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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
12 de septiembre de 2021

‘Lupin’

No soy muy amigo de ver la primera serie de moda de la típica plataforma de streaming, pero me dispuse a ver ‘Lupin’ después de comprobar que eran pocos episodios y que era una producción francesa. Con eso dejábamos de lado el tema «americanada» que tanto odio. Se trata de una serie producida para Netflix en 2021 y su primera temporada está dividida en dos partes bastante diferentes, como luego veremos. Las historias del ladrón caballero Arsène Lupin fueron escritas por Maurice Leblanc en la primera mitad del siglo XX y son un clásico de la literatura de evasión del país vecino. Se ha llevado varias veces a las pantallas (incluso dibujos animados) con diferente fortuna.

En esta versión moderna nos cuenta la historia de Assane Diop, un huérfano inmigrante de Senegal educado en los mejores colegios por la familia que le acogió inicialmente. Tras leer los libros de Arsène Lupin se convierte en su admirador e imitador número uno. Quizás por eso, de adulto se dedica al arte del robo utilizando siempre ingeniosas estratagemas.

La serie se asienta sobre su protagonista, el estupendo Omar Sy. Del resto de actores, solo Ludivine Sagnier es capaz de hacerle sombra. La producción es bastante decente aunque hay secuencias donde la inclusión de infografías se nota demasiado. A pesar de contar con tan sólo diez episodios divididos en dos partes, el interés por la historia desciende rápidamente hasta el punto de que la segunda tanda de capítulos es prescindible. En todo caso, un entretenimiento europeo de mediana calidad, con pretensiones que no se cumplen. 5,5/10.

25 de agosto de 2021

‘The Crown’

Las últimas semanas (un par de meses realmente) las he invertido en ver ‘The Crown’, una de las series que más ha dado que hablar en la plataforma Netflix. Una producción británica especialmente creada para el gigante del streaming con gran éxito y, en mi opinión, con una factura espectacular. Se trata de un producto de Peter Morgan, director curiosamente del film ‘The Queen’ (2006) y marido de Gillian Anderson, que interpreta acertadamente a Margaret Thatcher en la serie.

Las cuatro temporadas que hasta el momento de escribir esto podemos ver comienzan antes de la coronación de Isabel (hacia 1950) y finaliza a comienzos de la década de los noventa, coincidiendo con el fin del thatcherismo. Es difícil, o al menos para mí lo es, discernir qué es verdad y qué ficción o cuán ficcionada está la historia real. Uno de los atractivos es poder contemplar la vida privada y cotidiana de unos personajes tan simbólicos y universales como la familia real británica. Además, es un gusto ver el detalle con el que está rodada cada escena, cada secuencia, el vestuario, los decorados, los actores, el trabajo de maquillaje, peluquería, etc. En las formas ‘The Crown’ es prácticamente perfecta y no es fácil encontrar una producción con una factura similar, con capacidad para deslumbrar con espectaculares exteriores e interiores o pasar de los más nimios detalles a las grandes ceremonias de Estado.

Pero una cosa que no me ha gustado, por chocante, es el cambio del elenco de actores a las dos temporadas. Ni un solo de los actores de las dos primeras partes de la serie repiten en las dos siguientes. Aunque al final es fácil acostumbrarse, los primeros episodios resultan incómodos. En definitiva, los pros ganan por goleada a los contras en ‘The Crown’. Una de las series emblemáticas de los últimos años. Recomendable para amantes de la historia europea del siglo XX y de las producciones británicas. 7,5/10.

25 de julio de 2021

‘Escapades’ de Gaspard Augé

En los años setenta y primeros ochenta la promesa de un futuro mejor, el avance de la tecnología y de la sociedad suponía que pronto llegaría la utopía tecnológica. En toda Europa y especialmente en Francia esta promesa se hacia realidad. Eran los tiempos del TGV, el Mirage F1, el Minitel o el Citroën CX y los sintetizadores comenzaban a despuntar para poner banda sonora a esta época que venía. En el país vecino gente como Jean Michel Jarre y muchos otros menos conocidos (como el impresionante Jean Pierre Decerf) comenzaban a ser muy populares. Era una música nueva que, a posteriori, derivaría en lo que ahora llamamos synth-pop.

Daft Punk realizó un acercamiento refinado a esos primeros años comerciales de los sonidos sintéticos con su ‘Random Access Memories’ (2013). Ocho años después otro ilustre galo del mundillo tecno, Gaspard Augé, se ha puesto a repasar ese reconocible estilo en ‘Escapades’, un disco personal al margen de su banda Justice. En él escuchamos sintetizadores de todo tipo y pelaje, melodías misteriosas unas (‘Europa’, ‘Pentacle’), y otras más cercanas al pop (‘Force majeure’, ‘Rocambole’), trepidantes otras a lo Giorgio Moroder (‘Hey’, ‘Belladone’) o con melodías a las que se le ha quitado previamente el polvo y la caspa (‘Captain’, ‘Vox’).

En definitiva, un disco completamente instrumental que gustará a aquellos que disfrutan con los primeros discos del maestro Jarre mezclado con las bandas sonoras de Francis Lai y con la vertiente más pop del uso de los sintetizadores de décadas pasadas. 7,5/10.

