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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
17 de diciembre de 2007

¿Hemos olvidado Lockerbie?

El 21 de diciembre de 1988, el vuelo 103 de Pan Am Londres-Nueva York sobrevolaba las inmediaciones de población escocesa de Lockerbie. De pronto, el Boeing 747 se convirtió en una bola de fuego que se precipitó sobre la ciudad. Fueron 270 víctimas mortales, incluyendo 11 ciudadanos de Lockerbie. Las investigaciones policiales averiguaron que se trataba de un atentado terrorista. La autoría tardó en esclarecerse, pero al final quedó claro es que los servicios secretos libios estaban detrás y, en última instancia, su líder nacional Muhammar al-Gaddafi. No fue este el primer «roce» entre Libia y occidente. Un par de años atrás, aviones norteamericanos y británicos habían bombardeado la ciudad de Trípoli.

Como consecuencia de la nula colaboración de Libia con la justicia internacional para condenar a los culpables materiales del atentado de Lockerbie, la ONU impuso sanciones económicas contra el país magrebí. En 2003 finalmente admitió su responsabilidad y las sanciones fueron levantadas. Pero la tremenda masacre de Lockerbie fue sólo el punto culminante de la carrera de Gaddafi como terrorista. Si sólo citamos las acciones llevadas a cabo en Europa tenemos atentados en Roma, Viena o Berlín durante los años ochenta.

Una breve y superficial reflexión me lleva a pensar en el doble rasero con el que se trata a los tiranos. Comparemos al líder libio con Saddam Husein. Ambos eran panarabistas, sus regímenes eran laicos, basados en un extraño socialismo personalista. La gran diferencia radica en que Husein jamás atacó a occidente. Es más, recibió el apoyo de los Estados Unidos en su lucha contra Irán, convertida en una república islámica tras la revolución de los Ayatolás. En los años ochenta, Husein era el «bueno» y Gaddafi el «malo». En los noventa los dos eran «malos», y en la década actual Husein ha sido derrocado y ahorcado y Gaddafi se pasea con su séquito como un pacífico jefe de estado y planta su jaima en los jardines más excelsos de Europa sin que nadie se acuerde ya de Lockerbie… Ironías de la vida.

16 de diciembre de 2007

La cosecha musical de 2007 (y II): Triunfo de las solistas

Lo mejor de 2007

Aunque el titular no es del todo cierto, ya que hay un poco de todo, la verdad es que tanto las noveles (Candie Payne) como las veteranas (Emma Pollock) ocupan los lugares de privilegio en cuanto a discos internacionales. Pero no nos engañemos, no son discos excepcionales, sino lo mejor de una temporada que más allá de los Pirineos ha sido de vacas flacas. Tras un buen año como fue el 2006, el 2007 no nos ha deparado ni grandes novedades ni regresos esperados. Todo ello a pesar de que he escuchado muchísimos más discos extranjeros que nacionales. Quizás en proporción los duplique o los triplique.

La jovencita Candie Payne ocupa el primer puesto con ‘I Wish I Could Have Loved you More’, una hábil mezcla de temas retro puestos al día que cumplen su función. Sorprende en sus primeras escuchas y aguanta bien a cada nueva vuelta del CD. En la segunda posición tenemos a Emma Pollock en solitario. La que fuera vocalista de los grandísimos The Delgados se estrena con ‘Watch the Fireworks’, una propuesta similar a la de su antiguo grupo, aunque con canciones quizás más desnudas. Para el tercer puesto quedan los siempre infalibles The Go! Team con su segundo trabajo ‘Proof of Youth’, que vuelve a ser la apisonadora sónica de siempre que lo mezcla todo para conseguir unos temas supervitaminados que no dejan impasible a nadie.

