rmbit - La bitácora personal de Ricardo Martín
La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
24 de noviembre de 2012

Haciendo vídeo con el iPhone 5

Hace unas dos semanas que tengo el iPhone 5. Desde entonces he ido probando prácticamente todas sus características. Como nunca he tenido uno antes, el cambio de mi viejo Nokia ha sido espectacular. En este artículo voy a centrarme especialmente en la parte dedicada al vídeo. Buceando por la red me he dado cuenta de que hay pocos análisis en castellano sobre las capacidades técnicas de la cámara del teléfono de Apple. En este poco tiempo he trasteado lo justo con esta característica, pero quiero aportar algunos datos interesantes sobre la grabación de secuencias de vídeo y compararlas con la de una cámara réflex de gama media-alta, que es lo que más conozco.

Lo primero que llama la atención –y que en mi caso echo de menos– es que carece de un botón físico dedicado a la cámara. Hay que tocar la pantalla, algo que hace que tomar vídeo o fotos sea un poquito incómodo. Si no tenemos mucha práctica, sujetar el teléfono de forma horizontal con seguridad y pulsar el botón de grabación resulta complicado. Al menos a mí me lo ha parecido. Esta poca ergonomía se compensa ampliamente cuando vemos los resultados en el ordenador. Me han parecido sorprendentes y mucho mejores de lo que hubiera imaginado.

Entrando en los aspectos más técnicos, el iPhone 5 usa la archiconocida codificación H.264 para el vídeo a 29,97 fotogramas por segundo y AAC monoaural para el sonido. El contenedor es, como no podía ser de otro modo, .MOV, que se manejan de maravilla con cualquier ordenador Mac. La tasa de transferencia –un dato que me parece muy importante puesto que buena parte de la calidad del vídeo la establece este parámetro– es de unos 17,50 Mbits por segundo. Por comparar, la tasa de grabación de mi Canon EOS 60D está en torno a 44 Mbits por segundo. Seguramente se haya optado por una solución de compromiso entre la calidad y el tamaño de los archivos resultantes. Así, un clip de un minuto ocupará unos 130 Mb. Los parámetros de vídeo no pueden cambiarse en la aplicación que viene por defecto, pero existen varias apps, tanto gratuitas como de pago, que sí lo permiten. El sonido, como he indicado, es monoaural, pero puede conectarse un micrófono estéreo para mejorar su calidad. De todos modos, el que capta el iPhone es bastante bueno.

El estabilizador dicen que ha mejorado respecto a su predecesor. Eso no he podido comprobarlo, pero el del iPhone 5 se comporta solo correctamente. Si queremos obtener un buen resultado, o tenemos un pulso de acero o hemos de pasarlo por un software de estabilización. Otro de los aspectos que no ayuda es que la cámara del iPhone tiene un campo de visión bastante estrecho si lo comparamos con otros móviles. Carece del gran angular que podemos ver, por ejemplo, en el Samsung Galaxy SIII. Ignoro cual es la razón de este detalle tan negativo.

Está claro que el iPhone 5 no está diseñado para realizar vídeo intensivamente, pero es un buen aliado para captar rápidamente secuencias con gran calidad de imagen y que, en la mayoría de los casos, puede sustituir en esta función a casi cualquier cámara compacta que existe hoy día en el mercado.

Para terminar, un ejemplo de vídeo tomado hoy mismo con el teléfono. Os recomiendo visualizarlo a máxima calidad. En cualquier caso tened en cuenta que YouTube y todos los demás servidores de vídeo comprimen bastante los clips para ahorrar espacio, pero sirve para hacerse una ligera idea de la calidad:

16 de noviembre de 2012

Vídeo: Berlín nocturno

Como ya es tradición cada vez que realizo un gran viaje, aparte de las fotografías, los vídeos son una parte importante de los recuerdos que me traigo del lugar visitado. Berlín es una ciudad que puede observarse desde múltiples puntos de vista, muchos de ellos elevados. Por eso muchas de las tomas de la serie de vídeos que os voy a ofrecer a partir de hoy están captadas desde torres, edificios, monumentos, etc. Si bien el material videográfico con el que he vuelto no es tan abundante como el de Londres, sí creo que puede ofrecer una visión global de lo que es hoy la capital alemana.

El primer capítulo de esta serie está dedicado a las vistas nocturnas. Aunque no es Nueva York, el Berlín nocturno tiene un especial encanto visto desde, por ejemplo, la torre de televisión de Alexanderplatz o desde el Panoramapunkt de la Potsdamer Platz. Ambos salen en esta primera entrega. La banda sonora, que tuve en mente mientras tomaba estas secuencias, es ‘Neonlicht’ (‘Luces de neón’) de Kraftwerk. Espero que sea de vuestro interés.

