8 de noviembre de 2010
No sé por qué, pero tenía la idea de que el veterano programa de vanguardias audiovisuales ‘Metrópolis’ de Televisión Española había desaparecido de la parrilla de la cadena pública hace años. Quizás porque estas emisiones son tan minoritarias que apenas tienen eco en los medios. Ni tampoco en internet. Pues no, ‘Metrópolis’ sigue vivo, y muy vivo. De hecho, en abril se cumplieron 25 años de su primer capítulo. Casi nada. La web de TVE ha recuperado ya varias decenas que programas que pueden verse online y promete ir añadiendo más.
No hace falta decir que la influencia del espacio a la hora de divulgar las nuevas tendencias experimentales en el campo de la cultura ha sido enorme, acercando a cualquiera lo último, lo que se estaba haciendo en cualquier parte del mundo cuando internet aún no existía. La televisión, junto a algunos fanzines muy especializados, era el único medio de conocerlas. Aquel primer espacio emitido el 21 de abril de un ya lejano 1985 estaba dedicado a las vanguardias en Japón.
Pero ‘Metrópolis’ también innovó en las formas, dando un paso adelante en el lenguaje televisivo. Las cabeceras del programa, tanto las que abren los espacios como los reportajes, hoy se consideran un clásico. Las mejores de ellas fueron recopiladas en una emisión especial el 15 de febrero de este mismo año bajo el título de ‘1001 Noches con Metrópolis’. Cualquier técnica era válida para crearlas, desde una inicipiente animación por ordenador hasta las formas más analógicas y tradicionales, pero siempre con el toque original y vanguardista propio del programa. Aquí podéis ver el vídeo (no se puede incrustar).
7 de noviembre de 2010
El segundo capítulo del troceado vídeo de Barcelona trata sobre la zona costera de la ciudad. Viaje en barco aparte –eso merecerá una entrega en sí misma–, he querido organizar un clip sólo sobre el puerto, especialmente el Muelle de España y la Marina del Port Vell, y sobre la playa, las más populares, que son las de la Barceloneta y de San Sebastián. En este segundo caso he experimentado con la modificación de la temperatura del color, dándole un tono más cálido, con exceso de naranjas y amarillos. Otro de los aspectos con los que he experimentado es seguir un montaje condicionado a la música, cortando y pegando las tomas a nivel de fotograma.
En la parte musical, he querido darle un toque casi tropical y multiétnico. Para ello la mejor banda sonora posible es Vampire Weekend, unos neoyorkinos que mezclan el pop de toda la vida con los sonidos africanos y caribeños. También he usado el tema de El Guincho ‘Bombay’. La combinación de imágenes y música, en este episodio, es muy importante. Espero que os guste.
6 de noviembre de 2010
Esta tarde he estado entrando en librerías para echar un vistazo de las novedades y los libros más leídos. Tengo que renovar mi lista de libros por leer. Casi todas las grandes tiendas tienen ya una sección dedicada a los libros electrónicos. Por ejemplo me fijo en ‘La Caída de los Gigantes’, la última novela de Ken Follett, y sobre todo en su precio: ¡16,99 euros!. La edición en papel cuesta 24,90 euros. Busco otros títulos y ocurre algo similar. El ebook suele ser como mucho entre cinco y seis euros más barato que el libro físico. ¿Cómo puede ser esto? ¿Por qué un archivo de pequeño tamaño puede tener un precio tan elevado teniendo en cuenta que el coste de producción y distribución es prácticamente nulo?
El caso de Libranda, la primera tienda española en internet íntegramente dedicada a vender libros electrónicos, es muy revelador. Las críticas desde el mismo momento de su lanzamiento el pasado mes de julio han sido unánimes. Críticas al modelo de comercio electrónico, demasiado complicado, críticas a la pobre variedad de títulos y, sobre todo, a los precios. En la práctica, según el artículo publicado en Público al poco de su apertura, el ahorro en cada libro electrónico comparándolo con su equivalente de bolsillo, es de muy pocos euros. Ricardo Galli, en su blog, también analizaba en un extenso artículo este fenómeno.
Esta tónica general de querer equiparar en precios uno y otro es cosa de las editoriales. Una táctica que quizás les funcione, pero durante muy poco tiempo. La llamada «industria del entretenenimiento», o lo que es peor, la «industria de la cultura» no ha aprendido nada de los errores y abusos del pasado. Las ventas de discos de música se hunden cada año más en favor de, por un lado, las descargas libres por internet y por otro, gracias a la iTunes Store. El de Apple ha sido el único modelo que verdaderamente ha funcionado. Sus claves son dos: bajos precios y facilidad de compra. A esto hay que unirle la posibilidad de adquirir sólo el tema musical que nos interese.
Así que, los lectores más geeks ya están escarmentados. Antes que pasar por caja y dejarse 15 o 20 euros por una novedad editorial, es preferible descargarse un PDF gratuitamente y añadirlo a su lector. Probablemente si esos libros costaran 3 o 5 euros las descargas libres quedarían reducidas. Precisamente hoy, el diario Público incluye un artículo sobre este tema, bajo el título de «El precio dispara la piratería de ebooks». Muy interesante.
