rmbit - La bitácora personal de Ricardo Martín
La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
11 de octubre de 2010

‘Write About Love’ de Belle and Sebastian

Ya lo sospechaba, pero la que fue durante mucho tiempo una de mis bandas favoritas, los escoceses Belle and Sebastian, no pasan por su mejor momento creativo. El alma del grupo Stuart Murdoch nos ha decepcionado un poco al escuchar su último y recién publicado (hoy mismo ha salido en el Reino Unido) disco ‘Write About Love’. Han tenido que pasar ni más ni menos que cuatro años para tener en nuestro poder el sucesor de ‘The Life Pursuit’. A pesar de todo, no podemos decir que sea un mal trabajo, pero parece notarse cierto agotamiento, cierta alarmante falta de ideas. El abandono en parte de los sonidos puramente sixties para incorporar nuevas influencias más cercanas a los ochenta ha sido una aventura que ha funcionado a medias.

‘Write About Love’ es un disco que, además de ser tremendamente irregular, sabe a muy poco. La mayoría de los temas que contiene parece que ya los hemos escuchado. No han perdido ese encanto especial, el mismo encanto que tenían en sus trabajos anteriores, sólo que sin el brillo en las melodías que se esperaba de ellos. Da la sensación de que Murdoch ha empleado todo su talento, del que yo no dudo, en su proyecto paralelo God Help the Girl, que dio a luz el año pasado un disco deslumbrante que bien podía haber ido destinada a una entrega de Belle and Sebastian.

Eso no quiere decir que el disco no contenga algunas perlitas que se pueden salvar de la quema. Por ejemplo la que abre el álbum, ‘I didn’t see it coming’, ‘I want the world to stop’ (para mi gusto la mejor de todas) o la propia ‘Write about love’. Y paro de contar. Lo que creo que los fans cada vez soportamos menos son los exasperantes medios tiempos acústicos que acaban por cansarnos. Al menos yo prefiero un EP cada dos años con cuatro canciones redondas antes que un LP cada cuatro y con lo que para mí es relleno puro y duro…

Para finalizar, aquí os dejo el clip de ‘I want the world to stop’:

10 de octubre de 2010

‘Lourdes’

‘Lourdes’ es una película desconcertante. Tanto durante como después de su visionado, uno no sabe qué pensar, cómo interpretarla. Posiblemente porque admita tantos matices como espectadores. Con esto no quiero decir que esta producción austriaca de 2009 no cuente una historia. Un argumento que, a priori, es normal y corriente. Quizás lo que admite interpretaciones sea la forma, la mirada de la cámara. La realizadora Jessica Hausner se mantiene absolutamente neutral y analítica a la hora de reflejar el microcosmos de las peregrinaciones al santuario de Lourdes, con sus contradicciones, su cinismo y también su certeza. Podemos decir que ‘Lourdes’ tiene algo de realismo mágico, de sueño absurdo. Un lugar donde las cosas más extrañas suceden como si fueran cotidianas. También es una de las mejores películas que reflejan el hecho milagroso.

Christine es una joven enferma completamente paralizada por la esclerosis múltiple. Acude escéptica al santuario de Lourdes, tomándose el viaje como una excursión más. Allí se topará con otros peregrinos que, a veces secretamente y otras sin disimulo, buscan una curación milagrosa para sus dolencias. Pero descubre que tras la capa de religiosidad se esconden los naturales vicios humanos (y también las virtudes). Sorpresivamente, Christine comienza a experimental cambios en su enfermedad…

Hacer referencia a todos los matices que se reflejan en la película nos llevaría muchas líneas, pero quizás centrarse en el personaje principal sea una buena manera de entender toda la dimensión del film. Incluso al terminar, uno no sabe absolutamente nada de ella, de su pasado o de su futuro. Quizás eso contribuya a dar ese ambiente tan enigmático a la cinta. También parece simbolizar la separación entre el milagro y la religiosidad, puesto que Christine no es excesivamente religiosa. Las formas que usa Hausner son siempre pausadas, que invitan a la calma, pero que desprenden gran tensión interior. En definitiva, una película extraña, diferente, interesante y muy entretenida que aportará al espectador otro punto de vista a las peregrinaciones religiosas.

