Televisión Española sigue sacando partido –y hace bien– a su gigantesco archivo. Imaginamos miles y miles de horas de emisión digitalizadas y siendo inspeccionadas cuidadosamente por el equipo del programa ‘Cachitos de Hierro y Cromo’. La referencia a las cintas de casete baratas (las de hierro) y las caras (las de cromo) nos lleva al mundo musical del pasado. De la mano de Virginia Díaz, locutora de Radio 3 y subdirectora de ‘Los Conciertos de Radio 3’ de La 2, se desgrana en cada uno de los capítulos una temática, salpicada de rótulos y comentarios irónicos que aportan información y risas a cada «cachito».
Hasta el momento de escribir este artículo se habían emitido cinco capítulos, dedicados a la música de gasolinera, a los artistas de un sólo éxito, a la moda pop, a canciones «de miedo» y a la música y el deporte. Fragmentos que causarán horror o admiración rememorando esas viejas canciones que creíamos olvidadas. Tal vez el gran acierto del programa sea huir de lo convencional, de todas aquellas grabaciones que hemos visto mil veces, recurriendo a fragmentos que en la mayoría de los casos no habían sido reemitidos nunca. A esto hemos de unir el que se haga visible también la música independiente y que el relato de la música nacional no termine con Pitingo, Amaral, El Canto del Loco o La Oreja de Van Gogh. Podremos ver en algunos de estos programas a Los Flechazos, Los Planetas, Astrud, Lori Meyers, La Bien Querida y muchos otros.
Como en otros programas de RTVE, la web juega un papel importante. Además de poder ver cada capítulo, también tenemos la lista de temas que suenan en ellos y podremos votar qué canción queremos que se recupere completa (el «cachito entero») en la web. Precisamente para terminar vamos con el «cachito entero» correspondiente al programa sobre moda pop. Se trata ni más ni menos que Los Flechazos y el tema ‘No sabes bailar’, emitido originalmente en ‘Cajón Desastre’ en 1988:
Cachitos de hierro y cromo – Moda pop – Tu cachito entero – Los flechazos
Tal día como hoy, hace cincuenta años, se emitía por primera vez una de las series –¿La más?– longevas de la historia de la televisión que aún perdura. Años atrás escribí una entrada sobre ‘Doctor Who’ poco después de haber comenzado a ver la nueva etapa y coincidiendo con el 45º aniversario. Hoy puedo hablar con un poco más de conocimiento de causa sobre este fenómeno, que si bien no ha calado demasiado en nuestro país, mueve muchos fans y mucho dinero en todo el mundo. La prueba es que el doodle de Google desde ayer está dedicado a la serie, con un juego que nos recuerda a los 8 bits en el que tenemos que recuperar las letras del logo de la compañía, robadas por los daleks.
Pero mi intención era orientar este pequeño texto hacia mis impresiones personales. Lejos de ser una serie infantil –como mucho juvenil–, ‘Doctor Who’ tiene episodios con tramas endiabladamente complejas que muchas veces, sobre todo en las últimas temporadas, mantienen un hilo común. Posiblemente esa capacidad de mezclar tiempos pasados y futuros incluso dentro del mismo episodio sea una de las cosas más interesantes y que más me gustan. Por ejemplo, de la última temporada recuerdo ‘Hide’, en la que unos investigadores de lo paranormal investigan fenómenos extraños en un caserón, cuando estos tienen más que ver con el futuro que con el pasado. Y si hablamos de episodios favoritos, aunque no es fácil, me quedaría con ‘Blink’, los famosos «ángeles llorones» («weeping angels»), aliens camuflados de estatuas de ángeles que cobran vida en la oscuridad absoluta o cuando cerramos los ojos. Tampoco puedo olvidar el capítulo dedicado a Van Gogh, ‘Vincent and the Doctor’. Hay muchos más y si no los habéis descubierto, os lo recomiendo.