5 de noviembre de 2010
Tengo la impresión personal de que la religión (sea cual sea esta) ha ganado territorio e importancia en las últimas dos o tres décadas a nivel mundial. Los diferentes credos se han enarbolado como seña de identidad de un pueblo, de un territorio o de una forma de entender el mundo. En Europa es algo evidente. Se recupera el cristianismo frente a las religiones importadas, principalmente el islam. Muchos establecen la peligrosa dualidad cristianismo=mundo desarrollado occidental y islamismo=bárbaros que vienen de fuera. En este sentido no distaría mucho del comportamiento de «occidente» en otras y aciagas etapas de la historia. Pero por lo visto nunca vamos a aprender.
Pero no nos salgamos del asunto que ha provocado esta reflexión. La visita del Papa a Santiago de Compostela y a Barcelona ha levantado la polémica en unos y en otros. En muchos casos es una polémica interesada y se mezclan (intencionadamente o no) conceptos que nada tienen que ver. La llegada de cualquier personalidad de importancia planetario es siempre bienvenida. Su influencia proyectará los lugares por donde pase en todo el mundo. Como dijo Jordi Hereu, alcalde de Barcelona, es una cuestión de publicidad. En el caso de Benedicto XVI no podía ser menos. El Estado y el resto de los poderes públicos han de garantizar con todos los medios a su alcance que el desarrollo de este evento se produzca con la mayor normalidad posible, encargándose de la coordinación y, sobre todo (mucho más cuando prevén grandes masas de personas) de la seguridad. Todo ello al margen del tipo, ideología o cariz de la personalidad visitante.
En el caso del Papa, nada tiene que ver la aconfesionalidad del Estado para que el Gobierno y los demás organismos se vuelquen para que todo salga como está previsto. Como es el caso, Ratzinger no llega a España como jefe de estado, sino como líder de la Iglesia Católica. Pienso que el Gobierno no está obligado a asistir a ninguno de los eventos que se celebren (yo desde luego no lo haría). No importa que pertenezcan a un estado tradicionalmente católico, ni que se tire de estadística diciendo que el 73% de los españoles lo sea. Eso, si queremos separar Iglesia y Estado, no puede ser un argumento. Cada uno que profese la fe que crea conveniente, que el Estado ha de ser neutral ante todas ellas (o favorecerlas del mismo modo a todas como dice la Constitución).
Otro tema polémico es el de las protestas antipapales. Y no entiendo por qué. Ejercer la libertad de expresión es poder manifestar cualquier idea siempre que no atente contra la dignidad o el honor. Es verdad que esa línea es muy borrosa y dada a las interpretaciones. Por supuesto, también entra dentro de ese derecho criticar a los que critican. Es parte del juego. La clave de todo ello está en el respeto mutuo y en criticar con argumentos comprobables. Pero eso es ya mucho pedir, sobre todo para algunos…
Yo no estoy ni a favor ni en contra de la visita. Como dije antes, es un hecho importante, pero nada más. Ni lo seguiré por televisión ni le dedicaré más tiempo. Para mí no es más que un acto religioso y, como agnóstico, no me produce rechazo, sino más bien indiferencia.
4 de noviembre de 2010
Me sigue llamando la atención que en nuestro planeta aún queden territorios prácticamente inexplorados en países que, si bien son de enorme extensión, forman parte del mundo desarrollado. El caso más claro es el de Australia. La isla austral es un continente en sí mismo y alberga muchas sorpresas que siguen fascinando a los investigadores. Uno de los últimos descubrimientos de los que he tenido noticia a través del programa ‘La Rosa de los Vientos’. Se trata de un hallazgo que no es nuevo, ya que se tenían datos de su existencia desde los años sesenta del siglo XX.
Se sabía que dentro de lo que hoy es el Parque Nacional de Kakadu (Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1981), al norte de la isla y al oeste del golfo de Carpentaria, existían miles de pinturas rupestres en lugares como Nourlangie Rock, datadas algunas de ellas hace 20 000 años –una antiguedad similar a las de Altamira–. Pero lo que se desconocía era que no muy lejos de allí había unas pinturas aún más sorprendentes. En el abrigo rocoso de Djulirri, en la Tierra de Arnhem, el estudioso George Chaloupka halló hacia 1970 una serie de dibujos que tenían la particularidad de haber sido realizados a lo largo de un rango temporal insólito. Los expertos convienen en datar las más antiguas como de hace unos 15 000 años y las más recientes en ¡1960!.
Probablemente sea el único lugar del mundo en el que ancestrales pinturas de hace decenas de siglos conviven con otras que representan barcos, rifles, colonos, automóviles o bicicletas entre otras cosas. Eso significa que los aborígenes de la tribu plasmaron en la roca todo aquello que vieron a lo largo de los milenios, convirtiéndose en una especie de registro histórico de «esa humanidad». Por ejemplo, los barcos representados son de varios tipos. Desde barcas de pescadores que pulularon por las costas australianas en el siglo XVIII y XIX, hasta vapores del siglo XIX o incluso acorazados de la segunda guerra mundial.
