Una nueva aproximación a los orígenes de la fotografía digital
No es la primera vez que echo la vista atrás para comentar los orígenes de algún invento tecnológico que ahora es de lo más habitual. La fotografía digital es sin duda una de ellas, y una de las más populares. Ya dediqué hace tiempo un artículo a los orígenes de esta tecnología, pero ahora me ha parecido una buena idea recuperar el tema y combinarlo con recortes de prensa de la hemeroteca histórica de La Vanguardia.
Hace casi diez años, el 6 de octubre de 1999, La Vanguardia dedicada un pequeño reportaje a un nuevo mercado que se abría por entonces con posibilidades de tener mucho éxito. Sonimag Foto ’99 fue el punto de inflexión para la popularización en España y Europa de las primeras cámaras fotográficas digitales. A partir de aquel momento, el aumento de las prestaciones y los precios cada vez menores fue imparable hasta llegar al día de hoy, donde la fotografía analógica es prácticamente historia. En ese artículo, «Fotografía digital, la nueva revolución» se dicen cosas como éstas:
Los obsoletos medios utilizados en las últimas décadas pueden quedar arrinconados para el consumo especializado o de coleccionistas. Al menos esta es una de las conclusiones a la que llegan los usuarios, después de ver como marcas tan conocidas como Agfa, Fuji, Canon y Kodak están introduciendo revolucionarias cámaras digitales, que han conmovido el mundo de la fotografía. Estos cambios en los mercados han hecho que los profesionales adquieran este tipo de cámaras de una forma vertiginosa, de manera que en unos años sóo utilicen cámaras digitales.
Visto hoy, las características de aquellas primeras camaras que tuvieron éxito en España son ridículas: 1,3 megapíxeles (en el mejor de los casos), visores LCD de 1,8 pulgadas y velocidades de un disparo por segundo.
Pero vayamos mucho más atrás, donde encontraremos artículos muchos más interesantes. El 15 de diciembre de 1981 se publica un reportaje titulado «La fotografía electrónica, camino de imponerse» y con el subtítulo «Tiene ventajas de rapidez, versatilidad, economía y manejo, pese a la inferior definición de imagen». En realidad, leyendo el texto, lo que encontramos es una crónica de la lucha encarnizada entre los formatos de vídeo que comenzaban ya a comercializarse y las primeras videocámaras que prometían arrinconar al super 8 y sobre fotografía digital como tal, más bien poco. Esto tiene una explicación. En los inicios, la fotografía digital era concebida como «fotografía de vídeo» o «instantáneas de vídeo». Tanto la foto como el vídeo compartían formatos. La razón es clara. La electrónica aún no estaba lo suficientemente avanzada como para que pudiera almacenarse una imagen tal y como ahora la conocemos sin recurrir a la tecnología del vídeo, que por entonces comenzaba a popularizarse:
Además de proporcionar series de 50 fotografías en un pequeño disco magnético, que pesa ocho gramos, la «Mavica» puede usarse como una cámara manejable de magnetoscopio en color, si se conecta a una grabadora de vídeo portátil o de otra clase. Cámara que no es mayor que una réflex convencional de una sola lente cambiable. Las imágenes fijas que obtiene pueden verse inmediatamente en el televisor doméstico a través de un aparato de reproducción y se espera que puedan obtenerse copias en papel mediante una positivadora que Sony está desarrollando. […] Por otra parte, las señales de imagen pueden transmitirse a cualquier sitio a través de un hilo telefónico o ser transferidas a una cinta de vídeo para que el interesado tenga posibilidad de confeccionar sus propios álbumes en cassette.
Para terminar, un vídeo que ilustra muy bien cómo han cambiado las cosas en apenas diez años. En él podemos ver una Sony Mavica FD7 comercializada en 1997 y que hoy nos parece pura arqueología tecnológica.