18 de julio de 2021

‘Cancionero Estoico’ de Vermú

Aunque no es un disco publicado este año, sino en el infausto y olvidable 2020, sí que acabo de descubrirlo. Se trata de ‘Cancionero Estoico’ de los albaceteños Vermú. Un disco de debut de unos manchegos que tienen mucho que decir. Hace años comentaba por aquí la moda por entonces de hacer pop-rock con influencias de las raíces folclóricas de diferentes territorios al margen del obvio y omnipresente flamenco. Así, vimos lo que hizo Rodrigo Cuevas, Lorena Álvarez y Su Banda Municipal, Klaus & Kinski o incluso La Bien Querida entre muchos otros. Siguiendo esa estela, Vermú ha hecho lo propio con el pop independiente y el folclore manchego, una mezcla curiosa pero coherente y muy interesante.

‘Cancionero Estoico’ tiene mucho de cantautor contemporáneo (se ha hablado de múltiples referencias a Nacho Vegas, lo cual es cierto), de pop independiente (imposible no recordar ‘Segundo premio’ o ‘Santos que yo te pinte’ de Los Planetas al escuchar ‘Canto alegre’, o a Lori Meyers o León Benavente en ‘A la Virgen’) y siempre con los toques de instrumentos tradicionales. No nos podemos olvidar de las letras, bastante buenas, nos hablan del desarraigo, de las redes sociales, de política… En definitiva, de la vida real de hoy con un toque sombrío y pesimista.

Como digo siempre, la música nos reserva, cuando menos lo esperamos, agradables sorpresas. Una pena no haberlos descubierto antes para que entraran en la lista de lo mejor del año. 8/10.

14 de junio de 2021

‘Paradigmes’ de La Femme

Llevo ya unos cuantos años siguiendo a La Femme, una banda francesa que ha ido escalando poco a poco en calidad y también en reconocimiento nacional e internacional. Sus dos primeros trabajos, ‘Psycho Tropical Berlin’ (2013), que nos gustó pero también decepcionó un poco, hasta ‘Mystère’ (2016), que mejoraba el conjunto de su predecesor a cambio de no tener sencillos sorprendentes, parece que fueran la preparación para esta, su consagración definitiva. ‘Paradigmes’ es un disco mutante, sorprendente, barroco y nada previsible. Los de Biarritz evolucionan en su sonido con ecos tropicales lejanos y soluciones instrumentales magistrales. Cobra más protagonismo la voz de Sasha Got en detrimento de la de Marlon Magnée, otro punto a favor.

Describir este ‘Paradigmes’ es complejo, algunos lo han intentado, pero no seré yo quien los emule. Sólo diré que contiene pelotazos de primer nivel. Los tres que abren el disco, ‘Paradigme’, ‘Le sang de mon prochain’ y ‘Cool Colorado’ son canela fina. Eso no quiere decir que lo que siga a continuación sea para menos. ‘Foutre le bordel’, ‘Disconnexion’ o ‘Foreigner’ nos recuerda a Plastic Bertrand y al mejor electropop francés de los ochenta. ‘Le jardin’, ya avanzado el tracklist nos ofrece el primer tema en castellano del grupo, con referencias a la virgen de La Macarena y un videoclip imperdible. Completan la «trilogía tranquila» que cierra el disco la bonita marcianada ‘Va’ y ‘Tu t’en lasses’.

En definitiva, un disco que se puede escuchar y disfrutar perfectamente de una sentada sin tocar el mando, lo cual hoy día, con la cultura de la abundancia digital (la oferta musical es brutal), es un gran logro. Bien por ellos. 8,5/10.

10 de junio de 2021

Nadar entre dos aguas en tiempos de coronavirus

Nadar a contracorriente es complicado, nada contra dos corrientes es prácticamente imposible. Durante casi un año y medio he luchado contra el gigantesco torrente de “información” escupida por los medios de comunicación de forma unánime acerca de la pandemia del COVID-19 –con una tendencia preocupante a la alarma y al tremendismo tal y como ocurre con muchos otros temas– intentando en vano encontrar información seria y alternativa que no cayera en el “negacionismo” ni en las teorías chuscas que circulan por las redes sociales extendiéndose como la basura que son.

Prácticamente desde que se decretó el estado de alarma el 14 de marzo de 2020 quería escribir una reflexión que, a buen seguro, es compartida por más personas. Estoy convencido de que hay mucha gente cabal y razonable que piensa por sí misma y que no estuvo ni está de acuerdo con las medidas tomadas por los diversos gobiernos, autonómicos, nacionales o locales de todo pelaje para combatir el coronavirus pero que tampoco, insisto en esto, han caído en teorías absurdas sobre el virus, su letalidad o las vacunas.

A la vez que posponía esta escritura también iba madurando las ideas, aunque con un fundamento que no ha cambiado: la desproporción legal y social de las medidas tomadas por muchos gobiernos de países y, en especial, por el gobierno español, ajustando con calzador al ordenamiento jurídico algunas cuestiones, como un estado de alarma “supervitaminado” que según numerosos juristas rebosaba lo establecido en la Constitución Española.