¿Qué pensarían esos hombres de lo que estaban representando? De lo que no hay duda es de que fueron grandes observadores y que acudieron al lugar a pintar todo lo que cualquier miembro de la tribu veía dentro de su territorio. Entre otras cosas, hay que reescribir unos cuantos capítulos de la historia de Australia. Hasta ahora se pensaba que los nativos habían estado aislados hasta la llegada de los británicos en el siglo XVIII. Nada más lejos de la realidad. Los hallazgos reflejan los viajes de comerciantes chinos hasta las costas de la isla continente muchos siglos antes que los occidentales. Y yo me pregunto: ¿Ocurrió lo mismo con América?
A pesar de que Chaloupka fue el primer estudioso en hallar Djulirri, no fue hasta 1998 cuando Daryl Guse con ayuda de un anciano aborigen que le sirvió de guía redescubrió el lugar. De hecho la noticia no saltó a la prensa hasta 2008. Aún hoy es difícil encontrar información en castellano sobre el tema y desconozco si está habilitado para poder ser visitado.
3 de noviembre de 2010
La Wikipedia define «time lapse» como «una secuencia de vídeo acelerada, donde los acontecimientos suceden a una velocidad mucho más rápida de la normal». Pueden realizarse bien acelerando el vídeo propiamente o, la más utilizada, secuenciando una serie de imágenes tomadas a intervalos de tiempo determinados. Seguro que todos habéis visto alguna vez esos vídeos donde se muestra la actividad de una ciudad a cámara rápida, en las que se suceden los días y las noches. O aquellas en las que las nubes se desplazan a gran velocidad.
Hasta el otro día no me había puesto manos a la obra, a pesar de que llevaba mucho tiempo queriendo hacer uno. Al final han sido cuatro. El método que he seguido ha sido absolutamente intuitivo, sin haber consultado previamente ningún tutorial. Me he dejado llevar por la lógica. Tampoco cuento con ningún dispositivo que me permita disparar automáticamente cada cierto tiempo, por lo que la tarea ha sido algo tediosa. En todos los casos las imágenes han sido tomadas con un intervalo que va de entre 1 segundo hasta los 10, dependiendo del motivo.
El resultado, tras importar las fotos en Adobe Premiere Pro y colocarlas a razón de fotograma por imagen (en un proyecto de 30 fps), ha sido mucho mejor de lo que esperaba. El único defecto ha sido un molesto parpadeo (llamado «flicker» en el argot) que no he conseguido corregir. Su causa parece deberse al obturador mecánico de las cámaras réflex. Curiosamente con las compactas no ocurre. Consiste en una diferencia en la tonalidad que existe entre unos fotogramas y otros, causando cambios repentinos del brillo. Por supuesto, existen formas de corregirlo, pero en Mac todas son de pago, a través de plug-ins. Otra solución que estoy probando, de momento sin mucho éxito, es exportar las imágenes a Adobe After Effects y usar la herramienta de estabilización de color.
Espero poder mostraros pronto mis progresos… Mientras tanto podéis echar un vistazo a esta web, que cuenta con un montón de «time lapses», algunos realmente espectaculares.
2 de noviembre de 2010
Los que somos fans primero de ‘La Hora Chanante’ y luego de ‘Muchachada Nui’ teníamos una cita obligada con el nuevo invento de Joaquín Reyes y compañía. Ese nuevo invento viene en forma de telecomedia. ‘Museo Coconut’ es una de las emisiones podríamos llamar «minoritarias» más esperadas del momento. Ayer fue su estreno en el canal Neox (Antena 3) y fue el espacio más visto de la historia de este canal. Consiguió la considerable cifra de 904 000 espectadores, un 4,3% de cuota de pantalla. Se emitieron los dos primeros capítulos, ‘Hipopotomostrosesquipedaliosfobia’ y ‘Oso y lago con cascada’.
En la web de Antena 3 he podido ver el primero de ellos. Me ha sorprendido ver la colaboración de gente como David Trueba, un poco fuera de lugar, o la más acertada de Miki Nadal. En realidad es una serie con un humor muy complicado de clasificar. Podría ser posthumor, metahumor o cualquier otra cosa menos humor puro. Habrá quien lo interprete en el sentido tradicional y, evidentemente, le defraudará. Es necesario buscar segundas lecturas, darle la vuelta a los gags para conseguir disfrutar de estos genios incomprendidos de la comedia contemporánea.
Es verdad que al principio se hace extraño ver a Ernesto Sevilla, al propio Joaquín Reyes o al resto de personajes en papeles aparentemente poco disparatados o poco originales, pero uno no tarda demasiado en acostumbrarse a ese particular mundo absurdo. Aún es pronto para decir si la serie, no en el plano del público, sino en el de la crítica, marcará un hito en la carrera de sus autores. Aquí os dejo el primer episodio: