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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
28 de octubre de 2013

Recuerdos de Lou Reed

La semana pasada escuché después de bastante tiempo –tal vez años– ‘Perfect Day’ de Lou Reed. Es una de mis canciones favoritas de siempre desde que la oí por primera vez en la película ‘Trainspotting’. En aquellos años –mediados y finales de los noventa– la escuché bastante. Tenía la banda sonora de la película y ese era uno de mis momentos favoritos. Pero mi primer recuerdo de Lou Reed no fue musical, sino aterrador. Era 1986 y desafortunadamente vi en la tele un videoclip que me dio bastante miedo. Yo tenía nueve años y, a pesar de que sabía que aquello era un animatronic, la sensación de ver al bueno de Lou arrancándose la carne se me quedó grabado. Mucho tiempo después descubrí que se trataba del tema ‘No money down’ del olvidable disco ‘Mistrial’.

Fue en 1997 cuando de verdad descubrí al Lou Reed que me entusiasmó. Y, como me suele ocurrir, fueron sus primeras composiciones las que más atrajeron mi atención. El disco ‘The Velvet Underground & Nico’ estaba compuesto casi en su totalidad por Reed. Más que una banda, «la Velvet» fue un colectivo de artistas metidos a hacer música, a veces delicada, a veces ruidista, pero siempre llena de poesía y vanguardia y donde las ideas y las ganas de innovar eran mucho más importantes que la pericia con los instrumentos. Como muchos sabréis, en este colectivo estaba Andy Warhol, que diseñó la famosa portada del plátano. Se publicó en 1967. Aquel año, pasar a la historia de la música no debía de ser nada fácil. Los Beach Boys habían publicado hace poco ‘Pet Sounds’ y sus Buenas Vibraciones estaban revolucionando el pop, los Beatles se habían transformado en el Sargento Pimienta y la Banda de los Corazones Solitarios, y los Rolling Stones también se habían transmutado en Sus Majestades Satánicas. A pesar de la dura competencia, ‘The Velvet Underground & Nico’ está considerado uno de los mejores discos de pop-rock de todos los tiempos y su sonido sigue estando muy vigente.

Del Lou Reed en solitario, ‘Transformer’, con su cara A prácticamente perfecta es un monumento enorme a la música. Sólo por ‘Walk on the wild side’ y ‘Perfect day’ ya merece la pena, pero ‘Vicious’ o ‘Andy’s chest’ no son precisamente relleno. La cara B, menos evidente, también cuenta con temas notables como ‘Satellite of love’… Una discografía extensa no se resume en unas pocas líneas. Lo mejor es que cada uno escuche y recuerde, rememore sus temas favoritos.

Pero vamos con unos clips. Primero con composiciones de Reed para la Velvet Underground. Esto es ‘Femme fatale’ en una grabación de 1967 y canta Nico con Lou a la guitarra:

‘Venus in furs’, también del mismo disco:

Otro excelente tema de Lou Reed para la Velvet. La genial ‘All tomorrow’s parties’. De nuevo con la voz de Nico:

‘Perfect Day’ (1973), ya en solitario, en la versión que hizo junto a otros conocidos intérpretes en 1997 para una iniciativa benéfica de la BBC:

Para terminar, una vuelta por el lado salvaje. ‘Walk on the wild side’ (1973):

Y no me resisto a poner la versión que hizo Albert Pla, muy a su manera:

27 de octubre de 2013

Vídeo: Una Semana en París (Tercera Parte)

Vamos con la tercera entrega de nuestro viaje a París. En esta ocasión os ofrezco algunas secuencias de los monumentos más representativos de la ciudad gala. Comenzamos con el famoso y enorme Arco de Triunfo. A continuación una de visitas más sorprendentes que hicimos esos días: Las catacumbas. Kilómetros de pasadizos húmedos y oscuros de los cuales sólo hay abiertos al público una pequeña parte. La cola de tres horas a pleno sol mereció la pena… Por último, el símbolo de París por excelencia, la torre de hierro más famosa del mundo: La Torre Eiffel. Además de poder grabarla desde diferentes ángulos, también tuvimos la oportunidad de subir hasta lo más alto.

