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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
21 de octubre de 2009

‘After Dark’

Es la segunda vez que leo un libro del autor japonés Haruki Murakami (el primero fue ‘La Caza del Carnero Salvaje’) y sigo imaginándome cada una de sus escenas y a cada uno de sus personajes como un cómic manga. No lo puedo evitar. No me pasa con otros novelistas japoneses como Yukio Mishima o Kenzaburō Ōe. Quizás sea lo visual de sus propuestas y sus descripciones o su concepción tecnológica y extraordinariamente moderna que nos ofrece. En esta ocasión, leer ‘After Dark’ me ha trasladado hasta un Tokio nocturno pero vivo como un animal que sólo dormita. Hasta unos protagonistas desarraigados, insatisfechos, solitarios a pesar de su juventud.

Mari es una joven de diecinueve años que lee un libro en una cafetería. Al llegar la medianoche conocerá a Takahashi, un joven músico de jazz que dedica las madrugadas a ensayar en un sótano cercano. Será éste quien la llevará hasta un love-hotel regentado por su amiga Kaoru. Allí serán testigos involuntarios de la agresión de un cliente a una prostituta china. Este agresor es Shirakawa, un hombre gris, un oficinista nocturno, metódico y obsesivo que ha sufrido un arrebato. Quizás fuera la noche. La noche también será oscura y tumultuosa para Eri, la hermosa hermana de Mari, quien duerme desde hace dos meses y sufre extrañas transmutaciones. ¿Sueños? ¿Realidad?

Si algo siembra Murakami en ‘After Dark’ es el desasosiego, los enigmas (sobre todo en relación a Eri y todos los fenómenos que la rodean) y las tramas sin solución. El lector no ha de buscar estas soluciones, sino «disfrutar de la experiencia» como si fuera un espectador privilegiado y omnisciente de todo lo que ocurre en una rara noche. No es casualidad que el autor haya ideado un narrador que alimenta nuestro voyeurismo inmiscuyéndose sin reparos en dormitorios oscuros o en oficinas solitarias. Murakami utiliza, como ya es habitual, el lenguaje de la calle, llano y muy directo, sin grandes alardes. Aunque la verdad es que siempre nos quedará la duda de si será cosa de la traducción. En todo caso, una novela notable, aunque de estructura algo peculiar.

6 de octubre de 2009

‘Tipos Infames’

Más por falta de ganas que de tiempo he dejado un poco de lado la lectura. Pero eso no significa que no siga apuntando en mi papel doblado nuevas novelas para leer junto con la signatura de la biblioteca. Cuando lo leo lo tacho. Mis fuentes para conseguir nuevos títulos que llevarme a los ojos son múltiples: la prensa, la radio o la televisión (sobre todo el programa de La 2 ‘Página 2’) son algunos de ellos, pero sobre todo me nutro de internet. Existen muchas webs y muchos blogs dedicados a la literatura. En la mayoría de ellos los libros tratados son los de siempre y de los que habla todo el mundo. De cada diez de esos libros me suele interesar uno. Como mucho.

Desde hace un tiempo sigo bastante (aunque todavía sin leer a ninguno de los autores que proponen) la sección de Soitu.es ‘Tipos Infames’, un recorrido genial por aquelos novelistas pasados de rosca, heterogéneos, underground o como queramos llamarlos. Tipos Infames, además de una sección de ese medio de información digital es también el nombre de un colectivo literario compuesto por Alfonso Tordesillas, Gonzalo Queipo y Francisco Llorca. Escarbando un poco me he topado con su blog (del mismo nombre) donde se explayan y dan rienda suelta a su literatofilia y su afición casi enfermiza por los escritores extraños. Todo ello usando una fina ironía que hacen que cada entrada sea atractiva para el lector.

Os lo recomiendo sobre todo si estáis hartos de Stieg Larsson, de Dan Brown y de Ken Follet y buscáis algo diferente. Todo un hallazgo.

29 de agosto de 2009

‘Los Hombres que no Amaban a las Mujeres’: la novela

Se conoce como trilogía de Millenium, y está siendo el fenómeno editorial del año. Tres libros de peculiares títulos, ‘Los Hombres que no Amaban a las Mujeres’, ‘La Chica que Soñaba con una Cerilla y un Bidón de Gasolina’ y ‘La Reina en el Palacio de las Corrientes de Aire’, han sacudido las librerías de toda España. El culpable es Stieg Larsson, un periodista sueco cuya afición era precisamente idear historias de suspense, pero falleció en 2004, un año antes de que se publicara en Suecia la primera novela de la trilogía. Movido por la curiosidad de leer el libro del que todo el mundo habla y del que, en tiempo récord y para aprovechar el tirón, se ha rodado una película, me lo he bajado en PDF y lo he ido leyendo a ratos libres. Es la primera novela que leo íntegramente en el ordenador.

