21 de agosto de 2006
Tras ‘Madre e Hijo’ en el pasado Ciclo de Cine de Invierno y ‘Moloch’ en este mismo ciclo, vuelvo con una nueva obra del cineasta ruso Alexandr Sokurov. Fiel a su estilo críptico, Sokurov muestra en ‘Días de Eclipse’ (1988) un imperio en descomposición, un territorio extremo, un pequeño pueblo en la república de Turkmenistán, a donde apenas llegan los dictados de la agonizante URSS y en el cual las gentes nativas conservan sus tradiciones y supersticiones. En este clima enrarecido habita Dmitri, un joven médico ruso que ha sido destinado allí. Compaginará su oficio con la elaboración de trabajos polémicos que resultan incómodos para las autoridades. A través de los extraños acontecimientos que sufre se va produciendo en él una misteriosa conversión.
Sokurov juega a adivinar, más que a dirigir, los destinos de sus personajes, convirtiéndose casi en uno más de los espectadores que, atónitos y aturdidos, asisten a los hechos que se desencadenan a lo largo del metraje de dos horas y once minutos. La puesta en escena, la fotografía y los ambientes son verdaderamente asfixiantes y la tensión y la magia quedan perfectamente reflejados desde el principio.
Para los no acostumbrados a este tipo de cine quizás pueda resultar una película algo árida. Conviene «cambiar el chip» y ver ‘Días de Eclipse’ con otros ojos. La obra está basada en la novela ‘Mil Millones de Años hasta el Fin del Mundo’ de los hermanos Strugatski. En su palmarés cuenta con una mención especial en el Festival de Cine de Berlín en 1989 o el Premio del Jurado en el Festival de Cine Europeo de 1988.
20 de agosto de 2006
Titular de El Mundo de hoy domingo a toda página: «Miles de personas se movilizan en Mallorca por la libertad y plantan cara a 300 radicales». Se podría pensar que se trata de cualquier grave acontecimiento en la que la libertad de las personas estuviera en peligro, o quizás a algún conato de acto terrorista o similar. Pero no. Se refiere a las dos manifestaciones que se congregaron en la playa de Sa Marjal, cercana la popular y polémica piscina del director de ese periódico. Una vez más comprobamos cómo Pedro J. utiliza para sus fines personalísimos un asunto privado y lo lleva a la primera página de su periódico con un clarísimo sesgo político que ningún libro de estilo permitiría.
El titular es simplemente falso. Falso porque utiliza las cifras a su conveniencia. Es cierto que la Guardia Civil contabilizó 300 manifestantes contra la piscina, tal como se refleja, pero los «miles de personas» son, también según la Guardia Civil, 800 militantes de Nuevas Generaciones del Partido Popular venidos de diversos puntos de la península a gastos pagados.
Otro aspecto impresentable es la mezcla de ideas, interpretando que todo acto contra él es también un acto contra España, contra su unidad y por supuesto contra la libertad. Los militantes a favor de Pedro J. no debían tener muy claro cual era la intencionalidad de la manifestación, puesto que hubo gritos contra Cataluña y contra el dominio .cat (que es un dominio de ámbito lingüístico, no territorial, reconocido por la ICANN). Supongo que también contra Zapatero, aunque su Gobierno haya legalizado la piscina.
La apelación a la libertad era casi el leit motiv de la marcha, pero ¿Dónde está la libertad de quienes quieren disfrutar de un paraje que es patrimonio de todos los españoles? No somos peligrosos radicales ni queremos que España se rompa. Sólo queremos que el litoral quede libre de cemento y de especulación.
También hemos tenido que ver como el caciquismo ha llegado incluso al Ministerio de Medio Ambiente, que finalmente ha cedido a las pretensiones del Pedro J. al «legalizar» lo ilegal. ¿Qué pasaría si, siguiendo este ejemplo, se construyeran nuevos chalés con sus piscinas? ¿También sería legalizadas? Esto ha sentado un peligroso precedente que esperemos pueda enmendarse en el futuro. Mientras tanto, la piscina de Pedro J. será un lugar de continuo conflicto y polémica y un ejemplo vergonzoso de favoritismo.
