Esta mañana nos levantábamos con la noticia de que Google ha actualizado Street View, sin duda mi servicio favorito de la compañía. Y no es precisamente una actualización menor. En esta ocasión se han añadido dos nuevas ciudades españolas, Zaragoza y Oviedo y se han ampliado las zonas metropolitanas de Madrid y de Barcelona. Es previsible que en los próximos días (o meses) se incorporen más, entre ellas Cáceres. Parece que el coche de Street View ha sido visto también por otras localidades que no sabía, como Valladolid, así que la cosa va en serio y pronto tendremos todas las grandes urbes nacionales convenientemente fotografiadas.
A nivel internacional, el salto ha sido grande. Por fin puede verse Londres a vista de calle, junto a más de una decena de capitales del Reino Unido. Holanda (Amsterdam y Rotterdam), Italia (Nápoles y su área metropolitana entre otras) y Francia han sido también beneficiadas de esta nueva actualización. Muchas calles nuevas por recorrer y curiosear… y lo que nos queda.
Desde que se conoció la intención del gobierno francés de regular, controlar, frenar o como queramos llamarlo, las descargas de ficheros mediante p2p, no he dejado de seguir las noticias que se iban produciendo. En los últimos días, las informaciones sobre el tema se han ido sucediendo cada vez con más intensidad y cada vez más cerca. La Comisión y el Parlamento Europeo ya ha comenzado a debatir sobre esta cuestión y aquí en España, el Gobierno ha prometido hacer algo antes de que termine el año.
Según lo que cuenta Público en un artículo de hace un par de días, en el caso de que todo esto salga adelante, las medidas serían mucho menos radicales que en Francia y prácticamente se descarta llegar a las desconexiones. Una de las propuestas que se ha puesto sobre la mesa es más bien disuasoria. Se trata de un mecanismo de avisos y de pequeñas multas dirigidas a los usuarios más activos. Siempre según este artículo, este sistema sería controlado por funcionarios dependientes del Ministerio de Justicia. Todo esto en el supuesto de que finalmente se llevara a cabo, cosa que sigo dudando, por mucho que se publicite.
Como ya dije en su día, la base legal para llevar a cabo estas medidas es inexistente y no se me ocurre qué norma se puede infringir cuando uno se descarga un archivo con la «mula» para ser multados como si aparcara el coche en doble fila. Máxime cuando el uso de p2p no tiene por qué ser para bajar contenidos protegidos mediante derechos de autor. Ya ha surgido software, como el OneSwarm, que cifra y «dispersa» el tráfico p2p de forma que cualquier observador podría saber el volumen de lo que descargamos, pero no su contenido ni de qué fuentes. Seguramente en el futuro nos topemos con mecanismos más complejos que hagan imposible la identificación del contenido descargado ni la identidad del internauta. Además existen ya medios alternativos, como la descarga directa mediante servidores tipo Rapidshare… Vamos, que las descargas no hay quien las pare y la industria tiene que cambiar y hacerse a la idea. Esto se llama cambio de modelo… o más prosaicamente hablando, renovarse o morir.
Desde que apareció, Google Street View se ha convertido en una de mis herramientas de Google favoritas y una manera estupenda de pasar horas y horas delante del ordenador. Mientras esperamos a que nuestras ciudades reciban la visita del coche negro y nos fotografíe o que procesen las fotos ya hechas, merece la pena echar una ojeada a lo mucho que ya ha registrado el ojo múltiple que todo lo ve. En el caso de los Estados Unidos, ya podemos visitar prácticamente la totalidad del territorio, y no sólo las ciudades. Desde las grandes metrópolis como Nueva York o Los Ángeles hasta ignotos caminos sin asfaltar en algún lugar de Nuevo México o las tortuosas carreteras que bordean el Río Grande y separan Estados Unidos de México.
El otro día pasé un buen rato brujuleando por aquí y por allá, a la búsqueda de cosas curiosas. Pasé por las áreas restringidas militares de los desiertos del centro del país, donde las imágenes de Street View se cortan, supongo que por cuestiones de seguridad nacional, por Roswell, donde hay platillos volantes de pega aparcados junto a los coches y enormes vallas publicitarias del famoso McDonald’s en forma de OVNI, así como muchas otras referencias al célebre acontecimiento ufológico. La América profunda, que se mezcla con los mitos y leyendas modernas, que nacieron aquí y que después de han exportado a todo el mundo a través del cine y la televisión.
Si no lo habéis hecho, os recomiendo al menos perder una tarde para sumergirse en las enormes llanuras de los desiertos, curiosear por las pequeñas ciudades, pueblos, moteles, autopistas… porque uno siempre se puede encontrar cosas chocantes o interesantes, y de paso hacer turismo cibernético sin movernos de casa.
Curioseando las guías de viajes por la Biblioteca Pública el otro día me llevé una grata sorpresa al encontrame con el libro ‘Un Geek en Japón’, el libro que ha publicado Héctor «Kirai» García. Kirai es el autor de uno de mis blogs favoritos. Lo recomiendo a todo el mundo si no habéis entrado nunca. Ojeando ‘Un Geek en Japón’, uno se da cuenta de que es más que una guía. Es una mezcla entre consejos para españoles que quieren visitar el país del sol naciente y algunas nociones sobre la vida y costumbres del pueblo japonés.