Sobre la música que acompaña al vídeo, os diré que se trata de ‘Quel temps fait-il à Paris?’ de Gus Viseur, ‘Packet switching’ de Rachel’s y ‘Place Blanche’ de Edile Barclay. Os dejo con el clip:

22 de octubre de 2013

Mara Torres y Joaquín Reyes son ‘Torres y Reyes’

Ya van emitidos cuatro programas de ‘Torres y Reyes’, el espacio que emite La 2 de TVE los jueves por la noche. Un magacín televisivo con entrevistas, humor o debate –todo ello sereno– se ha convertido en una rareza en las cadenas nacionales. Sus presentadores son Mara Torres (actualmente en La 2 Noticias) y el inimitable e inconfundible Joaquín Reyes (Muchachada Nui o Museo Coconut). Las temáticas tratadas en cada una de las secciones tienen el denominador común de la tecnología e internet y de cómo está cambiando la sociedad.

A lo largo de una hora y pico se van sucediendo los microespacios (¡Enjuto Mojamuto sigue vivo!) junto con secciones más amplias dedicadas a debatir un tema, una entrevista o la clase magistral de cinco minutos impartida por un personaje de peso dentro del mundo de internet o relacionado con la tecnología. Uno de los grandes aciertos de ‘Torres y Reyes’ es la combinación inteligente de humor disparatado con la seriedad que requieren algunos temas. En esto Joaquín Reyes es un maestro.

Pero también hay cuestiones que me han gustado menos, como el espacio sobre las fotos Instagram, en la que una celebridad muestra sus imágenes favoritas. Pero esto posiblemente sea por el odio que tengo hacia esta red de fotos con filtros… En cualquier caso un programa diferente que entretiene, forma e informa a partes iguales. Quizás en un futuro, todo depende de su destino, se convierta en un espacio «de culto» seguido por unos pocos fans. Lo bueno es que todas las emisiones las podéis ver en la web de Radiotelevisión Española.

18 de octubre de 2013

Muestra Musical 100

Ha llegado el momento de los números redondos. La edición 100 de mi recopilatorio musical personal ha llegado. Aunque lo grabé a finales del mes pasado, ha sido ahora cuando he completado el diseño de su portada y la creación de la lista de videoclips y la página en rmweb. Esta edición centenaria coincide casi con los quince años de Muestra Musical. Eso ocurrirá a finales de diciembre.

Pero no, esta nueva recopilación no tiene nada de especial. No hay nada en ella que indique que se trata de una edición diferente. Nuevas quince canciones que combina artistas nacionales con los foráneos. Una de las grandes novedades –y gran descubrimiento del año– es León Benavente. El grupo ha creado una obra muy interesante que estará sin duda en lo más alto de las listas anuales de lo mejor del año. También tenemos el retorno inesperado de Babyshambles con el polémico Pete Doherty a la cabeza, el también poco esperado retorno (aunque sólo sea con dos canciones nuevas) de Automatics, el de Dënver, el de Arcade Fire, el de Delorean o el de Music Go Music. Junto a ellos temas de bandas que ya aparecieron en ediciones recientes de Muestra Musical.

Paralelamente he intentado sin éxito hacer una lista con lo mejor de Muestra Musical. Concentrar en veinte temas todos estos años ha sido una tarea imposible. Si sólo eligiera una canción por disco serían cien. Y aún así posiblemente me dejaría alguna en el tintero. Pensándolo bien, hacer una recopilación de recopilaciones me resultaba a la postre una idea absurda.

Para terminar, os dejo con la clásica lista de videoclips de Muestra Musical 100:

17 de octubre de 2013

Video: Una Semana en París (Segunda Parte)