Si nos referimos a descubrimientos, el 2007 también ha tenido su ración de nuevos valores. Los californianos Papercuts debutaban con un prometedor trabajo llamado ‘Can’t Go Back’ y un buen tema como es ‘John Brown’. Los escoceses The Fratellis, que no entraron en la lista de discos por ser de 2006, sí lo hicieron con el sencillo ‘Flathead’. Personalidad propia en un estilo ya demasiado trillado desde los tiempos de los Strokes y compañía… Otros de los descubrimientos agradables de la temporada fueron Lucky Soul, BC Camplight o Ratatat, todos ellos de estilos muy variados.

Como digo, en el plano internacional, la cosa no ha estado muy allá, casi decepcionante. Como decepcionantes fueron los regresos de Radiohead (de acuerdo, no hurgaré demasiado en la herida) o Arcade Fire, de los que esperaba mucho. Seguramente el 2008 sea un año de grandes y buenas novedades más allá de nuestras fronteras.

15 de diciembre de 2007

La cosecha musical de 2007 (I): El sur gana al norte

Los tres triunfadores nacionales de 2007

Nuestra cita anual con lo mejor del año musicalmente hablando podría tener, en el ámbito nacional, ese titular. Este 2007 ha sido un año casi prodigioso, con una gran cantidad de discos buenísimos. Y, aunque las cuestiones geográficas son meramente anecdóticas, el pódium de este año tiene indiscutiblemente un acento del sur. Las cordobesas Prin’ La Lá y los granadinos Lagartija Nick y Los Planetas se llevan los primeros puestos.

Es precisamente Prin’ La Lá, el proyecto de Fernando Vacas (Flow), el que ocupa el primer puesto de discos nacionales con su debut ‘Esto es Prin’ La Lá’. La falsa inocencia de unas nanas psicodélicas y las conseguidas melodías se llevan sin lugar a discusión el puesto de honor. Está claro que Vacas ha puesto todo su ingenio y su inventiva al servicio de sus tres primas, que prestan sus voces en un trabajo inolvidable.

‘El Shock de Leia’ es el disco de la resurrección de Lagartija Nick. Vale, nunca llegaron a morir del todo, pero sus últimos álbumes los había conducido a una vía muerta. Ha sido valientes y se han reciclado para darnos su disco más pop, falsamente pop, con letras apocalípticas, futuristas y también románticas a su manera. En el fondo late un nuevo espíritu que esperemos que dure mucho tiempo.

En el escalón del bronce se quedan Los Planetas y ‘La Leyenda del Espacio’, un proyecto osado y difícil, muy difícil, en el que J y los suyos salen bastante airosos. El estilo planetario de toda la vida se mezcla bien con los palos tradicionales andaluces. Han medido sabiamente las dosis para no cambiar demasiado las formas, aunque sí el fondo. Podemos estar felices, porque nuestra gran banda independiente sigue estando en buena forma.

Tengo que mencionar también los sonados regresos de Mus o Souvenir, y los debuts prometedores de Índigo, Xabel Vegas y Las Uvas de la Ira o Manos de Topo. Mucha variedad, cantidad y calidad en una cosecha musical que por estos lares ha dado mucho de sí. Podéis ver las listas completas en mi web personal rmweb.

Mención especial

No puedo evitar dedicar unas pocas líneas a uno de los grandes discos que por ser de 2006 no han podido entrar en estas listas. Me refiero al primer disco de los barceloneses Mendetz. Ha sido la más grata sorpresa nacional del año, más que nada por no ser algo esperado. Un disco potente que, de haberlo descubierto hace más de 12 meses sería el ganador indiscutible, pero como las listas son cerradas, ya no hay nada que hacer. Quedará como un «disco fantasma» más que sumar a la amplia lista. Aprovechando la coyuntura aquí os dejo su último vídeo ‘Maximo Truffato’:

13 de diciembre de 2007

La ciencia y la verdad

No quiero meterme en un asunto del que no pueda salir, pero el otro día una tertulia radiofónica me hizo reflexionar sobre cuales son los límites de la ciencia y si es la herramienta adecuada para entender las reglas del mundo que nos rodea. Cuando digo mundo digo la física del universo y digo la física de las partículas subatómicas. La sensación generalizada es que la ciencia tiene o tendrá respuestas para explicar cualquier evento que tenga lugar en el mundo que conocemos, sea cual sea su escala. La pregunta clave quizás sea si mediante las reglas del método científico puede averiguarse todo o si hay unos límites más allá de los cuales nuestra capacidad de razonamiento se queda corta.