26 de octubre de 2012

Como hacer grandes viajes con tu cámara réflex y no morir en el intento

Llevo ya unos cuantos años cargando con mis cámaras réflex por todos los confines de la península ibérica y de parte de Europa. Durante este tiempo he aprendido mucho sobre cómo convivir con una cámara a veces muy voluminosa y pesada, cargando con ella durante horas, comiendo con ella o sentándome en coches, trenes y buses con ella. Todo ello con las más variadas condiciones climatológicas. Ya sea lloviendo, a veces nevando, con un sol de justicia o en medio de una tormenta de arena de playa.
Aunque no soy ningún experto ni mi experiencia es muy larga (seguro que otros podrían dar consejos mucho más sabios), sí que os voy a contar algunas cosas que he ido aprendiendo a lo largo del tiempo:

  • Tamaño del equipo. Resulta elemental si vamos a viajar en avión y no queremos facturar maletas. Yo actualmente tengo dos bolsas para guardar y transportar mi Canon EOS 60D. Una pequeña que me permite llevarla con un objetivo montado de tamaño medio-grande (cualquier todo terreno cabe), la batería de repuesto y tres o cuatro tarjetas de memoria. Y otra más grande donde puedo, además de la cámara con un objetivo montado y el cargador de baterías, llevar un objetivo adicional dentro de la bolsa y quizás otro en la redecilla, aunque esto no es muy recomendable si vamos a cargar con ella durante mucho tiempo. La razón, además del peso, son los posibles golpes accidentales que podemos darle. Concretamente los modelos de mis bolsas son de la marca Lowepro, la Toploader Zoom 50 AW y la Nova 170 AW. Me gusta esta marca porque sus acabados son muy buenos y son increíblemente resistentes.
  • Comodidad. Resulta fundamental si vamos a llevar la cámara durante mucho tiempo fuera de la bolsa. Tened en cuenta que a veces durante horas hemos de tener sobre nuestros hombros la bolsa quizás con un objetivo adicional y la propia máquina. Hasta hace poco más de un año usaba la correa suministrada por Canon para llevar la cámara. No es que sea una correa mala, pero es muy incómoda si se le va a dar un uso intensivo. Había días que acababa con el cuello destrozado. Estuve buscando soluciones para cargar con mi cámara de otro modo y di con la compañía BlackRapid. Fabrica unas correas cruzadas de alta calidad que se apoyan en el hombro y que dejan colgar el equipo sobre el costado contrario. A pesar de que no es una compra barata, es una de las mejores inversiones que he podido hacer. La que yo tengo actualmente es el modelo RS-4.
  • Objetivos. Uno de los grandes dilemas a la hora de hacer un viaje con equipaje limitado es que hay que elegir los objetivos. En realidad para cualquier viaje. Una sabia elección evita que nos pasemos todo el día cambiando de objetivo o tirándonos de los pelos por no haber cogido el gran angular. Es evidente que en estos casos la opción ganadora es la del objetivo todo terreno. Si se trata de un viaje cómodo –en coche o en bus, no vamos a cargar durante mucho tiempo con el equipo y vamos a tener mucho tiempo para hacer nuestras fotos– yo suelo llevar mi objetivo Canon EF-S 18-135mm montado por defecto. En la bolsa guardo el gran angular Tokina 11-16mm y la red el teleobjetivo, un Canon EF-S 55-250mm. En viajes largos o que presumiblemente voy a pasar mucho tiempo cargado elijo otras opciones. A Londres me llevé un Tamron 18-270mm, por cuestión de espacio más que nada. No es el mejor objetivo del mundo, pero es bastante digno. A Berlín cargué con el 18-135mm y el gran angular. Creo que ambas veces acerté y no eché de menos ni me sobró nada.
  • Actitud. A menos que hagas un viaje expresamente para hacer fotografías, lo mejor es dejarlo de un lado y que las cosas vayan surgiendo. Lo que sí hemos de tener siempre es «vista de fotógrafo», controlando siempre la luz que disponemos, de donde nos va a dar el sol, a qué hora anochece, etc, y por supuesto, sabiendo de antemano donde hay una foto. Podemos planificar nuestro viaje teniendo en cuenta estos detalles para evitar sorpresas o tener que hacer fotografías con poca luminosidad o a contraluz. La cámara, si no fuera de su bolsa, deberíamos llevarla siempre a mano, lista para disparar y apagarla solo cuando vayamos a dormir.
  • Viajes y vídeo. El tema del vídeo es bastante más complejo. Si ya de por si hacer fotografías durante un viaje es a veces complicado, ya no digamos el vídeo. Si no disponemos de mucho tiempo para visitar un lugar, es mejor no hacer vídeo y centrarnos en tomar buenas fotos. Sólo si contamos con el tiempo suficiente, tenemos espacio en nuestras tarjetas de memoria o si el motivo se presta a ello (un artista callejero, un evento en movimiento, una actuación musical, etc) es mejor –en mi opinión– tirar algunas fotos y el resto hacer vídeo. Siempre hemos de tener en cuenta que el vídeo es mucho menos agradecido y «luce menos» que unas fotos bien hechas.
  • Seguridad. Nunca dejéis vuestras bolsas en ningún sitio y cuando las llevéis colgadas, cerradlas. Si podéis llevar una correa neutra para vuestra cámara, mejor que mejor. La inscripción CANON EOS DIGITAL (ya no digamos si pone 5D Mark II o III) que llevan algunas cámaras es un «róbame por favor», especialmente en países o barrios «conflictivos». Aseguraos de que la correa esté bien atada a la cámara, especialmente cerca de acantilados y llevadla al cuello o cruzada, nunca apoyéis la correa solo sobre el hombro. Obviamente tampoco os arriesguéis a acceder a lugares o situaciones comprometidas para tomar «la foto de vuestras vidas» porque podría ser la última. El visor de la cámara proporciona una sensación de falsa seguridad muy peligrosa. El ejemplo clásico son los eventos taurinos de pueblos y ciudades.

