuales reproductores mp3. En ocasiones, las cintas se reproducían más lentamente de lo normal por falta de fuerza en el motor (sobre todo las de 90 minutos, que tenían que soportar más arrastre). Personalmente era una cosa que no soportaba y uno de los motivos por los que dejé de escuchar cassettes en el Walkman y a cogerles un poco de manía.

Buscando en la hemeroteca de La Vanguardia, me he econtrado con un curioso artículo publicado en el ejemplar del día 17 de marzo de 1981 y que se titulaba «Con la música en la oreja» y con el llamativo subtítulo de «El estéreo del bolsillo, la nueva moda en todo el mundo occidental»:

Con la invención de este curioso «gadget», la industria japonesa ha desatado una verdadera revolución, probablemente sin proponérselo. En principio se trata simplemente de la puesta a punto, evolucionada, de un aparato lector de cassettes, de bolsillo, conectado a un auricular ultraligero. Todo ello miniaturizado al máximo y capaz de llevar directamente al oído, en estéreo, la clase de música que elija el usuario, sin que trascienda el sonido al exterior. Y tan perfectamente logrado que es una auténtica joya de la técnica sonora.



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