La ciencia está repleta de teorías imposibles de demostrar que a menudo sirven de «muleta matemática» para sustentar en ella un vacío que no conocemos. Conceptos como «infinito», tan común, en realidad es algo inexplicable. ¿Todo lo que consideramos infinito es realmente infinito o es un parche para salir del paso? ¿Es el universo infinito? ¿Alguna vez conoceremos cuál es la partícula más pequeña o este proceso de subdivisión es infinita?

No digo que no haya que confiar en la ciencia. Si hemos llegado hasta donde estamos ahora es gracias a la ciencia. Pero me pregunto si esta misma ciencia sirve para conocer cómo es de verdad el lugar donde vivimos o si llegaremos a un límite impenetrable más allá del cual no podemos obtener respuestas. De hecho, ni siquiera podemos demostrar cómo se formó nuestro planeta, nuestra luna o nuestro sistema solar. Sólo hay teorías, y casi con toda seguridad nunca llegaremos a saber la verdad.

En fin, espero no haber hecho demasiada filosofía barata.

12 de diciembre de 2007

El síndrome Portishead

La banda británica Portishead es de siempre una de mis favoritas. Sus dos trabajos de estudio ‘Dummy’ (Go! Records, 1994) y ‘Portishead’ (Go! Records, 1997) son dos puntales, dos obras maestras, puntos de inflexión en el devenir de la música de los noventa y generadores de una cohorte de seguidores e imitadores a cada cual peor. Al menos eso es lo que yo creo. Después llegaría el directo enlatado ‘Roseland NYC Live’ (1998), también excepcional. Pero, y para desgracia de nosotros los fans, Beth Gibbons y los suyos se silenciaron.

Desde entonces, cada nuevo año que comienza nos preguntamos si será este el del anunciado y esperadísimo retorno. Con tanta expectación es normal que estén inquietos y se hayan vuelto extremadamente exigentes y perfeccionistas con sus nuevos temas. Y a mí me da pánico que el nuevo material no esté a la altura de las circunstacias. Lo cierto es que están en una difícil situación. El listón está tan alto que hay muchas probabilidades de que no consigan superarlo. Me arriesgo a decir que no lo va a estar. Los tiempos han cambiado mucho y el contexto musical también. La capacidad de sorpresa se ha reducido.

Pero por fin la espera va a terminar. Portishead han anunciado que lanzarán su nuevo disco en abril de 2008, once años después de su último álbum de estudio. Han sido muchos años de tirar lo hecho y volver a rehacerlo, de momentos de temor y tensión, de aventuras en solitario como la de Beth Gibbons & Rustin Man. Ahora sólo nos queda aguardar el retorno con los dedos cruzados y que no ocurra lo mismo que con los Stone Roses.

De momento, unos vídeos de sus trabajos anteriores:

‘Sour Times’ (1994):

‘All Mine’ (1997). Genial, uno de mis vídeos favoritos de siempre. La niña prodigio casi da miedo:

‘Roads’ (1994). Esta versión en directo supera a la de estudio:

8 de diciembre de 2007

Nueva decepción de Radiohead

Este post me va a granjear algunos enemigos. Soy consciente que entre los lectores hay mucho aficionado a Radiohead. Yo también lo fui en la época del ‘OK Computer’ (1997) y soy de los que lo consideran uno de los grandes hitos musicales de todos los tiempos. Pero también es cierto que sólo unos pocos grupos elegidos sacan más de un disco trascendental. Radiohead no creo que sea uno de ellos. Se tiende a pensar que por haber publicado una obra maestra el resto de sus trabajos también lo van a ser.

