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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
2 de julio de 2008

¿Lengua común o lengua única?

La lengua ha sido siempre uno de los caballos de batalla de los excluyentes, tanto de un lado como de otro. En las últimas semanas estamos asistiendo a un resurgimiento de estos asuntos que permanecían en segundo plano desde mediados de los noventa. Ha sido UPyD quien ha tomado la iniciativa para que «el castellano sea la lengua común». En principio, y después de leer el manifiesto, todo lo que se expone me resulta tan lógico y razonable como obvio y vacuo. ¿De verdad hace falta algo así ahora o es un arma política arrojadiza más?

En manos de algunos, hasta el objeto más inocente puede ser un arma mortal. En este sentido estoy muy de acuerdo con el artículo que Antonio Gamoneda publicó en El País del pasado domingo 30 de junio. Creo que si de verdad se quisiera abrir un debate serio y sereno sobre esta cuestión no se adoptaría una posición tan militante e inamovible de aquellos que no soportan otro nacionalismo que no sea el suyo (hablo de las dos partes).

Para ser sincero, desconozco cual es la situación real de la enseñanza y el uso de las lenguas cooficiales más allá de informaciones viciadas y políticamente interesadas. Es muy difícil saberlo. Cada uno cuenta la película según lo que le interesa. Las noticias que algunos diarios que todos conocemos llevan a sus páginas son casos extremos que a menudo se han quedado en nada, magnificados por la lupa de los rastreadores de atropellos contra la «lengua común». Lo cierto es que de los datos que nos ofrece, por ejemplo, el informe PISA, cabe deducir que en Cataluña los alumnos obtienen una mejor puntuación en comprensión lectora que la media estatal y superior a Portugal o Italia. El el País Vasco la puntuación es aún mayor, sólo por detrás de La Rioja (Datos extraídos de la tabla II.6.1 del informe).

El panorama es desde luego muy complejo, y lo que menos necesitamos son salvadores de la patria cuando la patria no está en peligro. Vamos a dejar la visceralidad y el populismo de un lado y trabajemos todos juntos para encontrar una solución aunque nos lleve años conseguirla. El problema es que UPyD necesita su cuota de aparición en medios, como todo el mundo. También tienen derecho a ello.

1 de julio de 2008

Mariano se acerca

Algo se mueve en la política nacional. Esa al menos es la impresión que he ido afianzando después de varios acontecimientos, la mayoría de ellos muy perjudiciales para el Gobierno de Zapatero. La primera y más importante de todas es el renacimiento casi milagroso de un Partido Popular en el que muy pocos creían. Los marianistas al final se impusieron con soltura a las embestidas del sector crítico, custodio de las esencias del aznarismo. Casi me parece un milagro después de las tormentosas semanas que precedieron al 16º Congreso.

La nueva etapa que ahora comienza (parece que) con fuerza se está viendo reflejado en las encuestas de opinión que se han realizado hasta la fecha. En el Pulsómetro de la Cadena SER, Rajoy está ya por encima de Zapatero en popularidad. Por poco, pero lo está. La remontada ha sido espectacular. El viaje al centro que yo vaticinaba como tortuoso en un post hace un tiempo no ha resultado al final ser tal. Aunque los rebeldes siguen farfullando, la fortaleza de Mariano parece ya fuera de toda duda.

La coyuntura económica y social de los últimos tiempos tampoco han ayudado nada al Gobierno. Asuntos como la «crisis» económica, la subida del recibo de la luz o el paro de los transportistas, gestionados todos con poco acierto, han sumido al equipo de Zapatero en una situación un tanto comprometida. De nuevo, por enésima vez, los errores cubren por completo los éxitos (que son bastantes) del Ejecutivo. Los tropiezos han sido aprovechados con avidez por la derecha mediática para agrandarlos y exagerarlos hasta darles dimensión de catástrofe. Una lluvia fina de hechos que, sin quitarle la gravedad que tienen, son los mismos que están sufriendo otros países de nuestro entorno. Otra vez falla la política de comunicación.