19 de agosto de 2006
Uno de los últimos libros que he leído es ‘La Posibilidad de una isla’ (Alfaguara, 2006) del siempre interesante Michel Houellebecq. Creo que este hombre se está haciendo viejo y se está «ablandando». Lejos quedan sus primeras novelas ‘Ampliación del Campo de Batalla’ (Anagrama, 1994), donde atacaba despiadadamente la sociedad moderna. En cierto modo, con su última obra se reconcilia con el ser humano, aunque sea un ser humano desnaturalizado a través de una depuración genética.
Cuenta la historia de Daniel, un humorista de éxito que decide abandonar su trabajo para aislarse en un pueblo almeriense. Allí entabla amistad con un miembro de una secta (que guarda mucha similitud con los Raelianos) que busca la inmortalidad a través de experimentos científicos clandestinos. Decide acompañarles hasta las Islas Canarias donde tiene su sede.
Houellebecq intercala la narración del protagonista con «fantasmas del futuro», reencarnaciones de Daniel posibles gracias a los descubrimientos que ha realizado la secta, pero carentes de todo sentimiento. Meros esqueletos de su original. Pero eso no importa. La ansiedad del ser humano por la trascendencia ha convertido a la ciencia todopoderosa en el nuevo dios.
Esta obra, sin ser una maravilla, encarna una vez más todas las virtudes y defectos de su autor, pasando de disquisiciones filosóficas a menudo prescindibles a agudas e irónicas disecciones de la realidad y de sus habitantes. A veces me resultó plomiza y otras simplemente brillantes.
18 de agosto de 2006
Hoy nos hemos levantado con un nuevo comunicado de la banda terrorista ETA en la que cambian el tono «amable» (si es que este adjetivo puede aplicarse a quienes han asesinado) por otro más duro. Advierten a las fuerzas políticas, en especial el Gobierno, que deben de dejar de acosar a la izquierda abertzale y a su entorno. La dialéctica utilizada es la habitual: mezcla de poderes ejecutivo, legislativo y judicial (algo que por otra parte ya había hecho el PP en otras ocasiones) y anuncio de posibles «toma de medidas» que desde luego no suenan nada bien.
Pero si miramos más allá de las palabras nos damos cuenta de que estamos ante un comunicado quizás para consumo interno de sus bases y que no supone más que retórica vacía a efectos prácticos. Esa es al menos mi teoría. Opino que las cosas están mucho más encauzadas de lo que se cuenta. De ahí la tranquilidad desde el Gobierno español y también desde el vasco. Creo que todo esto está más que previsto en la «hoja de ruta».
En el caso de que no esté en lo cierto y si ETA rompiera finalmente el alto el fuego, muchos de los que, dentro de su entorno radical, apoyan el proceso de pacificación, se volverán contra la propia organización terrorista por haber desperdiciado una oportunidad más. La merma de simpatías entre el pueblo es algo que hoy día no pueden permitirse y quizás provocaría una nueva escisión interna. Y esto, tarde o temprano, supondría su final.
17 de agosto de 2006
No es muy habitual poder ver en España películas peruanas. La industria del cine en aquel país es escasa y raros son los títulos que trascienden sus fronteras. ‘Días de Santiago’ es una de estas excepciones. Fue dirigida por Josué Méndez en 2004 y obtuvo más de veinte galardones internacionales.
Filmada de forma cruda y un tanto tosca, pero efectiva, ‘Días de Santiago’ está rodada en color y blanco y negro dependiendo del punto de vista desde el que se cuenta la historia. ¿Y qué historia se cuenta? Pues la de Santiago, un desarraigado, un engañado por su propio país que tras tres años de guerra en la selva contra Ecuador vuelve a la vida civil. Comprueba con desagrado como sus compatriotas le dan la espalda. Se da cuenta cómo aquellos que fueron utilizados por su gobierno para luchar contra «el enemigo» ahora son deshechados después de cumplir su misión. Los esfuerzos para reintegrarse en la sociedad normal son infructuosos. A la pobreza se unen las secuelas psicológicas de años de lucha.
