9bach son una banda galesa de folk que, ya antes de que comenzara el Womad, tenía ganas de ver. Su estilo, a medio camino entre la tradición y el sonido contemporáneo de gente como Portishead, va un paso más allá del clásico grupo de música popular. Una de sus características principales es que cantan en galés, lo que le da a cada composición un aire ciertamente críptico. En el clip que os presento, 9bach tocan dos temas: ‘Cweiriwch fy ngwely’ y ‘Yr eneth gadd ie gwrthod’. El repertorio que grabé incluía otro tema más, pero el sonido al final no era lo suficientemente bueno como para incluirlo, además se hubiera alargado demasiado el clip. Espero que os guste:
Los Planetas han sido una de las bandas indies nacionales contemporáneas que más literatura han generado: Concretamente dos libros (si no contamos el cómic que acompañaba a ‘Principios Básicos de Astronomía’ de Juanjo Sáez). El primero de ellos fue ‘Los Planetas: La Verdadera Historia’ de Jesús Llorente, publicado en 2008 y el que ahora nos ocupa, ‘Una Semana en el Motor de un Autobús’ (Lengua de Trapo, 2011), con el elocuente subtítulo de «El disco que casi acaba con Los Planetas».
El periodista musical Nando Cruz se vuelve cronista de la génesis del trabajo más complejo e influyente del grupo granadino, no sólo centrándose en la música, sino también (y esto es lo más interesante) en las relaciones personales, a menudo tormentosas, entre sus miembros, y como estos tiras y aflojas tuvieron mucho que ver en que ‘Una Semana en el Motor de un Autobús’ sea como es. Dividido en más de una treintena de capítulos y 185 páginas, Cruz comienza su narración en 1996, tras el abandono de la bajista May, la sustitución de Raúl por Eric en la batería y los abusos de Florent con las drogas.
El libro cuenta muy bien la decadencia de una banda, que pudo ser definitiva, y su resurgimiento. En medio, toda una serie de pequeños acontecimientos, anécdotas y lecturas paralelas que hace que los aficionados a Los Planetas disfrutemos muchísimo leyéndolo. Además, proporciona nuevas claves para entender el que es, en mi opinión, el mejor trabajo de la banda.
El Womad es ya un evento clásico dentro de la programación cultural de Cáceres. Desde que estoy aquí siempre me he dado una vuelta a echar un vistazo por los escenarios (siempre hay algo interesante). El ambiente es muy agradable y todo el mundo participa, sobre todo en los talleres, donde se puede aprender mucho sobre la música y las costumbres de otras latitudes. Por segundo año consecutivo me pasé por allí los tres días del festival con la cámara para tomar fotografías y grabar en vídeo algunas de las actuaciones.
Este año, quizás por su veinte aniversario en la ciudad, el ambiente fue mucho más intenso que en ediciones anteriores. Esa intensidad se nota (o al menos eso he intentado) en los vídeos de esta edición. El público y los «womeros» son una de las grandes atracciones del evento, por eso son también protagonistas de los vídeos, aportando color y variedad a las actuaciones. Por cuestión de espacio, el reportaje va a estar dividido en cuatro partes que iré subiendo semana a semana. Corresponden a parte de las actuaciones de los cacereños Barrunto Bellota Band, los galeses 9bach, los senegaleses Takeifa y finalmente el pasacalles de cierre del festival. Vamos ya con el primero:
Los que habéis seguido el Festival de Eurovision este año y también seguís mi blog os habréis dado cuenta de que mi quiniela ha hecho aguas por todas partes. Nunca una predicción ha sido tan diferente al resultado final. Pero tranquilos, suele ocurrir. Eurovision, en contra de lo que muchos puedan decir, es imprevisible. Imprevisible es el segundo puesto de Italia, el descalabro de Estonia (el tema ‘Rockefeller Street’ de la joven Getter Jaani es ya mi guilty pleasure musical del año) o de Suiza que ocuparon los dos últimos puestos. A la primera le dimos el triunfo y la Suiza unos cuantos puntos. También los dos puestos decentes que consiguieron Alemania y Austria con dos de las peores canciones del festival (con permiso de la ganadora Azerbayán).
Después de haber visto el Festival, llego a varias conclusiones:
Alemania (y otros países) se toman muy en serio Eurovision. No hay más que ver la impresionante transformación que sufrió el campo de fútbol local, el Düsseldorf Arena, para convertirse en uno de los platós más grandes y espectaculares de la historia del festival. La impecable realización y el cuidado que se puso en las presentaciones de los países (muy bonitas las secuencias tilt-shift) ha provocado el elogio unánime entre la crítica televisiva. Veremos el año que viene en Bakú.
