rmbit - La bitácora personal de Ricardo Martín
La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
10 de diciembre de 2013

Reflexiones de un aficionado a la música en la era de internet

Desde la llegada de internet, los aficionados a la música pop y rock vemos como poco a poco, con el avance de la tecnología, se publican más y más discos, canciones, nuevas propuestas… Nuevos artistas surgen, se fusionan, colaboran con otros… A la hora de recapitular todo lo que he escuchado este año para hacer las listas con mis favoritos de 2013, me he dado cuenta de que a cada año que pasa escucho más música, pero le dedico menos tiempo a cada uno de los trabajos. Esto puede ser un problema, porque en muchas ocasiones discos que merecen la pena se pierden entre el maremágnum. Es más, muchos álbumes poco accesibles a priori son los que finalmente son más disfrutables a largo plazo. Y viceversa. No siempre ocurre, pero es habitual.

A lo largo de esta temporada habré escuchado en torno a centenar y medio de discos –unas dos mil canciones aproximadamente–. La mayoría de ellos apenas con un par de escuchas como mucho. No hay tiempo material para más. Así, sólo los discos más inmediatos pasarán a lo mejor del año y por tanto serán más escuchados. Por otra parte aquellos trabajos más intimistas pasan casi desapercibidos.

La etapa que vivimos de democratización absoluta de la creación musical hace que un pequeño sello pueda competir casi en igualdad de condiciones con una multinacional. Cualquiera con ganas de contar algo en una canción puede hacerlo, y probablemente sea escuchado por un número de personas hasta hace inimaginable. Por eso hoy día hay mucha más música buena que antes. Y también más música mediocre. El verdadero aficionado tiene el reto de seleccionar. Separar el grano de la paja y quedarse con lo que considere de calidad…

23 de noviembre de 2013

50º aniversario de ‘Doctor Who’

Tal día como hoy, hace cincuenta años, se emitía por primera vez una de las series –¿La más?– longevas de la historia de la televisión que aún perdura. Años atrás escribí una entrada sobre ‘Doctor Who’ poco después de haber comenzado a ver la nueva etapa y coincidiendo con el 45º aniversario. Hoy puedo hablar con un poco más de conocimiento de causa sobre este fenómeno, que si bien no ha calado demasiado en nuestro país, mueve muchos fans y mucho dinero en todo el mundo. La prueba es que el doodle de Google desde ayer está dedicado a la serie, con un juego que nos recuerda a los 8 bits en el que tenemos que recuperar las letras del logo de la compañía, robadas por los daleks.

Pero mi intención era orientar este pequeño texto hacia mis impresiones personales. Lejos de ser una serie infantil –como mucho juvenil–, ‘Doctor Who’ tiene episodios con tramas endiabladamente complejas que muchas veces, sobre todo en las últimas temporadas, mantienen un hilo común. Posiblemente esa capacidad de mezclar tiempos pasados y futuros incluso dentro del mismo episodio sea una de las cosas más interesantes y que más me gustan. Por ejemplo, de la última temporada recuerdo ‘Hide’, en la que unos investigadores de lo paranormal investigan fenómenos extraños en un caserón, cuando estos tienen más que ver con el futuro que con el pasado. Y si hablamos de episodios favoritos, aunque no es fácil, me quedaría con ‘Blink’, los famosos «ángeles llorones» («weeping angels»), aliens camuflados de estatuas de ángeles que cobran vida en la oscuridad absoluta o cuando cerramos los ojos. Tampoco puedo olvidar el capítulo dedicado a Van Gogh, ‘Vincent and the Doctor’. Hay muchos más y si no los habéis descubierto, os lo recomiendo.

La última parte la quiero dedicar lo que los «whovianos» llaman –llamamos– la serie clásica. Es decir, las emisiones entre 1963 y 1989, en contraposición con la nueva, emitiéndose desde 2005. Pude hacerme con todos los episodios de esas 29 primeras temporadas. El trabajo de visionado es complicado, porque de la mayoría aún no hay subtítulos en castellano. Si algún distribuidor está interesado en editar en España la colección clásica, aquí hay ya un comprador.