Mientras tanto, Mariano sigue avanzando. Sólo los suyos podrán acabar con él…

30 de junio de 2008

El post definitivo sobre ‘Doctor en Alaska’

Ahora que estoy a punto de finalizar el visionado de las seis temporadas de ‘Doctor en Alaska’ me parece un buen momento para escribir sobre una de las mejores (o quizás la mejor) serie de televisión que he visto hasta la fecha. Aunque hace unos meses ya había hablado sobre ella, aquellas impresiones primerizas se quedan muy cortas. El mundo de Cicely muta, parece que todo sigue igual, pero sin embargo todo está cambiando constantemente poco a poco y capítulo a capítulo.

Son muchas las webs que los aficionados dedicar a ‘Doctor en Alaska’. Es una lástima que muchas de ellas estén ya abandonadas, sin actualizar y alguna hasta ya no existe. Tiene su mérito que una serie dirigida a un público minoritario y que dejó de emitirse en España hacia 1997, todavía concite la atención y sea objeto de culto por parte de muchas personas.

A lo largo de las diferentes temporadas mi idea sobre la serie ha ido madurando. Me comenzó pareciendo una serie «rara» y «poco convencional» en la primera entrega. Pero a medida que se iban quemando las nuevas etapas, comenzó a conformarse todo un universo propio con múltiples tentáculos que enraizan en los orígenes de la cultura norteamericana, tanto indígena como anglosajona, en las preguntas elementales del ser humano, en el particular humor casi indescifrable para el no iniciado o en la política.

Uno de los aspectos que a mi modo de ver hacen interesante a ‘Doctor en Alaska’ es el uso de un peculiar realismo mágico «made in» Alaska, donde se mezclan animales que parecen humanos, espíritus indígenas que vienen del más allá para aconsejar a los de su tribu sobre los asuntos más peregrinos (inolvidables las apariciones de El Que Espera, el anciano espectro que ayuda a Ed) o materializaciones de duendes. Esta faceta casi folklórica se mezcla con un extraño cosmopolitismo con continuos guiños al cine (sobre todo a Woody Allen y a Ingmar Bergman), a la televisión (por ejemplo con alusiones a ‘Seinfeld’, en las parodias a ‘Twin Peaks’ o en el episodio en el que Shelley se engancha a la televisión por satélite), a la cocina de alto nivel (mi personaje favorito de la serie es el paranoico, malhumorado y taciturno chef Adam), a la religión (sobre todo a la judía).

Sin lugar a dudas, por encima de todo esto, la verdadera columna vertebral de la serie es la relación de amor/odio entre los dos principales protagonistas, el maniático y cascarrabias doctor Joel Fleischman y la tan guapa como borde Maggie O’Connell. En torno a ellos giran todas las demás situaciones, sobre todo en las primeras temporadas. Después la serie se volverá mucho más coral y para mi gusto algo más aburrida.

Como dije antes, existen multitud de webs de fans de ‘Doctor en Alaska’. Ahí va una lista con algunas de las mejores:

29 de junio de 2008

Sobredosis nacional

Quizás sea porque soy de los pocos que todavía considera el fútbol como un deporte, o porque normalmente no sigo ningún campeonato, pero lo cierto es que no termino de comprender del todo la euforia y el bullicio con que los españolitos salieron a las calles de sus ciudades a celebrar el evento. Unos con banderas, otros con camisetas, otros en sus coches pitando por la calle… Un espectáculo que a mi me deja un poco frío. Será que no soy amante del bullicio ni de las grandes multitudes.

Algunos (espero que no muchos) pondrán en duda mi «españolidad». Aunque no merecería ninguna explicación, les diré que si el patriotismo se tiene que demostrar agitando enseñas o gritando como un energúmeno, me parece una visión muy pobre. Jamás llevaré una enseña roja y gualda, ni con otros colores. Y como yo hay muchos. Cuando la gente lo entienda habremos avanzado. En un país tan visceral como el nuestro, parece que España, más que en un Estado, se ha convertido en un sentimiento…

Ciñéndonos a lo estrictamente deportivo, a los que no nos gusta el fútbol, nos van a estar machacando día sí y día también. Bueno, todo pasará… Y por supuesto, como dirían Gomaespuma, ¡enhorabuena a los premiados!.