Me da la desagradable impresión que los de Oxford aún están viviendo de aquellas rentas. Personalmente creo que ninguno de los trabajos posteriores a ‘OK Computer’ ha dado la talla. Para maquillar esta resaca han optado por varias estrategias. La primera, y que les ha funcionado más o menos bien, es irse por los cerros de Úbeda. ‘Kid A’ (2000), ‘Amnesiac’ (2001) y ‘Hail to the Thief’ (2003) supusieron para mi (e imagino que para mucha gente más) decepción tras decepción. No es que esperara más ‘OK Computer’, pero sí una evolución digna y no una falta clamorosa de ideas.

La segunda estrategia es ser noticia por cuestiones espúreas. Es lo que ha ocurrido con ‘In Rainbows’ (2007). Todos los medios especializados y no especializados han recogido la original forma de lanzamiento de su nuevo trabajo sin apenas percatarse de su contenido. El envoltorio, aunque sea virtual, se ha llevado la noticia. Además es una forma magistral de camuflar unos temas que no suponen nada nuevo y que, sinceramente, a mi me aburren.

7 de diciembre de 2007

Una semana probando Leopard

Captura de mi sistema Leopard

Leopard es el nuevo sistema operativo de Apple para los ordenadores Macintosh. Ha venido precedido de una campaña publicitaria sin precedentes dentro del mundo Mac desde los tiempos del famoso anuncio de la Superbowl en 1984. Por supuesto, esta campaña no es gratuita ni Leopard ha sido lanzado en cualquier momento. Han pasado ya unos cuantos meses desde que viera la luz el decepcionante Windows Vista. Apple es consciente y sigue con atención la evolución de su rival. La estrategia de la compañía de Steve Jobs es «recoger» a todos los desencantados con la plataforma PC-Vista que le sea posible. Y este quizás sea el mejor momento. Microsoft le ha hecho una estupenda campaña a Apple.

Pero vayamos con Leopard. Lo primero es decir que las comparaciones con Windows Vista son odiosas. Leopard es ligero incluso con ordenadores Mac antiguos de bajas prestaciones y mejora el rendimiento de su predecesor Tiger. Tal y como dice la publicidad, Leopard trae todo lo necesario para trabajar sin tener que instalar prácticamente nada. Bueno, eso no es ninguna novedad, ya ocurría con las anteriores versiones.

Lo que más me gusta de Leopard es que no rompe (como pasa con Windows Vista) con lo anterior, sino que es una continuidad, un avance con muchas mejoras. Y como tal, que nadie espere novedades espectaculares. Una de las cosas que no se ven es que se trata de un sistema operativo íntegramente de 64 bits, algo que sinceramente no he notado en nada. Lo que sí he notado es la vista rápida, mediante la que se pueden ojear videos y fotos sin abrirlas y hojear documentos PDF sin ejecutar el visor. Muy cómodo. También es de agradecer que el sistema cuente con una carpeta predeterminada para las descargas de internet, a donde van a parar todos los archivos bajados con Safari. El tema de los stacks (las pilas de carpetas y archivos) que en principio me parecía una chorrada, al final resulta ser muy útil y rápido. Una de las cosas que no he probado es Time Machine, la característica estrella de Leopard, un sistema para hacer copias de seguridad con dos clics y poder recuperar automáticamente archivos borrados o versiones antiguas.

Lo que sí he probado es Boot Camp, ahora integrado en el sistema operativo. Permite instalar Windows o Linux en muy pocos y sencillos pasos como si de un PC normal se tratara. Lo mejor es que en cualquier momento podemos eliminar la partición sin perder ningún dato y sin tan siquiera reiniciar el ordenador.

En definitiva, estoy encantado con Leopard y, si no fuera porque no funciona en un ordenador PC, sería seguramente el verdugo que enterraría a Windows para siempre.



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