Para terminar, al igual que hice en aquel primer post sobre ‘Doctor Who’, todas las cabeceras por orden cronológico en versión corregida y aumentada:


21 de noviembre de 2013

Nuevas galerías de fotos en Cromavista

Hacía ya tiempo que no actualizaba mi web de fotografías Cromavista. Tras los incidentes técnicos que algunos conocéis, por fin he podido seleccionar, procesar y subir 69 nuevas imágenes de mis últimos viajes en agosto y octubre. Hay varias de la provincia de Segovia, entre ellas la de las Hoces del río Duratón, un paraje natural y también cultural bastante interesante, con las ruinas de la ermita de San Frutos en uno de sus meandros como principal atracción. Aquel mismo día visité Turégano y su peculiar castillo-iglesia. El viaje lo completaron tres de iglesias románicas (Nuestra Señora de la Asunción de Duratón, San Pedro de Perorrubio y San Pedro de Gaíllos) y la localidad de Sepúlveda. El otro viaje fue a finales de octubre y el destino fue Ávila. Increíblemente todavía no tenía ninguna fotografía hecha de esa ciudad castellana.

16 de noviembre de 2013

Vídeo: Una Semana en París (Quinta Parte)

Terminamos esta serie de vídeos sobre París con la quinta entrega. Esta vez nos vamos al barrio de Montmartre, con su Moulin Rouge, sus calles empinadas y sus plazas llenas de pintores. También el espectacular Sacre Coeur, desde donde se tienen unas vistas únicas de la ciudad. Y como final, la Basílica de Saint-Denis, situada fuera de la ciudad, pero que en su cripta se hallan enterrados todos los restos de los reyes franceses desde tiempos de los merovingios. Después de la Revolución Francesa y tras el saqueo de las tumbas, y ante la imposibilidad de determinar qué restos eran de quién, fueron enterrados en un lugar común dentro de la Basílica. La música en este caso es de Michel Legrand, ‘Moulin Rouge’, ‘Rex Karole, Johannis Genite’ de la Early Music Consort of London & David Munrow y ‘Vintage’ de Beaumont.

15 de noviembre de 2013

Redescubriendo las aceñas de Gijón y su entorno

«En el pago de Gijón se hallan situadas las aceñas de aquel nombre sobre la margen derecha del río Duero, aguas abajo de Zamora.
Estas aceñas de sólida construcción, forman un edificio separado en su base por cuatro canales.
El acceso a estas aceñas se halla establecido por medio de una calzada de corta línea con su correspondiente desagüe.
Parte la presa de estas aceñas de la orilla izquierda del río y lo cruza en sentido oblícuo hasta llegar al punto de emplazamiento de dichos edificios.
En la margen derecha tiene también una corta línea de presa que contiene las aguas que las dirige a su destino.»

Con estas palabras describía Eduardo J. Pérez en su curiosa ‘Guía del Viajero en Zamora’ (1895) las aceñas de Gijón. Eran tiempos en los que aún se usaban estos edificios como molinos, aprovechando la fuerza del agua del río. Décadas después se abandonaron por métodos más modernos y las aceñas se dejaron a su suerte. Hasta los años noventa del siglo pasado no se recuperaron en Zamora estos peculiares edificios. De los cuatro grupos existentes en la capital, tres fueron restaurados para darles diferentes usos, convirtiéndose así en establecimientos de hostelería o pequeños museos para locales y visitantes. Pero las aceñas de Gijón permanecieron ajenas a este renacimiento.

Este pasado verano me acerqué hasta allí por el camino –casi invisible– que lleva hasta allí bordeando el río. Ciertamente lleva un rato encontrar la entrada que parte bajo el puente nuevo. Finalmente la encontré con la ayuda inestimable de Google Maps en modo satélite. Tras caminar algo más de diez minutos (un kilómetro aproximadamente), di con el pequeño cruce entre el camino y la carretera de acceso a las fincas cercanas. Una cadena cierra el paso a vehículos, pero no a las personas.

Las aceñas se encuentran en un estado lamentable. Algunas ya desmoronadas, cubiertas por la maleza y con pintadas. Es posible caminar por la represa hasta prácticamente la mitad del río. Desde aquí se puede contemplar una vista curiosa. Mientras recorría con cuidado todo el paraje me preguntaba si alguna vez se recuperarían o si las dejarían definitivamente a su suerte. Sería un magnífico lugar para finalizar el paseo del Duero que comienza en el Parque de La Aldehuela y que también debería ser una pieza más de la recuperación y rehabilitación de esta zona –parte de lo que fuera antaño el Campo de la Verdad— que engloba también la iglesia de Santiago de los Caballeros, hoy rodeado de un paisaje lamentable de casuchas, ruinas y descampados.