La última parte la quiero dedicar lo que los «whovianos» llaman –llamamos– la serie clásica. Es decir, las emisiones entre 1963 y 1989, en contraposición con la nueva, emitiéndose desde 2005. Pude hacerme con todos los episodios de esas 29 primeras temporadas. El trabajo de visionado es complicado, porque de la mayoría aún no hay subtítulos en castellano. Si algún distribuidor está interesado en editar en España la colección clásica, aquí hay ya un comprador.
Para terminar, al igual que hice en aquel primer post sobre ‘Doctor Who’, todas las cabeceras por orden cronológico en versión corregida y aumentada:
Hacía ya tiempo que no actualizaba mi web de fotografías Cromavista. Tras los incidentes técnicos que algunos conocéis, por fin he podido seleccionar, procesar y subir 69 nuevas imágenes de mis últimos viajes en agosto y octubre. Hay varias de la provincia de Segovia, entre ellas la de las Hoces del río Duratón, un paraje natural y también cultural bastante interesante, con las ruinas de la ermita de San Frutos en uno de sus meandros como principal atracción. Aquel mismo día visité Turégano y su peculiar castillo-iglesia. El viaje lo completaron tres de iglesias románicas (Nuestra Señora de la Asunción de Duratón, San Pedro de Perorrubio y San Pedro de Gaíllos) y la localidad de Sepúlveda. El otro viaje fue a finales de octubre y el destino fue Ávila. Increíblemente todavía no tenía ninguna fotografía hecha de esa ciudad castellana.
Terminamos esta serie de vídeos sobre París con la quinta entrega. Esta vez nos vamos al barrio de Montmartre, con su Moulin Rouge, sus calles empinadas y sus plazas llenas de pintores. También el espectacular Sacre Coeur, desde donde se tienen unas vistas únicas de la ciudad. Y como final, la Basílica de Saint-Denis, situada fuera de la ciudad, pero que en su cripta se hallan enterrados todos los restos de los reyes franceses desde tiempos de los merovingios. Después de la Revolución Francesa y tras el saqueo de las tumbas, y ante la imposibilidad de determinar qué restos eran de quién, fueron enterrados en un lugar común dentro de la Basílica. La música en este caso es de Michel Legrand, ‘Moulin Rouge’, ‘Rex Karole, Johannis Genite’ de la Early Music Consort of London & David Munrow y ‘Vintage’ de Beaumont.
«En el pago de Gijón se hallan situadas las aceñas de aquel nombre sobre la margen derecha del río Duero, aguas abajo de Zamora. Estas aceñas de sólida construcción, forman un edificio separado en su base por cuatro canales. El acceso a estas aceñas se halla establecido por medio de una calzada de corta línea con su correspondiente desagüe. Parte la presa de estas aceñas de la orilla izquierda del río y lo cruza en sentido oblícuo hasta llegar al punto de emplazamiento de dichos edificios. En la margen derecha tiene también una corta línea de presa que contiene las aguas que las dirige a su destino.»
Con estas palabras describía Eduardo J. Pérez en su curiosa ‘Guía del Viajero en Zamora’ (1895) las aceñas de Gijón. Eran tiempos en los que aún se usaban estos edificios como molinos, aprovechando la fuerza del agua del río. Décadas después se abandonaron por métodos más modernos y las aceñas se dejaron a su suerte. Hasta los años noventa del siglo pasado no se recuperaron en Zamora estos peculiares edificios. De los cuatro grupos existentes en la capital, tres fueron restaurados para darles diferentes usos, convirtiéndose así en establecimientos de hostelería o pequeños museos para locales y visitantes. Pero las aceñas de Gijón permanecieron ajenas a este renacimiento.
Este pasado verano me acerqué hasta allí por el camino –casi invisible– que lleva hasta allí bordeando el río. Ciertamente lleva un rato encontrar la entrada que parte bajo el puente nuevo. Finalmente la encontré con la ayuda inestimable de Google Maps en modo satélite. Tras caminar algo más de diez minutos (un kilómetro aproximadamente), di con el pequeño cruce entre el camino y la carretera de acceso a las fincas cercanas. Una cadena cierra el paso a vehículos, pero no a las personas.