El realismo es, posiblemente, una de las mejores bazas con la que juega la película. Permite conocer con bastante precisión la problemática de un país que lucha por salir adelante a pesar de la pobreza y las continuas desgracias. Las barriadas más deprimidas de Lima son el escenario de este drama social que invita a la reflexión.
16 de agosto de 2006

De vez en cuando descubro interesantísimas aplicaciones que refuerzan mi teoría de que, cada vez en más ocasiones, el software libre supera al de pago. Un nuevo exponente de esto que digo es ‘Celestia’, una aplicación gratuita que nos permite explorar de manera sencilla nuestro Sistema Solar y más allá, hasta llegar a los confines de la Vía Láctea. Lo más espectacular es que se nos muestra la posición de los astros y planetas en tiempo real, de forma que su posición y rotación se corresponden con las reales en cada momento.
‘Celestia’ cuenta con potentes opciones de visualización, con la posibilidad de utilizar aceleración 3D mediante OpenGL, lo que le confiere una gran vistosidad, que hace que nuestros «viajes espaciales» sean de lo más cinematográficos. Permite también capturar imágenes (como la que acompaña este artículo) y vídeos en formato AVI de nuestros movimientos.
Entre otras opciones también podemos mostrar u ocultar los nombres de las estrellas, cometas y otros cuerpos naturales o artificiales como la ISS o el telescopio Hubble o las órbitas y trayectorias de los planetas. Además existen multitud de add-ons en su repositorio que amplian las funcionalidades de la aplicación.
‘Celestia’ está disponible para Windows, Linux y MacOS X. También puede descargarse el código fuente. Como único inconveniente decir que ‘Celestia’ está en inglés y desconozco si existe alguna versión traducida al castellano.
15 de agosto de 2006
A veces suceden cosas que cuesta creer. Cuesta creer, por ejemplo, que la Agencia Espacial de los Estados Unidos, la NASA, «no sepa dónde están» las cintas con las filmaciones originales que se realizaron de uno de los eventos más importantes en la historia de la humanidad: la llegada del hombre a la Luna. Puede sonar fuerte, pero es así. Algunas fuentes de la NASA intentan quitar hierro al asunto diciendo que «deben estar allí, aunque quizás no se encuentren nunca».
El 21 de julio de 1969, más de cuatrocientos millones de telespectadores contemplaron como Neil Armstrong y Buzz Aldrin bajaban del módulo Apollo 11 que minutos antes de había posado sobre el Mar de la Tranquilidad. Pero las imágenes que se transmitieron a la tierra no se difundieron directamente a las televisiones, ya que no eran compatibles. Para solucionar esto se improvisó una solución. Se colocó una cámara de televisión (una Vidicon TK22) frente a un monitor de baja frecuencia donde se estaban proyectando las imágenes de baja resolución (262 líneas y 10 fotogramas por segundo) que se recibían del módulo lunar. Definitivamente aquello era una chapuza para salir del paso.
El vídeo de alta calidad que se recibía era registrado en unas cintas magnéticas especiales de 35 mm y 9200 pies de longitud junto con los datos de la telemetría, de forma que las imágenes se grababan en una pista de 14 pulgadas y la telemetría en otra de una pulgada. Cada 15 minutos se reemplazaba la cinta por una nueva. Precisamente son estas las cintas que se están buscando. Estos carretes de cinta eran bastante caros por lo que ya hay algunos que temen que hayan sido reutilizados para otros menesteres, lo cual terminaría de rematar definitivamente la «faena». Otro problema es que el formato de las cintas está completamente obsoleto, y sólo hay unas pocas máquinas capaces de reproducirlas. Para colmo, la NASA piensa cerrar la sala donde se encuentran y deshechar el material, con lo que si las cintas finalmente aparecen no existirá ningún aparato que pueda leerlas.
Esta noticia ha disparado aún más los rumores conspiranoicos de aquellos que defienden que la llegada a la Luna fue un complejo montaje, y que esas cintas de los paseos de Armstrong y Aldrin nunca existieron. Era la excusa perfecta que necesitaban.
Existe gran cantidad de documentación y material gráfico sobre esta desesperada búsqueda. A destacar la web de la estación de seguimiento de Honeysuckle Creek, con fotos, vídeos y documentos PDF.