No me ha parecido mal la campaña publicitaria de la Conferencia Episcopal. Me parece muy respetuosa y moderada. Además, cuando se trata de convencer para recaudar fondos no creo que hubiera sido bueno poner a Jiménez Losantos, o decir que no les gusta la Educación para la Ciudadanía, los métodos anticonceptivos, los matrimonios del mismo sexo, la manipulación de las células madre. Tampoco hubiera sido bueno haber sacado imágenes de la beatificación de «mártires» de la guerra civil fusilados por los «rojos». Descartando todos estos aspectos negativos, las facetas «presentables» que pueden poner en un promocional son más bien pocas.
Por eso el anuncio ha quedado muy ligero, casi vacío de contenido religioso, como si la Iglesia no fuera la institución inmovilista y reaccionaria que es, sino más bien una ONG que ayuda al inmigrante y al desfavorecido. Recordemos que ya existen organizaciones sin ánimo de lucro de corte cristiano, por ejemplo Cáritas, que cobra de la casilla destinada a ONGs, no de la destinada a la Iglesia.
Quizás debieran haber hecho algo del tipo «marca nuestra casilla y te ofreceremos la vida eterna» o algo así. Hablando en serio, creo que la campaña no es muy afortunada, ni creo que cumpla su doble propósito de atraer al ciudadano medio hacia la Iglesia y de paso conseguir que más contribuyentes la financien.
Esta temporada está siendo la del resurgimiento de los grandes grupos nacionales. Retornos memorables como los de Lagartija Nick, la de sus primos hermanos Los Planetas, Mus o Souvenir. Es una suerte comprobar como algunas de mis bandas españolas favoritas siguen en buena forma. Quizás por esto el esperadísimo nuevo trabajo de La Casa Azul ha sido una decepción relativa. No sé si esperar cuatro años ha merecido la pena. No quiero decir que sea un mal disco, pero esperaba algo más.
Tanto su EP de debut ‘El Sonido Efervescente de La Casa Azul’ (2000) como su primer largo ‘Tan Simple como el Amor’ (2003) o incluso algún sencillo perdido, por ejemplo ‘Como un Fan’ (2005), con bastante material nuevo, habían mantenido el listón muy alto con melodías inspiradas y letras con las que uno se podía identificar fácilmente.
El nuevo álbum de La Casa Azul, ‘La Revolución Sexual’ (Elefant Records), es tan efectista (forzadamente efectista diría yo) como su portada. Demasiados fuegos artificiales para encubrir unos temas que quizás no sean tan buenos como los de su predecesor. Por supuesto que hay buenas canciones. Reseñar especialmente ‘La nueva Yma Sumac’ o ‘El momento más feliz’.
Hay un puñado de vidas en la historia que sorprenden y son dignas de ser recordadas de vez en cuando. Reconozco que hasta hace relativamente poco tiempo sólo conocía unos vagos datos sobre el poetá francés del siglo XIX Arthur Rimbaud. Sabía que era un tipo medio loco, un provocador, un vividor, un drogadicto, un borracho, un hombre autodestructivo y que había llevado una existencia bastante intensa. Pero también había muchas cosas que no sabía.
A través de los siempre inexcrutables caminos de internet, di el otro día con un artículo en un blog que hablaba sobre Rimbaud y detallaba su biografía. Nacido en 1854, desde pequeño destacó por ser tan brillante como gamberro. Lo suyo eran sin duda las letras. Cuando aún no había cumplido los dieciséis años, Rimbaud había escrito revolucionarios poemas que trastocarían la historia de la literatura e influirían a multitud de autores posteriores. Por mucho que parezca un autor típicamente romántico, nada más lejos de la realidad. De hecho se confesaba parnasiano militante. El parnasianismo no es exactamente no contrario del romanticismo, sino que despoja a éste de toda referencia de las vivencias subjetivas.
Lo más curioso de Rimbaud es que abandona por completo la escritura a los veinte años. Su obra, por tanto, se reduce a su etapa adolescente. A partir de aquí, Rimbaud se embarca en diversas aventuras que lo llevan hasta Java, Chipre, Yemen y Etiopía. Una enfermedad le hizo volver a Francia y, con tan sólo 37 años, murió en Marsella.
En el siglo XX hubiera sido un punk, el arquetipo de estrella del rock: vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver.
El incidente ayer de la Cumbre Iberoamericana de Chile ha dado la vuelta al mundo. Me refiero al ya famoso «¿Por qué no te callas?» que espetó el Rey a Hugo Chávez, molesto por las continuas interrupciones durante la intervención de Zapatero. No seré yo quien defienda en comportamiento de presidente venezolano, pero creo que la reacción del Jefe del Estado fue de todo punto extemporánea.
En las cumbres internacionales, y especialmente en las iberoamericanas, España debe jugar con la diplomacia y no a base de impulsos. Iberoamérica es nuestro campo de juego natural, para las empresas, la cultura y la sociedad españolas. Lo que hace falta es templanza y moverse con pies de plomo.
