Es vergonzoso el modo en que las televisiones españolas, salvo honrosas excepciones, tratan a los telespectadores. Aunque tal vez tenemos lo que nos merecemos. El espectador español carece por completo de cultura televisiva. Cultura que sí tienen sobre todo los países anglosajones. Menos mal que nos queda internet… Digo todo esto porque tras el estreno por parte de Antena 3 de la serie de la BBC ‘Life on Mars’ con la emisión de los dos primeros episodios, la ha relegado a uno de los canales de TDT (creo que en .neox). En el paquete de aquella primera emisión iba incluída la producción propia ‘La Chica de Ayer’, una versión españolizada de la serie británica. Las comparaciones son siempre odiosas. ‘La Chica de Ayer’ cosechó críticas pésimas y unánimes. No la vi, ni ganas tengo. Me quedo con la producción de la BBC, de la que ayer pude ver los tres primeros episodios.
‘Life on Mars’ es una de esas series que explotan la nostalgia por los tiempos pasados. A grandes rasgos se cuentan las aventuras de Sam Tyler, un policía de Manchester que, tras ser atropellado, se ve arrojado a una época que no es la suya. Concretamente retrocede treinta y tres años, hasta 1973. En realidad su cuerpo y su mente se «desdobla». Mientras en 2006 se debate entre la vida y la muerte en un hospital, en los setenta lucha por atrapar a los malos en un mundo áspero y salvaje donde forzosamente ha de encontrar su hueco. Los argumentos de cada episodio tienen claramente dos hilos. Por una parte las circunstancias personales de Sam, su incomprensión hacia lo que ha sucedido y si realmente lo que está viviendo es verdad o es sólo un sueño. Y por otro el clásico guión de polis y malos, con todos los tópicos que el género requiere (jefes groseros, comida basura, mesas con teléfonos que no paran de sonar, humo, alcohol, etc). Es en esta segunda faceta donde la serie flojea y da la impresión de que es una excusa, un relleno para cada episodio. A mí al menos me lo parece.
En todo caso, ‘Life on Mars’ es una gran serie, tan grande como corta porque se rodaron dos temporadas de ocho episodios cada una y emitidas por la BBC One en 2006 y 2007 respectivamente. Entrando en su web nos damos cuenta hasta qué punto se ha explotado la nostalgia a la que me refería antes. En la sección de descargas encontramos muchas referencias a la televisión británica de la época (por ejemplo ese logo de BBC 1 Colour). La serie obtuvo varios premios entre los que hay que destacar un BAFTA y un Emmy. Para terminar, y tratándose de una producción británica y ambientada en los setenta, no podíamos olvidarnos de la banda sonora, en la que se escucha por ejemplo a Pink Floyd, Led Zeppelin, The Who y, por supuesto, a David Bowie.
‘Lost’ (o ‘Perdidos’ en castellano) se está convirtiendo ya en un clásico de los últimos tiempos, en unos tiempos donde proliferan decenas de series, algunas muy buenas. Como toda teleserie de referencia, mientras esté en antena debe proporcionar noticias y mantener a sus acólitos enganchados. Los «losties» estarán encantados. En el número de abril de la revista Rockdelux nos encontrábamos con una portada dedicada a la serie, algo muy poco habitual en una publicación principalmente dedicada al panorama musical. A esto hay que unir que hoy mismo en Cuatro se está emitiendo un maratón con los seis primeros episodios. La cadena ha adquirido los derechos de emisión de todas las temporadas y esperemos que lo haga dignamente y en un horario razonable.
En cuanto a mi opinión sobre la serie, hace bastante escribí un artículo contando mis impresiones sobre las primeras temporadas y otro sobre la música que aparece, un tema que se trata ampliamente en la Rockdelux que dije antes. Pero por entonces aún no había visto la cuarta temporada que para mí es la mejor de todas, un punto de inflexión en el que los habitantes de la isla pasan de la ignorancia absoluta y de las incógnitas que se suceden una tras otra a comenzar a vislumbrar todo lo que hay detrás. Tiene capítulos geniales y en general combina entretenimiento con imaginación y guiones muy bien resueltos. No puedo decir lo mismo de la quinta, donde el asunto de fondo comienza a estar ya demasiado clara, lo que lleva a que la serie pierda algo el aliciente de misterio que nos enganchó a muchos. Para otros quizás sea ahora cuando viene lo interesante, pero la verdad es que ir cerrando enigmas puede ser de lo más decepcionante.