28 de junio de 2008

Páginas personales en la web 2.0

¿Tienen sentido ya las webs personales clásicas en la internet de las aplicaciones y de las redes sociales? Esta pregunta me la he hecho estos días a menudo con motivo de la próxima reforma de rmweb, mi sitio personal. Lo digo porque hoy día, con la proliferación de fenómenos como el de Facebook, Flickr, YouTube o Tuenti, parece que las tradicionales páginas artesanales están pasadas de moda. Máxime cuando surgen día sí y día también nuevas herramientas que facilitan enormemente el trabajo de diseño y programación de una nueva web. Eso por no hablar de las plataformas de contenidos como Mambo o Drupal.

Entonces, ¿Cómo deben ser las webs personales 2.0? Ante todo han de ser sencillas y usables. Esta es la primera conclusión a la que he llegado. La información ha de ser clara y concisa y mostrada de una manera muy visual. A diferencia de un blog, donde lo que prima es el texto, un sitio con información personal tiene que ser fácil de leer, moderadamente informal y distendida y sobre todo centralizadora. Me refiero a que una función que me parece elemental en una web personal es la de concentrar en un sólo lugar todos los servicios que tenemos desperdigados por ahí. Cualquier adicto a Facebook, por ejemplo, tiene también sus fotos subidas a Flickr puede que un blog en Blogger, una cuenta en YouTube, lee sus suscripciones RSS favoritas en Bloglines o tiene sus gustos musicales en Last.fm. ¿Por qué no integrarlo todo en un sólo lugar? Por lo general, todas estas webs poseen herramientas para integrarlos fácilmente en nuestro sitio y que todo el mundo sepa los contenidos que generamos, nuestros gustos, los blogs que leemos, los lugares donde hemos estado en nuestro último viaje o la música que escuchamos.

Como todo, tener una web personal hoy día tiene ciertas ventajas. La más evidente es la libertad de diseño. Una web personal es, además de una manera de comunicación de nuestras aficiones y gustos, una ventana de nuestra personalidad. Cada uno diseñamos según nuestro sentido estético. Y por qué no, el diseño también es una manera de comunicación. Otra ventaja importante es que somos independientes de cualquier plataforma externa. Derivada de esta, tenemos libertad de contenidos y no hemos de ajustarnos a ningún formato predeterminado.

Y también hay inconvenientes: Necesitamos un nombre de dominio, quizás un alojamiento web, lo que supone unos cuantos euros de gastos al año (tampoco muchos). También requiere ciertos conocimientos de HTML y de programación en cualquier lenguaje que admita nuestro servidor. Y por supuesto, necesitamos tiempo y ganas para programarlo, diseñarlo y sobre todo actualizarlo, casi lo más importante y lo que generalmente más se descuida. Una buena idea es crear contenidos «atemporales» e ir añadiendo nuevas cosas poco a poco. Más o menos es lo que yo hago en rmweb.

27 de junio de 2008

La semana musical (y V): Grandes decepciones de 2008

Es pronto aún para hacer un balance de lo bueno y lo malo del año. Pero me parece que al cumplirse los seis primeros meses de la temporada es un buen momento para recopilar algunas de las muchas decepciones que me llevado este año. Se suele decir que cuando algo es muy esperado, siempre decepciona. Hemos tenido muchos retornos excepcionales, pero también otros que se han quedado en humo. Ahí va la lista:

  • ‘Songs in A&E’ de Spiritualized. Jason Pierce y los suyos vuelven a recrearse en las mismas fórmulas que le dieron tan buen resultado en ‘Ladies and Gentlemen we are Floating in Space’ (1997). Pero por supuesto repetir fórmulas y mucho más si lo hacen si la brillantez necesaria, el fiasco está asegurado. Ya pincharon en su día con ‘Amazing Grace’ (2003) y en menor medida con ‘Let It Come Down’ (2001). Una pena.
  • ‘Magic Monsters’ de April March. La norteamericana que quería ser francesa nos entregó varios trabajos memorables, especialmente ‘Triggers’ (2003), que elegí como mi disco favorito internacional del año. Elinor Blake ha ido perdiendo fuelle y cayendo en una sofisticación elegante muy interesante, pero que en ‘Magic Mosters’ suena plano y aburrido. ¡Quién lo diría en los tiempos de ‘Mignonette’!.
  • ‘Cronolánea’ de Lori Meyers. Quizás esta haya sido la mayor decepción de todas. Los de Granada lanzaron esa maravilla llamada ‘Hostal Pimodán’ hace tres años. Su éxito fue inmediato y se convirtieron en uno de los grupos punteros de indie nacional. Al escuchar el excelente primer sencillo de ‘Cronolánea’ ‘Luces de neón’ pensé que los chicos seguirían en forma. Pero la decepción ha sido mayúscula al escuchar todos los temas. Me parece loable su empeño en avanzar, en explorar nuevos terrenos, en dejarse llevar por la psicodelia, pero quizás aún no estén preparados, porque para mi gusto se quedan a medio camino. ‘Cronolánea’ es un disco muy irregular.

