21 de noviembre de 2013
Hacía ya tiempo que no actualizaba mi web de fotografías Cromavista. Tras los incidentes técnicos que algunos conocéis, por fin he podido seleccionar, procesar y subir 69 nuevas imágenes de mis últimos viajes en agosto y octubre. Hay varias de la provincia de Segovia, entre ellas la de las Hoces del río Duratón, un paraje natural y también cultural bastante interesante, con las ruinas de la ermita de San Frutos en uno de sus meandros como principal atracción. Aquel mismo día visité Turégano y su peculiar castillo-iglesia. El viaje lo completaron tres de iglesias románicas (Nuestra Señora de la Asunción de Duratón, San Pedro de Perorrubio y San Pedro de Gaíllos) y la localidad de Sepúlveda. El otro viaje fue a finales de octubre y el destino fue Ávila. Increíblemente todavía no tenía ninguna fotografía hecha de esa ciudad castellana.
18 de agosto de 2013
Por fin, y tras varios contratiempos –entre ellos la rotura definitiva del disco duro de mi iMac— aquí están las fotografías seleccionadas de entre más de 1.500 que he subido finalmente a mi web fotográfica Cromavista. 329 imágenes con –eso al menos es lo que he intentado– un toque diferente a las que puede hacer cualquier turista, o quizás las que hace un turista normal y alguna menos corriente. Como siempre intento acercarme a los detalles, aquello que casi nadie ve, principalmente en edificios o lugares muy famosos en su conjunto pero apenas contemplados en sus partes.
He dividido las fotografías en 14 galerías que van desde la Torre Eiffel hasta el Palacio de Versalles pasando por la Basílica de Saint-Denis o la catedral de Notre-Dame. En definitiva, un recorrido que creo bastante completo por la capital francesa y que espero que sea de vuestro interés.
2 de agosto de 2013
Muchas veces me he quejado en este blog sobre las restricciones que determinadas instituciones aplican a museos, templos religiosos y otros lugares que los viajeros suelen visitar. Ahora que ya conozco tres grandes países europeos además de España (Reino Unido, Alemania y Francia) se puede hacer una pequeña evaluación sobre la permisividad con los que llevamos cámaras. Sin lugar a dudas, es precisamente en nuestro país donde se aplican más restricciones o al menos se cumplen de forma más tajante, tengan o no sentido. Le seguiría Reino Unido y a cierta distancia Alemania.
Pero el caso de Francia, o al menos de París, es muy distinto. Las restricciones en los museos, iglesias, catedrales u otros recintos visitables eran inexistentes, y si existían a menudo se hacía la vista gorda. Sólo encontramos una restricción en el museo d’Orsay, donde sólo se puede fotografía desde los balcones interiores (por cierto, bonitas vistas de la antigua estación ferroviaria remodelada), los exteriores (buenas vistas del sena y Montmartre) o las zonas de cafetería y restaurante.
En el resto de lugares que visitamos tuvimos total libertad para fotografiar absolutamente todo lo que quisiéramos. Nos resultó extraño que en reliquias de la historia como el palacio de Versalles, la basílica de Saint-Denis, la Sainte-Chapelle o la catedral de Notre-Dame se pudieran realizar fotografias con flash, aun a riesgo de dañar los frescos medievales que se conservan en sus paredes. Lo mismo podría decirse del museo del Louvre. No es difícil encontrarse con ráfagas de flash sobre cuadros de primer orden como La Gioconda o vidrieras que tienen ochocientos años.
Por otra parte, París tiene miles de rincones fotogénicos dignos de ser fotografiados, especialmente al atardecer y por la noche. Aunque nosotros hemos ido en pleno mes de julio, estoy convencido de que en cualquier otra estación del año las vistas son diferentes aunque igualmente increíbles.
Si algo he aprendido durante estos viajes es que tiene que existir algún tipo de restricción a la fotografía, no una prohibición radical y absoluta. Nos gustó mucho la idea del palacio de Charlottenbourg de Berlín de pagar un suplemento de tres euros a quienes quisiéramos hacer fotografías. De este modo solo los verdaderos aficionados (por lo general respetuosos con el resto del público y con el objeto fotografiado) podríamos disfrutar de nuestra afición/vicio.
10 de julio de 2013
Hace quince días me tomé una semana de vacaciones –si puede llamarse vacaciones a patearse de cabo a rabo un territorio–. Concretamente estuve cuatro días en la región tradicional de Las Merindades. Se trata de un área situada en el norte de Burgos, limitando al norte con Vizcaya y Cantabria, al oeste con Palencia y al este con Álava. Lo que nos movió principalmente a elegir este destino fue sus paisajes peculiares y la cantidad de historia encerrada en sus templos románicos. No en vano, el origen de Castilla –literalmente, el propio término de Castilla– está aquí.