Vamos con la segunda entrega de los vídeos dedicados a París que grabé este verano. En esta ocasión empezamos con la célebre catedral de Notre-Dame y el sonido de sus campanas que grabé casualmente cuando estábamos en lo alto de la catedral. Os aseguro que el ruido era atronador. Siguiendo con los templos, la impresionante Sainte-Chapelle, muy cerca de Notre-Dame, nos deslumbra con sus enormes vidrieras. Lástima que aún estuvieran restaurando una parte. Algunos de esos vidrios restaurados pudimos verlos en el Museo de la Edad Media, donde están temporalmente expuestas antes de ser colocadas en su ubicación originaria. Para terminar, una visita que para muchos es un tanto lúgubre pero que es tremendamente interesante. Me refiero al cementerio de Père-Lachaise. Un gran camposanto donde en cada esquina, en cada tumba, hay detalles curiosos. Sería necesario un día completo para recorrerlo por completo, «disfrutando» de la tranquilidad reinante…

Sobre la banda sonora de este capítulo, ahí van los títulos: Para Notre-Dame y la Sainte-Chapelle elegí música medieval –canto polifónico– de la escuela de Notre-Dame (siglos XII y XIII). Concretamente se trata de Diabulus in Musica y el canto ‘Natura Deus Regulis’ y de ‘In mari miserie’ interpretado por la Early Music Consort of London y David Munrow. Finalmente para Père-Lachaise elegí ‘Solsticio de invierno’ del grupo Niza.

16 de octubre de 2013

‘What Remains’

La producción dramática británica tiene fama mundial. Resulta complicado hacerse una idea de la cantidad de seriales, miniseries, documentales dramáticos y demás que pueden llegar a emitir al cabo de un año. El rey es la BBC. De eso no hay duda. Muchas de esas series llegan hoy día rápidamente gracias a internet. Una de las últimas en llegar a las pantallas británicas ha sido ‘What Remains’, una producción de suspense en cuatro capítulos con una calidad de factura en todos los aspectos incuestionable.

La aparición de un cadáver momificado en el desván de un viejo bloque de viviendas sirve de excusa para mostrarnos quiénes viven en cada planta. Con sus pequeñas (o grandes) miserias, sus historias amargas y sus vidas ocultas y sórdidas. El protagonista, aunque no vive en la casa, tampoco se salva. Lejos de ser perfecta, la existencia del policía recién jubilado que investiga el caso por afición es un desastre desde que falleció su mujer. Este, junto a una vecina recién mudada conseguirán ir desatando el enorme nudo de la historia.

Alcoholismo, adulterio, soledad o paranoia son sólo algunos de los temas que se tocan en esta serie de ambiente opresivo, magistral hasta sus últimos veinte minutos. Su desenlace no me ha parecido digno del resto de la historia. Sobre todo por ser excesivamente enrevesado y con demasiados giros de guión en poco tiempo. Quizás lo que viene después de ese falso final sorprenda en un principio, pero cuando salen los créditos es difícil no tener la sensación de haber sido defraudado. En cualquier caso, una miniserie que merece la pena prestarle atención.

12 de octubre de 2013

Zamora y la visión anglosajona del post-romanticismo

Cada mucho tiempo uno encuentra lejanas crónicas, en el tiempo y en el espacio, que hablan sobre Zamora. Ya sea en la biblioteca de la Universidad de Toronto o en la de California, muchos volúmenes escritos por anglosajones duermen allí desde hace decenas e incluso centenares de años. Sólo la tecnología los ha sacado del ostracismo para hacerlos accesibles a quienes nos pueden interesar. Viajeros de un romanticismo tardío que visitaron quién sabe si por azar, la ciudad del Duero. Tres autores, tres viajeros, turistas de su tiempo, Albert F. Calvert, Edgar T. A. Wigram y Edward Hutton llegaron a Zamora casi en fechas coincidentes. Sus tres libros de viajes por España son hoy día una curiosidad más al alcance del internauta.

A pesar de lo pedestre de mis traducciones, merece la pena dar a conocer estas pequeñas crónicas –reducidas por mí mucho más por cuestiones de espacio– aunque solo sea como mera curiosidad. El primero de ellos corresponde al volumen ‘Valladolid, Oviedo, Segovia, Zamora, Ávila & Zaragoza. An Historical & Descriptive Account.’ de Calvert, publicado en Londres en 1908:

