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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
26 de mayo de 2008

La Phoenix Mars Lander ya está en Marte

Normalmente no somos conscientes de la época de avances científicos en la vivimos. Nuestro día a día nos hace obviar acontecimientos que me parecen increíbles. Yo soy el primero que ni me acordaba que una sonda de la NASA lanzada el verano pasado llegaría a nuestro planeta vecino Marte anoche. Han sido ya tantas que no le damos la importancia que tiene. Sólo un rinconcito en los informativos de hoy. La Phoenix Mars Lander tiene como misión analizar el terreno del polo norte marciano en una búsqueda que ha obsesionado a los científicos (y a muchos otros) desde tiempos lejanos.

Para ser aún más consciente de la gesta tecnológica que supone este nuevo amartizaje, he buscado algunas cifras. Por ejemplo, que en el momento de mayor cercanía de Marte a nuestro planeta (oposición), la distancia que nos separa es de 59 millones de kilómetros, lo que supone 190 veces la distancia entre la Tierra y la Luna. En el momento de mayor alejamiento, la distancia es de 109 millones de kilómetros (unas 330 veces la que nos separa de nuestro satélite).

Desde aquel lejano planeta congelado y aparentemente sin vida, a eso de las 2 de la madrugada (hora española) comenzó a enviar imágenes, como la que podéis ver arriba. La Phoenix Mars Lander ha aterrizado muy cerca del polo, pero no hay hielo ni nada blanco, sólo la superficie típicamente marciana a la que ya estamos acostumbrados. Los técnicos y científicos de la NASA esperan encontrar bajo esa capa de polvo rojizo algo de hielo. De momento es pronto para saber nada, pero estaremos alerta ante cualquier posible descubrimiento.

Para hacer su trabajo, la sonda lleva un brazo robótico con una cámara para tomar muestras, otras dos cámaras, una de ellas estereoscópica, una estación meteorológica y un laboratorio para el análisis del suelo y el subsuelo marciano. Tiene trabajo para rato. Si aún no conocemos todos los secretos de nuestro planeta, imaginemos las sorpresas que nos puede guardar nuestro vecino…

25 de mayo de 2008

‘La Ciencia del Sueño’

Considero a Michel Gondry uno de los mejores, sino el mejor, realizador de videoclips de todos los tiempos. De su imaginación han salido obras maestras para The Chemical Brothers (quién no recuerda la maravilla ‘Let forever be’ o ‘Star guitar’), The White Stripes, Massive Attack, Björk, Beck y muchos otros artistas de primerísima línea. En 2006 se adentró por segunda vez en el mundo del largometraje con ‘La Ciencia del Sueño’, una producción franco-italiana con Gael García Bernal y Charlotte Gainsbourg en los papeles protagonistas.

La historia que cuenta es la de Stéphane, un recién llegado a París tras la muerte de su padre divorciado. Su madre le busca un trabajo aburrido y monótono, algo que su mente inquieta e imaginativa no soporta. Pronto conocerá a su vecina Stéphanie, que acaba de mudarse. Rápidamente entablarán una extraña relación donde la fantasía se mezcla con la realidad. La confusión mental de Stéphane irá en aumento hasta niveles a los que ella le será difícil soportar.

Evidentemente, el punto fuerte de ‘La Ciencia del Sueño’ es la parte visual, muy original y atractiva. El guión está rodado con mucha sensibilidad y frescura, pero en varios momentos la narración se vuelve confusa, rozando lo inconexo. Quizás Stéphanie, el contrapunto cuerdo al excesiamente fantasioso y «soñador» Stéphane, no tenga el peso que merece o su tratamiento no sea lo suficientemente claro. Otro personaje que lo une a la realidad es el grosero y prosaico compañero de trabajo interpretado por un genial Alain Chabat. Por otra parte, la idea de un personaje que intenta volver a su niñez, físicamente al reencontrarse con la casa donde creció, e intelectualmente, por su mentalidad y por sus inventos dignos de cualquier juego infantil, es muy interesante.