Localidades espectaculares como Frías, pueblecitos casi abandonados con casas de piedra pero que encierran caserones con escudos de rancio linaje e iglesias y ermitas románicas casi desconocidas, y enclaves naturales repletos de cascadas (por ejemplo la de La Mea), acantilados, desfiladeros (Los Hocinos o La Horadada) y curiosidades geológicas (como el puente natural sobre el que se asienta la localidad de Puentedey).
Toda esta semana pasada y lo que llevamos de esta me la he pasado seleccionando y procesando el material en forma de fotografías y vídeos. Las fotografías ya pueden verse repartidas en más de una decena de galerías dentro de mi web de fotografías Cromavista. Sobre los vídeos, os ofrezco hoy la primera de dos partes que, como siempre digo, espero que sea de vuestro agrado. Su título es ‘Viaje a Las Merindades’:
9 de mayo de 2013
Ayer actualicé mi web de fotografías Cromavista con una cincuentena de nuevas imágenes de mis últimas excursiones. Primero la sección de actualizaciones. He añadido algunas nuevas fotos de Trujillo a las que ya tenía. También he separado de la galería de Madrid las del templo de Debod para crear una propia con cinco imágenes. Y dentro de las galerías totalmente nuevas encontraréis las del desconocido y espectacular parque madrileño de El Capricho, situado más o menos entre IFEMA y el aeropuerto de Barajas y que os recomiendo visitar. Por último, la galería dedicada al palacio y los jardines de Aranjuez. Espero que os gusten.
6 de marzo de 2013
Los aviones son uno de los símbolos más inequívocos del progreso de la humanidad. Ha acortado distancias y, en los últimos años, lo ha hecho accesible a todos gracias a las polémicas líneas de bajo coste. Pero como símbolo que es –y no un simple medio de transporte– tiene sus aficionados. Se cuentan por miles en todos los países occidentales y sus lugares de reunión son los aeropuertos. Se llaman spotters y son fácilmente reconocibles por llevar prismáticos, cámaras fotográficas y casi siempre radios de banda aérea.
El origen del spotting hay que buscarlo en el Reino Unido allá por los años veinte del siglo pasado. Desde entonces han ido evolucionando, creando asociaciones y, con el desarrollo de la tecnología, las han aplicado para sus cometidos. En España la principal es Aire, que agrupa a unos tres centenares de aficionados, aunque existen en castellano muchos y buenos sitios para compartir impresiones y experiencias sobre el tema. Su interés por todo lo relacionado con el mundo aeronaútico hacen que con el tiempo se conviertan en auténticos expertos no solo en modelos de aeronaves, sino también en líneas aéreas, matrículas, distintivos, colores, horarios de vuelo, etc.
La afición a la fotografía suele ir también asociada a la observación de los aviones, intentando conseguir cada vez mejores y más espectaculares imágenes. Las autoridades aeroportuarias no siempre los ven con buenos ojos, sobre todo por la paranoia sobre la seguridad surgida después de los atentados del 11-S. En otros simplemente se permite y los menos tienen zonas habilitadas para los spotters. Lo tendrá, por ejemplo, el futuro nuevo aeropuerto de Berlin-Brandenburg. Alemania en ese sentido es uno de los países más tolerantes con los aficionados y muchas veces incluso lo fomentan.
17 de enero de 2013
El mundo de la fotografía es tan amplio y ha tenido un desarrollo tan grande con internet que abarca campos de lo más variado. Una de las ramas más espectaculares y que lleva ya algunos años de moda son las panorámicas gigantes o «gigapans». Se trata de imágenes compuestas de decenas, cientos o incluso miles de fotografías tomadas sistemáticamente a través de una plataforma motorizada que dirige el enfoque y el disparo de forma automática. Se suelen utilizar focales grandes para conseguir ese efecto tan increíble de llegar a los detalles más minúsculos de, por ejemplo, la panorámica de una ciudad.
Hasta la fecha, la imagen más grande realizada mediante este método es una panorámica de Shangai, que tiene un tamaño de –ni más ni menos– 272 gigapíxeles (o sea 272.000 megapíxeles). Para haceros una idea de sus dimensiones, partiendo de una vista general de la ciudad puede llegar a verse sin problemas un pequeño papel en el suelo o el reloj de pulsera de los transeúntes. Me parece muy interesante ver los detalles que normalmente no se ven en una ciudad, escondida siempre detrás de sus monumentos, que se llevan siempre toda la atención.
En la red existe muchísima información en castellano y en inglés sobre este tema, sobre los aparatos en los que acoplar nuestra cámara, sobre cómo hacer una panorámica gigante y, por supuesto, cientos de estas panorámicas. Por limitarnos al producto nacional, las más espectaculares son quizás la de Sevilla, de 111 gigapíxeles o las de Madrid y Barcelona (de unos 40-60 gigapíxeles), creadas por los chicos de lainformación.com. En la web oficial de Gigapan podéis ver muchas más.