Esta mañana he leído en Públicoun artículo interesante (que por cierto, parece copiado de la Wikipedia) sobre los «otros» territorios nacionales de ultramar. Porque quizás lo que muchos españoles no sepan es que, además de Ceuta y Melilla y la isla de Perejil, existen otros lugares que forman parte de España y que se les presta muy poca (o ninguna) atención. Tal vez por ello son especialmente curiosos. Suponen el último vestigio del colonialismo español en el norte de África, tras los fracasos en la guerra que libró contra Marruecos en los años veinte.
El primero de estos lugares es el Peñón de Vélez de la Gomera. A pesar de que su nombre nos evoca a las islas Canarias, se trata de una roca adherida a la costa marroquí a medio camino entre Ceuta y Melilla. En un principio fue una isla, pero un terremoto en los años treinta del siglo XX elevó un puente de arena que lo unió con el continente africano. Al igual que en el resto de los que veremos, su población es únicamente militar y no permanente. Administrativamente depende de Melilla y forma parte de España desde 1508. En su época de apogeo llegó a tener hasta 6000 habitantes.
El segundo enclave es el Peñón de Alhucemas, una minúscula isla rocosa muy cerca de la costa marroquí. Es territorio nacional desde 1637. Su extensión es de apenas 0,15 kilómetros cuadrados y cuenta con iglesia, cementerio y es un punto clave para los cables submarinos de comunicaciones que unen la península con Ceuta y Melilla. En su momento de máximo esplendor llegó a tener 1000 habitantes. El peñón carece de agua corriente, por lo que depende del abastecimiento de un buque aljibe de la Armada. El Peñón de Alhucemas está rodeado por otras dos islas deshabitadas llamadas Mar y Tierra.
El último de los microterritorios españoles de ultramar son las Islas Chafarinas, un pequeño archipiélago formado por tres islotes de origen volcánico llamados Congreso, Isabel II y Rey. Son una Reserva Nacional y sólo Isabel II está habitada por un destacamento militar dependiente de Melilla. Se anexionaron al territorio nacional en 1848.
La isla de Perejil no merece mayor explicación. Ya la conocimos suficientemente bien durante el incidente de julio de 2002. A día de hoy desconozco si existen más peñones, islotes o penínsulas microscópicas que nos pertenezcan más allá de mencionadas o las no mencionadas (por ejemplo la isla de Alborán).
No es ninguna novedad decir que la Helvetica es uno de mis tipos favoritos. Precisamente este año cumple 50 años desde que Max Miedinger y Edouard Hoffmann diseñaron la tipografía más popular de todos los tiempos. Estoy esperando a que salga por fin el documental ‘Helvetica’ del que ya hablé por aquí. La fecha de lanzamiento, si no se aplaza de nuevo, será el 20 de noviembre. De momento sólo puede reservarse por 20 dólares más gastos de envío (otros 12 dólares).
En estos 50 años, la tipografía Helvetica se ha hecho omnipresente. Como curiosidad, logos de compañías multinacionales tan importantes como 3M, American Airlines, Jeep, AT&T, Panasonic, McDonalds, Microsoft o Lufthansa han adoptado este popular tipo. Por mucho que intente ser sustituida por otras teóricamente más modernas, la simplicidad de la Helvetica la hacen una tipografía atemporal que seguirá utilizándose dentro de cien años.
El MOMA de Nueva York rinde un homenaje a la Helvetica montando una exposición que permanecerá abierta hasta el 31 de marzo de 2008.
Más o menos por ahora hace diez años desde que vi por primera vez ‘Quadrophenia’, la película dirigida por Franc Roddam en 1979 que relata la vida de Jimmy Cooper, un chico de los recados que en su tiempo libre se transforma en mod. Está basada en una de las más exitosas obras de The Who. La película es uno de los símbolos del movimiento mod y recoge toda su filosofía de vida, desde las Lambrettas y las parkas hasta las típicas luchas con los rockers en las playas de Brighton (basadas en los hechos reales sucedidos en 1964), pasando por las purple hearts y por supuesto la música.
Como curiosidades decir que Sting hace el papel de As de Oros, el mod con más estilo de la ciudad y que el actor que interpreta Jimmy es Phil Daniels y apareció en el videoclip ‘Parklife’ de Blur. Para saber más sobre el movimiento mod os recomiendo que leáis el artículo que escribí en 2001 para mi web personal.
Aquí dejo una de mis escenas favoritas de ‘Quadrophenia’, en la que Jimmy, desesperado y furioso porque están a punto de quitarle a su chica en un baile agarrado, quita el disco que suena (si no me equivoco es ‘Rhythm of the Rain’ de The Cascades) y pone, entre el desconcierto y el delirio general, el ‘My Generation’ de los Who:
rmbit está bajo una licencia de Creative Commons.
Plantilla de diseño propio en constante evolución.
Página servida en 0,055 segundos.
Gestionado con WordPress