Voy a obviar el argumento, porque a estas alturas de la jugada seguro que es de sobra conocido por todos. Así que pasemos directamente a mis impresiones. El punto de partida era dejar de un lado los prejuicios que tengo sobre los best-sellers de consumo rápido y adentrarme en el argumento con la mente «limpia». Y lo cierto es que las primeras cien o ciento cincuenta páginas me parecieron muy entretenidas y bastante bien narradas. Pero después la cosa comienza a torcerse y a hacer aguas por todas partes. No digo que el argumento troncal no sea sólido, que lo es, pero quizás sea esto precisamente lo que la hace tan previsible en la segunda mitad del libro, adoptando un lenguaje que más que literario es cinematográfico, a mi juicio uno de los principales vicios de la literatura moderna de consumo. Curiosamente, cuando comienza el desenlace es justo el momento en el pierdo el interés. Un final que no me convence.

En cuanto a los personajes, podría decir tres cuartos de lo mismo. Es muy difícil empatizar con ellos. Ni Mikael Blomkvist ni Lisbeth Salander son personajes demasiado memorables, sobre todo ésta última. La esquiva chica de aspecto «emo», el toque de anti-heroína postmoderna y tecnofílica que Larsson quiere dar a Salander se queda, para mi gusto, en un intento fallido. Otra cosa que me pone enfermo es el gusto de Larsson por las descripciones tan minuciosas como infantiloides de objetos que no aportan nada a la historia ni nos ayuda a dibujar a los personajes (por ejemplo la descripción de las características del ordenador PowerBook de Lisbeth Salander).

Conclusión: ‘Los Hombres que no Amaban a las Mujeres’ es una novela para leer rápido en el tren, en el avión o incluso en lugares ruidosos. No importa que perdamos el hilo o incluso nos saltemos unas cuantas páginas. Como he dicho antes, el final me ha dejado un poco frío. No hay nada peor que un libro con un buen comienzo y un mal final. Si lo hubiera comprado me sentiría estafado. Pero a pesar de todo, caeré en la tentación de leerme el segundo… y es que a uno siempre le puede la curiosidad.

28 de agosto de 2009

‘Bajo el Nombre de Norma’

Lo primero que he de decir, y de esta forma hacer honor a la verdad, es que no he tenido tiempo de terminar ‘Bajo el Nombre de Norma’ (451 Editores) a lo largo de estos quince días de vacaciones. He tenido que devolverlo a la Biblioteca después de haber pasado apenas cien páginas. Aquí en Cáceres no lo tienen, así que me parece que me voy a quedar con las ganas. En cualquier caso, me apetecía hacer, aunque solo sea, una pequeña reseña de este libro que marcó una época en la narrativa alemana contemporánea. Su autora es Brigitte Burmeister, una entusiasta representante de lo que se ha llamado la nouveau roman o «nueva novela».

El grueso del libro es la crónica cotidiana de una comunidad de vecinos del antiguo Berlín Oriental en 1992, tres años después de la caída del Muro y de la teórica reunificación. El recelo, el miedo, la esperanza y la nostalgia se dan cita en las conversaciones de los moradores del Mitte berlinés, una zona en tierra de nadie a la sombra de los restos de hormigón de lo que fue la barrera entre dos mundos, o mejor dicho entre dos formas de ver el mundo. La novela también desmitifica la alegría de la noche del jueves 9 de noviembre de 1989, cuando se abrió la frontera este-oeste por primera vez en varias décadas y de cómo pronto se transformó en temor a ser marginados por los habitantes occidentales.

El diario Público hizo una interesante entrevista a Burmeister con motivo del lanzamiento en España del libro. En ella se terminan de descifrar las claves del ambiente que se vivía en el Berlín de entonces y que forma parte de la novela.

5 de agosto de 2009

Michi Panero

Me parece raro que hasta ahora no haya dedicado un post a Michi Panero. Muchas referencias, tanto cinematográficas (los documentales ‘El Desencanto’ (1976) y ‘Después de Tantos Años’ (1994)) como musicales (el tema de Nacho Vegas ‘El hombre que casi conoció a Michi Panero’)) me han llevado hasta él. Incluso hace cosa de un par de años leí parte de que sería la última entrevista de su vida antes de fallecer de cáncer en 2004 en su casa de Astorga cuando contaba sólo 51 años. Porque no hay duda que el pequeño de los Panero (familia literaria y maldita donde las haya) da para escribir mucho.

Su personalidad extraordinariamente lúcida, brillante, irónica y socarrona, su humor negro y absurdo resultaba atractivo a cualquiera. Una personalidad que cultivó durante los años de la «movida». Se codeó con lo más granado de la intelectualidad postmoderna de la transición y de los locos años ochenta. No tuvo profesión oficial, aunque colaboró como columnista en algunos medios, entre ellos El País, y escribió relatos que nunca se publicaron. También fue copropietario del bar madrileño «El Universal». Siempre vivió a todo trapo y esos excesos sin límites le pasaron factura a él y a muchos de sus amigos, teniendo que ver morir a muchos de ellos. El propio Michi, aquejado de múltiples enfermedades se retiró a la casa familiar de los Panero en 2002 donde finalmente falleció.