Otro de los asuntos que he ido “rumiando” a lo largo de meses es la utilización de mascarillas en exteriores. Sin entrar en que la mayor parte de nosotros la utilizamos mal y por tanto baja mucho su efectividad (entra o sale aire por donde no debe, la tocamos demasiado, se cae por estar demasiado floja, etc), la propia OMS en su página web dedicada a este tema no establece recomendaciones sobre su uso al aire libre. Es fácilmente comprobable en esta dirección, donde se recomienda lo siguiente:

“En las zonas donde circula el virus, se deben usar mascarillas cuando se está en lugares concurridos, donde no se puede estar al menos a un metro de distancia de los demás, y en habitaciones con ventilación deficiente o desconocida. No siempre es fácil determinar la calidad de la ventilación, que depende de las tasas de renovación de aire, de aire reciclado y de aire fresco del exterior. De modo que si tiene alguna duda, es más seguro usar una mascarilla. […] En entornos públicos cerrados, como centros comerciales, edificios religiosos, restaurantes, escuelas y transportes públicos concurridos, debe usar una mascarilla si no puede mantener la distancia física con los demás.”

Es evidente que las recomendaciones de la OMS no van en la misma línea que la legislación sobre la “nueva normalidad” dictada por el gobierno español, que establece que la mascarilla ha de llevarse en todo lugar y momento, dejando muy pocas excepciones, como la exención mientras se realiza ejercicio físico.

Y el hecho definitivo que me ha llevado a escribir ahora es un libro que a priori, porque todavía no he terminado de leerlo, recoge muchos de estos pensamientos míos de tantos meses sobre la tercera vía y nadar contra dos corrientes poderosas. Su título es ‘Covid-19. La Respuesta Autoritaria y la Estrategia del Miedo’. Por primera vez desde que todo comenzó he encontrado reflexiones similares a las mías, mucho mejor argumentadas y documentadas, y añade algunas más bastante interesantes, como la monopolización de las protestas contra las medidas del gobierno español por parte de la derecha y la ultraderecha. Quizás haga una reseña de este ensayo cuando finalice su lectura.

Otro de los aspectos “chirriantes” en las medidas anti-covid es el celo excesivo con el que las diferentes fuerzas del orden (me da lo mismo una que otra) han vigilado y vigilan el cumplimiento de las medidas, a menudo provocando situaciones poco deseables y con un afán sancionador que, afortunadamente, ha sido corregido a la hora de tramitar las propuestas de sanción impuestas por los agentes, archivándose la mayoría o llegando a un punto en el que es imposible su cobro por no estar legalmente fundamentadas.

La conclusión a la que me lleva esta reflexión sobre lo ocurrido en los últimos meses es bastante inquietante, porque es la historia de cómo una sociedad moderna del primer mundo, con todo tipo de información a su disposición, no es capaz de levantar la voz, armar un movimiento organizado de reacción contra las medidas ni tener un espacio en los medios me parece desesperanzador. Máxime cuando muchos disparates y teorías tontas sí lo han tenido (aún resuenan los “cacerolos” y las entrevistas a Miguel Bosé). La única esperanza que nos queda es haber aprendido de estos “errores” y que la sociedad civil despierte cuando sufra recortes o supresión de derechos fundamentales en una democracia moderna como se supone que es la nuestra.

9 de junio de 2021

‘Un Verano Invencible’ de Unidad y Armonía

Retomamos los comentarios de discos con Unidad y Armonía, una banda –casi un supergrupo– granadina encabezada por Miguel Martín de Lori Meyers y con ilustres de la escena local como Popi González. Su segundo trabajo tras ‘Uno de Estos Días’ (El Ejército Rojo, 2018) es ‘Un Verano Invencible’ (Casa Maracas, 2021). Se trata de un auténtico artefacto sónico psicodélico deudor de grupos clásicos del rock progresivo patrio como Los Módulos o foráneos como Pink Floyd –especialmente resuena ‘Atom Heart Mother’Tangerine Dream o Can.

El contrapunto a los desarrollos de duración media (este trabajo no cuenta con temas muy largos) es la versión de ‘Soy una nube’, cantada por Soleá Morente. El original es de 1972, y fue interpretada por el ignoto duo colombiano Elia y Elisabeth. Otros temas que nos hacen volar son el arranque ‘Rayos de sol’ o la insuperable sinfonía lisérgica ‘Somos excusa’. ‘El principio y el fin’ nos acerca a los anteriormente mencionados Módulos o a Los Brincos más evolucionados mientras que ‘Domingo de Ramos’ aporta un cierto regusto a los sintetizadores analógicos de Wendy Carlos. El disco queda abrochado con otro de los cortes destacados, ‘El mar no es más que un pozo de agua oscura’, un cierre a la altura del nivel magistral de toda la colección.

En conclusión, creo que va a ser uno de los mejores álbumes nacionales del año y, por supuesto, una de las sorpresas más agradables de lo que llevamos de temporada. 8/10.



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