9 de octubre de 2010

Visiones de Madrid (III): Rozando el cielo

Cuando hablamos de grandes ciudades, una de las imágenes que nos vienen a la mente de inmediato es la de los altos edificios, los rascacielos que, bien sean de viviendas o de oficinas, aspiran a convertirse en iconos representativos de las urbes en las que se encuentran. En Madrid hay muchos de ellos, algunos bastante desconocidos. El tercer clip que he realizado está dedicado a estas construcciones verticales. No a todas, pero sí a las más representativas. Se trata de un vídeo compuesto a partir de tomas filmadas en diferentes ocasiones a lo largo de los seis últimos meses en todos los rincones de la capital.

Aparecen, por este orden, los siguientes: Edificio de Telefónica (1929), Edificio España (1953), Torre de Madrid (1960), Avenida de América 2 o Edificio Iberia (1951), Torres Blancas (1969), Torre BBVA (1981), Torre Europa (1985), Torre Picasso (1988), Torres Puerta de Europa o Torres KIO (1996) y las cuatro torres Torre Caja Madrid, Torre de Cristal, Torre Sacyr Vallehermoso y Torre Espacio (2009). Se quedan en el tintero muchas otras. A las torres de Azca no les he dedicado el tiempo suficiente. Quizás en un futuro se pueda hacer una «segunda parte» de este repaso.

8 de octubre de 2010

‘Madrid Me Mata’

El próximo número del fanzine digital ‘200 Días en Sing Sing’ estará dedicado a las publicaciones gráficas más emblemáticas de los ochenta en España. Mientras llega vamos a recordar una de las revistas más influyentes de esa etapa: ‘Madrid Me Mata’. Fue el soporte en papel necesario para un movimiento ecléctico, heterogéneo e iconoclasta como fue la «movida» madrileña. Sólo se publicó durante dos años, entre 1984 y 1986, pero sentó las bases del diseño, la maquetación y la comunicación gráfica actual –tal y como hoy la conocemos– en nuestro país. El encargado de este diseño era un primerizo Óscar Mariné junto con Juan Antonio Moreno.

Como bien cuenta Javier Reguera en ‘Así Se Fundó Carnaby Street‘, Mariné se inspiró –al menos a nivel gráfico– en publicaciones foráneas de vanguardia como el magazine británico I-D, siguiendo una estética cuyo origen hay que buscarlo en el pop-art, en el collage y en el «do it yourself» del movimiento punk. Pero no todo era contenido gráfico. También sirvió de aglutinante para autores, literarios o no, que dejaron su impronta en la revista. Aquí dejaron sus textos el irreverente, surrealista y anárquico Moncho Alpuente. De hecho el nombre de ‘Madrid Me Mata’ proviene de un espacio radiofónico de Radio El País en 1983 que él presentaba.

José Manuel Lechado, en su libro ‘La Movida: Una Crónica de los 80’, decía lo siguiente de ‘Madrid Me Mata’:

Esta revista se caracterizaba por su formato apaisado […]. El papel y la impresión eran de mejor calidad, y el número de páginas, más razonable. […] No solía incluir cómix y, sin embargo, presentaba mucho más petardeo, cotilleo y demás. También tenía un punto más cachondo y humorístico. […] Madrid Me Mata tenía secciones de moda, fotografía, música, actividades nocturnas y, por supuesto, mucho Madrid. A menudo sus contenidos se orientaban de acuerdo al tema de portada, y entre sus páginas desfilaba mucha publicidad «normal», lo que no le privó, sin embargo, de dificultades financieras. (Pág. 174)

7 de octubre de 2010

Canada, la productora de mis clips favoritos

El otro día cuando escribí sobre El Guincho, os contaba que el videoclip de ‘Bombay’ me había encantado y que había sido la puerta de entrada para conocer a este músico. Pues bien, también ha servido para conocer a Canada, la productora encargada de la producción de ese vídeo.