Las aceñas se encuentran en un estado lamentable. Algunas ya desmoronadas, cubiertas por la maleza y con pintadas. Es posible caminar por la represa hasta prácticamente la mitad del río. Desde aquí se puede contemplar una vista curiosa. Mientras recorría con cuidado todo el paraje me preguntaba si alguna vez se recuperarían o si las dejarían definitivamente a su suerte. Sería un magnífico lugar para finalizar el paseo del Duero que comienza en el Parque de La Aldehuela y que también debería ser una pieza más de la recuperación y rehabilitación de esta zona –parte de lo que fuera antaño el Campo de la Verdad— que engloba también la iglesia de Santiago de los Caballeros, hoy rodeado de un paisaje lamentable de casuchas, ruinas y descampados.
Muchas veces, y tras ver la cantidad de injusticias que se cometen a sabiendas diariamente por parte del poder con la excusa de la crisis, la única vía de escape que nos queda es el humor. Y dentro del humor la sátira. Quizás por eso los artífices de la revista ‘Mongolia’ se lanzaron en marzo de 2012 a una piscina en la que no se sabía si habría agua. Afortunadamente estos kamikazes han salido ilesos hasta el momento, publicando mensualmente desde entonces en papel, en pleno retroceso de este formato. La razón la desconozco, pero ‘Mongolia’ no es sólo una especie de ‘El Jueves’ de nuestra generación, sino una forma de protesta contundente que en papel se hace mucho más visible hacia los demás. Es una «revista-pancarta» si se me permite el híbrido, como lo fue en su momento ‘El Papus’ o mejor ‘Hermano Lobo’, salvando las distancias. Es más, el uso de colores vivos, de grandes cuerpos para las tipografías de la portada y el uso subversivo de la manipulación gráfica de marcas conocidas abundan en esa sensación. Por cierto, estupendo trabajo de maquetación y diseño.
Desde el principio se ha caracterizado mostrar en sus portadas criticas brutales, centrándose casi siempre en los muchos tabúes políticos y sociales que aún quedan en España. El Rey, Franco, las Infantas, ETA, las religiones, los políticos de turno… Todos han sido diana y objeto de burla y crítica sin piedad. Hasta la fecha ninguno de sus números ha sido secuestrado, pero sí ha sido vetado en muchos quioscos, en El Corte Inglés y hasta en Facebook. En los quioscos y grandes superficies donde se vende suele estar bastante escondido. Una de las novedades que aporta la revista y que otras publicaciones del mismo género no tienen es que cuenta con una sección de investigación «seria» que ha ofrecido exclusivas, como los correos electrónicos de Urdangarin, prohibidos judicialmente.
Está claro que uno de los objetivos de ‘Mongolia’ es explorar los límites de la libertad de expresión, entrar en esas zonas grises que las generaciones anteriores han convenido en no tratar. Pero esas generaciones no son la nuestra y comienza a despuntar otra forma de hacer las cosas y otro modo de enfocar los temas de siempre. Ahí están Jordi Évole con ‘Salvados’ o Javier Gallego y su ‘Carne Cruda’. ‘Mongolia’ también aportan su granito de arena a esta necesaria e inevitable Segunda Transición, no sólo política, sino también social y cultural.
Cuarta entrega de los vídeos sobre París que grabé este verano. Es la penúltima. Para esta ocasión he elegido como motivos el Museo del Louvre y el Palacio de Versalles, ambos fueron en su día palacios reales que ocuparon –insignes unos y tiranos otros– gobernantes de Francia a lo largo de los siglos. Respecto a la música que acompaña a las imágenes, se trata de ‘Paris in the spring’ de Michel Legrand, ‘Outro’ de M83 y ‘Prelude des trompettes et autres instruments pour Mars’ de Jean-Baptiste Lully.
rmbit está bajo una licencia de Creative Commons.
Plantilla de diseño propio en constante evolución.
Página servida en 0,077 segundos.
Gestionado con WordPress