Los tiempos de enviar fantoches se ha terminado. Durante esos años nos reimos mucho y estuvo hasta bien, pero eso ha terminado. La calidad de las canciones de esta edición ha sido, en general, muy superior a la de otros años. Incluso el tema portugués, quizás el más irreverente o «poco serio», tenía su mensaje reivindicativo muy defendible. Una pena que no se clasificara.
Es imposible predecir el resultado. Ni siquiera acertar con un mínimo de fiabilidad el pódium o los cinco primeros. Es verdad que el voto popular tiende a premiar a los vecinos con las máximas puntuaciones, pero es una tendencia que este año ha estado bastante más atenuada. De hecho, de los diez últimos, cinco son países del este, y de los diez primeros tan solo cuatro. Todo dentro de lo normal, ya que aproximadamente la mitad de los países participantes son del otro lado del antiguo Telón de Acero. El mito del país del este dado al voto «vecinal» está desapareciendo poco a poco.
Hay a quienes el «estilo Canada» ya les suena a repetitivo. Comienzan a salir detractores de esta productora barcelonesa de videoclips (ahora también discográfica), pero lo cierto es que están consiguiendo realizar trabajos notables fuera de España. Primero fueron los neoyorkinos Scissor Sisters (no necesitan presentación) y luego los norirlandeses Two Door Cinema Club. El último en engrosa su cartera de clientes son, ni más ni menos, que Battles.
El grupo norteamericano de rock experimental se ha hecho con los servicios de Canada para su nuevo sencillo, antesala de lo que será su segundo y esperadísimo trabajo ‘Gloss Drop’. El adelanto se llama ‘Ice cream’ y seguramente ese título ha inspirado mucho a los chicos porque nos entregan una nueva evolución de su inconfundible estilo. El clip es simplemente espectacular y ya ha sido considerado por muchos (prensa musical extranjera me refiero) como el videoclip del año. Es el acompañamiento visual perfecto para un temazo quizás algo complicado.
Los más críticos dirán que usan recursos y secuencias muy parecidas o iguales que otros clips, como el que hicieron para ‘Bombay’ de El Guincho. No les falta razón (esa calavera se parece mucho a la que sale en ‘De la monarquía a la criptocracia’ de Triángulo de Amor Bizarro). Aquí la complejidad da la impresión de que es mucho mayor, con ideas visuales geniales que hacen que me vuelva a quitar el sombrero ante ellos (si lo tuviera). Os dejo ya con el clip:
Hace algo más de un mes, saltaba la noticia de que, por primera vez en unos cuantos años, un disco cantado en catalán se alzaba con el primer puesto en la lista de ventas. La hazaña la han conseguido Manel con su trabajo ’10 Milles per Veure una Bona Armadura’. Coincidiendo quizás con este evento casi inédito, la revista Rockdelux les dedicaba su número de abril. Leí la entrevista con mucho interés y finalmente me decidí a escucharlo con mucha atención.
No es ni mucho menos la primera vez que llega a mis manos un disco en catalán. Ya le dí en su día muchas vueltas al estupendo ‘Alegria’ de los isleños Antònia Font y más recientemente los de Glissando o Las Aias. Aunque al principio eran inevitables las comparaciones con los mallorquines, según se desgranaban los temas me daba cuenta de que el universo de Manel es original y propio. Las canciones son peculiares y cuentan con largos fraseos y sin apenas estribillos. Lo primordial parecen las letras, unas veces surrealistas y otras de un «costumbrismo mágico» desconcertante, vestidas con un envoltorio musical original y muy acertado.
Destaco de entre todos los cortes los cuatro que abren el disco. Se trata de un cuarteto de canciones insuperable (‘Benvolgut’, ‘La cançó del soldadet’, ‘Boomerang’ y ‘Aniversari’) y que tal vez sea uno de los mejores comienzos de un disco que recuerdo (y no son pocos). Las atmósferas que crean, a medio camino entre la intensidad y la emotividad, son mágicas. Cada vez que lo escucho, no puedo dejar de pensar en por qué no puede surgir un grupo como Manel fuera de Cataluña. ¿O ya lo hay? ¿Sr. Chinarro tal vez?. De momento os dejo con el primer videoclip de ’10 Milles per Veure una Bona Armadura’, ‘Aniversari’:
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