De paso he descubierto que también son los autores de la mayoría de los clips y canciones que me han gustado en los últimos años. A saber: ‘De la monarquía a la criptocracia’ de Triángulo de Amor Bizarro, ‘Tus amigos’ de Los Punsetes, ‘Siento que muero’ de Joe Crepúsculo, ‘9.6’ de La Bien Querida o los vídeos de ‘Alegrías del incendio’, ‘San Juan de la Cruz’, ‘Nosotros somos los zíngaros’ y ‘Mis problemas con la justicia’ de Los Planetas. Ayer mismo han colgado en Vimeo su última creación. Como si me leyeran la mente, han trabajado con Klaus&Kinski, uno de mis grupos favoritos, para realizar el vídeo del que considero el mejor tema de ‘Tierra, Trágalos’ y una de las mejores canciones nacionales del año: ‘Forma, sentido y realidad’.

Canada son tres jóvenes realizadores: Luis Cerveró, Nicolás Méndez y Lope Serrano, que tienen su estudio en Barcelona. Han sabido moverse en el mundillo de lo audiovisual para hacerse un hueco (un huecazo) en un mercado muy competitivo. Han realizado spots para grandes agencias publicitarias. Creaciones suyas han anunciado a McDonalds, Orange, Telefónica, El Corte Inglés, Codorniu, Nokia, Ikea, Sony o Damm. Siempre con un estilo muy personal y un especial cuidado por las texturas y los cromatismos cinematográficos. De hecho en su web puede verse un repertorio de «screen tests» con pruebas de diferentes tipos de película de cine, tanto en blanco y negro como en color. Una auténtica maravilla para los que nos gusta este tipo de cosas. Son expertos en recrear esos ambientes retro a través, precisamente, del uso de negativos concretos. Son unos maestros en este campo.

Por supuesto, vamos a terminar con algunos clips realizados por los chicos de Canada. Empezamos con ‘Forma, sentido y realidad’ de Klaus&Kinski:

‘De la monarquía a la criptocracia’ de Triangulo de Amor Bizarro:

‘Siento que muero’ de Joe Crepúsculo:

‘9.6’ de La Bien Querida:

6 de octubre de 2010

El Libro de Urantia

Quizás el mayor error que se puede cometer al hablar de un libro es criticarlo o comentarlo sin haberlo leído. El llamado Libro de Urantia va a ser una excepción. Permitidme que no me lo haya leído, pero es que son casi 2100 páginas y su verdadero interés es extraliterario. A grandes rasgos, este grueso volumen de tan extraño nombre está dentro de lo que se denominan libros revelados, es decir, textos que pasan de una supuesta «entidad» al papel a través de uno o varios intermediarios que lo escriben. No hace falta que os diga que yo no creo en los libros revelados. Pero el caso del Libro de Urantia es un tanto particular.

Según la mayoría de las fuentes, su origen hay que buscarlo en el Chicago de los años 20-50 (la Wikipedia establece el período entre 1924 y 1955). La historia «oficial» nos cuenta que fueron varios los receptores de los conocimientos del libro, todos ellos antiguos pacientes del reputado psiquiatra William Sandler, y agrupados bajo el nombre de The Forum. Sandler, como hombre de ciencia, siempre había sido escéptico acerca de los fenómenos inexplicables como el espiritismo o los médiums, pero lo cierto es que, mientras el grupo se reunión consiguió recopilar miles y miles de folios manuscritos. La lógica nos hace pensar que, efectivamente fueron él y su grupo los autores del libro, pero no por inspiración de seres extraterrestres o espirituales, sino bien terrenales. En 1955, finalizado el proceso, fue publicada una primera edición en inglés.

La particularidad del libro, además de su número de páginas, es que trata una gran variedad de temas. Sus supuestos autores no terrestres desgranan capítulo a capítulo la formación del universo, del Sistema Solar, la naturaleza de Dios, la historia del propio planeta de Urantia (o sea, la Tierra) y la vida y enseñanzas de Jesús de Nazaret, ¡año a año!. Todos estos asuntos son descritos con una minuciosidad y un detalle insólitos, además de con su propia terminología. El libro entra además en teorías científicas, físicas, teológicas y de otro pelaje, aportando puntos de vista radicamente diferente al conocimiento convencional y demostrando un derroche de imaginación y conocimientos en todas las disciplinas del conocimiento admirables. Por eso es posiblemente la novela de ciencia-ficción más conseguida de todos los tiempos.