Pero démosle una oportunidad, sobre todo ahora que quedan tres episodios (el último doble) de la que se dice que será la penúltima temporada de ‘Perdidos’.
La Rockdelux de este mes dedica un artículo entero a la que es una de las series de moda, ‘Mad Men’. Producida por el canal televisivo estadounidense AMC y estrenada en 2007, recrea la vida y milagros de una agencia de publicidad, Sterling Cooper, en la Nueva York de principios de los años sesenta. La teleserie está repleta de personajes sin escrúpulos: ejecutivos con un ego descomunal que intentan acaparar todo el poder de la empresa, jóvenes y guapas secretarias que se plegarán a los deseos de sus jefes con tal de ascender en el escalafón y un entorno tan hostil y competitivo como corrupto. Así contado ‘Mad Men’ apetece.
Lo que en mi humilde opinión falla es la puesta en práctica de esta teoría tan interesante. Me explicaré. El episodio piloto, que de momento es el único que he visto, aburre. Apenas se cuenta nada, apenas hay trama más allá de la presentación de los personajes. Da la impresión de que Alan Taylor, el director de la serie, está más preocupado en las formas que en el fondo. Y es que estéticamente ‘Mad Men’ se merece un sobresaliente, tanto por lo refinado de la puesta en escena y de la detallista recreación de una época como por la bonita cabecera. De hecho, creo que si vi el capítulo completo fue porque me quedé literalmente clavado contemplando el perfecto diseño de producción, mucho más si se ve, como es mi caso, en alta definición.
A pesar de todo les daré una segunda oportunidad. Tengo preparados ya los seis episodios siguientes de la primera temporada, aunque es difícil que cambie de opinión. Si tenéis Digital+ podéis ver la segunda temporada en Canal+… y si no, pues en nuestra querida «mula».
Hace no mucho tiempo que hablé sobre la legendaria serie de la BBC‘Doctor Who’ y sobre lo que me habían parecido algunos de los primeros episodios de la «segunda época» estrenados en 2005. En verano de 2008 se emitió el último episodio de la cuarta temporada de esta nueva etapa con David Tennant como décimo doctor.
Anteriormente habían sido Señores del Tiempo Christopher Ecclestone (2005), Paul McGann (1996), Sylvester McCoy (1987-1996), Colin Baker (1984-1986), Peter Davison (1982-1984), Tom Baker (1974-1981), John Pertwee (1970-1974), Patrick Troughton (1966-1969) y William Hartnell (1963-1966). ¿No notáis algo raro? Pues sí, todos son hombres. La estirpe alienígena de los Señores del Tiempo parece ser algo machista.
Leo en el Daily Telegraph la noticia de que el próximo Doctor Who debe ser una doctora. La nueva temporada de la serie que se está preparando para su emisión en 2010 ya no contará con David Tennant y se está buscando un nuevo protagonista. La idea ha provenido ni más ni menos de una institución científica del Reino Unido, la UK Resource Centre for Women in Science, Engineering and Technology. Y no les falta razón. Aunque sólo fuera por cambiar las tornas, no estaría mal ver a una doctora y a un acompañante masculino. Incluso han creado un grupo en Facebook donde se recogen las adhesiones a esta causa. Es posible que la BBC termine por hacer caso de estas reivindicaciones.
Tenía muchas ganas de ver algunos episodios del ‘Monty Python Flying Circus’, el programa de la BBC que dio a conocer a los Monty Python, uno de los más geniales y disparatados grupos de humoristas que ha dado la historia. Su mérito, aparte de colarse en una cadena pública con fama «seria» y revolucionar de paso el lenguaje televisivo, consiste en que fueron capaces de reinventar el humor del absurdo y llevarlo hasta el límite. Muchos de vosotros habréis visto sus legendarias películas. Yo las he visto varias veces y nunca me canso.
‘Monty Python Flying Circus’ comenzó a emitirse en la televisión británica en 1969 y finalizó en 1974. El programa consistía en un conjunto de sketches independientes, aunque cada capítulo recibía un nombre, normalmente disparatado y que poco tenía que ver con su contenido. Ningún tema se salvaba de su humor surrealista y sin duda fue un terreno para la experimentación de lo que después serían sus películas.
La influencia de esta serie ha sido enorme. Aquí en España puede verse claramente en humoristas como Faemino y Cansado. Pero lo que me ha parecido más curiosa es la relación entre los Monty Python y los actuales frikis. Dos ejemplos: el lenguaje de programación Python les debe su nombre y la palabra «spam», maldita para muchos, se popularizó gracias a uno de sus gags en el que los personajes repetían «spam» (carne de cerdo enlatada) hasta el absurdo… Por último decir que hace unos días, los Monty Python abrieron su propio canal en YouTube con muchos de los pasajes del ‘Flying Circus’.