Como véis, ya mayoría de estos consejos-recomendaciones son puras obviedades, pero que pocas veces nos paramos a pensar. En mi caso, a fuerza de cometer errores, se va aprendiendo. Y lo que nos queda todavía…

31 de julio de 2012

Vídeo: ‘Algarve’

18 de junio de 2012

Vídeo: ‘Playa de La Antilla’

13 de junio de 2012

Probando Final Cut Pro X

Desde que empecé con esto del montaje de vídeo digital, allá por 1998, siempre había sido fiel a Adobe Premiere, primero a esa mítica versión 4.2, y posteriormente a casi todas las que después fueron lanzándose. A pesar de todo no puede decirse que sea un experto en esta estupenda aplicación –mi uso ha sido esporádico hasta que no he tenido primero la EOS 550D y luego la 60D–, pero si conozco bastantes de sus entresijos así como sus potencialidades y sus defectos.

Pero esto no significa que me cierre a buscar nuevas alternativas, mucho más si son tan tentadoras como Final Cut Pro X. Hasta hace poco, decir Final Cut Pro era decir profesionalidad, complejidad, miles de parámetros que controlar, etc. Por eso me echaba un poco para atrás a la hora de ponerme con él en serio. La publicación de esta última versión (la X) ha cambiado mi opinión y, de paso, se ha llevado muchas críticas de aquellos que usaban el FCP de la «vieja escuela» acusándolo de quitar muchas de las prestaciones que ellos utilizaban y simplificarlo demasiado.

Últimamente, el Premiere Pro CS5.5 me estaba dando muchos problemas. Es demasiado lento a la hora de, por ejemplo, enlazarlo con After Effects. Cuando montaba un vídeo con más clips de la cuenta se ralentizaba intolerablemente. Muchas veces era más el tiempo de espera que el de montaje propiamente dicho. Otro grave problema era la inestabilidad de esta combinación. Más de una vez me he quedado con la cara de tonto viendo como uno u otro se me cerraba sin más explicaciones dando al traste muchas veces con parte del trabajo.

Quizás sea por eso que mi primer contacto con Final Cut Pro X (en mi caso es la versión 10.0.4) no ha podido ser más positivo. A primera vista, su agradable y cómodo interfaz recuerda mucho a iMovie, con el que he trabajado hace tiempo. Evidentemente por detrás la potencia y la versatilidad que nos proporciona es muchísimo mayor pero sin perder la usabilidad de iMovie. En cuanto a agilidad de funcionamiento está a años luz del programa de Adobe. El uso de tecnologías como OpenCL o Grand Central Dispatch se notan y mucho. El procesamiento en segundo plano (por ejemplo cuando aplicamos algún efecto a un clip) apenas se nota en el rendimiento de la aplicación. Para colmo, cuenta con un sistema de estabilización de secuencias aparentemente bastante más perfeccionado que el de After Effects y otro que permite corregir el «efecto gelatina» o rolling shutter típico de los sensores CMOS.

Pero por supuesto Final Cut Pro X también tiene alguna contra. Una en concreto. Si no se quiere profundizar en determinadas facetas como la exportación, las opciones son excesivamente simples, y si se profundiza son demasiado complicadas. Todavía estoy peleándome con Compressor, la aplicación de Apple para la codificación de vídeos. Al contrario que FCPX no es nada intuitiva, aunque todo es cuestión de cogerle el punto y saber controlar los parámetros de exportación que nos interesa modificar.

En definitiva, Final Cut Pro X es una aplicación que parece diseñada específicamente para gente como yo, que no somos profesionales, pero que queremos obtener resultados de calidad con algo más que un simple editor de vídeo como iMovie. Un gran programa.

12 de junio de 2012

Vídeo: ‘Minas de Riotinto’

En mi viaje a Huelva no he grabado demasiado vídeo. Me he centrado en las fotografías. Pero esto no ha sido obstáculo para que haya podido sacarme de la manga un clip sobre las Minas de Riotinto, la mayoría grabada subido al tren minero que transcurre junto al río Tinto, aunque también hay alguna secuencia tomada desde tierra firme. La banda sonora la pone el guitarrista Niño Miguel y el tema (es un poco obvio) se llama ‘Minas de Riotinto (tarantos)’. Espero que os guste.



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