La lista podría ser mucho más larga, pero con tres ejemplos es suficiente. En otra ocasión hablaré de los retornos gloriosos, que afortunadamente han sido muchos.

25 de junio de 2008

La semana musical (III): Una de rock sinfónico

De vez en cuando viene bien sacudir el polvo a las viejas canciones, a los clásicos que, aunque no pertenezcan a nuestra generación, también nos han marcado. Hacía años (casi una década) que no escuchaba a The Moody Blues y a Procol Harum. Si no recuerdo mal, la última vez que las oí fue cuando hice mi recopilación de la historia del pop-rock en 12 CDs. Me llevó dos años en unos tiempos en los que internet y las redes de intercambio de ficheros casi ni existían. Todo a golpe de biblioteca, de discos prestados y también de bolsillo.

En el CD dedicado al período 1967-1970 estaban entre otros ‘Nights in White Satin’ de The Moody Blues, un tema muy famoso que se ha utilizado de banda sonora en películas, en anuncios de televisión y en recopilatorios de música «romántica», uno de ellos llevaba precisamente el título de ‘Noches de Blanco Satén’ en alusión a este tema. The Moody Blues se formaron en Birmingham en 1964 con la intención de convertirse en una banda británica más a rebufo de los Beatles, tocando temas norteamericanos sin mayores pretensiones.

Pero en 1967 se cruzó en su vida la Decca, el sello discográfico de los Rolling Stones, con la idea que una banda de rock grabara un disco de música clásica junto con la London Festival Ochestra. En principio se optó por Dvořák y la ‘Sinfonía del Nuevo Mundo’. A The Moody Blues le pareció buena idea. Aceptarían sólo si en vez de usar una sinfonía clásica se les dejara grabar sus propios temas con arreglos orquestales. No olvidemos que hasta la fecha muy pocos grupos pop-rock habían grabado con orquestas clásicas y siempre habían sido temas puntuales.

Fue así como nació ‘Days of Future Passed’ (1967) y con él un nuevo subgénero, el rock sinfónico, un término que se degradaría a lo largo de los años setenta hasta convertirse en un insulto con la llegada de la new wave. El disco es notable, pero cometieron el error de incluir en él un tema tan sobresaliente que eclipsó por completo el resto del contenido. Si tenéis oportunidad escuchad la versión larga de ‘Nights in White Satin’ de casi ocho minutos, aunque la del sencillo, de cuatro minutos y medio tampoco está nada mal:

La otra banda es Procol Harum, un grupo formado en Londres en 1967 y casi «hermano» de The Moody Blues. Fueron los dos arietes que levantaron el género del rock sinfónico desde el sello de ambos, Deram Records. Procol Harum también tuvieron su éxito incontestable con ‘A Whiter Shade of Pale’ y su ya legendaria melodía de órgano Hammond, muchas veces copiada después. El extraño título casi intraducible y la críptica letra del tema es una velada referencia al romanticismo literario del siglo XIX:

Y como «bonus» no previsto voy a hablar de Barry Ryan. A Ryan podemos encajarlo también dentro de estos «pioneros sinfónicos». En 1968, el de Leeds obtuvo sus mayores éxitos con temas compuestos por su hermano Paul, el cerebro pensante, siempre en un discreto segundo plano por problemas médicos. El principal legado que nos deja el tándem de los hermanos Ryan es ‘Eloise’ (aquí se conoce por la apoteósica versión que hizo Tino Casal en 1988):



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