Me parece admirable, por no decir increíble, que un espacio de televisión se mantenga en antena durante 45 años seguidos. Esto sólo puede ocurrir en los países anglosajones, donde aún se respeta y se cuida la televisión. El caso británico es especialmente revelador. En este 2008 se cumplen cuatro décadas y media de aquel 23 de noviembre de 1963. En la BBC 1 se emitía por primera vez ‘Doctor Who’, una teleserie de ciencia-ficción que rompió esquemas y que fascinó a millones de jóvenes.
La serie trata sobre un viajero del tiempo que lucha contra extraterrestres que pretenden destruir la Tierra. Así a simple vista parece un argumento muy básico, pero ‘Doctor Who’ sabe sacar todo el provecho al clásico terrestres vs aliens con ironía, mucha acción e imaginación (la máquina del tiempo, la TARDIS, es una cabina de emergencias) a la vez que una puesta en escena de serie B, con efectos especiales de segunda división y pensada como un entretenimiento intrascendente y para el consumo inmediato. Tanto es así que muchos de los episodios de los años sesenta y setenta se perdieron porque se borraron las cintas para ser reutilizadas o directamente se destruyeron.
Como os podéis imaginar, a lo largo de todo este tiempo, la serie se ha convertido en toda una institución británica, con múltiples estudiosos y exégetas. No tenéis más que visitar la entrada en inglés que la Wikipedia dedica a ‘Doctor Who’ o la cantidad de información y enlaces que arroja Google al hacer una búsqueda. Al igual que con otros seriales como James Bond, el Doctor Who ha sido encarnado por hasta diez actores diferentes en estos 45 años. Incluso hasta el popular Rowan Atkinson (Mr. Bean) ha sido uno de ellos en 1999.
Desconozco si se ha emitido ‘Doctor Who’ en España. Quizás en La 2 durante los años ochenta se emitió alguna temporada, porque tengo vagos recuerdos de una serie británica de ciencia-ficción… En cualquier caso, en nuestro país nunca ha sido una serie popular. La prueba de ello es que, a pesar del auge de las series de televisión de los últimos años, sólo TV3 se ha interesado por los derechos de la nueva etapa que comenzó en 2005. Aquí se ha lanzado directamente al DVD. Ni siquiera en internet pueden encontrarse episodios antiguos (anteriores a 2005), ni en versión original subtitulada ni doblados… Una pena.
Acostumbrado a ver series de televisión extranjeras (principalmente británicas y nortemericanas), ponerse a visionar ‘Cuéntame cómo Pasó’ decepciona. Hace unas semanas empecé con la primera temporada de esta teleserie de éxito de Televisión Española y está claro que, aunque comenzó siendo un estreno estrella de la cadena en la temporada 2001-2002, los medios fueron algo limitados. Los resultados sorprendieron a todos y se convirtió en un fenómeno social. Durante las siguientes ocho temporadas su seguimiento fue decreciendo, aunque mantuvo unos buenos índices.
Las principales bazas de ‘Cuéntame…’ son, por un lado, la explotación de la nostalgia, para que los mayores se engancharan a la serie y por otro los actores. Muchos de ellos primeras estrellas del cine patrio como Imanol Arias, Juan Echanove, José Sancho, Quique San Francisco o Pere Ponce (para mí el mejor de la serie junto con Imanol). Respecto a la ambientación de la serie, tiene muchos fallos, errores de bulto, que no afectan al desarrollo de la serie pero que distraen. Por contra, los acontecimientos históricos están bastante bien encajados mezclando imágenes de archivo.
Hay varias cosas de ‘Cuéntame…’ que no soporto: las interpretaciones de los niños son pésimas (bueno, y la de algunos mayores también) que le dan a la serie un aire de teatrillo cutre. Los decorados a veces están conseguidos, pero otras parecen más de Barrio Sésamo que de una teleserie emitida en prime time. Los argumentos son, salvo excepciones, demasiado enrevesados y poco creíbles, con giros previsibles. Esto no quita que haya momentos brillantes y en general la habilidad de los guionistas para entrelazar todos los hilos argumentales es admirable. En definitiva, ‘Cuéntame…’ no pasa de ser un entretenimiento para nostálgicos o para televidentes no excesivamente exigentes.
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