Es una lástima que ese tratamiento excesivamente liado le reste algo de encanto. En cualquier caso, ‘La Ciencia del Sueño’ es una película inofensiva, agradable y muy entretenida.

24 de mayo de 2008

The Last Shadow Puppets: la blanca Rusia británica

Imaginen estepas nevadas, tanques T-72 y el coro del ejército ruso. Y paseando por allí dos muchachitos disfrazados de Lennon y McCartney (o de Noel y Liam Gallagher). Son The Last Shadow Puppets en su primer videoclip, uno de mis últimos descubrimientos. Y de los buenos. Los muchachitos son Alex Turner (The Arctic Monkeys) y Miles Kane (The Rascals). El disco, publicado en abril es ‘The Age of the Understatement’ (Domino Records, 2008). Sorprende la inmediatez de sus temas y la pegada que tienen. Un disco así, con melodías clasicotas e instrumentaciones a lo Ennio Morricone (y hasta un poco Paul Mauriat), no puede pasar desapercibido.

Estos chicos se apuntan un tanto. Sobre todo porque a pesar de que los arreglos orquestales de la London Metropolitan Orchestra podrían haber hecho de este trabajo un disco pretencioso, pero vacío. Nada más lejos de la realidad. Este arropamiento musical le viene como un guante y se nota que cada tema ha sido minuciosamente preparado para que nada chirríe. ‘The Age of the Understatement’ suena muy fresco. En parte debido a que ninguno de los once cortes supera los cuatro minutos y la media está en menos de tres.

Tanto la crítica como el público han sido muy generosos en la acogida de este «supergrupo». La prensa, especializada y no especializada, les ha otorgado muy altas puntuaciones y el álbum llegó al número uno de las listas británicas el 27 de abril. ¿Esta es la enésima recuperación de la grandeza pop británica? ¿El nuevo hype del momento? Ahora mismo es una de las bandas de moda en las islas, veremos lo que ocurre en el futuro. De momento toca disfrutar de este buen (buenísimo) trabajo…

23 de mayo de 2008

El ‘Chiki, chiki’ hasta en la sopa

El grito de guerra de Rodolfo Chikilicuatre ‘¡Perrea, perrea!’ se ha convertido también en el de miles o millones de españoles. La saturación a la que durante este mes hemos estado sometidos ha tenido sus efectos secundarios y también ha servido para que muchos pierdan su sentido del ridículo y ejecuten los cuatro archifamosos pasos del ‘Chiki, chiki’ casi sin pestañear. Desde Televisión Española, que emite mañana el festival y que es quien realmente participa en Eurovision presentando a Chikilicuatre y Mediapro (La Sexta, Público) que es el padre de la criatura, se está exprimiendo comercial y mediáticamente al máximo al personaje. En estas dos últimas semanas se está llegando ya a los límites de lo soportable: banners publicitarios en las webs más insospechadas, melodías de móvil, programas especiales, cientos de vídeos con las variantes más bizarras, versiones del ‘Chiki, chiki’ adaptadas a cualquier situación. Incluso la ONCE ha sacado su juego 7 39 a ritmo del popular tema.

Estoy convencido de que mañana, todo el mundo tendrá una cita con su televisor para ver las hazañas del personaje más friki de esta edición de Eurovision (lamentablemente el pavo irlandés fue descalificado en la primera semifinal del martes). Rodolfo Chikilicuatre, a falta de calidad, destacará por su peculiaridad entre un manojo de temas ultraconvencionales, baladones eurovisivos, émulos de Lordi, de Abba e intérpretes, normalmente de la Europa del este, muy al este, que parecen salidos de una pelicula de Mad-Max («urban» me parece que los llaman).