7 de noviembre de 2013

Vídeo: Una Semana en París (Cuarta Parte)

Cuarta entrega de los vídeos sobre París que grabé este verano. Es la penúltima. Para esta ocasión he elegido como motivos el Museo del Louvre y el Palacio de Versalles, ambos fueron en su día palacios reales que ocuparon –insignes unos y tiranos otros– gobernantes de Francia a lo largo de los siglos. Respecto a la música que acompaña a las imágenes, se trata de ‘Paris in the spring’ de Michel Legrand, ‘Outro’ de M83 y ‘Prelude des trompettes et autres instruments pour Mars’ de Jean-Baptiste Lully.

28 de octubre de 2013

Recuerdos de Lou Reed

La semana pasada escuché después de bastante tiempo –tal vez años– ‘Perfect Day’ de Lou Reed. Es una de mis canciones favoritas de siempre desde que la oí por primera vez en la película ‘Trainspotting’. En aquellos años –mediados y finales de los noventa– la escuché bastante. Tenía la banda sonora de la película y ese era uno de mis momentos favoritos. Pero mi primer recuerdo de Lou Reed no fue musical, sino aterrador. Era 1986 y desafortunadamente vi en la tele un videoclip que me dio bastante miedo. Yo tenía nueve años y, a pesar de que sabía que aquello era un animatronic, la sensación de ver al bueno de Lou arrancándose la carne se me quedó grabado. Mucho tiempo después descubrí que se trataba del tema ‘No money down’ del olvidable disco ‘Mistrial’.

Fue en 1997 cuando de verdad descubrí al Lou Reed que me entusiasmó. Y, como me suele ocurrir, fueron sus primeras composiciones las que más atrajeron mi atención. El disco ‘The Velvet Underground & Nico’ estaba compuesto casi en su totalidad por Reed. Más que una banda, «la Velvet» fue un colectivo de artistas metidos a hacer música, a veces delicada, a veces ruidista, pero siempre llena de poesía y vanguardia y donde las ideas y las ganas de innovar eran mucho más importantes que la pericia con los instrumentos. Como muchos sabréis, en este colectivo estaba Andy Warhol, que diseñó la famosa portada del plátano. Se publicó en 1967. Aquel año, pasar a la historia de la música no debía de ser nada fácil. Los Beach Boys habían publicado hace poco ‘Pet Sounds’ y sus Buenas Vibraciones estaban revolucionando el pop, los Beatles se habían transformado en el Sargento Pimienta y la Banda de los Corazones Solitarios, y los Rolling Stones también se habían transmutado en Sus Majestades Satánicas. A pesar de la dura competencia, ‘The Velvet Underground & Nico’ está considerado uno de los mejores discos de pop-rock de todos los tiempos y su sonido sigue estando muy vigente.

Del Lou Reed en solitario, ‘Transformer’, con su cara A prácticamente perfecta es un monumento enorme a la música. Sólo por ‘Walk on the wild side’ y ‘Perfect day’ ya merece la pena, pero ‘Vicious’ o ‘Andy’s chest’ no son precisamente relleno. La cara B, menos evidente, también cuenta con temas notables como ‘Satellite of love’… Una discografía extensa no se resume en unas pocas líneas. Lo mejor es que cada uno escuche y recuerde, rememore sus temas favoritos.

Pero vamos con unos clips. Primero con composiciones de Reed para la Velvet Underground. Esto es ‘Femme fatale’ en una grabación de 1967 y canta Nico con Lou a la guitarra:

‘Venus in furs’, también del mismo disco:

Otro excelente tema de Lou Reed para la Velvet. La genial ‘All tomorrow’s parties’. De nuevo con la voz de Nico:

‘Perfect Day’ (1973), ya en solitario, en la versión que hizo junto a otros conocidos intérpretes en 1997 para una iniciativa benéfica de la BBC:

Para terminar, una vuelta por el lado salvaje. ‘Walk on the wild side’ (1973):

Y no me resisto a poner la versión que hizo Albert Pla, muy a su manera:



rmbit está bajo una licencia de Creative Commons.
Plantilla de diseño propio en constante evolución.
Página servida en 0,055 segundos.
Gestionado con WordPress