La tradición cinematográfica finesa es sólida y amplia, incluso en televisión. Ya vimos hace poco por aquí ‘Kansan vihollinen’ sobre el mundo del periodismo, una producción mucho más «occidental» y menos encerrada en sí misma. Enfrentarse a un rocoso drama bancario finlandés como es ‘Rosvopankki’ (‘El Banco Ladrón’ literalmente, aunque traducido como ‘Los Invencibles’) no es nada sencillo. Miles de años luz nos separan del contexto del país nórdico, de su forma de ser y de entender el mundo. Tampoco la forma de dirigir distante de muchos de sus realizadores (en este caso es Matti Kinnunen) ayuda.
La historia nos cuenta la entrada en la inspección bancaria de la joven Salla Nurminen, dispuesta a revisar las cuentas de un pequeño banco (lo que aquí sería una especie de caja de ahorros) sospechoso de haber realizado inversiones no muy claras en paraísos fiscales con el ánimo de crecer y evitar ser devorados por los grandes bancos del país. Del otro lado, el banquero Christopher Wegelius, dispuesto a un tira y afloja con las autoridades. Y debajo, el pueblo llano que sufre las consecuencias perdiendo sus ahorros, no pudiendo pagar hipotecas o perdiendo sus empleos al no conseguir las empresas donde trabajan la liquidez suficiente para seguir adelante.
‘Rosvopankki’ esta basada en hechos reales, unos graves acontecimientos que tuvieron lugar a finales de los años ochenta, cuando se liberalizó el mercado financiero en Finlandia sin las normas reguladoras adecuadas. En conclusión una serie que no es fácil de seguir y la puesta en escena tampoco ayuda. Abstenerse no aficionados al mundo financiero de los países nórdicos en los años ochenta. 6,5/10.
Bajo el título de ‘Strafe’ (‘Castigo’ en castellano) se presenta esta miniserie alemana de la RTL basada en los relatos del abogado y escritor Ferdinand von Schirach y en la que cada capítulo está dirigido por un realizador alemán. El nexo común es precisamente el castigo (o no) de un delito cometido (o no). Como era de esperar cada episodio, cada historia, tiene un enfoque completamente diferente. También el resultado es muy diferente, así como los delitos o el tratamiento dado a los protagonistas.
Seis relatos convertidos en seis capítulos que van desde el asesinato, el homicidio involuntario o el maltrato hasta los delitos contra el patrimonio. En mi opinión son tan distintos que puede haber historias redondas, como efectivamente las hay, y otros excesivamente adornadas y enrevesadas, tanto que es fácil perderse. En otras simplemente se pierde el interés por la falta de gancho de lo que se cuenta y en otras lo forzado de la situación o lo inverosímil del crimen hacen que resulte imposible empatizar con el o la protagonista.
En definitiva, una serie para aficionados al derecho y a las ficciones judiciales. 6,5/10.
La segunda etapa de nuestro viaje a varios países costeros del Báltico nos llevo por carretera desde Riga hasta Tallin. La carretera bordeaba la costa, aunque apenas pudimos ver el mar. Sobre todo en la zona letona, los árboles eran enormes. Tras una breve para en Parnu, ya en Estonia, nos adentramos tierra adentro hacia la capital del país. En este pequeño país de 45.000 kilómetros cuadrados predominan las llanuras y praderas con bastantes casas de madera y pocas poblaciones, al menos en torno a la carretera por la que circulábamos. Lo cierto es que nos encontramos en un estado a medio camino entre el mundo eslavo y el nórdico, como bien corresponde a su situación. Sus hermanos mayores al norte y oeste son Finlandia (Helsinki está a 80 kilómetros) y Suecia (Estocolmo está a menos de 400 kilómetros) y también algunos de sus principales socios comerciales y culturales. En el otro lado, al este, Rusia, la antigua potencia ocupante y que ahora representa el pasado geográficamente muy cercano (San Petersburgo está a algo más de 350 kilómetros por carretera) pero históricamente cada vez más lejos.
Llegamos a la estación con un calor y una humedad bastante intensos. Pero teníamos por delante tres días para recorrer la antigua Reval medieval, de la que se conservan buena parte de sus edificaciones y fortificaciones casi intactas. También nos pasamos por el bonito parque de Kadriorg, donde tenía su palacio de verano la zarina Catalina I de Rusia.
Pero lo mejor es que veáis el vídeo para haceros una idea de todo lo que contemplamos en esos tres intensos días. Espero que os guste…
Como ya vimos en ‘Tapie’, los biopics seriados más o menos fantasiosos son una constante hoy día en las principales plataformas. Si el personaje lo merece o se le puede sacar el suficiente jugo como para exprimir media docena de capítulos o alguno más, allí habrá una serie. El caso que nos ocupa hoy es ‘Clark’, una serie original para la sucursal sueca de Netflix que nos cuenta la vida y obra de Clark Olofsson, uno de los principales criminales de la Suecia del siglo XX y también una supuesta superestrella mediática –al menos en la ficción–.