Pero si el Festival de Eurovision lo ganara la mejor canción, iría para Francia con Sébastien Tellier. Al menos a mí me la parece y algún otro también lo corrobora. Así que nada, este año vamos con Francia. Chikilicuatre es (era) simpático, pero no es para un Festival de Eurovision que debe buscar una refundación. Para quien el interese, los de Je Ne Sais Pop se han descornado haciendo una pequeña guía con comentarios sobre todos los temas que entran a concurso, siempre con su peculiar sentido del humor.

Actualización de 24 de mayo: El País dedica un interesante reportaje que abre un debate sobre el fenómeno de Rodolfo Chikilicuatre y la utilización de los medios e instituciones públicas.

22 de mayo de 2008

Italia y el racismo populista

Italia ha sido siempre bastante indolente respecto a su clase política. Y esta apatía para con sus gobernantes se retroalimenta al ver en el poder a personajes tan discutibles como Silvio Berlusconi. En un país donde el voto es obligatorio y los comicios duran dos días, es raro llegar al 85% de participación (recordemos el 75% de participación en las últimas elecciones generales españolas en un sólo día, festivo y con voto voluntario). A esto hay que unir la pléyade de partidos, decenas de ellos. En las últimas elecciones once formaciones llegaron al congreso. Algunas, como la Liga Norte, que son los socios del actual gobierno de Berlusconi, tienen una ideología derechista, federalista (antiguamente independientista). El propio partido de Berlusconi es Forza Italia, que gobierna en una ¿sólida? coalición llamada El Pueblo de la Libertad, que a su vez es una amalgama de 16 partidos de diferente pelaje y con nombres de lo más extraño. Uno de ellos es la Alianza Nacional de Gianfranco Fini, antiguo líder de los neofascistas (el Movimiento Social Italiano). Como es de suponer, no es una formación precisamente progresista.

Con estos mimbres, unido al personalismo de Silvio Berlusconi, al histrionismo del personaje, su chusco sentido del espectáculo y el exceso populista dan como resultado leyes como la que se ha aprobado recientemente y que los ha llevado a las portadas de los medios de toda Europa: pena de cárcel por estancia ilegal. No ya deportación (que pudiera ser una opción más inteligente dentro de su lógica), sino cárcel. O sea, masificar todavía más las cárceles italianas, que no están precisamente vacías, con personas que no han cometido más delito que cruzar una frontera. La cosa es aún más paradójica cuando esto se quiere aplicar también a los gitanos rumanos que, guste o no, son ciudadanos de la Unión Europea.

Ante este panorama, afortunadamente el Parlamento Europeo ha rechazado de plano las medidas del gobierno italiano. Y no sólo en el sector de la izquierda, sino también en el de la derecha europea. Lo que no está tan claro son las medidas que se debatirán próximamente acerca del retorno de inmigrantes ilegales a sus países de origen aún cuando no se conozca su nacionalidad.

Si tenemos una visión más general, el fenómeno de la inmigración ilegal, como ya he dicho muchas veces, es una tendencia imparable. Los últimos indicadores de la economía mundial con la subida del precio de los alimentos básicos o el aumento de las sequías harán que sea imposible poner coto a quienes buscan una vida mejor. Es muy posible que, si no se trabaja en buscar soluciones inteligentes y rápidas (seguramente muy caras e impopulares), pronto lamentemos las consecuencias. Solucionar de verdad los problemas en los países de origen pasa por ser el punto de partida. Pero yo no soy un político, ni conozco nada del tema. Dejemos que sean ellos los que solucionen las cosas… si es que están a la altura de sus cargos.

En definitiva, aunque Italia sea un país a la deriva, no dejemos que su rumbo nos arrastre a los demás hacia el abismo…

21 de mayo de 2008

Ética publicitaria

Publicidad engañosa, exceso de pausas publicitarias en televisión, reflejo de una imagen falsa de la sociedad, exaltación de valores superficiales, intromisión excesiva… La publicidad desgraciadamente forma parte de nuestras vidas, y también comete abusos. Entra en nuestras casas a través de la prensa, la radio y la televisión. También en internet en forma de esas molestas ventanas (la famosa publicidad intersticial) que aparecen cuando visitamos nuestra web favorita, en forma de banners más o menos llamativos, en forma de anuncios de texto. Hasta Google personaliza los anuncios según sea el contenido de un correo electrónico que consultamos. ¿Existe algún límite?