Martin Gardner es uno de los estudiosos del libro más escépticos. Matemático y divulgador científico, publicó el libro ‘Urantia, ¿Revelación Divina o Negocio Editorial?’ contando sus hallazgos sobre el hermético mundo de Urantia. Descubrió también múltiples incongruencias científicas y teorías que hoy están deshechadas pero que fueron muy populares en los ambientes académicos de la época en que fue escrito el libro. En contra de lo que sería lógico, el Libro de Urantia no ha provocado tras de sí ningún movimiento de tipo mesiánico o sectario. Al contrario: apenas son un puñado los seguidores, estudiosos que analizan el tocho. Para los más curiosos y con más ánimo lector, desde 2001 el libro está bajo el dominio público, por lo que puede descargarse libremente en castellano de la web oficial de la Fundación Urantia.

5 de octubre de 2010

Llívia y la «guerra de los stops»

Los que seguís habitualmente rmbit sabéis de mi gusto por las curiosidades geográficas, o más bien las rarezas. En este caso nos quedamos en España. Bueno, entre España y Francia. Llívia es uno de esos curiosos casos, fruto de los caprichosos tratados políticos de otros tiempos. Se trata de un «exclave» de la provincia de Gerona dentro de territorio galo. Son menos de trece kilómetros cuadrados situados a siete kilómetros de distancia de la frontera española y contiene además de la población de Llívia, los de Cereja y Gorguja, aunque sin apenas habitantes. En total lo pueblan unos 1600 gerundenses.

Todo comenzó con la firma en 1659 del Tratado de los Pirineos, con el que se zanjaba entre España y Francia la Guerra de los Treinta Años. Nuestro país cedía el Rosellón, parte de la Cerdaña y otros territorios pirenaicos. Al año siguiente se completó la operación con el Tratado de Llivia, por la que pasaban a soberanía francesa treinta y tres poblaciones españolas. Lo curioso del asunto es que Llívia se quedó fuera del traspaso por tener el título de villa y no de pueblo. Una cuestión de nomenclatura (o de categoría) hizo que el municipio catalán quedara exento y se convirtiera en una rareza geográfica.

Un lugar tan peculiar como este es fuente, como os podéis imaginar, de paradojas y cuestiones extrañas. La más sonada fue la llamada «guerra de los stops», un contencioso entre Francia y España que se alargó más de veinte años. Llívia está conectada con España a través de una carretera nacional, la N-154. No es necesario por tanto cruzar ninguna frontera para llegar. La carretera española discurre por territorio francés. En 1866 se estableció por medio de un tratado que la vía sería de libre circulación, entendiendo por tal que no existiría ninguna restricción para su tránsito. El problema llegó cuando en los años sesenta del siglo XX Francia construyó dos carreteras que cruzaban la N-154, colocando señales de STOP para que los llivienses se detuvieran ante el tráfico francés. Las señales fueron sucesivamente arrancadas y vueltas a colocar por unos y otros dando lugar a este kafkiano fenómeno. El diario La Vanguardia, el 12 de mayo de 1971, llevaba la noticia a sus páginas bajo el titular de «La instalación de una señal de «stop» provoca la reacción de los vecinos»:

El cruce de la carretera internacional Llivia-Puigcerdá con la francesa de Ur a Bourg-Madame, paralela al ferrocarril francés, es punto de frecuentes accidentes de circulación, debido en gran parte al intenso tráfico y sobre todo a existir en terreno francés una casilla de Aduanas que obstaculiza la visión del cruce. Para evitar esta situación de peligro se reunió en Madrid el pasado octubre la Comisión Internacional de los Pirineos, sugiriendo los comisionados franceses que qe situara un disco de stop en la carretera Puigcerdá-Llivia en lugar de un semáforo, por lo que el prefecto de los Pirineos Orlentales, recientemente autorizó la instalación de dicha señal, que ha provocado el mal, humor justificado de los vecinos de Llivia, habiendo sido reiteradamente colocada y arrancada por autores desconocidos. Informado el Gobernador Civil se ha dirigido a través del Ministerio de la Gobernación a los poderes públicos, para que la Comisión Internacional reconsidere la cuestión del stop.

Hoy el tema está resuelto con un puente por el que transcurre la dichosa N-154. Eso sí, el mantenimiento corre a cargo del gobierno francés.



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