Tomando como base hechos reales, Olofsson es el protagonista absoluto de una serie de hechos (asesinatos, robos, estafas, secuestros, etc) que probablemente hubieran pasado sin pena ni gloria si no fuera por el atraco al Kreditbanken de Estocolmo en 1973. En este evento su amigo Jan-Erik Olsson perpetró un robo en el que tomó a cuatro rehenes. Olofsson acudió teóricamente a mediar en la liberación de los secuestrados. Finalmente las propias víctimas se negaron a salir alegando estar bien tratados por Olsson y Olofsson y temiendo que la policía que asediaba el banco les hiriera o matara. Es lo que se conoció mundialmente como «síndrome de Estocolmo».
‘Clark’ es una producción juguetona, gamberra, irreverente y también algo cansina. Un histriónico y sobreactuado Bill Skarsgård no desentona en este festival del crimen, tratado como un icono pop, una superestrella incomprendida y estúpida. Es posible que en un largometraje este estilo pseudotarantiniano funcione bien, pero en ocho entregas la cosa cansa bastante aunque siga resultando gracioso a veces. El tratamiento audiovisual es impecable y ayuda a ubicar las épocas con algunas anacronías pero perdonables. En conclusión, una serie para ver poco a poco que tiene buenos momentos pero también algunos ridículos y aburridos. 6,5/10.
Aunque Bertrand Tapie no es un personaje conocido en España, en Francia le han dedicado una serie. Artista, empresario y político inclasificable, Tapie merecía un biopic que contara su vida llena de altibajos, de ideas descabelladas de negocio abocadas al fracaso y de ambición sin límite. Netflix en el país vecino se ha encargado de producir y distribuirla. Yo apenas tenia referencias y la serie al menos ha servido para entenderlo –con sus licencias, porque no deja de ser una ficción–.
La historia comienza a finales de los años sesenta. En 1968 se presenta a un concurso de la canción. Tras constatar su fracaso propone a un dudoso socio capitalista la creación de club de compras de electromésticos que resulta ser un éxito. A partir de aquí entrará en una espiral de ambición que le llevará de lo más alto a lo más bajo y de nuevo a lo más alto.
El trabajo de Laurent Lafitte, un actor ya consagrado, es excelente. La historia también está bastante bien dirigida y sabe mantener el ritmo de los acontecimientos de forma que el espectador no pierda interés y se implique con el protagonista. También me parece logrado el dibujo de Bertrand Tapie como alguien complejo, que se arrepiente de sus malas acciones para a continuación volver a hacerlo. Y lo que es más difícil, entender sus motivaciones. Una buena producción que es también el reflejo de un país, de una época y de sus cambios sociales y económicos. 7/10.
Comenzamos la serie de vídeos sobre nuestro viaje a tierras del noreste de la Unión Europea. En la primera de estas etapas visitamos Riga, donde pasamos cuatro días. Vimos sus tres catedrales (luterana, ortodoxa y católica), el casco antiguo (llamado vecpilsēta o ‘ciudad vieja’) con sus calles y edificios medievales, la mayoría reconstruidos tras los duros bombardeos de la segunda guerra mundial, y también la herencia soviética, en forma de edificios monumentales como la Academia de Ciencias de Letonia, el trazado de muchas calles o los bloques de jrushchovkas en los barrios periféricos. Riga es reconocida también internacionalmente en el mundo de la arquitectura por ser la ciudad que concentra más arquitectura art nouveau. Realmente estaba por todas partes. También dedicamos uno de esos días, o parte de él, a viajar hasta Jūrmala, lugar de vacaciones desde hace siglos, con una playa kilométrica (33 kilómetros concretamente).
En cuanto al formato, tenía ganas de probar a montar vídeos de desarrollo más largo. Esta primera entrega dura casi 18 minutos. También la introducción poniendo en situación al espectador sobre lo que va a ver. En fin, un pequeño cambio para ofreceros lo que vimos a lo largo de este viaje, el que más lejos nos ha llevado y uno de los más largos también.
Todos conocemos el cine japonés, tan reconocible y laureado desde hace muchas décadas. Sin embargo, a nivel de producciones realizadas para televisión ya no nos parece que tenga tanta tradición, o al menos no llegan a occidente apenas producciones. Una de las que sí ha llegado gracias a Netflix es ‘The Days’ (‘Los Días’), un relato en ocho episodios sobre la catástrofe nuclear de la central de Fukushima de 2011. Dada la minuciosidad del desarrollo de los acontecimientos (basados en los diarios escritos por el gerente de la central), el serial es el formato ideal.
El 11 de marzo de 2011 se produce en el este de Japón un terremoto que posteriormente provoca un tsunami que devasta la costa de Fukushima. A causa de este desastre, la central nuclear del mismo nombre sufre graves desperfectos que a lo largo de los días sucesivos mantendrán en vilo al país y al resto del mundo. La explosión de la central nuclear de Chernobyl estaba en la memoria de todos, con la salvedad de que en Japón podría provocar el desplazamiento o la muerte de millones de personas. El equipo de ingenieros y operarios intentarán evitar por todos los medios a su alcance cualquier fuga radiactiva.
A pesar de que el primer capítulo es mucho menos intenso de lo que estamos acostumbrados según los estándares actuales, a medida que avanzan los capítulos la intensidad y la tensión va en aumento hasta el punto de que hacia la mitad ya no se puede despegar la mirada de la pantalla y automáticamente formamos parte del equipo destinado a remediar o paliar cada nuevo contratiempo. Esta identificación con unos personajes que nos son tan lejanos cultural y geográficamente es un verdadero logro que pocas ficciones consiguen. Imprescindible. 8,5/10.
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