Aparte de esta intromisión cada vez mayor, está la búsqueda de la oportunidad, la búsqueda del momento óptimo en el que el anunciante pueda vendernos su producto. Todo esto viene a cuento de un artículo que ayer publicaba Soitu.es sobre un anuncio concreto que el diario El País llevaba en sus páginas de información internacional. Fue el pasado 8 de mayo cuando, en medio de dos noticias sobre las catástrofes de Birmania y China. En ambas se ofrecían las abultadas cifras de víctimas que todos conocemos junto a detalles bastante dramáticos. Y en página impar, ocupando tres cuartos aparecía la publicidad de un banco privado, Lombard Odier Darier Hentsch & Cie

No estoy del todo de acuerdo con el enfoque que se le da en la noticia de Soitu, calificándola como una «mala elección de publicidad». Lamentablemente tenemos ejemplos de «mala elección de publicidad» todos los días en todos los medios de comunicación. En televisión, algunas cadenas convierten las noticias más truculentas de sus informativos y programas análogos en ganchos para concitar la atención antes de una pausa publicitaria o directamente convierten sus informativos en puro espectáculo (la mayor parte de las veces macabro).

No puedo dejar de aprovechar la ocasión para repetir una vez más que este blog siempre estará libre de publicidad. Nunca la ha tenido y nunca la tendrá. Aunque ya no lo tenga puesto ¿cuando lo quité?, el compromiso del búho sigue presente.

20 de mayo de 2008

‘The Office’, la telecomedia sin risas

En mi tarea casi imposible de descubrir nuevas series me he topado con ‘The Office’, la versión americana de la telecomedia británica del mismo nombre. A pesar de que la emitió Cuatro a altas horas de la madrugada hace algún tiempo, por mucho que he buscado en internet me ha sido imposible encontrarla, así que he empezado por la «copia» estadounidense. La serie está emitiendo ahora mismo la cuarta temporada en Estados Unidos. Yo pronto comenzaré con la segunda. Así que voy a contar mis impresiones sobre la remesa de los primeros seis capítulos.

‘The Office’ es una telecomedia de «nueva generación» (valga la expresión), de esas que intenta (y logra) romper con los tópicos de las sitcom clásicas. Nada de cámaras fijas, nada de decorados que parecen teatros y nada de risas enlatadas. Los actores establecen cierta complicidad con el telespectador mirando a menudo a la cámara, como si más que una serie de ficción se tratara de un documental en el que hay un operador que se mueve por todas partes.

Como su nombre indica, la historia de ‘The Office’ se sitúa en una oficina cualquiera de una empresa cualquiera (en este caso se trata del departamento de ventas de Dunder Mifflin, una empresa imaginaria de material de papelería), en un lugar cualquiera de los Estados Unidos. La peculiaridad la aportan los personajes, especialmente la de su jefe Michael, un tipo que va de gracioso y enrrollado, pero que se revela como un tirano repugnante, irritante, un hipócrita mentiroso que intentará hacer cualquier cosa por salvar el culo ante sus superiores. El resto de personajes forma un fresco caricaturesco de los típicos empleados que existen en casi cualquier oficina. Descubridlos vosotros mismos…

‘The Office’ juega a menudo con el sentido del ridículo, las situaciones embarazosas y una tensión malsana acentuada por la falta de risas de fondo, que siempre libera algo la tensión del momento. En cualquier caso, la serie me ha resultado muy ágil, muy corta (sólo 22 minutos por episodio) y bastante original. Espero poder ver algún día su original británico. Imagino que será mucho mejor.



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