El libro no es muy voluminoso, pero contiene gran cantidad de información útil, un montón de curiosidades que desconocía y también rompe algunos mitos que todos hemos creído durante años y que al final no son más que tópicos. También he visto algunas cosas que no me han gustado tanto. La maquetación me parece algo confusa y el cuerpo de letra usado es demasiado pequeño, tanto que cuesta leerlo. Se echa de menos más texto y quizás sobren algunas fotos. Vamos, que sabe a poco. Aunque claro, todo es cuestión de gustos.
Por supuesto, y por encima de todo, os recomiendo que le echéis una ojeada si tenéis algo de curiosidad por Japón o sencillamente os gusta conocer otras culturas.
Es bueno y malo. El llamado nuevo periodismo, periodismo digital o periodismo «dospuntocero» está despuntando y consiguiendo cada vez más lectores. Con la crisis de los medios escritos en papel, estas nuevas plataformas informativas encuentran un hueco en el siempre competitivo mundo de los medios de comunicación. Es bueno porque siempre aporta nuevos puntos de vista de ver las noticias, tanto en las formas como en el fondo. Ahí tenemos el gran ejemplo de Soitu.es, que ha sido todo un éxito. Pero también es malo porque hay mucho impostor suelto, mucho aficionado y muchos malintencionados que hacen de su sitio de información un ariete contra los intereses del adversario, aun a riesgo de contar lo que no está suficientemente contrastado o hacerlo de una manera escandalosamente sesgada. De hecho los medios tradicionales en papel (y sus versiones casi clónicas en internet) recelan generalmente de los nuevos medios digitales y viceversa, cuando lo realmente interesante es combinar ambos.
Todo esto lo cuento porque me he enterado hace poco de que se está preparando un nuevo diario digital que llevará por título lainformación.com. Detrás de este proyecto está Dixired, una factoría de medios digitales. Lo que sería un grupo editorial para la prensa tradicional. El artífice de esta organización es Mario Tascón, viejo conocido de internet, ya que estuvo desde 2000 dirigiendo Prisacom y ya antes puso en marcha la edición de internet del diario El Mundo. Junto a él también otros profesionales digitales de pura cepa como Vanessa Jiménez, que proviene de ElPaís.com o Jorge Martín-Luego (responsable de CincoDías.com y de coordinar las webs de PRISA).
En un principio, con estos mimbres la cosa pinta bien, aunque habrá que esperar. De momento han creado 233grados.com, un blog sobre el futuro de los medios de comunicación y también, como dicen ellos mismos, la temperatura a la que arde el papel. Desde allí puede seguirse todas las novedades de lainformación.com en ‘El Proyecto i’. De momento os dejo con un vídeo del logo:
Está costando, pero poco a poco están surgiendo asociaciones culturales, etnográficas y de otra índole dedicadas a la conservación, recuperación y promoción de la cultura tradicional. Y como pilar fundamental de esa cultura de nuestros antepasados está la lengua. Vocablos y gramática que nos recuerdan quiénes somos, de dónde venimos y con quién estamos entroncados.
Hasta la fecha conocía a El Fueyu, pero el otro día descubrí otra de esas asociaciones, Furmientu. Llevan ya unos cuantos años defendiendo el patrimonio lingüistico, concretamente del asturleonés, una lengua que cubre una amplia franja desde Asturias hasta el norte de Extremadura a lo largo de la frontera hispano-portuguesa. En su web puede encontrarse una gran cantidad de información sobre las peculiaridades y variantes asturleonesas. Entre toda esa información está El Llumbeiru, el boletín de la asociación, con artículos sobre el idioma y curiosidades, y El Filandare, o el foro donde se comentan noticias sobre el asturleonés. Otra sección con gran cantidad de datos es la de documentos, con decenas y decenas de archivos PDF sobre el tema. A todo esto hemos de unirle un blog, una nutrida página de enlaces y bibliografía sobre el tema.
En definitiva, una página a tener en cuenta para todos los curiosos y para aquellos que no quieren perder sus raíces lingüísticas o que al menos quieren conocerlas. Es una lástima que las instituciones no se impliquen más en este tipo de tareas.
Desde hace unos días, cuando se entra en Google para buscar algo puede verse una línea de texto donde puede leerse lo siguiente: «¡Nuevo! Explora el océano con Google Earth 5.0″. Lo cierto es que me bajé la última versión de Google Earth para probar esa nueva característica. Después de echarle algunos minutos cacharreando y activando y desactivando las capas, puedo decir que me ha decepcionado. Lo único interesante es navegar por la superficie y activar las capas sobre fauna marina, naufragios y otros datos sobre los océanos. Pero a la hora de sumergirse, la cosa se vuelve confusa. Moverse por las profundidades marinas es complicado y los controles son difíciles de manejar.
Personalmente creo que sería mejor que se centraran en la superficie terrestre (sobre todo en Google Street View y en mejorar la resolución de las fotos de satélite) y se olvidaran de otros inventos como Google Sky, Moon y demás… Quizás sólo se salva Google Mars, que nos permite darnos una vuelta por Marte e incluso hablar con un marciano (o marciana) llamada Meliza que podremos encontrar si nos acercamos por las llanuras de Cydonia y nos explicará curiosidades sobre el planeta rojo. En cualquier caso, lo mejor es que cada uno saque sus conclusiones sobre la nueva versión de Google Earth.
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