Michi Panero no dejó nada para la posteridad. Ni obra escrita, ni hijos, ni nada. Sólo unos pocos podrá recordarle y decir que algún día le conocieron. Para las futuras generaciones (y para los libros de citas) quedará una de sus frases más famosas: «En la vida se puede ser de todo menos un coñazo».


26 de junio de 2009

‘Corazón de Napalm’

Es la primera vez que leo un libro de la escritora barcelonesa Clara Usón. Usón pertenece a esa generación de autoras que ya roza la cincuentena, la primera generación que desarrolla su obra en plena democracia. Este ficticio grupo estaría integrado, por ejemplo, por otra Clara, Clara Sánchez, por Elvira Lindo o por Almudena Grandes. Quizás sería un poco forzado buscar rasgos comunes a todas ellas, aparte de la edad y el mundo que les tocó vivir. Aventurándonos un poco se podría decir que todas ellas tratan temas cotidianos, apegados a la realidad, a menudo sobre la rutina en las grandes ciudades, donde los personajes son urbanitas que viven en conflicto consigo mismos y con los demás.

En el caso que nos ocupa, acabo de leer su última obra hasta fecha, ‘Corazón de Napalm’ (Seix Barral, 2009), premiada con el galardón de Biblioteca Breve de la editorial. La novela nos cuenta dos historias paralelas que, como suele ocurrir, terminarán confluyendo en un determinado momento. Por un lado la vida de un chico de doce años que vive en Barcelona y que quiere ser punk. En realidad es la víctima más evidente de una familia desestructurada. Su madre, drogadicta y alcohólica pierde la tutela de su hijo al casarse su padre con la heredera de una familia pudiente de Santander. Pero él no soporta esa situación y decide escaparse de casa huyendo de su madrastra. Por el otro tenemos la historia de una chica de Valladolid que llega a la Ciudad Condal para buscarse un hueco en el mundo del arte, aunque en realidad se convertirá en la «negra» de un prestigioso pintor vanguardista incapacitado por su avanzada edad.

Tal vez la principal virtud de esta obra sea también su gran defecto: El estilo narrativo de la novela es «ligero», se lee con sencillez y pasa muy de puntillas por los personajes que rodean a los dos protagonistas. Son apenas nombres, bosquejos, casi adornos para condimentar el resto de la historia. También muchos de los recursos que utiliza la autora son algo tramposos, por lo que el desenlace final, aunque previsible, no deja de chirriar un poco. En definitiva, una novela entretenida sin más para leer este verano.

22 de junio de 2009

‘El Mito de la Transición’

La Transición Española, al igual que otros episodios de la historia reciente como la Segunda Guerra Mundial (leed el reportaje que publica hoy El País sobre Nicholson Baker), tienden a idealizarse con el tiempo, a borrar consciente o inconscientemente los ángulos incómodos, los momentos negros, las incertidumbres. Los grandes episodios históricos están siempre repletos de contradicciones y de detalles que no deberían pasar inadvertidos para las generaciones futuras.

En contra de esa simplificación e idealización de nuestro pasado está, por ejemplo, Ferrán Gallego. Historiador, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, militante comunista, ex-colaborador de la fundación FAES y articulista ocasional de El País, Gallego es posiblemente uno de los mejores y mayores conocedores de la historia de España del siglo XX y de sus movimientos políticos. Recientemente ha publicado ‘El Mito de la Transición’ (Crítica, 2008), un monumental ensayo de 850 páginas donde desgrana con una minuciosidad impresionante esa aventura política que va desde 1973 hasta 1977.

Es una pena no tener mucho más tiempo libre para indagar y profundidar en este libro, que sólo he podido hojear precipitadamente a lo largo de un par de semanas. Aun así se puede apreciar un trabajo de documentación encomiable (las notas al pie con las fuentes son más de quinientas y ocupan casi cien páginas y la bibliografía consultada unas veinte). El resultado es, en mi opinión, un relato escrupulosamente neutral (ha sido alabado por intelectuales y críticos de todo signo político) y fidedigno, además de una visión prácticamente inédita en el mundo editorial de lo que fueron aquellos años convulsos y un análisis lúcido de los errores cometidos entonces y que aún arrastramos. La obra cuenta además con un índice onomástico para la consulta rápida de personajes que revela su uso como libro de referencia para amantes de la historia y estudiosos. Si en el futuro tengo más tiempo, espero volver a sacarlo de la biblioteca para dedicarle las horas que se merece…



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