Zamora sobre el Duero es una de las ciudades más pintorescas de España, y una de las más célebres de sus anales. No es bien conocida por los extranjeros, probablemente a causa de que su acceso sea tan complicado. Pocos lugares traen de vuelta tan vívidamente el pasado agitado de Castilla.
La ciudad está sobre el Duero, en una cresta rocosa. El castillo y la catedral ocupa su extremo occidental. El río está atravesado por un puente de diecisiete ojos, defendidos cerca de cada extremo por una puerta, una alta torre. Si la vista es ya de por sí pintoresca y medieval, la vista desde este punto es aún más. Hacia el atardecer, el espíritu de la Edad Media parece delatar a la ciudad –es sombrío y feroz, fuerte y venerable–. La comarca parece poco más que un desierto. Desde los muros, arriba, ojos parecen estar oteando el horizonte en busca del primer destello de las lanzas enemigas. Zamora pertenece a la época en que los pueblos, como los hombres, siempre llevaba armadura. Hoy está rota, gastada por la guerra y vieja; pero si la espada está oxidada y su escudo roto, bien puede presumir que fue por estar al servicio de España.
Tan pronto como atravesamos el viejo puente, sobre las represas del Duero, y subimos la empinada calle que conduce a la ciudad, no necesitamos consultar ningún archivo que nos diga que estamos aquí, en la vieja Castilla de los días de la caballería, en la que encontraremos pocos recuerdos de artistas y poetas, algunos de estadistas y de grandes gobernantes, pero muchos de los combatientes duros y sacerdotes santos.

El segundo texto es de Wigram y está extraído de su libro ‘Northern Spain’, también publicado en Londres, pero en 1906. El viajero parece encontrarse con unos gigantes en la procesión del Corpus:

En nuestra ignorancia protestante del tiempo y las estaciones no sabíamos que este día era la fiesta del Corpus Christi. En consecuencia, la aparición de un gigante de cartón de cinco metros tambaleándose sinuosamente por la calle principal nos ocasionó un leve desconcierto. Este ogro errante, sin embargo, tenía su razón de ser. Todas las ciudades españolas respetables poseen un equipo de gigantes como parte de su dotación municipal, y el día del Corpus es la gran ocasión para exhibirlos. El turista siempre debe organizarse para pasar ese festival en una buena y vieja ciudad, donde se conservan las tradiciones selectas.
Zamora es en sí lo suficientemente vieja para ello. Su bonita y antigua catedral románica fue construida por nada menos que el Obispo Don Jerónimo, «aquel hombre bueno con la coronilla rapada», que tan hábilmente representó a la Iglesia militante entre los partidarios del Cid.

Por último, quizás el más poético de todos, Hutton y ‘The Cities of Spain’ (1906) nos ofrece una visión mucho más romántica y etérea:

En medio de un desierto que ha florecido, Zamora se encuentra sobre una colina. Sólo un grupo de dorados edificios románicos, decadentemente ruinosos, rodeado por el polvo infinito y por la luz. Y a su alrededor, la tierra sedienta ha generado fuentes de agua entre cañas y juncos. Llegué a ella por primera vez a la puesta del sol por el incierto camino solitario que pasa sobre el desierto de Salamanca. En la misteriosa soledad del¡ un día de verano todavía, de sed, cubierto de polvo, no había visto nada igual, ninguna. Solo al mediodía, en el silencio del desierto, había orado por encontrar un lugar como este. Ya por la tarde, Dios me llevó a sus hermosas torres doradas. Así que era como una ciudad donde refugiarse, tal vez por el calor y el silencio de la luz del sol, o puede que por la soledad de la noche, se me apareció al lado de las aguas en el medio del desierto.
El mundo se ha olvidado de Zamora. Para muchos una ciudad poco limpia, una visión poco encantadora; pero pocos descubrirán su ruina y su soledad. Dorada y desnuda se asienta sobre la colina, y solo el sol y el viento del desierto la han amado todos estos años. […]
Cuando se llega a Zamora, hoy a través de ese viejo y hermoso puente del siglo XIII sobre el Duero, se entra en la ciudad por un camino largo y fatigoso que va desde el valle a la colina, llegando por fin a la cresta de roca desde la que Zamora destaca. Esa misma calle estrecha y sinuosa pasa junto a la catedral de la ciudad que, casi como una fortaleza, se construyó en el último peñasco de la gran colina.



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